miércoles, 18 de abril de 2012

LA LUZ DESCUBRE LA MENTIRA

Juan 3,16-21 "Dios mandó su Hijo para...

Porque a la luz del día o a la del fuego, en nuestros días, la artificial, todo queda descubierto y la mentira no se puede esconder. Este simbolismo de la luz frente a las tinieblas nos vivencia claramente que la verdad es lo que todos buscamos, pues nadie se refugia en la mentira ni la desea.

Cuando el entorno está limpio, la luz descubre la verdad y todo queda iluminado, pero cuando el entorno está turbio, oscurecido por tanto cuerpo opaco, incluso hasta la luz solar queda oculta. Por eso no se esconde una luz debajo de la mesa, sino que se pone encima para que alumbre a todos.

Vino la Luz al mundo, entregado por la propia Luz, no para juzgar, pobre de nosotros si así fuera, sino para salvar a todos aquellos que la acogen y la aceptan. Porque Jesús, el Hijo del Padre, entregado para nuestra salvación, es la Luz que ilumina toda verdad y la certifica.

Pero los hombres no la escucharon sino que prefirieron las tinieblas, y en ellas permanecen. Y así ocurre lo que ocurre, mientras se defiende la maternidad de unos hijos desaparecidos, otras los asesinan antes de donarlos o dejarlos en manos de unos padres que si se responsabilizan.

Realmente estamos necesitados de luz, de una luz que nos ilumine en la verdad. Y esa luz no puede ser otra sino Jesús de Nazaret, aquel que dio la vida por cada uno de nosotros. Pongámonos, pues, en disposición de dejarnos alumbrar por la Luz que nos desvela y descubre la verdad, para que, alumbrados en ella, seamos capaces de vivir en justicia, verdad y paz.

Él es el único Camino, Verdad y Vida. Amén.


martes, 17 de abril de 2012

JESÚS NOS HABLA CON SÍMBOLOS

(Jn 3, 7-15) ... extraño encuentro de Jesús con un...

Y creo que este puede ser uno, nacer del agua y del Espíritu. Nicodemo no lo entiende, porque está, quizás, apegado al concepto nacimiento. ¿Cómo puede nacer uno de nuevo? ¿Acaso puede meterse de nuevo en el vientre de su madre y volver a nacer?

Me parece un ejemplo real y práctico de nuestras Nupcias de Dios. Nuestra razón no nos deja ver más allá de ella, y no entendemos la actuación de Dios en la creación. El símbolo del agua y el Espíritu significa el cambio que se origina en nuestra vida una vez producido el encuentro.

No puede haber verdadero encuentro si no ha hecho efecto en el nuevo nacimiento a la nueva vida. La vida que está dirigida por el Espíritu Santo, y que nos lleva a actuar con la misma actitud de Jesús. Una vida donde impera la compasión, la dignidad de la persona humana, y el perdón. Una vida empapada y desbordada por el amor en su significación más profunda.

Una vez más, el símbolo nos viene dado desde arriba para significar de forma natural y trascendente la realidad del cambio de vida que tiene lugar cuando nos encontramos con Jesús. Sin un "volver a nacer" a la vida de la Gracia, no podemos alcanzar la salvación.

"El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va". Nos muestra cómo solo en Manos del Espíritu Santo podemos encontrar el camino que nos conduce a la salvación.

lunes, 16 de abril de 2012

VOLVER A NACER

JUAN 3,1-8. Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío...


Es la consigna que todo bautizado se propone al serlo. Un encuentro, un bautizo es el comienzo de una nueva vida, y como tal el nuevo rumbo tiene otras coordenadas y destino muy diferente al trazado hasta ahora en este mundo donde vivimos.

Sin lugar a duda, seguimos en él, pero con los pies en él, nuestro caminar es diferente y nuestros pasos siguen otra huella que este mundo se niega a descubrir y a seguir. Por lo tanto, de repente nos encontramos en un camino contra corriente, porque todo lo que huela a Jesucristo es considerado estorbo, obstáculo y molestia.

Ocurre eso con Nicodemo, un prestigioso magistrado judío, que no quiere perder su prestigio y su posición, y se esconde. Visita a Jesús de noche para no ser visto. Le cuesta mucho cambiar, tomar un nuevo rumbo en su vida. Y esa actitud le hace a Jesús advertirle de la necesidad de empezar una nueva vida, "nacer de nuevo". No se puede intentar ser aparentando. Se es y se muestra tal y como se es. De otra forma caemos en la hipocresía, como los fariseos.

Un nacer del agua y del Espíritu Santo que ilumina nuestra vida y nos fortalece para remar contra corriente y poder vencer al mundo que nos atenaza y nos tienta. No podemos cambiar por nosotros mismos. Jesús sabe que necesitamos de sus fuerzas, de la acción del Espíritu Santo, y ponernos en sus Manos, por el Bautismo, es el comienzo de un renacer de nuevo.

Pidamos al Espíritu Santo que nos dé el don de sabiduría, de inteligencia, de consejo, de fortaleza, de ciencia, de piedad y de temor de Dios, para que enriquecidos en ellos podamos volver a la vida nueva que nos lleva a la salvación. Amén. 

domingo, 15 de abril de 2012

SI NO LO VEO NO LO CREO

 Juan 20,19-31: Dichosos los que creen sin...

Esas mismas palabras las solemos oír hoy. No son palabras del ayer, sino que se repiten en el hoy, en el presente. Estamos tocados por las dudas, por la desconfianza, por la confirmación de la razón. Necesitamos que nuestra razón nos de fe de que lo que creemos sea confirmado. Luego, ¿para qué necesitamos la fe?

¿Qué sentido tiene tener fe si exigimos ver aquello que creemos? La fe supone creer sin ver, por eso, Jesús llama bienaventurados a aquellos que creen sin necesidad de ver. Y en ese sentido somos todos nosotros los dichosos y bienaventurados si creemos y confiamos en el Señor.

Hay mucho de Tomás en cada uno de nosotros, porque nuestras obras no se corresponden con la fe que profesamos y confesamos. Jesús nos envía de la misma forma que Él fue enviado, y no solos sino injertados en el Espíritu Santo. Estamos bien acompañados y muy bien dirigidos. La dificultad radica en que nosotros nos dejemos nuestra libertad, don de Dios, en Manos del Espíritu. Ese es el reto y la clave.

Por eso, en Manos del Espíritu Santo, la Iglesia tiene poder para atar y desatar, para alumbrar el camino a seguir. Y ahí nacen muchas dudas, mucha confusión, mucha soberbia a dejarnos llevar. No resistimos a ser conducidos, porque esa acción necesita mucha humildad, y de eso carecemos mucho los hombres. 

A ejemplo de María, la humildad es la puerta que nos abre la acción del Espíritu Santo, y todo lo demás vendrá por añadidura, porque entrará la Gracia de Dios a raudales.

Pidamos que aumente nuestra fe, que no tengamos que exigir la presencia de Jesús, sino que las palabras de sus Apóstoles, su Iglesia, nos basten para dejarnos empapar por su Gracia y por la acción del Espíritu Santo. Amén.

sábado, 14 de abril de 2012

SOMOS DURO DE MOLLERA

Marcos 16, 9-15

Y es que nos cuesta creer. Nos cuesta aún más dependiendo de quienes lo transmitan. Porque la palabra de una mujer, tenía muy poco valor. En aquella época, la mujer, no tenía voz ni voto, y no se le tenía en cuenta. ¿Cómo le iban a creer.

Pero, ¡es que que tampoco, llegado el momento, le creyeron a los dos de Emaús! ¡Costaba mucho creer! Si no lo veo no lo creo, solemos decir, y no es nuevo eso, sino que como podemos observar viene desde muy lejos. Cambiar nuestra manera de ver las cosas nos cuesta mucho, hasta tal punto que podemos casi asegurar que no podemos hacerlo con nuestras propias fuerzas. Necesitamos una ayuda especial, la Gracia de Dios.

Y es que la fe es un don de Dios sin el cual no podemos creer. Eso no significa que tengamos que estar pasivos y esperándolo, sino que a pesar de nuestra disponibilidad, nuestros esfuerzos y búsquedas, sólo nosotros no podemos conseguirlo. Necesitamos la Gracia Divina para que nuestra mente se ilumine y podamos creer.

Así ocurrió con los apóstoles,  tuvo el Señor que cogerlos a todos reunidos y presentarse ante ellos, y hasta les regañó su incredulidad al no creer en el testimonio de María Magdalena y los de Emaús. Pienso y creo que a nosotros nos ocurre algo parecido. Nos cuesta creer en Jesús; nos cuesta fiarnos de Él. Se nos hace difícil depositar nuestra confianza en sus Manos, y por eso nuestro testimonio no se transmite ni convence.

Hoy mismo lo he experimentado al mantener una conversación con una persona joven. No transmito, y puede ser porque no tengo la fe suficiente para hacerlo. También puede ser que la persona esté cerrada y no se abra, pero siempre estará la duda. 

Y eso debe interpelarnos a ser más auténticos, a ser más veraces, a, que es lo que cuenta y lo que perciben y le impactan más, amar más.

No hay otra manera mejor de concluir que ponernos en disposición de súplica y pedir a nuestro Padre Dios el don de la fe, y llevarla a nuestra vida en hechos concretos, para que dándola aumente en nosotros y se transmita a los demás. Amén.

viernes, 13 de abril de 2012

JESÚS NO DA CONSEJOS, TRANSMITE VIDA

Juan 21:1-14. "Después de esto, Jesús se manifestó otra...

Sí, me he quedado extrañado, pensativo, sorprendido. Se aparece ante ellos y les pregunta por pescado. Ante la respuesta de que no tienen, les invita a echar de nuevo las redes. Me quedo algo confundido, porque imagino que lo han hecho algo remisos y desconfiados, pues habían estado pescando sin conseguirlo toda la noche.

Sin embargo, pienso que intuían algo, estaban barruntando la presencia del Señor, pues no era la primera vez que se les había aparecido. El relato empieza diciendo que Jesús se apareció otra vez a los discípulos...

Y en esa tribulación someten su voluntad al deseo de Jesús. Y, no podía ser de otra forma, la red se llena de peces. ¡Es el Señor!, clama Juan, el discípulo que tanto quería Jesús, y Pedro, como siempre, se lanza al mar al encuentro de Jesús.

Al predisponerme a reflexionar sobre esta Palabra de Dios, he observado una primera actitud. Jesús no da consejos, ni advierte de un plan a seguir. Es de sentido común presuponer que si así fuese, los hechos narrarían lo que Jesús les hubiese programado y marcado, sin embargo, no ocurre así. Se cuenta que se acercan, la brasa ya está encendida y preparada. Hay incluso un pescado en ella, y sentados todos a su alrededor comparte la comida.

Al parecer nadie se atreve a preguntarle nada, pues sabían que era el Señor. Jesús les reparte el pan y el pescado. Y lo demás tendremos que deducirlo por nosotros mismos. Para eso está el Espíritu Santo, para continuar la Palabra de Dios.

Supongo que esa es la intención y la finalidad. Jesús transmite vida, está vivo y ha resucitado. Eso lo dice todo. Pocas palabras se necesitan para señalarnos el camino. Su vida compasiva, misericordiosa, comprometida, con preferencia al más necesitado, al más desheredado, al más pobre, está delante de ellos. Y muerto, asesinado en la Cruz por esa sorprendente compasión, su Resurrección, presente ante ellos, les ilumina el camino que ellos también han de recorrer.

¿Nos dice a nosotros lo mismo? ¿Estamos afectados, sorprendidos, motivados a ser compasivos como nos transmite con su presencia Jesús? ¿Las parábolas del Samaritano, el hijo prodigo, la mujer adultera... nos recuerda que la bondad del Padre, del que Jesús nos habla, se comporta así?

Me quedo con la sorprendente actitud de Jesús de no dar consejos ni prescripciones, sino transmitir vida. Amén.

jueves, 12 de abril de 2012

EL MIEDO NOS ALEJA Y DESVIRTÚA LA REALIDAD

Evangelio según San Lucas 24,35-48. Ellos, por su...

Porque la única realidad es que Jesús vive y está entre nosotros. No es un sueño, sino su real presencia entre nosotros cada día en la Eucaristía. No es un sueño, sino su Palabra que nos descubre que su Pasión estaba profetizada en las Escrituras. Y, no es un sueño, sino que se presenta vivo y palpable entre todos los suyos para que abran los ojos y despierten a la realidad de su vida eterna.

Sin embargo, ocurre que el miedo a complicarnos la vida nos atenace y nos aleje de su presencia. Y ese alejamiento termine por llevarnos al olvido de su presencia y de su Palabra. Porque Él no se ha ido, sigue real y presente entre nosotros.

Cada día lo podemos visitar y recibir transformado en alimento para nuestras vidas, dándonos las fuerzas necesarias para seguir firmes y perseverantes en la fe.

Como los apóstoles, permanezcamos juntos, unidos a Él en la Eucaristía, donde permanece real y vivo, y desde Él, tomemos todas las fuerzas para superar las adversidades de cada día, sin miedo y con renovada fe y esperanza.

Confiemos en su Palabra, y en la oración que Él nos ha recomendado. No dejemos de pedirle, como a un Padre, todo lo que necesitemos, que, como nos ha prometido, seremos escuchados. Amén.