domingo, 3 de agosto de 2014

LAS SEÑALES DEL CAMINO



Todo camino tiene señales, pues no de otra manera se puede seguir. La vereda por la que caminamos va orientándonos hacia la meta que perseguimos. En el Evangelio Mateo, capitulo 13, Jesús nos va señalando el camino del Reino a través de sencillas parábolas que nos iluminan y nos marcan el camino. Es el Tesoro escondido que tratamos de buscar.

Nos descubre que somos semillas plantadas que podemos dar frutos, pero que depende de que nuestra tierra se deje cultivar y bien abonar. Nos advierte y previene de que, a pesar de ser buena semilla, crecerá también con nosotros cizaña que tratará de ahogarnos e impedir dar frutos. También nos habla de que seremos poca cosa, débil y pequeño, pero creceremos, por la Gracia de Dios, hasta hacernos grande y fuertes que los pájaros anidarán en nuestras ramas.

Y, al igual que un poco de levadura fermenta la masa, nosotros, aún siendo pequeños y poca cosa, fermentaremos la masa del mundo con el Evangelio del Amor. Y lo verdaderamente importante del camino es terminar siendo pez atrapado en la red del amor y ser elegidos entre los buenos. Y el colofón es recorrerlo sembrando amor, amor solidario y compartido con lo recibido, poco o mucho, pero siempre disponible y solidario para compartir.

Danos Señor la Gracia de estar disponible a compartir los dones, bienes y virtudes recibidos de tu Mano generosa con aquellos que han recibido menos y que esperan que lo compartamos para saciar su hambre. Amén.

sábado, 2 de agosto de 2014

¡COHERENCIA!

(Mt 14,1-12)


Ser coherente es vivir de acuerdo y responsablemente con lo que crees. Para un cristiano ser coherente significa responder al compromiso de su fe. Y eso no es otra cosa que ser consecuente con su compromiso de Bautismo y de actuar en todo momento de acuerdo y según la Palabra de Dios.

No se nos esconde que hacerlo significa complicarse la vida, porque los criterios de Jesús no son los criterios del mundo. Amar, por encima de los intereses económicos y egoístas es tarea árdua y difícil, y este mundo opta por entrar por la puerta ancha y espaciosa; cómoda y fácil; placentera y egoísta. Vencer al odio, la envidia, las apetencias y apegos es ir contra corriente, y eso molesta y complica nuestra vida. Mejor, según el mundo, es ir a favor de la corriente.

Juan, el Bautista, es icono y modelo de coherencia evangélica, pues vivió de acuerdo con y para la misión que le había sido confiada hasta el extremo de dar su vida por defenderla. Su norte fue preparar el camino a Jesús, y lo hizo por encima de otros intereses y personas sin el más mínimo regateo.

¿Estamos nosotros preparados y dispuestos a responder al compromiso de Bautismo de la misma forma?

viernes, 1 de agosto de 2014

RELUCEN MÁS NUESTROS DEFECTOS QUE VIRTUDES


(Mt 13,54-58)

Es una realidad contrastada que se repite cada día en nuestros ambientes. Experimentamos que dentro de nuestras familias no somos creíbles. Se nos aprecia, pero se destacan más nuestros defectos y se esconden nuestras cualidades. Quizás por envidia o por nuestras debilidades, el resultado es que, salvo excepciones, no somos escuchados ni tenidos en cuenta.

Jesús lo descubre hoy en el Evangelio: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Él mismo lo experimentó, y no podemos ser menos nosotros. También lo experimentamos hasta la impotencia de no saber qué hacer ni cómo reaccionar. Sin lugar a duda que esa impotencia nos ayuda a abandonarnos en las Manos del Espíritu Santo y, a pesar de nuestros esfuerzos, saber que todo depende de su Gracia.

También nos da mucha esperanza y paz el sabernos respaldados y apoyados en la acción del Espíritu. No nos desanima los pocos o escasos frutos, ni la poca eficacia de nuestra labor y esfuerzos, pues Jesús, el Señor, experimentó lo mismo. Si Jesús pasó por eso, ¿qué nos puede pasar a nosotros que no somos dignos ni de atarle el cordón de su sandalia?

Por eso, Señor, nos ponemos en tus Manos y nos abandonamos a la acción del Espíritu Santo sin por eso dejar de poner todo nuestro esfuerzo y voluntad. Amén.




jueves, 31 de julio de 2014

TODO EN FUNCIÓN DE LA ÚLTIMA HORA

(Mt 13,47-53)

Todo nuestro ser y obrar contará al final de nuestra vida. Es la hora más importante, la última, porque las que siguen en la eternidad ya no cuentan, sino serán consecuencia del qué y cómo hayas vivido con las que has actuado en libertad. Pensado así, y pensado bien, el paso por esta vida es la oportunidad y la ocasión de ganarnos la vida que sigue, y esa es eterna.

Hoy Jesús nos aclara que va a suceder al final: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Que no nos engañemos, la vida eterna dependerá de esta, y el camino lo señala Jesús. No es cuestión de señalármelo yo mismo, porque con toda seguridad me perdería. Hay sólo una referencia y un camino, y ese es Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida", quién me siga y crea en Mí, Vivirá Eternamente.

Todo está claro. Pidamos al Señor que nuestros pobres pasos no dejen de seguir los suyos y que siempre tengamos la fortaleza y la voluntad de no desfallecer y superar los obstáculos que se interpongan en nuestro camino. Amén.

miércoles, 30 de julio de 2014

NO ESTÁ DELANTE DE NOSOTROS

(Mt 13,44-46)


Una cosa de tanto valor no está a la vista de todos. Se precisa buscarlo y perseverar en el esfuerzo hasta encontrarlo. Todo lo que tiene valor, cuesta conseguirlo. Y el Reino de Dios, el Tesoro más grande, necesitará el mayor esfuerzo de búsqueda para encontrarlo y conseguirlo.

Sin embargo, el Señor nos deja muchas pistas y nos descubre con su Palabra la ruta a seguir para encontrar ese maravilloso Tesoro que es el Reino de Dios. De momento lo deja impreso en nuestro corazón con letras de fuego. Todos sentimos un deseo irresistible de ser feliz, y de preservar esa felicidad eternamente. Y experimentamos que, cuando nos damos para hacer el bien común de forma gratuita y desinteresada, el corazón se nos llena de paz y de gozo. Es decir, sentimos felicidad.

Descubrimos, entonces, que dentro de nosotros mora el mayor Tesoro, porque es felicidad inmensa y eterna lo que nos promete precisamente el Reino de Dios. De forma que, cuando hacemos vida esa inclinación amorosa al bien que habita en nosotros, estamos haciendo presente y descubriendo el Reino de Dios. Y una vez descubierto y experimentado no abandonaremos nunca esa oportunidad hasta el extremo de dejar todo lo demás para cuidar exclusivamente ese Tesoro encontrado.

Danos la Gracia, Señor, de descubrir y valorar ese Tesoro que llevamos sellado en nuestro corazón para, experimentado, no abandonarlo ni perderlo jamás. Amén.

martes, 29 de julio de 2014

"YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA: EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE HAYA MUERTO, VIVIRÁ"

Jn 11, 19-27


No se puede pedir más, y estamos obligados, diría yo, a creer en Jesús, el Señor. Entre otras cosas porque es precisamente eso lo que perseguimos y buscamos todos. Todos sentimos la esperanza y el anhelo de ser feliz, y de serlo para siempre, es decir, eternamente. Si es eso lo que sentimos, ¿por qué no creerlo cuando Alguien nos lo ofrece?

Pero, quién nos lo ofrece no es cualquiera, sino Alguien que tiene autoridad y poder para ofrecérnoslo, y nos lo demuestra con la resurrección de su amigo Lázaro. No hay nadie que pueda hablar de esta forma y dar autoridad y verdad a sus Palabras. En verdad, nadie. Es tan contundente su testimonio que no hay palabras que puedan negarlo. Ante tal proclamación, sólo puedes rechazarla con falsedad, hipocresía y autoengaño, hundiéndote en el sin sentido y el disparate.

Porque en este mundo todo, sin Él, está hueco, vacío y carece de sentido. Nada, aunque aparentemente reluzca como el oro, se sostiene en el gozo y la paz que da el permanecer en la presencia del Señor. No cabe duda que necesitamos perseverar en la fe, porque de no necesitarla, tampoco necesitaríamos ser libres, pues en cuanto gocemos de la vista del Señor ya no desearíamos otra cosa. En Él seríamos los seres más dichosos y afortunados y nuestra libertad no tendría que someterse a ninguna elección.

"Yo soy la Resurrección y la Vida: El que cree en Mí, aunque haya muerto, Vivirá"; y el que está vivo y cree en Mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contesto: "Sí, Señor, yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo" (Jn 11, 25-27). Y tú y yo, ¿también lo creemos?

lunes, 28 de julio de 2014

DE LO PEQUEÑO A LO GRANDE



Jesús toma lo más pequeño e insignificante, lo más débil y escondido por su invisibilidad y lo hace grande, fuerte y transformador, hasta tal punto que destacan por su altura o su poder de transformar desde dentro. Así es el ejemplo del grano de mostaza, semilla que apenas se ve, y la levadura, invisible dentro de la masa. Ambas crecen y transforman que llaman la atención por su poder y su fuerza.

Es significativo que el Señor tome lo pequeño para transformar e ir a lo grande. De esa manera deja la señal de su poder omnipotente. No tendría mucho sentido tomar lo poderoso y grande para realizar su obra, pues es normal que con poder se puede hacer mucho. Sin embargo, de lo casi invisible y pequeño transformarlo en poderoso y grande resulta más ilógico y sorprendente.

Sólo doce hombres, poco notables, poco formados, rudos y no notables en la sociedad de su tiempo, fueron los elegidos por Jesús para proclamar y transformar el mundo en que vivían. El derecho a ser libre y a la vida viene de la propia dignidad del hombre por ser hijo de Dios. Nadie lo había defendido antes. Un mundo donde los pequeños, excluidos y pobres eran esclavos y servidores sometidos al imperio de la fuerza y de la autoridad de los poderosos.

Sin embargo, ahora muchos se lo adjudican y lo defienden, pero para eso tuvo que dar la vida nuestro Señor, y también la siguen dando muchos, que hoy siguen proclamando la libertad y el derecho del hombre a la vida hasta el extremo, también, de dar su vida. Y nunca podrán acallarlos, porque siempre quedará un grano de mostaza o un poco de levadura para crecer poderosamente o fermentar la masa.

Gracias Señor por la fuerza y la asistencia del Espíritu Santo, que nos fortalece, nos ilumina y nos da la perseverancia, el valor, la voluntad y constancia para seguir proclamando, contra viento y marea, que Tú eres el único y verdadero Hijo de Dios Vivo. Amén.