miércoles, 23 de julio de 2025

COMO SIMPLES SEMILLAS EN MANOS DE DIOS

«Siempre me ha llamado la atención el misterio de las plantas», se preguntaba Pedro. «De cómo de un tocón viejo y retorcido nacen nuevos sarmientos con sus hojas». «Una simple semilla, sin aparente vida, la hundes en la tierra y, tras un corto tiempo, su muerte, se ha convertido en un tallo que más tarde se fortalecerá y tendrá flores y frutos».  —¿Has pensado en eso, Manuel?
—Sí, afortunadamente lo he tenido en cuenta alguna vez. Sobre todo cuando me asaltan las dudas de la presencia de Dios. Me pregunto, ¿quién ha podido hacer esa maravilla de dar vida a una semilla sin vida y aparentemente inerte? ¿No te parece un milagro?
—Me parece un poder infinito. Quien ha hecho eso podrá hacer todo lo que quiera y piense. Y eso revela la creación del mundo.
 —Esa es también la conclusión a la que he llegado yo. Por eso te decía que, cuando llegan horas de tribulación y oscuridad, mirar todo lo que me rodea en este mundo, me habla de la existencia de un Dios de Amor y Misericordia, de un Dios revelado por nuestro Señor Jesús, su Hijo unigénito.

Pedro y Manuel habían entendido lo que la Palabra de Dios en el Evangelio quería significar. De la misma manera que el sarmiento no puede dar frutos por sí solo si no permanece en la vid, tampoco nosotros, si no permanecemos unidos al Señor, daremos frutos.  También nosotros, de alguna manera, somos semillitas que necesitamos la Gracia del Señor para dar vida a nuestra vida —valga la redundancia— y dar frutos. Conclusión: sin estar unidos al Señor, no daremos frutos.

martes, 22 de julio de 2025

ENCUENTRO CON EL RESUCITADO

Jn 20, 1-2. 11-18

«A veces me lleno de dudas y surgen en lo más profundo de mi corazón tribulaciones y vacilaciones que debilitan mi fe». Eso se preguntaba Pedro mientras daba el habitual paseo de cada día. Meditaba sobre el Evangelio, festividad de María Magdalena. «Cuando llegó al sepulcro, lo encontró vacío.» Eso quiere decir que allí no había nadie. «Luego, Jesús había resucitado», ¿no? En esas discusiones, consigo mismo, tropezó con su amigo Manuel.

—Buenos días, voy a tomarme un café, te invito. ¿Tienes tiempo?
—Sí, claro, y además quiero compartir contigo estos pensamientos que me asaltan hoy, festividad de María Magdalena.
—Pues, nada mejor ocasión para dialogarlo al calor de un buen café.

Allá se dirigieron los dos amigos. Uno ávido en conocer la opinión del otro. Y otro, lleno de curiosidad por el interrogante que le plantearía su amigo.

—Estaba, dijo Pedro, sopesando el momento del encuentro de María Magdalena al llegar al sepulcro de Jesús. Y me pregunto: ¿qué piensas tú al respecto?
—Tuvo que ser un momento muy fuerte, emocionante y lleno de esperanza. ¿No te parece? Y, además, muy significativo, porque, al no estar, el cuerpo, revelaba que algo había pasado.
—Es lo primero que ella pensó, lo cual deja claro que no había entendido nada de lo que Jesús les había dicho. No esperaba, ni se imaginaba, que Jesús iba a resucitar.
—Y tampoco los demás. Todos estaban asustados y resignados. ¿Recuerdas a los de Emaús? Pero, la realidad, amigo Pedro, es que a Jesús nadie se lo había llevado. Simplemente, Resucitó, y para anunciarlo y propagarlo se le manifestó a María Magdalena para que lo anunciara a los apóstoles. Y ese, quieras o no, es la prueba y el fundamento de nuestra fe. ¡Jesús vive, ha Resucitado, y está entre nosotros!

    Hoy, a nosotros nos sucede lo mismo. Hay momentos en que las dudas nos asaltan y hacen zozobrar nuestra fe. De eso se aprovecha el maligno para seducirnos, tentarnos y desviarnos del Camino, de la Verdad y de la Vida. Lo que nos descubre la necesidad de ir juntos y fortalecernos al compartir nuestra fe y alimentarnos de los sacramentos.

lunes, 21 de julio de 2025

CREER: UN SALTO EN EL VACÍO

Mt 12, 38-42

—¿No crees, Pedro, que la fe es como, en términos circenses, un salto sin red?
      —Supongo que si hemos sido creados libres tendremos que tomar una elección. Creer o no. Y en esa elección se esconde nuestro – entre comillas – mérito.
     —Cierto, has dicho muy bien. Nuestra felicidad dependerá de esa nuestra elección, de fiarnos de la Palabra de Dios, o creer en la nuestra. Ese premio de vida eterna en plenitud tendrá su recompensa y relación directa con nuestra elección. Y, claro, supone un riesgo, pero un riesgo que merece la pena. Y…
 Le interrumpió Pedro. — Y que se irá decreciendo en la medida que te vas abandonando en los brazos de Dios … Al final, tu fe se va fortaleciendo y tu esperanza creciendo.
—Me lo has quitado de la lengua. Evidentemente, en la medida que vas entregando y depositando tu confianza en el Señor, tu fe aumenta, y tu esperanza llena tu corazón de alegría y gozo.

No nos damos cuenta de que nuestra libertad nos hace responsables de nuestros actos. Poner la fe tan clara, como pedían aquellos fariseos – Mt 12, 38-42 – es como si nos quitaran nuestra libertad y responsabilidad. Es decir, entre comillas, “nuestro mérito”. Creer siempre implica un riesgo, pero, ¿consideramos un riesgo, creer en Alguien que nos dice lo que verdaderamente sentimos en lo más profundo de nuestro corazón? Y precisamente, caminó haciendo el bien, liberando y amando a los más pobres, abandonados y excluidos. Simplemente, merece la pena fiarse de la Palabra de Dios.

domingo, 20 de julio de 2025

CONTEMPLAR, ACOGER Y ESCUCHAR: ACTITUDES NECESARIAS EN LA VIDA CRISTIANA

Lc 10, 38-42

Manuel se encontraba angustiado. Llevaba un día frenético, sin tiempo para pensar. Experimentaba deseos de tener espacios de paz, de poder pensar y sentirse vivo, en el mundo. Ciertamente, lo echaba de menos. De momento le costaba pararse y, tras un esfuerzo, dejando todo de lado, se sentó en su terraza favorita y, llamando a Santiago, le pidió que le sirviera un café.

—Le noto algo nervioso, Manuel. ¿Le ocurre algo?
—Nada, Santiago. Gracias por tu preocupación. Ando algo excitado por problemas personales, pero algo pasajero. Al menos eso espero.
—La tranquilidad es algo muy valioso, e incluso saludable.
—Y muy necesario para darte cuenta de que vives y estás en el mundo. La vida es vida en cuanto tú tomas conciencia de ti mismo y experimentas quién eres y a dónde vas.
—Tiene mucha razón. Sin conciencia de uno mismo, eres como una veleta, caminas por donde te sopla el viento.
—Cierto. Precisamente, en estos momentos busco eso, saber qué viento sopla, y a dónde me empuja. Reflexionar es como respirar, tan necesario para encontrar tu camino en este mundo.
—Es usted un libro abierto, Manuel.
—No tanto, pero sí, sé quién me puede ayudar, y de quién puedo confiar y fiarme.
—Eso es una gran ventaja. Me gustaría que en algún otro momento, con tiempo, me hable de ese personaje del que se fía.
—Cuando quieras, me avisas, fijamos un día y hablamos un rato.
—En eso quedamos. Gracias.

Sin saber por qué ni cómo, Manuel y Santiago habían tenido una buena conversación. Ese tipo de conversación capaz de cambiar la vida y el rumbo de su camino. Es evidente que Manuel hablaba del Espíritu Santo, que camina con nosotros desde la hora de nuestro bautismo. Otra cosa es que muchos no lo advierten, ni lo saben o no le hacen caso. Posiblemente, Santiago puede ser que sea uno de esos.

La vida necesita contemplación, para ser acogida, escucha y servicio.  Contemplar para escuchar y conocernos, y acogida, para servirnos. Somos seres en relación precisamente para eso, para conocernos tras la escucha, y para acogernos y servirnos tras las necesidades. Sobre todo de manera especial a los más necesitados.

Tras un buen rato, Manuel se dio cuenta de que esos momentos habían sido una llamada de atención. Se había parado y, movido por Santiago, había llegado a la conclusión de que es necesario escuchar la Palabra, y luego ponerla en acción. Es lo que hizo María, escuchando atentamente al Señor, y lo que hizo Marta, aunque algo afanada en servir. Ambas cosas son necesarias, pero sin perder la paz, la presencia y la confianza en el Espíritu Santo que nos acompaña.

sábado, 19 de julio de 2025

ESPERANZADOS EN EL SEÑOR

Mt 12, 14-21

A los poderosos les fastidia la presencia de Jesús. Sus curaciones, su forma de relacionarse con los demás y su misericordia les desesperan. La gente acude a Él y se ven cuestionado por la Palabra del Señor. Le buscan y quieren quitarle del medio. Ese es el origen de las persecuciones, presentes hoy también en nuestra época, cruenta en muchos lugares, y en otras en mostrar cierta indiferencia a su presencia.

Meditando sobre esta situación, Manuel se dio cuenta de que ser cristiano no era bien aceptado en muchos sitios. Y no se resistió a compartirlo con su amigo Pedro.

—¿Qué piensas de la situación de los cristianos, sobre todo católicos, en el mundo?
—Complicada, muy complicada. Hay muchos cristianos que pagan con su vida. Apenas pueden moverse, y si son identificados lo pasan mal hasta el extremo de dar su vida.
—Pues, les ocurre lo mismo que a Jesús. El Evangelio de hoy, precisamente, habla de eso. Y de cómo Jesús se retiró porque los fariseos de su época querían acabar con Él. E incluso, les decía a los que le seguían y curaba que no le descubrieran. Parece que hoy está sucediendo lo mismo.
—Sí, realmente igual. Solo hay que ojear cualquier revista religiosa para ver lo que está sucediendo en muchas partes del mundo. Ejemplo: Nicaragua, Siria … Y hasta en Europa.
—Me pregunto, ¿no es persecución prohibir la religión católica de los colegios? Los crucifijos de las escuelas, de los espacios públicos. Entiendo que, si no crees, puedes quitarlo, pero, ¿por qué obligar a los que creen tenerlos en su mesa, en su lugar de trabajo, o donde ellos quieran exponerlo? ¿No es un derecho constitucional ser libre?

La cuestión estaba planteada. Sí, al parecer, la Verdad de la que habla Jesús molesta mucho. Pero, ¿a quiénes molesta? Esa es la pregunta a responder, y la que dejamos abierta para que, quienes así lo estimen, mediten y den su respuesta.

viernes, 18 de julio de 2025

LEYES QUE NO LIBERAN, SINO QUE SOMETEN

Mt 12, 1-8

La ley es para liberar, para dar seguridad y protección. Nunca se puede legislar una ley que no vaya a buscar el bien del hombre, la verdad y la justicia. Sin esas premisas, la ley deja de ser ley y se convierte en opresión y esclavitud. El bien del hombre está por encima de la ley.

Es evidente que los preceptos de Dios están para ayudar al ser humano, no para someterlos. Y así debe legislarse cualquier ley que se precie de ser ley, porque si no busca el bien de las personas, deja de ser ley convirtiéndose en perjuicio y mal para las personas.

Pero, es de sentido común que cualquier ley, es ley, si está dirigida al bien del hombre. No se puede entender una ley o norma si perjudica la convivencia, la igualdad y las oportunidades del ser humano. Una ley de privilegios deja de ser ley, y se convierte en favoritismo, de manera especial para los poderosos y ricos.

La cafetería estaba hoy animada. Manuel y Pedro discutían precisamente sobre eso. No hay ley, que se precie de ser ley, si no está formulada para el bien del hombre.

—¿Qué opinas, Pedro? ¿Entiendes que puede haber leyes que sometan y perjudiquen el bienestar del hombre?
—Se cae de maduro. Se pone una ley para organizar, coordinar y, por supuesto, mejorar la convivencia y las relaciones de todo tipo del ser humano. Lo contrario sería el caos, la desorganización y la ley del más fuerte. ¡Sálvese quien pueda!
—Coincido contigo. Sin embargo, en el Evangelio de hoy, los fariseos critican a los discípulos de Jesús, que posiblemente venían muertos de hambre, que en sábado, arranquen espigas y se las coman. ¿No te parece falta de compasión y escrupulosos ante la necesidad de comer de aquellos discípulos de Jesús?
—Sí, mala conciencia y, sobre todo, quizás por el interés de dejar claro que quienes mandan son ellos. ¡Aquí, la ley son ellos! Y eso debe quedar claro. Sin más comprensión ni miramientos.—Pero, como siempre, Jesús responde, con amor y misericordia; con justicia y verdad: (Mt 12,1-8): En aquel tiempo, Jesús cruzaba por los sembrados un sábado. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlos los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado». Pero Él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y …?»

jueves, 17 de julio de 2025

UN YUGO Y CARGA LIGERA

Mt 11, 28-30

  Hay momentos que la vida se endurece hasta tal punto que su carga nos sobrepasa y corremos el peligro de no soportarla. Todos hemos pasado por esa experiencia. Quizá unos más que otros, pero los contratiempos, quieras o no, están en el camino de nuestra vida. Son tropiezos que, a veces, superamos con cierta facilidad, pero, a otros, nos cuesta  y nos supone crisis y problemas que, a veces, son determinantes y terminan con nuestra vida. Hablamos de suicidios, cuyo índice estadístico en el mundo es asombroso. Según la OMS, se producen unos tres mil suicidios diarios en el mundo.  Las causas, sean las que sean, están relacionadas con ese yugo y carga que nos supera en algún momento de nuestra vida. Se nubla la mente y nos quitamos del medio. 

    Imbuido en estos pensamientos, Manuel no podía evitar su asombro y perplejidad. «¿Cómo es posible que se llegue a ese extremo?», pensó. Venía de camino al lugar donde solía tomar café cada día, y su rostro mostraba su preocupación. No podía silenciar esa preocupación, deseaba compartirla con alguien. ¡Dios mío, qué tragedia!

    —Hola, buenos días, ¿qué tal estás? —Le saludó un amigo de los habituales en el club. ¿Por qué ese rostro de preocupación?
    —¿Se me nota? Es que no puedo evitarlo. Venía pensando en la cantidad de suicidios, y de gente joven, que hay en el mundo, y mi asombro fue enorme cuando mirando las estadísticas observé que se suicidan unas tres mil personas cada día en el mundo. ¡Una barbaridad!
    —¡Hombre, a mí no me sorprende tanto! Considero que es una cifra elevada, pero hay muchas frustraciones, sobre todo en los jóvenes, que llevan a esa conclusión.
    —Pero, quitarse la vida es una locura. Siempre hay esperanza de mejorar, de encontrar una salida, de aceptar tu propia desgracia y de asumir tus circunstancias y situaciones.
    —Sí, pero muchos no la tienen, ni creen en nada. Y cuando todo se oscurece, la solución es quitarse del medio.
    —Si supieran lo que dice Jesús. Él es nuestro descanso, y en Él podemos encontrar, quizás no soluciones, pero sí descanso, paz y aceptación de nuestra propia realidad. Estas Palabras suyas nos llenan de esperanza: (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».