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viernes, 11 de febrero de 2022

LA BUENA NOTICIA SE PROCLAMA

 

No se pueden callar – dice el Evangelio, Mc 7, 31-37 – y proclaman lo que han visto y oído: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos». También, en nuestro mundo hay muchos sordos y ciegos. No sordos como el Evangelio, sino sordos y mudos de corazones endurecidos que, quizás, oyendo físicamente, cierran sus corazones a la Palabra de Dios. 

Meditar, pensar y reflexionar sobre donde nos encontramos nosotros en este momento sería, además de bueno, necesario para crecer en nuestra fe y avanzar hacia un encuentro profundo, serio y comprometido con Jesús, el Hijo de Dios.

Porque, posiblemente, nuestros oídos no estén lo suficientemente abiertos a la Palabra de Dios y, muchas veces, no oigamos sino los cantos de sirena que nos vienen del mundo y lo que queremos oír y nos conviene a nosotros, pero no lo que Dios nos dice a través de su Palabra. Palabra de Dios que se anuncia para todos sin excepción ni condiciones. Y actúa en todos para que también los que la reciben, se abran a ella y la proclamen por todas partes.

domingo, 6 de septiembre de 2015

JESÚS, SEÑOR DE LA VIDA Y LA MUERTE

(Mc 7,31-37)


El Señor puede hacer su Voluntad. Él es el Creador, el Señor de todo lo visible e invencible, y puede alterar lo que su Voluntad así lo desee. Claro está, que el Señor nada malo puede hacer. Es Inmutable y su Bondad infinita. Todo lo que haga será lo mejor para el hombre.

Pero, el hombre, tocado por el pecado, se atreve a interpretar los pensamientos e intenciones de Dios. Se atreve a diagnosticar la obra de Dios y hasta prohibirle su actuación y su Voluntad. Dios hace libre al hombre y deja a su libertad la elección de aceptarle, reconocerle o rechazarle. Pero, a pesar de la opción que elija, Dios continúa amándole y abriéndole los brazos misericordiosos a su perdón.

Dios quiere salvar al hombre, y para ello ha se ha hecho Hombre en su Hijo Jesucristo, entregándose a una muerte de Cruz para pagar por su rescate. Su compromiso es inmutable y actúa para salvarlo. Por eso aprovecha las oportunidades que las circunstancias le ofrece y cura a aquel sordo con dificultad para hablar para demostrar su poder y divinidad.

Jesús es declarado como el que hace todo bien; hace hablar a lo sordos y hablar a los mudos. sin embargo, hoy, muchos exigen que cure a todos, y que lo que los hombres hacen mal, Jesús lo transforme en bueno. Algo así como una caja mágica que purifique y convierta todo lo malo en bueno. Confunde la libertad con que el Señor no pueda intervenir para transformar algo malo en bueno. ¿Para qué si no la oración? ¿Tendría sentido la Cruz si Dios interviene para evitar el mal?

Uno de los grandes peligros de hoy es el querer interpretar la Voluntad de Dios y de constituirnos en jueces capaces de discernir lo que Dios tiene que hacer o no. ¿Acaso no es Dios dueño de hacer lo que quiere? ¿Acaso no sabe Dios qué es lo que conviene al hombre? ¿Vamos a decirle nosotros a Dios que es lo que debe hacer? Al parecer, aunque no parezca extraño, hay gente que así piensan.

viernes, 13 de febrero de 2015

EL PODER DE JESÚS

(Mc 7,31-37)


Me asombra el poder de Jesús, y me pregunto la reacción de aquella gente en cuanto a seguirle y a convertirse a su Mensaje. Por ejemplo: aquel sordo y casi mudo, pues apenas podía hablar, quedó asombrado y maravillado, y termina el Evangelio: Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Hay que suponer que la gente quedaba encantada con Jesús y le seguía a todas partes. Y que muchos se convertían al Evangelio. Su poder era algo único, desconocido y puesto al servicio de los más pobres y necesitados. No cabe duda que Jesús era diferente y que lo que decía lo afirmaba con autoridad y poder confirmándolo después con obras como la que vemos hoy en el Evangelio.

Dejemosno sorprender por Jesús y seamos dóciles a sus Palabras y crédulos a sus milagros, porque son hechos para manifestar su poder y dominio sobre las leyes del mundo. Pero, sobre todo, seamos capaces de ver que Jesús hace todo eso para anunciarnos el Reino de Dios y para invitarnos a aceptar su salvación.

Jesús, esas eran las palabras que se repetían por toda Galilea, todo lo ha hecho bien. Y continúa haciéndolo bien. Tengamos la confianza plena de pedirle que nos abra nuestros oídos para entender bien sus Palabras, y también que destape nuestra lengua para que proclamemos el Evangelio.