domingo, 11 de septiembre de 2011

EL FIN DEL CAMINO: "EL PERDÓN" (Mt 18, 21-35)


El recorrido es largo y está lleno de cruces. Cruces que, queramos o no, llegarán, porque el dolor es algo tan natural que tarde o temprano aparecerá en nuestra vida. En nuestras vidas, el dolor, forma parte de ellas y, observemos, que es bueno que venga, porque en los dolores es donde encontramos a JESÚS, y en ÉL podemos encontrar el perdón de ser perdonados y de perdonar nosotros también.

Es difícil reparar en los demás cuando nosotros estamos en la abundancia, en el gozo e instalados en el bienestar. Es más, no nos hace falta nadie ni nada. Lo estamos pasando bien y en esos momentos de bienestar es difícil encontrarnos con JESÚS. Pero cuando llega el dolor y experimentamos necesidad de sanación, buscamos a quien nos pueda sanar. Y es entonces cuando recurrimos al médico, cuando imploramos la ayuda de los otros.

Sin embargo, hay enfermedades que no puede encontrar sanación sino en JESÚS, SEÑOR de la muerte y la vida, y sólo en ÉL seremos salvados. Es entonces cuando experimentamos que el dolor nos ayuda a encontrarnos y a encontrarlo, y en los dolores experimentamos la vivencia del perdón y de perdonar.

Por eso, en nuestro peregrinar, el camino va dirigido a encontrarnos con el perdón, por la Misericordia de DIOS, y a devolver ese perdón a los hermanos. Esa es la perfección que buscamos y que sólo encontraremos en la celebración constante de nuestra fe; en la vivencia de lo que creemos y celebramos y en la oración permanente con el SEÑOR. Porque sólo el SEÑOR nos habla desde el propio dolor: "La Cruz".

Y no es que queramos las cruces en nuestras vidas, sino que las necesitamos para, desde ellas, experimentar y crecer en el amor y el perdón. Sólo en nuestra propia cruz se produce el encuentro con JESÚS.

PADRE del Cielo, dame la Gracia de aceptar y
experimentar el perdón de tu Amor, y
la fuerza de vivirlo también en
el perdón a los demás como
lo recibo de TI. Amén.

sábado, 10 de septiembre de 2011

LOS SENTIMIENTOS DEL INFIERNO (Lc 6, 43-49)


Sí, habría que reconducir nuestros propios sentimientos, y desde edades muy tempranas, porque de tener claros esos criterios la libertad será más libre y la voluntad será más dueña de dirigirla. Porque una cosa es sentir y otra muy diferente lo que se debe hacer. Todo está en función de nuestras responsabilidades, y para un creyente católico sus responsabilidades nacen de su compromiso de Bautismo.

Siento frío, pero no puedo evitar que no haya frío. Sí, otra cosa, puedo combatirlo y guardarme de sentirlo. Igual puedo sentir deseos de concupiscencias o apegos materiales de muchos ordenes, pero independiente de que sean recto o no, debo guardarme de ellos o, por el contrario, darle salida y realizarlos. Eso es, a mi humilde entender, lo que la Palabra de DIOS me dice hoy.

Un árbol bueno, dará frutos buenos, pero un árbol malo dará frutos malos. Ni el uno, ni el otro pueden cambiar sus frutos, pues antes hubo un tiempo de siembra y cultivo que desembocará en los respectivos frutos que cada uno dará. De la misma forma, tus frutos, los míos, dependerá de la siembre y cultivo de mi vida. Y si celebro, vivo y me relaciono con Aquél en quien creo, mi vida derramará frutos que vendrán de ÉL.

Quiero, SEÑOR, celebrar, vivir y estar unido a
TI cada instante de mi vida, para que
los frutos que de ella provengan
sean semillas de tu propia
vida injertada en mí.

Por eso, SEÑOR de mi vida, te pido que
no dejes que me aleje de TI, que 
tu Rostro lo tenga siempre a
mi lado y presente en
mi vida, y que sea
ÉL quien guíe
mi camino. Amén.

viernes, 9 de septiembre de 2011

QUIEN NO VE, NO PUEDE GUIAR A OTRO QUE TAMPOCO VE (Lc 6, 39-42)


Conocido es por todos la lógica y sentido común que quien es ciego no puede guiarse, ni guiar a otros ciegos. Pero, a pesar de ello, hay muchos que siendo ciegos pretende guiar a otros también ciegos, y, lo peor del caso es que siendo ciegos pretende ver la brizna de otros sin recatarse de las vigas que habitan en ellos.

Porque la peor ceguera no es la de nuestros ojos, sino la de nuestra mente, que busca la felicidad lejos de DIOS y en las cosas caducas de este mundo. Por ello, no se ven a sí mismo, y si ve lo malo de los otros. Y eso desemboca el infierno del odio, la venganza, la envidia... el infierno del bienestar que desata la lucha de clases, de riquezas, de poder, de primero yo y después tú ... etc. Es la ceguera de la cultura donde impera los sentimientos y las apetencias antes que la libertad y la verdad. Sometidos a la oscuridad.

Cuando no miramos, primero para nuestro propio interior, nuestra mirada dirigida al otro no es limpia, porque nos consideramos limpios nosotros y son los demás quienes nos manchan. Ese no mirarnos implica una ceguera por nuestra parte que nos hace ver briznas en los demás, pero no las vigas en nosotros.

Y ese mirarnos significa ser sinceros y testigos con nuestras actos y ejemplos, porque el que ve, actúa limpiamente y sinceramente delante del que no ve, precisamente para que vea y haga lo mismo. Eso es evangelizar. Significa eso que limpiamos su brizna, una vez limpiada nuestra viga.

Te pido, ESPÍRITU SANTO, que guíes mis pasos por 
caminos de verdad y ejemplos. Que primero
ponga mi vida, mi actitud y con ellas, mi
ejemplo.

Porque sólo con la verdad y la acción puedo
limpiar mi viga, y luego proceder a
quitar la brizna de mi hermano. Amén.

jueves, 8 de septiembre de 2011

UNA GENEALOGÍA COMÚN (Mt 1, 1-16. 18-23)


En Miqueas 5, 1-4 se profetiza que Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, será la cuna del jefe de Israel. JESÚS procede de una aldea muy humilde y pobre, hasta el punto de ser olvidada, marginada y considerada lo peor de Judá. ¿Pero es que de Belén puede salir algo bueno?, llegó a decir Natanael, quien sería el apóstol Bartolomé después.

En el árbol genealógico de JESÚS hay de todo, desde gente humilde, sencilla hasta extranjeras convertidas a la fe, como Rut y Rahab (Rahab era una prostituta) (Mt 1,5) forman parte de los antepasados de JESÚS. Como podemos observar unos antepasados normales y sin nada especial, sólo que la Gracia de nuestro PADRE DIOS estaba con ellos y en ello se iba a cumplir todo lo profetizado hasta la venida de JESÚS de Nazaret.

Pero, lo singular y que asombra es la disposición y disponibilidad de María ante tal acontecimiento. Siempre me pregunto y seguiré preguntándome la fortaleza, la total confianza y la fe de nuestra Madre, la Virgen, hasta el punto de entregarse en voluntad y libertad a la obra de DIOS en su humilde persona: "Eh aquí la esclava del SEÑOR, hágase en mí su Voluntad".

Y ante esto, no cabe otra cosa que preguntarnos: ¿Estoy yo disponiéndome a entregarme, como María, a lo que el SEÑOR quiere de mí? No debo asustarme, pues quizás el SEÑOR no me pide tanto como a María. No se es la Madre de DIOS por casualidad ni cualquiera, pero, al margen de lo que el SEÑOR quiera de mí, sé que donde quiera que esté debo estar atento a empeñarme a amar.

Amar a aquél que me cuesta aceptar; amar a aquél que no me cae bien; amar a aquél que intenta aprovecharse de mí; amar a aquel que trata de engañarme, de mentirme. Amar a aquellos que forman mi familia, a mí mujer con sus manías y virtudes. A mis hijos con sus ideas, rebeldías, apegos y debilidades, y también sus virtudes. A mí mismo, con mis defectos e imperfecciones, y con lo que hago mejor. 

Sí, creo que mi PADRE DIOS me quiere así,
luego, ÉL dirá que más quiere.Quizás
no me pida mucho más, pues mis
fuerzas no dan para más.

Y yo, PADRE Bueno, quiero pedirte que
me des la Gracia de poner a tu
disposición todo el talento
que he recibido de tus
Manos generosas, y
que sepa pedirte
perdón por todos mi fallos. Amén.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

BIENAVENTURADOS TODOS AQUELLOS QUE MIRAN AL CIELO (Lc 6, 20-26)


Porque el que mira al Cielo busca lo que es del Cielo, y en el Cielo está la Verdad. Pero el camino para llegar a él pasa por tener hambre y sed de sentirse pobre, humilde; hambre de justicia, amor y paz. Hambre de ser mejor y de compartir tus riquezas (de todo orden) con los que necesitan algo de ti. 

Porque todos tenemos algo que hace falta al otro. Si te miras, verás que tienes algo que otro necesita: compañía, habilidad, sabiduría, fortaleza, paciencia, conocimiento, inteligencia, verdad...etc. Los talentos han sido repartidos y no por cualquiera, sino por Aquél que es Infinitamente Justo. Y darlos a los demás, como ÉL nos la ha dado, todo de forma gratuita, es amar.

Bienaventurado, nos dice JESÚS hoy, cuando las dificultades del camino nos invitan a aceptarlas, pero en ÉL, con paciencia, con serenidad, con alegría interior, en paz, y con la confianza que estas dificultades nos harán crecer y madurar en la humildad. 

Porque cuando nos empeñamos, soberbia, enfrentarnos solos a nuestros propios problemas considerándonos fuertes y suficiente para ello, es cuando nos perdemos y nos destruímos, es cuando empezamos a construir Babel. Es cuando, el tesoro recibido de la vida eterna y gozosa, lo malgastamos y perdemos. Por eso, Bienaventurados cuando sentimos hambre de DIOS, porque en ÉL está contenido todo lo demás.

Ocurre que cuando en el camino encontramos piedras que nos insultan, nos provocan llantos y sufrimientos. Nos odian, nos injurian,, nos expulsan, nos procriben y nos expulsan por el nombre de JESÚS, que es la Verdad y la Verdad molesta, sintámosno Bienaventurados, porque ese día seremos recompensado en el Cielo. Es en esos momentos cuando realmente estamos en el verdadero camino, cuando experimentamos que atravesamos la puerta estrecha y que rechazamos la ancha.

SEÑOR, decía San Agustín que siempre estaremos
inquietos e insatisfechos. Y es verdad, nunca 
descansaremos hasta encontrarnos y 
descansar en TI, terminaba
diciendo él.

Pues, hoy te pido SEÑOR que avives esa
insatisfacción en mí y nunca permitas
que me aleje de tu Rostro y de
tu compañía. Que siempre
arde en deseo de
búsqueda de TI. Amén.

martes, 6 de septiembre de 2011

TODOS PROCURABAN TOCARLE (Lc 6, 12-19)


Todos procuraban tocarle, porque con ello esperaban ser curados. Con otras palabras, todos buscamos ser sanados para continuar viviendo, es decir, buscamos ser eternos. Y cuando encontramos a Alguien que nos lo puede dar, lo buscamos desesperadamente porque es eso lo que queremos. Y eso es porque en lo más profundo de nuestro corazón tenemos la impronta de nuestro PADRE DIOS: "Ser eternos y felices.

Nuestro anuncio, que es un anuncio de Salvación, tiene que estar fundado en esa premisa: "Estamos salvados en XTO.JESÚS, porque con su Muerte y Resurrección, ha pagado nuestro rescate eterno". Y esto, cuando el hombre enfermo lo oye, corre apresuradamente a tocar, a encontrarse con JESÚS. Pero ocurre que, elegidos muchos, algunos se niegan, así y todo, a seguirle. Fue el caso de Judas, no confió en su Misericordia y se desesperó.

Por eso, en todo discurso del Papa se encuentra una llamada a buscar y vivir en el SEÑOR JESÚS, porque en ÉL y sólo en ÉL está la Vida eterna.

JESÚS nos sirve de referencia a la hora de tomar decisiones. Antes ora, y largo rato, para pedir asistencia y luz a su PADRE. Los doce fueron elegidos, no al azar, sino escogidos por la Voluntad del PADRE. También ocurre con nosotros. Hemos nacido no por un capricho sino, por mediación de nuestros padres, elegidos por nuestro PADRE DIOS para la vida y no para la muerte. Por eso nadie debe arrogarse el poder de poder quitarla. La vida es la elección que DIOS ha hecho para cada uno de nosotros.

No tengamos miedo de proclamar la Palabra de DIOS, porque todos, ciegos o videntes la buscamos necesariamente. Tenemos necesidad de ser curados y sólo ÉL cura nuestras dolencias eternamente.
Te busco, SEÑOR, porque sólo TÚ curas mi dolor.
Porque sólo TÚ sanas mi enfermedad. No
hay otra medicina sanadora sino la
tuya. Y sólo en TI puedo
encontrar la única
y verdadera curación. Amén.

lunes, 5 de septiembre de 2011

¿OBEDECERÍA YO A JESÚS? (Lc 6, 6-11)


Es fácil leer a posteriori y decidir al respecto, pero sería otra cosa tener esa experiencia en vivo, en directo. ¿Le haría yo caso a JESÚS? ¿Me pondría donde JESÚS me dice y extendería mi brazo como ÉL me lo dijese? Son imaginarias palabras que no van a tener lugar en ese escenario, pero si ocurre en el nuestro propio.

¿Me estará diciendo JESÚS que extienda mi brazo y que le siga? Me estará diciendo JESÚS que hable a los hombres, con mi ejemplo, con mi vida y con mi testimonio de amor? ¿Querrá JESÚS que construya un mundo mejor con los hombres, y no sólo? ¿Me repetirá que haga todo el esfuerzo posible de mi parte para amar, y que lo demás corre de su cuenta? 

¿O simplemente no me dice nada porque yo me ofusco y no quiero oír sino aquello que, de antemano, quiero oír? Y, sin más razonamiento ni reflexión, buscamos la manera de quitarlo de nuestras vidas.

¡SEÑOR!, yo quiero extender mi brazo como, cuando y
donde TÚ me digas. Sea sábado u otro día.
Cuando TÚ lo digas, porque en
TI, por TI y Contigo quiero
hacer el bien y amar. Amén.