jueves, 28 de marzo de 2013

"S I NO TE LAVO, NO TIENES NADA QUE VER CONMIGO"

Jn 13, 1-15


Con esta frase, Jesús resume toda su misión. Ha venido a servir, no a ser servido, pero a servir enteramente hasta la humillación más pequeña, lavar los pies a los más pobres. Es tanto, que Pedro se niega, porque eso no entra dentro de su cabeza. Y solo accede cuando Jesús le dice que de no dejarse, nada tendrá que ver con Él. Y Pedro, corazón más corazón, se ofrece a ser bañado enteramente, desde la cabeza a los pies.

Así es Pedro, un hombre dispuesto a darse por Jesús, pero también un hombre humano, pobre y débil, capaz de negarle, de dudad de su poder, de dejarse solo... Nuestro Señor sabe como somos, y solo le interesa nuestra disposición, nuestra actitud y nuestra voluntad. Lo importante es querer, luego la fuerza nos viene desde arriba. Será el Espíritu Santo quien nos fortalezca y nos haga roca, roca como Pedro.

Nuestro Papa Francisco lo repite con mucha insistencia. En su mensaje, reciente por la brevedad del tiempo que lleva elegido Papa, destaca una palabra: "Servicio", el poder no es simplemente mandar, sino mejor y más especialmente servir. 

Jesús, pocas horas antes de ser entregado a morir crucificado nos quiso dejar claro que el camino para seguirle no era otro sino el servicio, el servicio por amor. Sin prestaciones, sin comisiones, totalmente gratis, libre, especialmente por amor.

Pidamos al Señor que nuestra vida esté marcada por ese gran Ideal. Un Ideal que nos llena íntegramente y que nos hace inmensamente feliz eternamente y junto al Padre amoroso.

miércoles, 27 de marzo de 2013

¿MEJORES NOSOTROS?

Mt 26, 14-25


No sé cómo explicarlo. Se hace difícil entendernos a nosotros mismos. Somos libres, y por eso, responsables de nuestros actos, pero, en nuestra descarga, muchas veces no sabemos lo que hacemos. Jesús sabe como somos, e incluso crucificado en la Cruz, le pide al Padre que nos perdone porque no sabemos lo que hacemos.

Nuestra libertad nos traiciona en muchos momentos, pues nos inclinamos a seguir, según nuestra voluntad, nuestras propias decisiones. Decisiones erróneas, confusas e inseguras muchas veces, pero que damos prioridad y anteponemos a las de otros, y también a las que nos propone Jesús.

Nos cuesta obedecer, ser humildes, aceptar aunque no entendamos. Es el precio de ser libres, y la oscuridad que debemos sufrir, pero, sin embargo rechazamos la verdadera Luz, e incluso, como Judas, llegamos a traicionarla. ¿Cuántas veces hemos vendido y traicionado nosotros al Señor? Nos parece que eso es cosa de Judas nada más, pero, ¿somos nosotros mejores?

Pidamos luz, sabiduría, fuerza de voluntad y paciencia para, como los apóstoles, saber esperar, perseverar, confiar y creer en la Misericordia y Bondad de nuestro Señor Jesús.

martes, 26 de marzo de 2013

OSCURIDAD QUE BUSCA LUZ

(Jn 13,21-33.36-38)


Esa debe ser nuestra actitud, aunque sumida en la oscuridad no veamos claro ni entendamos muchas cosas. Quizás ese fue el pecado de Judas, no esperar, no confiar y aguardar a que se hiciera de día. La noche nos traiciona, nos provoca, nos confunde, y Satanás está presto y atento a ayudarnos para perdernos. En la oscuridad es más fácil perdernos.

Por eso se hace necesario esperar, tener paciencia y confianza. La Luz nos devolverá la paz, la serenidad, la señal del buen camino, el gozo y la alegría. Detrás de la oscuridad de la cruz, encontramos la claridad de la Luz, la salvación del triunfo sobre las tinieblas. Cruz y Luz están relacionadas, pues se hace necesario cargar con la cruz para llegar a la Luz.

Esa fue y es la señal de nuestro Señor Jesús, su Crucifixión es camino de esperanza y de salvación. Cruz y vida se dan la mano, pues es la cruz el camino para la vida eterna.

Pidamos, en esta Semana Grande, que nuestra vida dé un paso más hacia el Camino, la Verdad y la Vida que encierra la Cruz de nuestro Señor Jesús.

lunes, 25 de marzo de 2013

VER PARA CREER

(Jn 12,1-11)

Nos importa más, ver el efecto que la Causa que lo origina. Es decir, estamos más preocupados e interesados en ver el milagro para creer, que fiarnos de la Palabra de quien habla y proclama. Es lógico que, por nuestra naturaleza humana, pobre y limitada, necesitemos ver las obras para creer. Jesús así nos lo dice en un momento de nuestra incredulidad: Si no creen en Mí, al menos creerme por mis obras.

Por eso, la gente está interesada en ver a Lázaro, aquel amigo de Jesús a quien Él había resucitado. Y muchos al verlo, creyeron. También, por este motivo, los sumos sacerdotes decidieron dar muerte a Lázaro, pues su presencia era testimonio y poder del Hijo de Dios. Y eso les estorbaba, les estropeaba y ponía en peligro su posición y poder.

Posiblemente ahora suceda lo mismo. Ha pasado mucho tiempo, pero dentro de nuestro corazón todo sigue igual, el tiempo no cuenta. Ocurre exactamente lo mismo. Nos cuesta creer y necesitamos ver sus obras para creerle. Se suele decir y oír mucho esa frase con la que queremos justificarnos: "Nadie ha venido a contárnoslo". Ya lo pedía también el rico epulón en su agonía eterna.

Tengamos fe, pidamos fe, y no seamos alabanza y gloria de un día. Sigamos al Señor en toda su Pasión, desde el huerto de Getsemaní hasta el monte Gólgota. Y hagamos el mismo recorrido durante nuestra vida, en la esperanza de verle de nuevo con toda su Gloria en la segunda venida.

domingo, 24 de marzo de 2013

DOMINGO DE RAMOS

(Lc 22,14—23,56)


Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».

Y tomando pan, dio gracias; lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».

Permanecemos esperando el Reino de Dios, y esa es nuestra Esperanza, la Segunda venida de nuestro Señor Jesús. Mientras lo tenemos presente entre nosotros en la Eucaristía, y de Él recibimos nuestro alimento y fortaleza para permanecer en su presencia.

Y para ser servidor no servido. Nuestros mantos y alforjas deben ser puestas al servicio de los demás, porque Él así lo hizo con nosotros. Y es que en el servicio encontramos el amor, y el amor nos da esa paz y gozo que buscamos, pero además, no temporal, sino eternamente.

sábado, 23 de marzo de 2013

GUARDAR NUESTROS PRIVILEGIOS

(Jn 11,45-56


Se les viene abajo sus posiciones. Están nerviosos, ese Hombre llamado Jesús les molesta. Hace muchas señales y obras y temen que todos crean en Él. Igual ocurre ahora, no interesa que se descubra la verdad y se haga justicia, y también muchos hombres son amenazados y condenados a muerte para que la verdad no se conozca.

Todo es así de simple, pero también de complicado. Se trata de que uno pague por los demás. Todos quieren esconderse en la apariencia y que el justo sea reo de muerte. Cuando queremos escapar de la verdad, distorsionamos la realidad, nos cegamos y justificamos nuestras apetencias y egoísmos haciendo lo que sea por salir con la nuestra. 

Ese fue el caso de Jesús, lo hicieron culpable para salvar al pueblo: Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación»

¿Qué ocurre en nuestra vida hoy? ¿Hacemos lo mismo que Caifás para justificar nuestra actitud? ¿Enterramos la verdad para vivir con nuestra mentira?

viernes, 22 de marzo de 2013

Y TODAVA,Í HOY, SON MUCHOS LOS QUE NO LE CREEN

(Jn 10,31-42)


Esa es la pura y triste realidad. El hombre se obstina en creer que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Se obstina de tal manera que, aún viendo sus obras y su Resurrección, su corazón continua cerrado a creer que es el único y verdadero Hijo de Dios.

El hombre está abierto a todo lo que le dicen. Cree en aquello que, sin ver, la historia universal le transmite y le cuenta. Lo cree por la lectura, por los libros de historia, por el testimonio de investigadores que, a pesar de supuestas deducciones, convienen en determinados hechos que dan por hecho. Sin embargo, creer que Jesús de Nazaret resucitó por el testimonio de los apóstoles, a quienes se le apareció Jesús después de su muerte, es harina de otro costal.

Y el motivo, entre unas cosas u otras, está en que creer a unos no compromete nada, luego da lo mismo, y creer en Jesús compromete tu vida y le exige cambiar. Vivir el amor y amar a los más necesitados y pobres exige ser pobre y necesitado. Y eso esconde una lucha interior contra tu mismo, contra tu propio egoísmo. Se hace duro y difícil. Para mí también, pero negarlo sería autoengañarnos y ponernos una venda en los ojos. Tarde o temprano llegará la verdad.

Creo que el verdadero camino está en creerlo con esperanza. Primero, porque es lo que realmente queremos y buscamos: "Jesús nos busca por amor, y nos ofrece precisamente lo que queremos: eternidad gozosa y feliz". Y segundo, porque Él nos promete no dejarnos solos. Nos ofrece su ayuda y su fuerza para vencer nuestro propio egoísmo y salir victorioso. Simplemente, se trata de confianza y fe.