miércoles, 10 de septiembre de 2025

¿DE QUÉ LADO QUIERES ESTAR? TÚ ELIGES

Lc 6, 20-26

    Todo tiene su principio, pero también su fin. Nada, al menos en este mundo, es eterno. Sin embargo, dentro de nosotros llevamos una chispa de eternidad. Nuestra máxima aspiración es la vida eterna.

  Obsesionado con estas elucubraciones, Pedro se debatía interiormente buscando respuestas al camino que debía tomar mientras caminaba por este mundo. Su meta era alcanzar esa vida eterna con la que soñaba.    

    Levantó la mirada, y su alegría fue repentina: sus ojos contemplaban la llegada de su amigo Manuel. Con él —pensó— aclararía ese interrogante que tanto le apremiaba.

    —Buenos días, querido amigo. Bienvenida tu llegada. Estaba reflexionando sobre la eternidad. ¿Qué piensas al respecto?
    —Todos buscamos la eterna juventud. Nadie quiere envejecer, y eso llena los gimnasios de quienes desean mantenerse jóvenes.
    —Pero, quieras o no, la vejez llega —respondió Pedro con gesto convencido.
    —Sin lugar a duda, pero esta vida no termina aquí. Se transforma, y seguirá eternamente.
    —¿Cómo es eso? —suspiró pacientemente Pedro.
   —Todos seremos eternos, pero no todos felices. Esta vida nos sirve para ganarnos esa felicidad eterna.
    Pedro, con cara de asombro, dijo:
    —¿Cómo es eso?
    —Como lo oyes. No lo digo yo, lo dice Jesús en el Evangelio (Lc 6, 20-26). Habla de que serán bienaventurados los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque serán saciados… Y al final dice: “Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo”.
    —¿Es que hay una recompensa en el cielo? —añadió Pedro, algo extrañado.
    —Sin lugar a dudas —respondió Manuel—. Hay vidas generosas, honradas, abiertas, entregadas, que son una verdadera bendición para el mundo, un verdadero reflejo de la presencia de Dios entre nosotros y en la historia.
    —Ahora entiendo a qué te refieres —interrumpió Pedro, convencido de lo que escuchaba.
    —Pero también hay vidas codiciosas, ansiosas de caprichos y privilegios, arrogantes y soberbias, que ahogan y se aprovechan de los demás o maltratan la naturaleza. Unas nos acercan a la presencia de Dios y la experiencia de su Reino; otras, nos alejan y nos lo ocultan. ¿Lo entiendes, Pedro?
    —Sí, ahora me parece correcto —respondió Pedro, mostrando una expresión conforme y paciente.
    —Esa es la elección. ¿De qué lado estás? ¿Del de la vida y la luz, o del de la clandestinidad y el engaño? Las bienaventuranzas nos muestran el verdadero camino.
    —Creo —dijo Pedro con convencimiento— que la elección está clara.

     Jesús nos indica dónde podremos descubrir alegría y consuelo, sentido y luz, paz y solidaridad. A nosotros nos ofrece libertad para que podamos decidir.

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