martes, 27 de julio de 2021

EL MAL: LA CIZAÑA

 

Todos nos damos cuenta cuando hacemos algo que no está bien. O, al menos, que no nos parece muy correcto. Es indudable que nos asalta la duda y que no sabemos muy bien qué hacer. Pero, la sospecha es evidente, esto no parece correcto y nos inunda la duda de que hemos actuado mal. Sin embargo, si hemos sido bautizados tenemos una gran ventaja y privilegio, la asistencia del Espíritu Santo, y en Él podemos buscar la luz que nos pueda iluminar para aclararnos y encontrar la verdad.

Porque, en definitiva, lo importante es actuar en verdad y justicia. Eso es lo correcto y lo que, en el fondo de nuestros corazones está sembrado, la semilla del bien y la verdad. ¿Qué ocurre entonces? Posiblemente que el mal existe y crece también simultáneamente con el bien. Junto a la buena semilla sembrada en nuestro corazón crece también la mala hierba - semilla sembrada por el Maligno - que trata de ahogar a la buena y de secarla. Es decir, impide que dé frutos.

¿Quién siembra la cizaña - malas hierbas -? Indudablemente, el Maligno, que trata de seducir, engañar y llevar al camino de la perdición a los ciudadanos del reino.  Y todo eso sucede en este mundo durante el tiempo de nuestra vida, ese espacio entre nuestro nacimiento y nuestra muerte. Jesús nos lo explica hoy muy bien y claro en el Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es...

Pero, esa es nuestra esperanza, llegará el día de la recolección - final de este mundo - y vendrán los segadores - los ángeles del Señor - que podrán todas las cosas en su lugar. Más claro el agua. Merece y vale la pena, nos jugamos nuestra felicidad eterna, reflexionar sobre lo que nos dice hoy la Palabra de Dios. Porque eso es lo que verdaderamente nos espera.

lunes, 26 de julio de 2021

EN LO PEQUEÑO ESTÁ ESCONDIDO LO GRANDE

 

Todo tiene un principio y, por supuesto y lógico, ese principio nace pequeño hasta hacerse grande. Esa es la  comparación que nos pone Jesús hoy en el Evangelio: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

La fe se hace presente de esa forma, de lo pequeño a lo grande. No aparece de repente, sino que va creciendo lentamente hasta el punto de no darnos cuenta. Muchos nos preguntamos, ¿por qué no tengo fe? Pero, quizás la respuesta sea, ¿realmente tú la buscas? Porque, para encontrar y tener hará falta buscar, y, sobre todo, pedir. La fe la tendremos que pedir, desear y buscar escondida en los Sacramentos y en la Gracia de Dios.

La fe es la consecuencia de una siembra que tu crazón abona, cultiva y cuida con su esfuerzo, su perseverancia, su obediencia y apertura a dejarse labrar y cultivar para que dé frutos. Solo la Gracia de Dios nos la da gratuitamente, pero, eres tú, y también yo, quienes tendremos que abrirnos para que la masa y la semilla sembrada en nuestro corazón crezcan se desarrolle y fermente.

domingo, 25 de julio de 2021

EN Y CON LA TEMPESTAD TU CORAZÓN SE RENUEVA

 

Dentro de cada persona hay, al menos debe haber, un volcán de emociones, ideas, creatividad, buenos deseos e intenciones...etc. Pero, también, hay cizaña, malos deseos y pensamientos, tentaciones, soberbia y...etc. Es decir, las tempestades viven dentro de cada uno y cuando se desatan nuestros corazones zozobran y se remueven. El resultado, si se sabe mirar con ojos de esperanza y trascendencia, será siempre positivo, porque de los contratiempos, errores y pecados se aprende cuando nuestro corazón está receptivo y busca la verdad.

Los hijos de Zebedeo ambicionaban poder y riqueza. Buscaban y deseaban los primeros puestos y, hasta su madre les servía a la causa. Sabemos lo que, primero su madre, y luego ellos, pidieron a Jesús y hasta donde estaban dispuesto a comprometerse. Sin embargo, esos ímpetus y deseos no iban bien encaminados, porque, Jesús, el Señor, les proponía otra misión muy diferente.

Misión que Jesús servía de modelo y que expresó muy claramente a los doce a raíz de esa petición que les había hecho los hijos de Zebedeo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». 

No se trata de mandar ni de ser servidos. Se trata de servir por amor. Se trata de amar gratuitamente y amando servir a los necesitados y marginados de manera preferente. Precisamente, en eso consiste ser de los primeros, en servir por amor.

sábado, 24 de julio de 2021

TRIGO Y CIZAÑA

 

Junto a la buena semilla sembrada en nuestro corazón, crece también la cizaña, fruto del pecado y de la siembra del Maligno que nos acecha. Crecemos y, llegado el momento percibimos que junto al trigo producido por nuestro trabajo, crece también la cizaña que ha dejado sembrada el Maligno. Y no conviene arrancarla en estos momentos porque puede suceder que arranquemos también el trigo.

Luego, ¿qué hacer? Parece que lo más lógico es esperar a la hora final de la cosecha y en ese momento proceder a separar la cizaña del trigo. Eso supone y significa que pasaremos el recorrido de nuestra vida con la cizaña amenazándonos. Por tanto, se avecina una vida de lucha y resistencia. El mal estará presente y las tentaciones y seducciones nos acompañarán durante el recorrido de nuestra vida.

Es evidente que el momento de la hora final de nuestra vida que, sabemos llegará, cobra una gran importancia porque en ella se apartará tu cosecha de buenos frutos de toda la cizaña que la ha querido dañar y perjudicar. Y, por tanto, quedará a la vista la bondad de tus frutos. Y eso es lo que prima y lo que verdaderamente importa, y lo que nos sugiere y mueve a caminar injertado en Cristo Jesús, porque, sin Él no podremos resistir.

La prueba, es evidente, está, no solo afuera, sino dentro de nosotros. Del corazón salen las malas inclinaciones y los deseos perversos y egoístas - cizaña - que amenazan con subordinar y sepultar los buenos deseos - trigo - que buscan la verdad y la fraternidad en el amor, la verdad y la justicia. La lucha consiste en resistirnos al mal y luchar para aflorar y recoger los buenos frutos.

viernes, 23 de julio de 2021

ÉXITOS Y FRUTOS

 

No es lo mismo tener éxito que dar frutos. Aunque, así mirado de prisa, parece lo mismo, hablamos de algo muy diferente. Es verdad que tener éxito es sinónimo de fruto, pero, tanto el éxito como el fruto no tienen mucho que ver en sentido propio. Porque, mientras uno se refiere a tener fama, alcanzar admiración y asombro, el otro se refiere a los beneficios, mejoras y compensaciones pensando en los demás.

El éxito se mira a sí mismo, se queda en sí mismo y se regodea en sí mismo. Todo empieza y acaba en él. Es narcisista y lo que busca y espera son alabanzas y reconocimientos. Sin esos estimulantes y alabanzas el éxito se siente frustrado y fracasado. Sin embargo, el fruto, que puede venir del éxito, pero no depender de él, es más tardío, más lento y se transmite poco a poco. Se cuece a fuego lento, pero todas sus aspiraciones van encaminadas a servir a los demás.

Por sus frutos los conoceréis, reza esta frase en el Evangelio - Mt 7, 16-21 - y no por sus éxitos, agregamos nosotros. Porque, puedes tener mucho éxito y los frutos quedarse en ti mismo. Estaríamos hablando de egoísmo narcisista que anularía todo fruto. Por otro lado, el éxito es efímero, puede ser hoy y mañana no. Y olvidarse pronto. La historia está llena de muchos ejemplos.

Sin embargo, es bueno preguntarnos, ¿dónde están los frutos de mi trabajo, "éxitos entre paréntesis"?  ¿Se han secado y echados al fuego? Los verdaderos frutos tardan en madurar y no se quedan en uno mismo, sino que repercuten beneficiosamente en los demás. Son frutos de verdadero amor y realizados por amor. Desde estos humildes pensamientos podemos preguntarnos: ¿dónde están mis frutos? ¿Trabajamos con y en la esperanza de que salgan a la luz algún día? No nos paremos ahí, sino trabajemos unidos al Señor con la esperanza de que nuestros frutos maduren en beneficios de los que lo necesitan.

jueves, 22 de julio de 2021

¡HA RESUCITADO Y ESTÁ ENTRE NOSOTROS!

 

Esa es nuestra fe y la que nos mantiene esperanzados y en actitud caminante, de búsqueda y encuentro. Mientras, lo reconocemos, las dudas se presentan ante nuestros pasos. No nos dejan y nos acompañan en actitud amenazante. Tratan de derrumbar nuestra fe y alimentan nuestras vacilaciones y deseos de abandono. Emborronan nuestro horizonte y minan nuestra esperanza. ¿Será verdad que el Señor ha resucitado?

Es obvio que no llegamos a convencernos del todo. El camino es una prueba permanente y un examen constante de nuestra fe- ¿Vale la pena?, nos preguntamos. A pesar de todo, la fe sigue presente, arde en nuestro corazón y su llama se mantiene, como la zarza en el Horeb, permanente por la Gracia de Dios. ¡Sí, vale la pena seguir al Señor, retumba una voz y un impulso dentro de mí! Vale la pena y, sin darme cuenta continuo el camino sorteando dificultades, tropiezos y dudas.

Posiblemente no estemos preparados para encontrarnos de una forma directa con el Señor. No llego a imaginarme que me pasaría ni como actuaría si el Señor se hiciera presente ante mis ojos. ¿Aguantaría su presencia? ¿Sería capaz de mantener mi mirada ante Él? Sería inimaginable pensarlo y creo que me desmayaría. Mi capacidad no alcanza tal impacto. Confieso mi pequeñez y que todo está en manos del Señor.

Por tanto, sigamos adelante con paciencia y perseverancia. Su Palabra es firme y siempre tiene cumplimiento, así que esperemos confiados que, llegado el momento, nuestros ojos puedan, por su Gracia, contemplarlo directamente.

miércoles, 21 de julio de 2021

EL ÉXITO DE DAR FRUTOS DE AMOR

 

Hay dos clases de éxito, el éxito que se queda en ti mismo y te ensoberbece y te da fama y "aparente" alegría, y el éxito que sale de ti, te hace generoso y humilde dándose a los demás en verdaderos frutos de amor. De las dos clases de éxito, la segunda es la que da frutos verdaderos, buenos, llenos de bondad y amor. Frutos que alivian la vida, dan verdadera y real alegría y de esperanza. 

Dios ha sembrado en tu corazón la semilla de donde nacerán tus talentos y te pedirá - de una manera plena - que los pongas al servicio de los demás. No quiere que guardes nada para ti. Su Voluntad es que entregues todo lo recibido gratuitamente también gratuitamente. Ya sean treinta %, sesenta % o el cien %. Te lo pide todo porque, Él se ha dado todo.

Es indudable que la bondad de tus frutos dependerá del cultivo que, con tu tierra, tú hagas. Eres libre y puedes cultivar la buena tierra de tu corazón según la Palabra y Voluntad de Dios, y, abonarla con la Gracia de los Sacramentos, especialmente la Reconciliación - Penitencia o confesión - y Eucaristía.

Es obvio que todo depende de Dios, pero, también Dios ha querido que tú colabores y te ha dado libertad para ello. Luego, cuidar, preparar y abonar la tierra - tu corazón - es cosa que también Dios ha dejado en tus manos. Por tanto, dependerá del camino que tomes para que tus frutos sean verdaderos frutos de amor. Y, el mejor camino es seguir ese Camino, Verdad y Vida que Jesús te ofrece con su Palabra y con su Vida.