domingo, 24 de junio de 2012

TODO SE CUMPLE

Lucas 1, 57-66.80 “Juan es su nombre”. Por aquellos...


Y tal como estaba profetizado se cumplió. Juan estaba destinado a preparar el camino, y fiel a su misión la cumplió. ¿Cuál será la nuestra? Porque nosotros tenemos también una misión que cumplir, y si no la sabemos, debemos y tenemos la responsabilidad de descubrirla.

Quizás, Jesús está en el Sagrario esperando esa visita nuestra para, en un diálogo sereno, en silencio y atento, podamos descubrir qué sentido tiene nuestra vida, y, como Juan, cumplir con nuestro compromiso de bautizado. 

Porque por el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes, y como tal, debemos proclamar, al igual que hizo Juan en el desierto, la Palabra de Dios, no solo con nuestra palabras sino con nuestra vida.

Así ocurrió con Zacarías, dudó del Padre Dios, y su lengua calló por un tiempo. Recuperada y testimoniada su confianza en el Padre, y dejando su voluntad para hacer la del Padre, "Juan se ha de llamar", su lengua fue desatada y la Gloria del Señor se hizo presente en ellos.

¿No debemos nosotros proceder de la misma manera? Se trata de la Voluntad del Señor, no de la nuestra, y eso lleva muchas horas de Sagrario, de diálogo, de permanecer y vivir en su presencia. Sin darnos cuenta, Él que ve todo, también en lo secreto, sabrás si y cuando estarás preparado para desatar tu lengua, tus apegos, tus esclavitudes y llevarte al desierto de tu vida para dar testimonio de su Palabra.

¡Señor!, toma mi lengua, mis manos, mis sentimientos, mis esfuerzos... toda mi vida, y transfórmala en semilla de tu Palabra, para que, como Juan, sea mensajero de tu Evangelio. Amén.

sábado, 23 de junio de 2012

PRIMAN NUESTRAS PREOCUPACIONES

 Mateo 6:24-34 “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y...

Y el lugar de Dios se desvanece y ocupa un lugar secundario, para cuando todo, a lo que damos más importancia vaya bien. Entonces dedicamos a Dios un espacio. Nuestra jerarquía de valores anda torcida, cambiada, errónea. Lo primero y más importante ocupa un lugar secundario e irrelevante.

No incide en nuestras relaciones familiares, laborales y sociales. Es cosa aparte, cuando sobra tiempo. Y ese es el reflejo de nuestras vidas, de nuestras sociedades. ¡Y así nos va! Debería, tal como vivimos, irnos peor, porque nos empeñamos en cosechar males y queremos recoger bienes. Algo imposible.

Ponemos como señores de nuestra vida un buen salario, y con el menor rendimiento posible. Un buen salario para tener buena comida, buenos vestidos, dos coches, dos casas, tiempo para ocio y diversiones y muchas cosas más. Quizás la educación de los hijos, la familia y la convivencia donde tenemos oportunidad de amar y de ser mejores, lo dejamos para los momentos últimos, y si hay tiempo.

La cosecha no puede ser buena, en el mejor de los casos recogeremos solo cosas no de mucha inutilidad, que al final no sirven para nada. Son huecas y vacías, y no llenan plenamente nuestra vida. Solo una cosa es importante, y solo a un Señor merece la pena servir. Todo lo demás pierde importancia.

Porque de no seguir al Señor de la vida y la muerte, malviviremos y malgastaremos nuestro precioso tiempo, tiempo de salvación, o de condenación si lo despilfarramos en cosas temporales, caducas y que no nos llevan sino a malvivir. Es lo que vemos a nuestro alrededor, nada termina bien. 

¡Aprendamos a vivir según los criterios del Evangelio! Con mayor serenidad, con mayor paz. Dios no defrauda. ¡Depositemos en Él nuestra confianza! Amén.

viernes, 22 de junio de 2012

EL VALOR DE LO QUE GUARDAMOS

Donde está tu tesoro, allí está tu corazón».(Mt. 6, 19-23)


Se hace necesario pensarlo y meditarlo muy bien, porque las cosas que son caducas tiene su final, y amontonar tesoros y riquezas caducas no es de mucho valor. Porque llegará un día que todo se convertirá en basura, desaparecerá y de nada nos habrá servido.

Perdemos el tiempo que empleamos en amontonar cosas caducas. Es verdad que las necesitamos, pero no es menos verdad que necesitamos mucho menos que lo que amontonamos. Si reflexionamos un poco nos daremos cuenta que no necesitamos comer mucho. 

El problema de la obesidad y de la salud viene por comer más de la cuenta. No necesitamos tanto para vivir, y para vivir mejor y más saludable. El secreto de la salud es comer lo que corresponde comer, tanto en cantidad como en calidad. De igual forma, nuestra salud espiritual, la más importante, porque es la que permanece siempre, no necesita de cosas caducas, sino de actos que siempre queden.

Y eso significa decir: "Amar", porque solo el amor es eterno y siempre permanece. Experimentamos que solo nos queda todo aquello que hemos hecho por amor y de forma gratuita y desinteresada. Esos actos nunca mueren, y siempre están en la memoria de nuestro propio corazón. Con ellos siempre gozamos y nos llenan plenamente de paz y sosiego.

Y esa es la luz que debemos tener siempre encendida, alumbrándonos el camino a seguir, y a atesorar. Solo importa amontonar esos actos, porque no se guardan aquí, sino que se amontonan en el cielo, donde nada es caduco ni termina, sino que perdura para siempre.

Alumbra, Señor, nuestros pasos para que siempre sepamos elegir el verdadero tesoro que vale la pena amontonar. Un tesoro que resplandezca por verdaderos actos de amor de forma gratuita, desinteresada que nacen de la respuesta de tu amor. Amén.

jueves, 21 de junio de 2012

HOY NO HACE FALTA HABLAR

Mateo 6,7-15. Cuando oren, no hablen mucho, ...

Porque lo importante no son las palabras ni la forma de expresarse, lo importante es el amor que hagamos vida en nuestra vida. De tal forma que, todo lo que tenemos que perdonar está en proporción a lo que también nosotros queremos que nos perdonen.

Tenemos conciencia que hacemos muchas cosas mal. Experimentamos nuestras propias limitaciones, fallos y errores. También sentimos la fuerza de nuestro egoísmo, de nuestra apetencia, y nos damos cuenta que, algunas o muchas veces, no hacemos ni lo que queremos o debemos hacer.

Pero nos gustaría ser perdonados, y ansiamos ser perdonados. Sin embargo, cuando se trata de dar el perdón nosotros la cosa cambia. Nos cuesta más perdonar que pedir y aceptar el perdón de otro. No hacen falta más palabras para saber que, por propia experiencia, esto es y sucede así.

Y Jesús, nuestro Señor, nos dice hoy que en la medida que perdonemos, seremos también perdonados. Por lo tanto, se trata de perdonar y amar, porque para perdonar hay que, primero amar, y para amar hay que saber o esforzarse en perdonar. Jesús nos ama, y ese amor nos perdona y hasta llega a dar la vida por cada uno de nosotros.

Jesús lo hizo, ¡claro, Él lo puede hacer! Nosotros también, porque Él no nos manda nada que no podamos hacer. Nos quiere mucho como para ponernos en un callejón sin salida. Podemos llegar a perdonar, pero nunca solos, sino descansados, apoyados e injertados en Él.

Él nos lo dijo: "Sin Mí nada podrán hacer", pero en Él lo podremos todo según su Voluntad.

¡Señor!, en Ti quiero encontrar las fuerzas necesarias para poder perdonar a aquellos que me fastidian, tratan de engañarme, de explotarme, de mentirme y aprovecharse de mí. Necesito luz, sabiduría y amor para poder amarlos y perdonarlos como Tú haces conmigo. Jesús, en Ti confío. Amén.

miércoles, 20 de junio de 2012

NO VIVAS EN LA APARIENCIA

Mateo 6, 1-6. 16-18. Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no ...

Porque quien te engaña eres tú mismo, vive, aún en lo poco, en la verdad, y lo que hables sea lo que vives. Antes de empezar esta reflexión del Evangelio de hoy, me decía lo siguiente: acababa de terminar mi oración y me preguntaba si con eso ya creía que había cumplido con el Señor.

Y es que siento como un peso que me he quitado de encima cuando termino de rezar. Algo así como si pensara que ya me he quitado eso de encima. Son mis pensamientos, que no los puedo evitar, pero que los rechazos y no quiero aceptarlos. Quisiera y quiero estar a gusto con Jesús, pasar los momentos más gozosos en la presencia del Padre, pero no puedo hacer que mi corazón sienta lo que yo quiero.

El corazón es libre para sentir, pero se siente inclinado a las cosas humanas, a sus apegos y apetencias. Por eso, te pido, Señor, que me transformes mi corazón, que lo liberes de los deseos carnales, de la pereza de dejarse llevar por sus apetencias. Solo Tú puedes hacerlo.

Aparentar lo que no somos es el gran error del hombre. De nada vale proclamar, orar y hacer obras solidarias y generosas si hay una doble intención oculta, la de buscar su propia gloria. No sirven para nada delante de Dios, porque no están hechas por amor, sino por puro egoísmo.

Despierta, Señor, nuestra ceguera dormida en la oscuridad de nuestra vida inútil. Todo es apariencia y mentira. Ilumina con Tú Luz nuestro obrar y vivir. Haz que todos nuestros actos sean guiados por el amor dado gratuito, desinteresado, libre y fuera de todo interés. Amén.

martes, 19 de junio de 2012

EL SIGNO O BANDERA DEL CRISTIANO

Mateo 5,43-48. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído ...


Es el amor, pero un amor universal, no concretado en tu círculo familiar, de amigos, de pueblo o nación, sino un círculo universal que abarca a todos los hombres, sean amigos o enemigos. Un signo que no se entiende muy bien y que se da por imposible, pues, ¿cómo voy a amar a aquel que me hace mal?

No encaja esta manera de pensar y de vivir, la de Jesús, con este mundo en el que vivimos. Aquí pega más y mejor lo del "ojo por ojo y diente por diente", es decir, quién me la hace, la paga en su justa medida. Ni más pero tampoco menos. Parece que de esa forma se queda la parte dañada más satisfecha.

Sin embargo la solución no es buena, porque vivir en una actitud y deseo de venganza no es buena medida ni buen camino. Terminas por sentirte mal y por vivir atormentado. No es solución para ninguno, tanto la parte que desea restituirse o vengarse, y la parte que teme o espera la venganza. Poco a poco el mundo quedaría destruido, y no habría tranquilidad y, menos, paz.

Jesús nos propone la solución: "El amor". Un amor desinteresado; un amor que no espera recompensa, ni reconocimiento; un amor que no espera ninguna sonrisa ni afecto. Un amor entregado libremente por eso, por amor. Y dispuesto a todo, porque lo que desea es el bien del otro, sin importarle intereses, favores, agradecimientos...

Danos, Señor, ese amor capaz de hacerme olvidar de mí mismo y solo pensar en el bien del otro. Te lo pido porque yo no soy capaz de lograrlo. Infúndeme tu Gracia y tu Misericordia, para que pueda amar al estilo que Tú lo has hecho y lo haces con cada uno de nosotros. Amén.

lunes, 18 de junio de 2012

EL ARMA INVENCIBLE ES EL AMOR

 Evangelio según San Mateo 5,38-42. Ustedes han oído que se dijo:


Porque el amor lo puede todo. No hay nadie que haya propuesto perdonar hasta al que te hace mal. No hay nadie que proponga amar a aquellos que te persiguen y buscan tu perdición o muerte. No hay mensaje que defienda responder al mal con un bien.

Y Jesús lo dice, lo propone, lo sugiere. Realmente, solo por eso es un Hombre extraordinario, Único, Inigualable, diferente a todos los demás. Ninguna doctrina propone eso, pero Jesús va más lejos. No solo lo propone sino que lo vive, lo práctica, lo lleva a cabo en su vida y muere en la Cruz perdonando a todos aquellos que le han crucificado, que le han condenado.

Su propuesta alcanza a todos, a todos los que la acepten, porque nos deja a nosotros la elección. Así, el buen ladrón entiende que su condena es injusta, y se admira de cómo Jesús la acepta, se deja mansamente maniatar, escupir, insultar, azotar... Reflexiona y se mira encontrándose culpable, pero no ve ninguna culpa en Jesús.

Eso le lleva a pensar que ese Hombre que está a su lado es más que un simple hombre. No se entiende lo que dice y hace. Por eso, iluminado por el Espíritu, y convencido de la bondad de Jesús, le pide que se acuerde de él cuando esté en ese Reino que promete. Y ya sabemos todos la respuesta de Jesús.

También es válida para nosotros hoy, dónde quiera que estemos, y por lo que quiera que hayamos hechos. Seamos culpable o no, Jesús nos propone una vida, no temporal, sino eterna y plena de gozo, pero a cambio nos pide amar a los enemigos.