Mateo 6,7-15. Cuando oren, no hablen mucho, ... |
Porque lo importante no son las palabras ni la forma de expresarse, lo importante es el amor que hagamos vida en nuestra vida. De tal forma que, todo lo que tenemos que perdonar está en proporción a lo que también nosotros queremos que nos perdonen.
Tenemos conciencia que hacemos muchas cosas mal. Experimentamos nuestras propias limitaciones, fallos y errores. También sentimos la fuerza de nuestro egoísmo, de nuestra apetencia, y nos damos cuenta que, algunas o muchas veces, no hacemos ni lo que queremos o debemos hacer.
Pero nos gustaría ser perdonados, y ansiamos ser perdonados. Sin embargo, cuando se trata de dar el perdón nosotros la cosa cambia. Nos cuesta más perdonar que pedir y aceptar el perdón de otro. No hacen falta más palabras para saber que, por propia experiencia, esto es y sucede así.
Y Jesús, nuestro Señor, nos dice hoy que en la medida que perdonemos, seremos también perdonados. Por lo tanto, se trata de perdonar y amar, porque para perdonar hay que, primero amar, y para amar hay que saber o esforzarse en perdonar. Jesús nos ama, y ese amor nos perdona y hasta llega a dar la vida por cada uno de nosotros.
Jesús lo hizo, ¡claro, Él lo puede hacer! Nosotros también, porque Él no nos manda nada que no podamos hacer. Nos quiere mucho como para ponernos en un callejón sin salida. Podemos llegar a perdonar, pero nunca solos, sino descansados, apoyados e injertados en Él.
Él nos lo dijo: "Sin Mí nada podrán hacer", pero en Él lo podremos todo según su Voluntad.
¡Señor!, en Ti quiero encontrar las fuerzas necesarias para poder perdonar a aquellos que me fastidian, tratan de engañarme, de explotarme, de mentirme y aprovecharse de mí. Necesito luz, sabiduría y amor para poder amarlos y perdonarlos como Tú haces conmigo. Jesús, en Ti confío. Amén.
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