Mateo 6:24-34 “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y... |
Y el lugar de Dios se desvanece y ocupa un lugar secundario, para cuando todo, a lo que damos más importancia vaya bien. Entonces dedicamos a Dios un espacio. Nuestra jerarquía de valores anda torcida, cambiada, errónea. Lo primero y más importante ocupa un lugar secundario e irrelevante.
No incide en nuestras relaciones familiares, laborales y sociales. Es cosa aparte, cuando sobra tiempo. Y ese es el reflejo de nuestras vidas, de nuestras sociedades. ¡Y así nos va! Debería, tal como vivimos, irnos peor, porque nos empeñamos en cosechar males y queremos recoger bienes. Algo imposible.
Ponemos como señores de nuestra vida un buen salario, y con el menor rendimiento posible. Un buen salario para tener buena comida, buenos vestidos, dos coches, dos casas, tiempo para ocio y diversiones y muchas cosas más. Quizás la educación de los hijos, la familia y la convivencia donde tenemos oportunidad de amar y de ser mejores, lo dejamos para los momentos últimos, y si hay tiempo.
La cosecha no puede ser buena, en el mejor de los casos recogeremos solo cosas no de mucha inutilidad, que al final no sirven para nada. Son huecas y vacías, y no llenan plenamente nuestra vida. Solo una cosa es importante, y solo a un Señor merece la pena servir. Todo lo demás pierde importancia.
Porque de no seguir al Señor de la vida y la muerte, malviviremos y malgastaremos nuestro precioso tiempo, tiempo de salvación, o de condenación si lo despilfarramos en cosas temporales, caducas y que no nos llevan sino a malvivir. Es lo que vemos a nuestro alrededor, nada termina bien.
¡Aprendamos a vivir según los criterios del Evangelio! Con mayor serenidad, con mayor paz. Dios no defrauda. ¡Depositemos en Él nuestra confianza! Amén.
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