sábado, 4 de octubre de 2014

ALEGRES POR ESTAR INSCRITOS EN EL REINO

(Lc 10,17-24)

Son Palabras tuyas Señor, y tu Palabra es Palabra de Vida Eterna. Yo, indigno de merecer tanta Gracia por tener mi nombre inscrito en el cielo, te pido Señor que no tengas en cuentas mis pecados, mis fallos, mis fracasos, mis miserias, y como el buen ladrón, inscribas mi indigno nombre por tu Amor y Misericordia, en tu Reino.

Sé que no lo merezco, ni nunca alcanzaré méritos para merecerlo. A mi naturaleza caída por el pecado le es imposible hacerlo, pero también sé de Tú Amor y tu Misericordia. Y en esa esperanza me atrevo a caminar hacia Ti Señor. Dame la Gracia del gozo y la alegría de dar y compartir, y el aliento esperanzador de gozar con la alegría de los otros. 

Pero también te pido, Señor, la paciencia y fortaleza de compartir las tristezas y sufrimientos de los que padecen en el camino de su propio desierto. Aumenta mi fe y fortalece mi Espíritu, para que de mis labios brote todo el amor que mi pobre corazón sea capaz de recibir de tu Palabra, y dé frutos, los frutos que Tú, Dios mío, esperas de tu siervo.

Pero también que, no sólo me quede en sembrar, sino que sea, al mismo tiempo, capaz capaz de labrar, cuidar y cultivar mi propia siembra y dar los frutos por Ti esperados.

viernes, 3 de octubre de 2014

LIBERTAD DE RECHAZAR AL MISMO DIOS

(Lc 10,13-16)
 
Es el misterio que jamás podremos entender. ¿Cómo es posible que Jesús sea rechazado? No se puede entender sino desde una libertad incondicional y una proclamación sin influencia ni presiones. Una proclamación que pasa por la experiencia vital de descubrir el tesoro del amor de Dios. Un tesoro que exige renuncias, sacrificios, prioridades que nos molestan, nos cuesta renunciar y nos atraen satisfactoriamente.

No tener ni donde reclinar la cabeza es muy triste y duro. Si a eso se añade molestias, sacrificios, luchas e incomodidades, el resultado es mirar para otro lado y buscar no pasarlo tan mal. Pero ese es el verdadero amor. El amor no puede estar representado en todo aquello que va favor de la corriente, porque eso, por naturaleza, es lo que a todos nos gusta y en primera instancia deseamos.

El amor se presenta y descubre cuando exige sacrificios, renuncias, soportar y perdonar. Y eso, quizás, fue lo que en Corazín y Betsaida, así como en Cafarnaúm, no entendieron o no quisieron entender. Prefirieron el otro camino, el de la comodidad, despreocupaciones, el de ir a favor de la corriente y no hacerle caso a Jesús.

Igual nos ocurre a nosotros, empezando por nosotros mismos que no damos el testimonio que debemos dar, pero nuestra propuesta, de la que nos somos ejemplos, se hace, como le ocurrió a Jesús, y Él sí fue verdadero testimonio y ejemplo de lo que predicaba, difícil de aceptar y de seguir. Si el propio Jesús, con su intachable testimonio y milagros fue rechazado, ¿qué se puede esperar de nosotros?

Cortamos nuestros vínculos con Él porque creemos y entendemos que nos quita libertad, y como una marioneta, queriendo ser independiente corta los hilos que la sujeta a la mano que la dirige, queda inerte y muerta. Así quedamos nosotros cuando nos separamos de Dios. No ganamos libertad sino muerte.

Eso nos debe, en lugar de desanimarnos, servir para animarnos, porque sabemos de nuestras limitaciones, de nuestros pecados y mal testimonio, y poco podemos esperar. Sólo por la Gracia de Dios podemos ser capaces de dar buen testimonio y alcanzar los frutos esperados. Todo será y es para su Gloria.

jueves, 2 de octubre de 2014

TÚ TAMBIÉN ERES ENVIADO

Lc 10, 1-12

En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies...(Lc 10, 1-12).

Es lógico deducir que el Señor envío a muchos a evangelizar. Y es lógico suponer que tú y yo estamos también enviados a proclamar la Buena Noticia de salvación. Incluso les dio algunas indicaciones consciente de los peligros con los que se iban a encontrar. Tú y yo también sabemos los peligros frecuentes con los que chocamos cuando tratamos de dar a conocer el mensaje de Jesús.

Sin lugar a duda que la vida de hoy no se parece en nada a la vida de ayer. Los tiempos cambian y las costumbres y la forma de evangelizar también. Son las costumbres, pero para nada el contenido y la esencia del Mensaje. Dios es Amor ahora y en aquel tiempo como nos cuenta Jesús. Y lo que comunicamos de manera fundamental es el Amor que el Padre nos tiene y por el que nos ha ofrecido en su Hijo Jesús la salvación eterna.

Ese debe ser el centro de nuestra proclamación. El Señor Jesús murió en la Cruz entregando su Vida para la salvación de todos los hombres. Y por su Resurrección la Cruz ha sido glorificada en signo de salvación para todos los hombres. Sin oponer resistencia, sin mediar palabras, sino proponer el Mensaje en paz y con amor. Quién lo reciba será bienvenido y quién no, asumirá su propia responsabilidad. Nosotros seguiremos nuestro camino.

Danos Señor la sabiduría y la fortaleza de saber responder y proclamar con la vida y la palabra el Mensaje de salvación que nos ha encomendado. Amén.

miércoles, 1 de octubre de 2014

¿RELATIVISMO?

(Lc 9,57-62)

En estos días se ha armado una buena polémica en torno a una reflexión de Donjoan en Nupcias de Dios. Es buen síntoma que el gallinero se alborote, perdónenme la expresión, pero quiero significar que sólo cuando surge la inquietud y la búsqueda por la Verdad, avanzamos en la Verdad, valga la redundancia, si nos ponemos en Manos del Espíritu.

El Evangelio nos llama hoy la atención que sólo el Señor es lo primero e importante. Seguirlo encierra muchas dificultades, tropiezos, luchas y renuncias. Pero, sobre todo, despojarnos de nuestras ideas y nuestra manera de ver las cosas y sólo apoyarnos en la única Verdad Absoluta: Dios.

Así, el Señor nos advierte que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza ante la confesión de seguirlo. Y a otros les responde ante la disyuntiva de priorizar otras cosas: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Posiblemente, hoy, en la cultura de la muerte, muchos rechazando las indicaciones de Jesús, priorizan la muerte, sobre todo, la muerte de muchos inocentes que viven dentro del vientre de sus madres. Y lo hacen porque no creen en Jesús. Primero está su verdad ideológica y sus intereses. Como aquellos que contestaron a Jesús sobre atender a sus padres o despedirse de los de su casa.

Pidamos al Señor que nos ilumine, y que lo primero sea la fe coherente que nos impulse a seguir a Jesús como Verdad Suprema y valor Absoluto superando nuestras ideologías y relativismos que nos separan y siembran la muerte. Amén.

martes, 30 de septiembre de 2014

SÓLO EN LAS CARENCIAS NOS PERFECCIONAMOS

(Lc 9,51-56)

La vida es elección, y en esa elección unos eligen la propia vida y otros eligen la muerte. Por y para eso se nos ha dado libertad y el buen gusto por las cosas buenas y la búsqueda de la felicidad. Pronto, no hace falta ser muy avispado, experimentamos que las cosas de este mundo nos gustan, pero no llegan plenamente a darnos esa felicidad buscada. Necesitamos algo más.

Y ese algo más nos lleva a la búsqueda de Dios, un Dios que en el Amor nos hace sus hijos y nos salva. Y que en nuestra propia experiencia de amor descubrimos lo que tanto buscamos, la felicidad, y una felicidad eterna. Por eso, el camino del Señor está apoyado en el amor, y el amor excluye todo mal, toda venganza y toda respuesta violenta. 

Es el caso del Evangelio de hoy. Los discípulos quisieron responder con violencia al rechazo samaritano de alojamientos de aquellos que se oponían a qué Jesús entrara en Jerusalén. Había divisiones y diferencias, y esas divisiones como también diferencias no existen donde vive el amor. Porque de ser así dejaría de ser amor. Jesús deja claro su misión. Ha venido a salvar no sólo a los que piensan de una manera sino también a los que piensan de otra. Todos son sus hijos y sus hermanos en la adopción del Padre que lo ha enviado.

Descubramos esas imperfecciones, que nos limitan y nos separan, para que, en el esfuerzo de despojarnos de ellas, encontremos el camino de unidad al que el amor nos llama. Y no lo hagamos solos, sino en la actitud dócil al Espíritu Santo y en la compañía de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael que el Padre nos envía para defendernos y protegernos. Amén.


lunes, 29 de septiembre de 2014

HAS DE VER COSAS MAYORES

(Jn 1,47-51)
 

Dios ve lo que hay en el fondo de nuestro corazón, porque es ahí donde se produce el bien y el mal. No está el pecado en las cosas de afuera, sino que se fragua dentro, en lo más profundo del corazón del hombre. Por eso Jesús advierte de la intención recta de Natanael. Sabe que dentro de su corazón se vive en la verdad y no hay engaño, y se lo dice a los que están con Él.

Ante la sorpresa de Natanael, que queda admirado de la videncia de Jesús y le confiesa su Divinidad proclamando que es el Hijo de Dios y el Rey de Israel, Jesús le promete que verá cosas mayores. Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Hoy celebramos la fiesta de tres arcángeles muy conocidos por nosotros: Miguel, Gabriel y Rafael. Tres arcángeles que están presentes en momentos muy puntuales e importantes en la vida del creyente. Miguel que nos defiende del peligro del Maligno y en el que ponemos nuestra seguridad en la lucha de cada día ante el demonio. Gabriel que nos anuncia el Mensaje de la Buena Nueva en la encarnación de nuestra Madre la Virgen María, y Rafael, que nos auxilia en el remedio y curación de nuestras enfermedades.

Pidamos al Señor que auxiliado en los tres arcángeles sepamos presentar batalla contra las tentaciones del Maligno, sabiduría en la proclamación del Mensaje de la Buena Nueva y remedio y alivio ante las enfermedades y sufrimientos que nos salen en el camino. Amén.

 

domingo, 28 de septiembre de 2014

LAS PALABRAS NO DICEN NADA

(Mt 20,28-32)
 
Una vez más, el Evangelio nos descubre que son las obras lo verdaderamente importante, y no las palabras. Porque de nada vale decir que iré si luego no voy. No podrás ocultar tu incumplimiento, y tu palabra quedará en entredicho. Quizás valdría más decir no, o decir sí, y cumplirlo en el caso que corresponda. Las medias tintas son todavía peor porque descubren indiferencia, tibieza y falta de responsabilidad.

 Quizás nuestra situación puede estar acomodada, situada y establecida de tal forma que decimos sí a muchas cosas, pero nos movemos poco respecto a la palabra que hemos dado. O incluso hacemos mutis alegando ciertas razones que existen en nuestra cabeza, pero no en la realidad. Sin embargo, estamos donde haya un cumplimiento o acto que se nos vea o que nos resulte cómodo.

El reto de Jesús debe ponernos en guardia, porque posiblemente aquellos que consideramos más alejados, más pecadores o más incumplidores, que han dicho en primera instancia que no, son los que compadecidos y arrepentidos, luego ponen sus brazos para echar una mano y ser misericordiosos y generosos. Y es que lo dice Jesús, y si Él lo dice y nos lo advierte debemos mirarnos seriamente.

Porque de nada me sirve decir que tengo fe y te sigo, Señor, si luego te veo por la calle o junto a mí en la parroquia, o en mi propia casa y te doy la espalda negándote. Dame fe, Dios mío, para que mi palabra vaya acorde con mi vida en tu seguimiento y mi cumplimiento. Amén.