martes, 1 de junio de 2021

APARIENCIA Y VERDAD

 

En muchas ocasiones de nuestra vida  dejamos de ser nosotros mismos para, escondidos en las apariencias, mostrarnos diferentes y aparentar ser otro. Escondemos nuestra propia basura debajo de la alfombra y, "aparentamos" limpieza escondiendo la basura. De la misma forma procedemos en nuestra vida de cada día. Escondemos nuestras envidias, nuestros deseos de venganza y odio, nuestras apetencias y lujurias y, en definitiva, nuestros pecados. Tratamos de aparentar ser otro y mostrarnos limpios ante los demás.

El Evangelio de hoy nos muestra un episodio de la vida de Jesús en el que unos fariseos y herodianos tratan de, aparentando buenas intenciones, emboscar en una trampa a Jesús. No le dejan salida, o te enfrentas con el Cesar o con el pueblo. Pagar impuestos al Cesar te lleva a enfrentarte con el pueblo, y, no pagarlos te enfrenta al Cesar. ¿Qué hacer o qué decir? ¿Qué opción tomar?

Una vez más, Jesús, deja la huella de su sabiduría y divinidad. Pide una moneda y pregunta, ¿de quién es la imagen que en ella se ve? Le responden, del Cesar. Y Jesús con gran sabiduría, responde: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de Él.

lunes, 31 de mayo de 2021

MARÍA, DE SER ANUNCIADA COMO MADRE DEL MESÍAS, PASA A NUNCIAR SU VENIDA

 

María no tarda en reaccionar. Inmediatamente corre llena de gozo a compartir con su prima Isabel la alegría de la maternidad. Una, la Madre de Dios; la otra, la madre del precursor. Todo es alegría y gozo porque se saben elegidos para, el uno, dar el pistoletazo de salida y preparar los caminos al Señor, y, el Otro, enviado por el Padre a manifestar y anunciar su Infinito Amor a todo el mundo.

Es la primera anunciadora de la venida de Jesús, su Hijo, el Mesías prometido, al mundo. Es la primera en cantar esas alabanzas y glorias - el Magnificat - en correspondencia al saludo de su prima Isabel: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».

Este canto, al margen de ser una maravilla, para mí particularmente, desde hace tiempo, es un asombroso milagro que afirma el Amor de Dios y su presencia real entre nosotros. Me pregunto, ¿cómo sabía Isabel qué llevaba María en su vientre, y, a su vez, María, el estado de Isabel? Esto no lo explica sino el Poder y el Amor de Dios. Y, María, su Madre, desde el primer momento de su elección fue obediente, fiel y dispuesta al cumplimiento de la Voluntad de Dios hasta el final de su camino en este mundo, al pie de la Cruz junto a su Hijo.

domingo, 30 de mayo de 2021

¡PARADOJA!

 

Resulta paradójico que en la medida que se nos presenta la Buena Noticia de salvación, nosotros ponemos resistencia a acogerla y vivirla. Es algo tan misterioso como que, cuanto más cerca estamos del amor que nos salva y nos quiere, más nos alejamos de él. Tan paradójico como negar la verdad con mentiras.

¿Qué es lo que nos ocurre? Se nos anuncia la Buena Noticia y la rechazamos acogiendo la mala, la que nos condena. Es algo tan misterioso que no llegamos a comprender. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar y entender la verdad y, sobre todo, cuando de lo que se trata es de nuestra salvación? Posiblemente, la respuesta se esconde en el pecado. Nuestra naturaleza herida por el pecado queda sometida, enturbiada y cegada y, hasta cierto punto, vencida.

Por eso, en nuestro bautismo recibimos el Espíritu Santo que, si le abrimos nuestro corazón, saldremos victoriosos de esa lucha contra el demonio. Y verdaderamente le necesitamos para poder atravesar ese desierto que nos puede presentar el camino de nuestra propia vida. Porque, a pesar de no desearlo, el desierto llegará con sus sombras, dudas y dificultades. ¡Ven Espíritu Santo y fortalece nuestro camino para soportar esos obstáculos que la vida nos presenta!

sábado, 29 de mayo de 2021

LA SOBERBIA ANTE LA VERDAD

 

Nos cuesta aceptar la verdad. Sobre todo, cuando la verdad nos afecta y nos exige cambiar de rumbo en nuestra vida, o cuando nuestros intereses tanto económicos o espirituales se ven afectados y exigidos a una coherencia con la justicia y la verdad. No hace falta discutir, pensar o abstraerse mucho, simplemente aterrizar en la vida de cada día. Ejemplos hay muchos. Por decir uno, muy actual y presente en este momento en la sociedad española, el tan sonado indulto sobre los condenados por el proceso soberanista de Cataluña.

La verdad se distorsiona cuando los intereses personales son otros. Lo mismo ocurrió hace ya aproximadamente dos mil años con aquellos sumos sacerdotes, escribas y ancianos cuando le pidieron a Jesús sobre su autoridad para hacer esto. Es decir, para enseñar y proclamar la Buena Noticia. Y exigiendo respuestas cayeron en su propia trampa, porque no supieron - también por intereses partidistas y egoístas - responder a la pregunta con la que Jesús devolvió la de ellos: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».

Todos hemos podido experimentar en algunos momentos de nuestra vista como se nos nubla la mente y se nos cierran los ojos quedando a oscuras e inmersos en una ceguera que nos impide ver. Nuestra soberbia, envidia, apegos y apetencias a las cosas de este mundo nos atrapan y esclavizan hasta el punto de resistirnos y ensoberbecernos a aceptar la Verdad y la Palabra de Dios.

viernes, 28 de mayo de 2021

NECESIDAD DE RENOVACIÓN

 

Es indudable que si la raíz se seca, la higuera queda infértil y no da frutos. Luego, salta la pregunta, ¿para qué sirve? Evidentemente, su destino será ser arrojada al fuego. De igual manera, sucede lo mismo en y con el templo. Si se les utiliza como lugares de reunión, de encuentro de amigos, de mercadería, negocios u otros intereses como cumplimientos y actos de piedad, nuestra raíz espiritual queda expuesta a la sequedad espiritual y al contacto íntimo con nuestro Padre Dios. También, aquí nos surge la misma pregunta, ¿para qué sirven los templos?

Estos signos que sucedieron y continúan sucediendo en la actualidad son las enfermedades que, quizás en muchas ocasiones, sin darnos cuenta, sequen nuestra raíz - corazón - e interrumpen nuestra relación directa con Dios. Podíamos preguntarnos, ¿qué tenemos nosotros de cambistas, mercaderes e higuera hoy en nuestro tiempo? Porque, de la misma manera estamos dejando secar nuestra línea directa con Dios y conectando más con las banalidades que el mundo nos presenta.

Posiblemente, nuestra relación con Dios sea bastante superficial y no llega esa agua de Gracia a nuestro corazón - raíz - endureciéndose y secándose hasta el punto de no dar esos frutos que el Señor espera de nosotros. Posiblemente, hayamos enterrado esos talentos que hemos recibido y los hayamos puesto, en lugar de hacerlo al servicio de los hombres y, por tanto, de Dios, al servicio de nuestro egoísmo e intereses.

Y, nos preguntamos, ¿De y para qué nos sirve esto? ¿Para mirarnos en el espejo del tiempo y descubrir que nos sucede a nosotros también hoy? ¿Cómo es nuestra relación con el Señor? ¿Distante, seca, superficial? Y, ¿estamos dispuestos a mejorarle, a bien regarla y abonarla para que dé frutos? La oración y los sacramentos pueden darnos la respuesta.

jueves, 27 de mayo de 2021

JESÚS, SUMO SACERDOTE

 

La experiencia nos dice que las cosas que nos apetece, tanto materiales como espirituales tienen un límite. A nosotros nos gustaría que fuesen infinitas, es decir, que nos saciarán plenamente, pero, no es así. Llegamos a hartarnos y a no poder más. Incluso, a enfermarnos y aborrecerlas si no paramos de consumir. Y, ¿qué ocurre?, pues, volvemos a sentir deseos de consumir, de buscas satisfacciones. Es el caballo de cada día.

Pese a todo, nuestra insistencia y perseverancia consiste en erre que erre. Es decir, en tratar de conseguir ese deseo de satisfacernos plenamente y eternamente. Porque, el tener que dejarlo y volver a consumir nos cansa, nos resulta rutinario y hasta fatigador. Queremos, en definitiva, ser felices siempre. Y esa felicidad que buscamos, Jesús, nos la da en Él mismo, su Cuerpo y su Sangre. 

Él es el alimento eterno y pleno de felicidad y gozo que nos sustenta y mantiene nuestra esperanza siempre en deseos de avanzar y crecer. No hay duda, todos le reconocemos como Sumo y Eterno sacerdote. Desde el primer instante de su vida en este mundo, su misión fue cumplir la Voluntad de su Padre y su entrega al servicio de todos los hombres. Por ellos, por amor incondicional, entregó su Vida.

miércoles, 26 de mayo de 2021

CAMINOS DE AMBICIONES

 

Iban de tras de Él, pero, ¿cuáles eran sus intenciones? Porque, tras acercarse a Jesús le pidieron estar a la derecha e izquierda en su Gloria. Eran los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, que acercándose a Jesús les descubrieron sus intenciones de ocupar los mejores puestos. Y así se lo hicieron saber a Jesús. Ambicionaban poder. Posiblemente, esa intención subyacía en el fondo del corazón de todos.

Por otro lado, sentían miedo mientras seguían a Jesús. No entendía, o quizás no querían entender, que iba a pasar a pesar de lo que les decía Jesús. Sucedía que mientras subían a Jerusalén, Jesús les decía: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará». 

Sin embargo, ellos hacían otras cábalas y no entendieron nada de lo que Jesús les decía. Y en este contexto, camino a Jerusalén, sucede lo comentado anteriormente. Ahora, nos conviene tomar el lugar de los apóstoles y preguntarnos, ahora en plena actualidad y siglo XXI, ¿nos pasa a nosotros algo parecido? ¿Sentimos miedo de confesarle y proclamarle? ¿Queremos y aspiramos a los mejores y más altos puestos?

Meditemos que se esconde en lo más profundo de nuestros corazones y tratemos de confesárselo sinceramente al Señor.