martes, 29 de octubre de 2013

FERMENTAR NECESITA ESTAR DENTRO

(Lc 13,18-21)
  
No se puede contaminar algo desde fuera. Se hace necesario penetrarle y vivir dentro para contagiarlo todo. Esa es la lección que Jesús nos quiere enseñar hoy. El Reino no se puede proclamar desde fuera, porque desde ahí la Palabra no penetra en los corazones. Se hace necesario estar dentro, penetrar en los corazones y contaminarlos de semillas de amor por medio de la Palabra y la vida.

El Papa Francisco nos lo ha dicho, se necesita salir afuera, a los ambientes, a las periferias, a donde se encuentran los corazones desorientados, perdidos en la oscuridad y sin rumbo. Se necesita fermentar, y eso significa penetrar la masa para, desde dentro, fecundarla y dar frutos. Así hace también la semilla, penetra la tierra y echa raíces a costa de su muerte, y crece y crece hasta servir de refugio y alimento.

Así debemos proceder también nosotros. Derramar la Palabra y la vida entre la vida de los hombres para contagiarlos de la Palabra de Dios, Luz que alumbra y salva eternamente. Pero no se nos ocurra proceder aisladamente y por nosotros mismos. Necesitamos la asistencia del Espíritu Santo y la comunidad de la Iglesia para, desde ella y en el Espíritu, dentro del mundo evangelizar con nuestro testimonio y vida.


lunes, 28 de octubre de 2013

ORAR ES REFLEXIONAR CON Y DELANTE DE DIOS PADRE

(Lc 6,12-19)

No cabe duda que toda acción está presidida de una reflexión. Para actuar lo pensamos primero. Incluso en los momentos que ambas cosas, reflexión y acción, casi se superponen, una, la reflexión precede a la acción. Y cuando reflexionamos buscamos luz en nuestro corazón para proceder a actuar bien.

Para un creyente, reflexionar equivale a orar, porque cuando reflexionamos en presencia y delante de Padre Dios, estamos descubriendo nuestra vida y presentándola con todos nuestros proyectos, ilusiones y deseos, así como nuestras necesidades, problemas y dificultades.

Orar y reflexionar se confunden en una petición o reconocimiento de nuestra humanidad limitada y pecadora. Tanto el fariseo como el publicano de ayer hicieron su reflexión. Uno en la mentira y otro en la verdad. Nuestras oraciones deben estar apoyadas en la verdad, porque la mentira la destruye y aniquila. Nuestra vida debe caminar en esa ruta que la oración en la verdad le marca cada día.

Jesús nos enseña con su oración y vida el estilo que debe marcar nuestro camino. Un camino que sólo podemos recorrer apoyados en la oración constante y suplicante y la acción que la propia marcha impone. El trabajo y las responsabilidades que el camino nos trae, nos da los momentos de oración que necesitamos para dar luz a nuestras respuestas.

domingo, 27 de octubre de 2013

LA NECEDAD DE LA APARIENCIA

(Lc 18,9-14)

La mayor parte de nuestra vida es apariencia. Es verdad, por la Gracia de Dios, que aparentamos mucho sin darnos cuenta y sin caer en la cuenta de ello. Porque las apariencias son necedades de nuestra ignorancia y nuestra pequeñez. Somos tan pequeños que, ignorantemente, aspiramos y deseamos ser grandes. Y es entonces cuando aparentamos.

Casi siempre estamos aparentando: aparentamos ser más buenos de lo que somos; aparentamos ser más guapos que lo que somos; aparentamos ser más útiles que lo que somos... Y toda la vida, la mayor parte, nos la pasamos aparentando. De tal forma que, cuando nos mostramos tal como somos aparecen las dificultades (Véase las separaciones matrimoniales y otros).

Eso fue lo que ocurrió entre el fariseo y el publicano. El uno aparentó ser bueno, honrado y cumplidor; el otro se mostró tal como experimentaba ser. El uno fue señalado como fariseo, falso, mentiroso, hipócrita. El otro, reconocido como pobre y miserable, fue perdonado.

Y es que en la vida si nos mostramos tal como somos, tenemos pocas posibilidades de triunfar, de ser aceptado... La vida en ese sentido es una farsa, una mentira, una hipocresía. La vida es una lucha contra corriente. Una lucha entre reconocerme pecador y necesitado de perdón, o de creerme suficiente, fuerte y capaz de dirigir mi propio destino, hasta el punto de mentir si hace falta.

Claro es que necesitamos un mundo donde haya más publicanos que fariseos. Seguro, nos iría mucho mejor a todos.

sábado, 26 de octubre de 2013

LAS CADENAS DE LA CARNE

Lc 13,1-9)

 
El camino de nuestra salvación está marcado por una lucha a vida o muerte. Vida si caminamos injertados en Xto. Jesús; muerte si nos dejamos dirigir y guiar por las apetencias de nuestra carne. Carne que, como muy bien expresaba Fray Nelson Medina, no sólo son nuestras apetencias carnales, sino también las intangibles o espirituales con las que expresamos nuestros sentimientos o emociones.

Así, la envidia, la codicia, el individualismo, la inclinación a desunir, la venganza, la soberbia... son también parte de nuestro cuerpo que nos arrastran y someten. Esta mala tierra que somos si no está abonada y cuidada por la Gracia del Espíritu Santo que las fertiliza, pronto será encadenada y sometida a la esterilidad y la indiferencia. 

Así, no es de extrañar que aquella parra no diese frutos. Pero siempre tenemos la Misericordia de Padre Dios que prolonga nuestro camino en el tiempo y nos riega con la Sangre de su Hijo, con la esperanza de que la próxima cosecha sea fructífera. 

Abramos nuestro corazón para que nuestra mala tierra sea arada y abonada por la Gracia de Dios y podamos dar frutos abundantes.

viernes, 25 de octubre de 2013

APROVECHAR MI TIEMPO

(Lc 12,54-59)

El miércoles 23, en la Eucaristía, el sacerdote celebrante nos dejó abierto un interrogante en la homilía (Lc 12, 39-48). Se limitó a plantear lo siguiente: Si Jesús llegase ahora, a las 6,45', aquí, tal y como estamos todos los que aquí nos encontramos, ¡qué pasaría? ¿Y cómo nos encontraría?

Esa fue aproximadamente la homilía. Permanecimos, luego, un minuto más o menos en silencio y reflexión... Y fue unos instantes muy emotivos, profundos y llenos de santo temor. Es verdad, qué pasaría si Jesús nos sorprende en estos momentos. ¿Estamos preparados?

Minutos después seguía esa pregunta retumbando en nuestro corazón. ¿Qué le presentaría al Señor? ¿Tendría algo para presentarle? Posiblemente, pensamos, tendríamos las manos llenas de fracasos, de errores y apetencias. De pecados y debilidades, pero no los escondemos Señor. Eso te presentamos porque sabemos que Tú buscas nuestra pobreza y enfermedades. Has venido para eso, para sanarnos y salvarnos. Y nosotros, Señor nuestro, queremos dejarnos salvar.

Hoy 25 , se nos cuestiona la sabiduría que ponemos para descifrar e interpretar el tiempo de la tierra y el cielo, pero nos pasa indiferente estos momentos presentes que vivimos. No nos planteamos muchas cosas que ocurren en cada instante y no tomamos partido en ello. Mucha gente sufre; mueren niños asesinados en el vientre de sus madres; hay pueblos oprimidos, marginados...Y nosotros lo pasamos muy bien quizás de espalda a todos esos acontecimientos.

Sin embargo, quizás nos preocupa más si hay lluvias o viento o sol, pero muy poco el final de nuestro camino y destino. ¿Qué pasaría si en este momento nos sorprendiera el Señor? Dejamos también la pregunta abierta...


jueves, 24 de octubre de 2013

SER PACIENTE

(Lc 12,49-53)

No es fácil soportar la impaciencia de no tener paciencia. Se necesita aplomo y serenidad para llenarse de paciencia y aguantar los impulsos de responder a aquello que consideramos injusto, falso a que no actúa en justicia y verdad. Jesús se nos muestra hoy impaciente y con deseos de ver el mundo ardiendo e inquieto por establecer un mundo vivido en justicia y verdad.

Él ha venido para eso: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! Jesús nos testimonia su impaciencia, pero nos enseña a ser pacientes a la Voluntad del Padre.

El Reino de Jesús es un Reino dividido. Dividido entre aquellos que viven en la injusticia y la hipocresía y en la mentira y la apariencia, frente a los que luchamos para que reine la justicia y la verdad. Es un Reino donde no cabe la pasividad, la indiferencia, el quitarse y dejar que los otros hagan y tú critiques. Es un Reino de justicia, de amor y de paz. Y eso exige esfuerzo, lucha y trabajo, pero nunca solo sino arropados y apoyados sabiendo que Jesús está con nosotros y nos asiste el Espíritu Santo.

¡Ánimo y quema tu vida por amor!

miércoles, 23 de octubre de 2013

MI PÚBLICO ES MI PADRE DIOS

(Lc 12,39-48)

Estamos acostumbrados a esforzarnos y tratar de hacer las cosas bien cuando sentimos la mirada de quienes nos vigilan o contemplan nuestro trabajo. Pero cuando esa mirada desaparece o nadie nos observa, nuestro interés decae y nuestro esfuerzo decrece. Trabajamos solo aparentemente o para ser contemplados. O mirado de otra forma, ponemos empeño y entusiasmo cuando nos vigilan o nos contemplan.

Hoy Jesús nos advierte de que nuestro ser y obrar sea así. Nos exhorta a trabajar y poner empeño en nuestro trabajo, aun en la ausencia de nuestro amo o  administrador. Porque ese es nuestro cometido, y porque el amo o administrador se presentará cuando menos lo esperemos.

Debemos actuar siempre, incluso en la ausencia de toda mirada, como si nuestra obra fuese contemplada por un afinteatro lleno, pues nuestro verdadero público es la Mirada de nuestro Padre Dios. Él siempre está a nuestro lado y nos acompaña en todo nuestro ser y obrar. Él nos mira y sabe de nuestros esfuerzos y trabajos. De nada nos vale aparentar delante de los que nos vigilan o miran, y bajar la guardia cuando nos sentimos solos y sin vigilancia de ninguna clase.

Pidamos al Padre que seamos siempre fieles en cumplir su Voluntad. Voluntad que pasa por cumplir con nuestro trabajo en todo momento y situación.