lunes, 26 de mayo de 2014

¿QUÉ ALEGRÍA EL SABERNOS DEFENDIDOS Y FORTALECIDOS!

(Jn 15,26—16,4)


No estamos solos porque Jesús nos ha prometido el Paráclito, defensor, que nos protege, aconseja, defiende, guía y con el que nunca seremos vencidos. Jesús no nos deja solos ni desprotegidos en las garras del Maligno que nos persigue y amenaza con tentarnos y perdernos.

«Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Estamos en buenas manos porque el Espíritu procede del Padre y nos  guía en Verdad y Justicia. Eso nos hace a nosotros estar en el mismo Espíritu de Jesús y dar también testimonio de su Palabra.

Experimentaremos y sufriremos el mismo camino que sufrió Jesús porque el mundo no conoce al Padre ni al Hijo, y le rechazarán y pensarán que al hacerlo le dan culto. Pero ya estamos advertidos por el mismo Jesús y sabemos que nos ocurrirá, precisamente porque, ya se nos ha dicho, el siervo no es superior al maestro. Por eso recibimos hoy la promesa del Espíritu Santo para fortalecidos, animados, consolados y llenos de su Espíritu poder superar y soportar todas esas adversidades.

El Espíritu del Señor vive en nosotros, nos fortalece y consuela para soportar y superar todas las pruebas que nos dificultan el camino del desierto de nuestra propia vida.

domingo, 25 de mayo de 2014

NO NOS QUEDAMOS SOLOS

(Jn 14,15-21)


Jesús vive y está con y entre nosotros. Esa es la primera experiencia que experimenta el creyente: El Espíritu de la Verdad está con nosotros y nos acompaña para siempre. Jesús ha vuelto al Padre, pero nos ha dejado la promesa de que volverá. Pero no nos ha dejado solos sino que el Paráclito, El Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre de Jesús nos guiará hasta su regreso.

Jesús no nos deja huérfanos sino que nos deja en Manos de su Espíritu y en Él nos unimos para cumplir sus mandamientos en el amor. El Espíritu unifica a la Iglesia en Cristo, y a los creyentes los hace hombres de comunión. El mundo no le conoce y se cierra a su acción y se disgrega y enfrenta. No hay comunión cuando el Espíritu de Jesús no vive en el hombre.

Así nos parece utópico ponernos de acuerdo, ser fraternales y vivir en paz. Así nos parece utópico que se erradique el hambre del mundo, la guerra y las muertes de los más pobres e indefensos. Si el hombre no abre su corazón al Espíritu de Jesús no puede amarle ni conocerle y no encontrará la paz ni el verdadero amor donde se esconde el eterno gozo y la plena alegría.

Abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo es abrirnos al estilo de vida de Jesús y guardar sus mandamientos. ¡Ven Espíritu Santo y llénanos de Ti!.


sábado, 24 de mayo de 2014

LLENOS DEL ESPÍRITU DE JESÚS PARA DAR A CONOCER A DIOS



Sabido que no se puede dar sino lo que se tiene. Luego para dar a conocer a Jesús, el Hijo de Dios vivo, hay que estar primero llenos del Espíritu de Jesús. Y estar lleno del Espíritu DE Jesús es hablar con Él, intimar con Él y llevarle como mejor amigo en el corazón. Y cuando eso es así ocurre que lo presentamos en todas partes.

Estar llenos del Espíritu de Jesús es caminar a su lado tratando de vivenciar su Espíritu en cada instante de nuestra vida. Es amar todo lo que me rodea, porque Él me ama y, en Él, mi mayor gozo será amarlo. Descubrir que acercarme a la vida de los demás es descubrir un gozo superior que me hace inmensamente feliz como jamás había soñado.

Estar lleno de su Espíritu es experimentar los mismos rechazos, sufrimientos, persecuciones y amenazas que recibió Él, porque el siervo no es superior a su amo. Estar lleno del Espíritu de Jesús es vivir apasionadamente la experiencia de saberte salvado y eternamente gozoso.

viernes, 23 de mayo de 2014

AMIGO ES AQUEL QUE QUIERE LO MEJOR PARA TI

(Jn 15,12-17)


Habría que definir que es lo mejor para mí, porque aparentemente hay cosas que pareciendo buenas tienen malas consecuencias y resultan ser muy malas y dañinas, A nadie se le esconde que las apariencias engañan, y una cosa es ser y otra es aparentar ser.

Todos, por propia experiencia, sabemos que bueno para cada uno es aquello que coincide con la verdad. A nadie nos gusta mentir, y menos que nos mientan. Todos tenemos un corazón que se compadece de aquellos que padecen, que sufren o que pasan necesidades. ¿Por qué ocurre eso? Sería bueno que cada uno intente responder a esa interesante pregunta.
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Sucede también que hay cosas que, aunque nos gustan y apetece, sabemos que pueden ser nocivas y malas para nuestro bien. Lo experimentamos, pero ocurre que se nos hace difícil renunciar y quedamos atrapados en sus redes. Conocemos el antídoto, pero necesitamos voluntad y fuerza para aplicarlo y superar esas inclinaciones que nos someten.

El verdadero amigo es aquel que nos aconseja bien y que, aunque aparentemente sea duro y confuso lo que nos aconseje, al final siempre resulta que es lo mejor y lo que más nos conviene. Porque busca nuestro bien y está dispuesto hasta dar la vida para procurárnoslo.

Ese amigo, aunque nos parezca imposible, existe. Es Jesús de Nazaret y estas son sus propias Palabras: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando (Jn 15,12-17).

jueves, 22 de mayo de 2014

EL PADRE SIEMPRE NOS ESPERA. ES LA PRUEBA DE SU AMOR

(Jn 15,9-11)

En la parábola del hijo prodigo Jesús nos presenta el inmenso amor que el Padre nos tiene. A través de la parábola nos describe como nos trata el Padre, su delicadeza y respeto a nuestra libertad y su justicia de dejarnos obrar según nuestros deseos. 

El Padre nos quiere inmensamente y busca sobre todo nuestro bien. Nos ha creado y comparte su Casa con sus hijos, pero no nos somete ni nos impone su amor. Nos ama incondicionalmente, así que ante la petición del hijo accede a pesar de saber que el hijo se equivoca. Es un Padre bueno que busca nuestro amor sin aprovecharse de comprarlo. Quiere que le correspondamos libremente y voluntariamente.

Así nos ama también el Hijo. Hoy, en el Evangelio, Jesús nos lo dice claramente: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Permanecer consiste en estar dispuestos a guardar sus mandamientos. Guardándolos estamos permaneciendo en y con el Señor. 

Pidamos la sabiduría y voluntad de permanecer en el Señor precisamente en estos tiempos convulsivos en los que se tiende a cambiar y a tomar decisiones que quizás contradicen a los mandamientos del Señor.


miércoles, 21 de mayo de 2014

¿A DONDE VOY SIN TI, SEÑOR?

(Jn 15,1-8)


Mis frutos sin tu Agua, Señor, serán frutos sin sabor, insípidos y finitos. Frutos perecederos y sin el gusto de la alegría y el gozo. Frutos que dejan olor a vacío y podredumbre y que florecidos se corrompen en el tiempo y el sin sentido. Por eso, Señor, mis frutos tienen que venir de tu cultivo de amor y del riego de tu Savia de Gracia que me alimenta y me fertiliza.

Necesitamos permanecer en el Señor, porque sin Él nada somos ni nada podemos hacer. Nos lo dice Él mismo, y nos lo corrobora nuestra propia experiencia. Todo lo que sale de nosotros es caduco y perece. Nuestros frutos serán frutos caducos y perecederos. Solo en Él daremos frutos de vida eterna. Frutos de verdadero Amor porque están regados con su Gracia.

El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.Son Palabras de Jesús que nos previenen y nos invitan a caminar injertados en Él. Porque por nuestra cuenta estamos perdidos. Ocurrió con nuestros primeros padres y nos ocurre también a nosotros. Somos tentados por el demonio a caminar por nuestra cuenta creyéndonos suficientes y no necesitados del Señor.

Pidamos tener en cuenta la Luz que nos ilumine para tomar conciencia que sin el Señor nada conseguiremos. Y pidámosle al Espíritu Santo que nos oriente y nos lleve por el camino de permanecer injertados como sarmientos en la Verdadera Vid que es el Señor Jesús.

martes, 20 de mayo de 2014

APARENTEMENTE SOLOS


(Jn 14,27-31a)

El Señor se va, nos lo dice para que no nos sorprenda su aparente ausencia cuando le echemos en falta. Nos deja su Paz y también la promesa de que volverá a nosotros, por eso lo de aparente soledad. Pero nos previene que vamos a estar frente al Príncipe del mundo y no debemos perder la paz, porque el Espíritu Santo estará asistiendo, impulsándonos y dándonos fuerza para superar la lucha.

El camino es de lucha y de cruz. El Maligno tiene permiso para atacarnos. Por el pecado estamos sometidos y tocados, pero no muertos. La Cruz, por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, nos salva y en el Espíritu Santo tenemos nuestro mejor aliado para salir victorioso de los ataques de Satanás. El Señor se va, pero nos promete volver, y espera que le seamos fieles y nos da su Gracia para que podamos lograrlo.

Ahora se comprende todo. Nos ha invitado a pedir y prometido que se nos dará; en su nombre el Padre nos ha enviado al Espíritu Santo para que nos proteja, conforte y ayude; nos ha dejado su Iglesia en el colegio apostólico para que, unidos en Él, nos apoyemos y fortalecemos. 

Y, sobre todo, nos ha dejado su Paz para que injertados en Él nada nos turbe y nos pierda. Porque sólo Él tiene poder para vencer al Príncipe de este mundo.