jueves, 8 de abril de 2021

EN EL CAMINO DE MI PROPIA EXPERIENCIA

 

Me identifico con aquellos dos discípulos de Emaús. Y, digo que me indentifico porque, de alguna manera experimento lo mismo que ellos, ese ardiente deseo interior del corazón que arde al escuchar su Palabra y descubrir su presencia en mis actos de cada día. Experimentar gozo y alegría delata su cercanía y presencia hasta el punto de dar la vuelta y emprender el camino de regreso contrario a ese Emaús resignado y desencantado.

Descubrir que tu corazón arde en deseos de vivir esa Palabra que llega a lo más profundo de su existencia y te llama a seguirle, a anunciarle y, hasta el extremo de responder a ese compromiso contraído desde la hora de tu bautismo, es la prueba de que Jesús se hace presente en mi vida y me anima a seguir adelante. Es ese Espíritu de Dios que me mueve a descubrir en cada instante de mi vida su presencia. Es mi camino de Emaús.

Y, experimento que mis primeras reacciones espontáneas y repentinas se encaminan a tenerle presente en todos los actos de mi vida. Él está presente en mi vida y su Palabra enciende mi corazón, me activa y me remite a Él. Jesús se nos presenta en nuestro propio y singular camino de Emaús. Se hace presente en tu vida de búsqueda, de encuentro y de deseo de experimentarle. Indudablemente, es Él quien nos busca primero, pero nos respeta y desea tu colaboración desde la libertad que te ha dado.

Solo se manifiesta a aquellos que le buscan, tanto de palabra como con los actos de su vida. Aquellos que de alguna manera manifiestan en su camino el deseo de encuentro con Él. La pregunta que nos podemos hacer es: ¿soy yo uno de esos?

miércoles, 7 de abril de 2021

TAMBIÉN TÚ CAMINAS HACIA EMAÚS

Lc 24,13-35

He de confesar que en muchos momentos de mi vida he sentido deseos de retirarme, de entender la andadura de mis últimos años como un dulce retiro de gozo y comodidades que mis posibilidades me puedan permitir. Y confieso que esa era la forma que había pensado y concebido como el ideal de mi jubilación. Sin embargo, sin darme cuenta y, como llevado por un impulso interior - Espíritu Santo - me he sentido envuelto en una dinámica diferente, comprometida y sin apenas tiempo de reposo y de relajamiento.

Mi huida a mi Emaús particular se ha visto interrumpida por un compromiso progresivo de anuncio, tanto escrito como de palabra, de la Buena Noticia. Y ese compromiso me ha despojado de asentarme en mis comodidades y placentera vida. No puedo decir cómo fue ni cómo empezó. Por eso, pienso y creo que ha sido obra del Espíritu de Dios que me ha ido llevando donde, a pesar de las dificultades y obstáculos, yo quería estar.

No cabe ninguna duda que Jesús Resucitó y que se les presentó a aquellos dos discípulos que habían arriado su fe y regresaban de vuelta a su aldea de Emaús. Y su presencia bastó para que sus corazones ardieran de nuevo encendiendo su fe. Porque, Jesús se presenta y se descubre a aquel que de alguna manera le busca, le llama y quiere seguirle. Esa creo que es la razón de que se me haya presentado a mí también en mi vida. No tan claramente como a aquellos discípulos camino de Emaús, pero sí, poco a poco, en el camino de mi vida indicándome y señalándome la senda por donde debo ir.

Y lo experimento en estos momentos con gozo y alegría. Entiendo y veo que de haber ido por otro camino, creyendo que iba a encontrar la felicidad que todos buscamos, me habría equivocado. La verdadera felicidad se esconde detrás del esfuerzo, del sacrificio y del amor generoso y entregado gratuitamente a los demás, buscando precisamente su bien.  Y Emaús significa lo contrario.

martes, 6 de abril de 2021

ENCUENTRO CON EL SEÑOR

Jn 20,11-18

En repetidas ocasiones, ¡iluso de mí! he pensado, sobre todo en las horas de la noche, antes de acostarme, que el Señor, repentinamente, se me aparece. Supongo que son productos de mi imaginación influida por películas y lecturas. Pienso, también, que me asustaría y que no sabría exactamente que decir ni que pensar. Ni siquiera si realmente es el Señor. Imagino que si me llama por mi nombre pensaría que es el Señor. ¡Ilusiones e ilusiones que son más de cierta inmadurez que madurez!

Es cierto, y así lo creo, que en la medida que compartes tu fe y anuncias al Señor a través de tu vida y tu palabra desde tu forma de estar y actuar en tus ambientes tanto familiar como laboral y social, tu fe se fortalece y aumenta. Y no digamos si participas en la parroquia en labores pastorales. La fe es un proceso lento que necesita sembrarse para crecer y aumentar. Es, fundamentalmente, un don de Dios, pero, un don que necesita de tu colaboración y esfuerzo.

No en vano se te ha dado la libertad con el fin de que tú decidas. Síntoma de que Jesús Vive es que, tanto tú, como yo lo buscamos. Todos, de alguna manera, lo buscan aunque muchos sean inconscientes o no se den cuenta de que lo hacen. Y, más cierto todavía que a un muerto no se busca. En todo caso, se recuerda. Eso significa que buscar un encuentro con Jesús es buscar a Alguien que Vive, pues, solo se busca al que Vive.

Y esa es la pregunta que nos podemos hacer de hoy martes. Realmente, ¿buscamos al Señor? ¿Queremos estar y quedarnos con el Señor? ¿Le abrimos nuestro corazón para que se quede en nuestro interior como centro y motor de nuestra vida? Como puedes ver, de ti dependerá que tu encuentro con Jesús de Nazaret sea una realidad, porque, Él ha Resucitado.

lunes, 5 de abril de 2021

ES OBVIO, NO SE PUEDE NEGAR TU RESURRECCIÓN, SEÑOR

(Mt 28,8-15

Muchas veces me he quedado perplejo ante la evidencia de aquellos que niegan la Resurrección del Señor. Y me digo que será porque el admitirla le supondrá un cambio en el camino de su vida que no están dispuesto a dar. Por tanto, muchos consideran mejor quedarse quietos, instalados y establecidos en sus comodidades, apetencias y situación. ¡Como siempre!, serán los pobres, los que sufren y lo pasan mal aquellos que le buscarán.

Y eso fue lo que realmente sucedió, aquellas mujeres, los apóstoles no se atrevían, fueron al sepulcro a derramar sus lágrimas y a descargar sus emociones y sufrimiento que les suponía la pérdida del Maestro. Un Maestro que les había llenado sus vidas de esperanza y de gozo. Sin embargo, aparentemente todo parecía haber acabado. En ese contexto, aquellas mujeres se dispusieron acercarse al sepulcro con la intención de limpiarlo, poner flores y perfumarlo. 

Podemos suponer e imaginar la sorpresa que pudo suponerles no encontrarlo. Lo primero que viene a nuestra cabeza es que se lo han llevado. Y eso deja claramente que no habían entendido nada de lo que Jesús les había dicho. Ahora, ¿lo entendemos nosotros? Porque, ¿es posible pensar que alguien se lo ha llevado? Los sumos sacerdotes sobornaron a los guardias para que dijeran que sus discípulos lo habían robado. Y los discípulos pensaron que habían sido los que se resistían a creer en Él.

¿Y qué sucedió? ¿Es posible que con tantos adelantos y avances no se haya podido encontrar los restos de Jesús? ¿Tan lejos, en tan poco tiempo, se puede esconder un cuerpo que no se pueda encontrar? Se descubren civilizaciones, restos arqueológicos y esqueletos milenarios, ¿y no se descubre el cuerpo de Jesús?  Es disparatado y absurdo no aceptar que verdaderamente Jesús ha Resucitado. El mismo se ha encargado de anunciarlo a aquellas mujeres que iban de regreso, asustadas, a comunicar su desaparición. Y la sorpresa les envolvió de alegría y esperanza.

Corrieron a anunciar que Jesús había Resucitado y se convirtieron en las primeras anunciadoras de la Buena Noticia. Entonces entendieron que Jesús se los había anunciado ya, al tercer día Resucitaría. Y, por supuesto, está entre nosotros.

domingo, 4 de abril de 2021

¡HA RESUCITADO!

Jn 20,1-9

La muerte ha sido vencida y el triunfo, a pesar de los prolegómenos de incertidumbre, tristeza y dolor, se manifiesta en una alegría desbordante y en una esperanza que nos llena de gozo y fortaleza. Pero, podemos preguntarnos: ¿A quién seguimos? ¿A un muerto? ¡Indudablemente, eso sería un disparate absurdo y absoluto! ¡Está fuera de todo sentido! ¡Mi Dios es un Dios Vivo!

Un Dios eterno y un Dios que da Vida eterna. Precisamente, hoy, celebramos eso, el triunfo de un Dios, encarnado en naturaleza humana - hecho hombre - que triunfa sobre la muerte. Él, el Camino, la Verdad y la Vida, ha vencido a la muerte, al pecado y ¡ha Resucitado! Hoy nuestra alegría se transforma en esperanza y gozo que se eternizan para gloria de Dios.

Es posible que no entendamos, pero, ¿acaso no bulle dentro de nosotros - en nuestros corazones - un halito de eternidad? ¿Y eso por qué? ¿Es posible que no nos preguntemos quién ha puesto ese hálito de esperanza eterna en nuestros corazones? ¿No es esa la chispa - alma -  de eternidad que sentimos dentro de nosotros? 

Todo empezó con nuestro Bautismo. En esa hora nos revestimos de esa vestidura blanca - vestido para la boda (Mt 22, 11-12) - que nos hace hijos de Dios y nos vigoriza para cumplir con nuestro compromiso bautismal de hijos y discípulos. ¡Sin lugar a duda, Jesús, el Señor ha Resucitado! Y su presencia nos fortalece y nos anima en el recorrido de nuestra vida hasta la hora de compartir nuestra muerte a los pies de su Cruz.

sábado, 3 de abril de 2021

ESPERANZADOS Y EN SILENCIO

 

No hay palabras para expresar estos momentos de esperanza. Porque, a pesar de su olor a tragedia y muerte, se esconde una esperanza de Resurrección y vida. Cristo ha Muerto, pero, muere para dar paso a una nueva Vida, a la Vida Eterna en plenitud de gloria. Llevamos la ventaja del paso de la historia, y, sabemos por ella, que el Señor muere por nosotros y Resucita para darnos esa vida nueva que nos eterniza en gozo y plenitud en la gloria del Padre.

Siguiendo las Escrituras, sabemos que aquel día, Jesús prometió al buen ladrón que estaría en su Reino aquel mismo día. Y esa promesa debe también ser motivo de esperanza para todos nosotros, que le seguimos y creemos en su Palabra. También, tenemos la ventaja de saber que Jesús Resucitó y Vive entre nosotros. Porque, los apóstoles, como las mujeres que le acompañaban, desconocían esa prometida resurrección. Se les había dicho por el mismo Jesús, pero, no se habían enterado. Quizás, porque no habían escuchado con atención o por falta de fe.

Puede sucedernos lo mismo a nosotros. Oímos muchas cosas al respecto; vemos muchos documentales que nos hablan de lo ocurrido; por la Iglesia conocemos su Palabra en las Escrituras, pero, en realidad, ¿creemos? ¿Creo que Jesús entregó su Vida para que me diera cuenta de su Amor y de que solo muriendo a mis egoísmos, mis intereses y apetencias puedo encontrar el camino de la paz y de la fe que me salve y me dé esa Vida Eterna de la que me habla Jesús?

De eso se trata. Simplemente de eso. La muerte, que hoy celebramos, no significa nada más que el paso para la Vida. Y en eso nos va también a nosotros la Vida. Una Vida plena de gozo y felicidad eterna. En realidad, si miramos bien interiormente, la llevamos impresa y sellada dentro de nuestros corazones. ¿Cómo es posible que no nos demos cuenta?

viernes, 2 de abril de 2021

Y TÚ, ¿CON QUIÉN ESTÁS?

Jn 18,1—19,42

Es un día y una hora santa para mirarnos interiormente y tratar de vernos tal y como somos y actuamos a lo largo de todo el año. Preguntarnos, ¿con quién estamos? sería una pregunta que nos puede ayudar como punto de apartida y reflexión para este día concreto y con perspectiva de todo el año.

Porque, no se trata de ponerme al lado del Señor simplemente estos días santo, sino, lo importante y fundamental, que estos días nos sirvan de prolongación todo el año y todos los días de nuestra vida santificándolo. Se trata, pues, de tomar una decisión y sostenernos en una actitud de perseverancia y permanencia en su Palabra y estilo de Vida: Amarle sobre todas las cosas y al pobre, necesitado y marginado como te amas a ti mismo.

En el fondo es tomar un postura coherente y decidir en qué lado estoy, si con el mundo o con el Señor. No puedo negar que durante la mayor parte del año paso el tiempo algo distraído y quizás no tan consciente de la presencia de Dios en mi vida. Estos días en los que celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor - Triduo Pascual - deben ayudarnos a esa toma de conciencia diaria de cada día del año.

Experimentar que te estancas es muy malo y negativo. Caminar con Jesús significa avanzar en tu camino de perfección. En, con y por Él nuestra vida tiene que perfeccionarse y aumentar en fe y amor. Y eso es lo que pretendo e invito a todos a intentar. Para ello se hace necesario resistirnos a los falsos encantos que nos ofrece el mundo, todos pasajeros y caducos, y sumergirnos en los valores de la belleza, verdad, libertad, justicia y amor. Una Amor del que la referencia es el Señor. 

Precisamente, en estos días celebramos ese Amor que se manifiesta de forma hermosa y expresiva en entregar su Vida por cada uno de nosotros.