miércoles, 27 de noviembre de 2013

TODO SUCEDE PARA GLORIA DE DIOS

(Lc 21,12-19)


No cabe duda que cuando las aguas bajan mansas y apacibles, la vida parece quedarse quieta y nada sucede. Todo parece sin movimiento y en paz. Conviene que haya alguna alteración para llamar al orden y a la buena disposición. Todo debe estar ordenado como el Creador, nuestro Padre Dios, ha dispuesto.

Me parece acertado las palabras de mi buen amigo Néstor Alamo cuando dice: "creo que estas cosas son oportunidades para formarnos y evangelizar-formar a tantas personas que no se llegan a dar cuenta de cómo les cuelan el sapo por debajo de la puerta".

Jesús nos advierte hoy en el Evangelio de estos sucesos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio.Y a continuación nos alienta y anima: Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.

Y en eso estamos, descansados en su Palabra y su promesa, nos atrevemos a proclamar su Mensaje en este universal mundo de la Blogosfera. Nos ponemos en sus Manos y tratamos de defender nuestra fe, que es nuestra confianza en Él, transmitiendo y contagiando, por su Gloria y en su Espíritu, la Verdad que todos los hombres buscan y les interesan, aunque, aparentemente, son confundidos y engañados por las vanidades de este mundo.

martes, 26 de noviembre de 2013

LAS SEGURIDADES NOS ESCLAVIZAN

Lc 21, 5-11

Siempre queremos y deseamos estar seguros. Buscamos salvarnos y asegurar esa salvación. Es nuestra máxima preocupación. Nuestra vida está llena de propuestas de seguros, de alarmas, de previsiones, de ahorros, de mil y una forma como asegurarnos ante los imprevistos y tragedias. Vamos atados con un cinto de seguridad que nos impide caminar.

Sin embargo, la Palabra de Dios nos dice hoy que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido y nada quedará. Eso no significa que procuremos prevenir y asegurar nuestras cosas, pues el sentido común nos dice que no se puede vivir de forma alocada y sin ninguna prevención. Hay accidentes, tragedias, enfermedades y problemas que salen al paso de nuestra vida y a los cuales es necesario hacerles frente.

Pero una cosa es hacer lo necesario respecto a eso, y otra es vivir sólo para eso y pensando en eso. Porque al final nada de eso quedará. De nada nos va a servir tener para luego quedarnos sin nada. Todo tendrá su fin y habrán señales que lo irán descubriendo, pero el final no vendrá enseguida.

Y mientras se llegue a ese final, nosotros debemos seguir nuestro camino poniendo más atención en la Palabra de Dios, que nos libera y nos desapega de tantas cosas que nos limitan y atenazan, y que durará eternamente, que en las cosas de este mundo que acabarán destruidas.

lunes, 25 de noviembre de 2013

NO IMPORTA LA CANTIDAD SINO LA CUALIDAD


(Lc 21,1-4)


No es mejor quien hace más cosas, sino quien las hace de corazón. No se trata de cuantificar ni de poner precio a las cosas, sino de valorarlas por sus buenas intenciones y la bondad de sus actos. Así, lo importante no es la cantidad, sino la cualidad.

Aquellos ricachones ponían sus dineros copiosos en el platillo para ser vistos y para quedar como verdaderos mecenas ante los demás. Era dinero que les sobraba y que, quizás habían ganado con el sudor de otros, pero sus intenciones no eran compartir sino repartir algo de lo que tenian mucho. Sus apariencias de buenas personas quedaba al descubierto por la sabiduría de Jesús que así lo advierte.

Sin embargo, aquella pobre viuda, que muy poco tenía, comparte lo que tiene y lo hace con la sana y buena intención de compartir con los que no tienen. Y eso queda reflejado a la luz de la mirada de Jesús. No importa lo que hagas, porque tu corazón es contemplado por la mirada de Dios, y en él está escrito tus buenas o malas intenciones.

Todo emergerá a la luz, y tanto lo escondido como lo aparentado serán puesto encima de la mesa. Así que mejor actuar con el corazón y no con las apariencias. Y, suele suceder, las grandes obras empiezan por pequeñas acciones que, en el trascurso del tiempo, se convierten en hábitos y buenas actitudes.

domingo, 24 de noviembre de 2013

ENVIDIA SANA

(Lc 23,35-43)


Ser envidioso es malo, sobre todo porque la envidia, como dice San Agustín, es la causa que produce la soberbia. Pero en este caso, no es una envidia ensoberbecida, sino del deseo de ser llamado por Jesús a estar con Él: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Porque esa es nuestra meta, el final de nuestro camino: "Llegar a estar con el Señor para siempre". Y nos parece fácil como lo logró el buen ladrón: Unas simples palabras y ya está. Sin embargo, el profundo arrepentimiento y acto de fe que se libró dentro de su corazón tuvo que ser durísimo y fuerte. No cabe duda que ahí intervino el Espíritu Santo, pero sus intervenciones siempre están precedidas por la libre aceptación y disposición de tu propia libertad.

Porque, por la Gracia de Dios, somos libres, y esa libertad la respeta el Espíritu totalmente. De forma, que si tú no quieres, Él no entra. Así que previamente a su acción, podemos aceptar o no. Y esa es la grandeza del buen ladrón. Mientras el otro rechazaba que Jesús aceptará su Pasión y Muerte, y le tentaba a liberarse y liberarlos, él reconocía sus pecados y pedía su Misericordia.

Una vez más, el Espíritu nos señala el camino por donde debemos caminar para encontrarnos con el Señor. 

sábado, 23 de noviembre de 2013

CUANDO TRATAS DE JUSTIFICARSE

(Lc 20,27-40)

Es lo que sucede cada vez que nuestra soberbia o suficiencia nos impide aceptar la verdad. Queremos dominar y saber más que la Verdad. No nos sometemos a ser dominados. Queremos imponernos. Y es cuando aparece nuestro incosciente autoengaño: "Nos autoengañamos", y buscamos ejemplos o situaciones que nos puedan explicar como tenemos razones para pensar y creer de esa forma.

No es, este nuestro mundo, igual al mundo, por llamarlo así, que estamos llamados. No sabemos, ni podremos saber que nos tiene Dios preparado. Sería, de saberlo, limitar la sabiduría de Dios, y nuestro Padre Dios es Omnipotente e Infinito, y no podemos abarcarlo ni llegar a comprenderlo. Menos entender como seremos o estaremos en el otro mundo.

Aceptamos, por nuestra fe y confianza en su Hijo Jesús, lo que Él nos dice con su Palabra: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

El Señor tiene Palabra de Vida Eterna.

viernes, 22 de noviembre de 2013

TAMBIÉN HOY HAY PROFETAS QUE NO QUEREMOS VER


(Lc 19,45-48)

Todos los tiempos han sido tiempos de profecía. El camino de salvación está marcado por los designios de Dios que nos va guiando hacia Él. Y cada momento de la historia de ese camino está alumbrado por voces que, en el Espíritu Santo, han gritado y descubierto la vereda por donde se debe ir.

Hoy, yo no me atrevo a señalarlo, hay también voces dentro de la Iglesia o fuera de ella, que gritan y hacen gestos de orientación por donde debe transcurrir el camino hacia la Casa del Padre. De tomar otra vereda podemos perdernos y retrasar nuestra llegada a la verdad o perderla para siempre.

Debemos estar muy atentos, avivar nuestros oídos y encender nuestra escucha, pero sobre todo dejar guiarnos por el Espíritu que sopla y se mueve por y en donde quiere.  Mi Casa es Casa de oración, pero quizás nosotros la estamos convirtiendo también en casa de nuestra oración, no la que quiere el Padre.

Porque orar es dejarnos hacer y actuar en la Voluntad de Dios, no en la nuestra.

jueves, 21 de noviembre de 2013

UN MUNDO DE LÁGRIMAS, PERO TAMBIÉN DE ESPERANZAS

(Lc 19,41-44)


No cabe duda que el mundo en el que vivimos lo podemos mirar desde diversos ángulos o ventanas, que nos depararán diferentes vistas y perspectivas. Así, descubrimos un mundo lleno de resentimientos, de odio, de luchas fratricidas, sangrientas, de guerras y enfrentamientos consecuencias del poder y la ambición.

Pero también, un mundo donde las apariencias y los egoísmos hacen su papel de corrupción, de fraudes, de mentiras, de explotaciones, sometimientos, esclavitudes, desuniones, abortos, eutanasia...etc. Un mundo que no hay por donde cogerlo. 

Apoyados en esa ventana y viendo lo que vemos, nuestras lágrimas inunda nuestras mejillas y sentimos decepción y compasión. Sin embargo, hay otra ventana que nos inunda de esperanza y de luz. Jesús, el Hijo de Dios vivo, ha pagado con su Compasión y Misericordia, entregando su Vida, el precio de la paz; el precio de la concordia y la fraternidad; el precio para que los hombres descubran donde se encuentra lo que tanto buscan en lugares de muerte; el precio del Amor que nos salva.

Lloremos de alegría y de esperanza, porque en, por y con Jesús hemos visto la Luz de nuestra salvación.