(Lc 19,41-44) |
No cabe duda que el mundo en el que vivimos lo podemos mirar desde diversos ángulos o ventanas, que nos depararán diferentes vistas y perspectivas. Así, descubrimos un mundo lleno de resentimientos, de odio, de luchas fratricidas, sangrientas, de guerras y enfrentamientos consecuencias del poder y la ambición.
Pero también, un mundo donde las apariencias y los egoísmos hacen su papel de corrupción, de fraudes, de mentiras, de explotaciones, sometimientos, esclavitudes, desuniones, abortos, eutanasia...etc. Un mundo que no hay por donde cogerlo.
Apoyados en esa ventana y viendo lo que vemos, nuestras lágrimas inunda nuestras mejillas y sentimos decepción y compasión. Sin embargo, hay otra ventana que nos inunda de esperanza y de luz. Jesús, el Hijo de Dios vivo, ha pagado con su Compasión y Misericordia, entregando su Vida, el precio de la paz; el precio de la concordia y la fraternidad; el precio para que los hombres descubran donde se encuentra lo que tanto buscan en lugares de muerte; el precio del Amor que nos salva.
Lloremos de alegría y de esperanza, porque en, por y con Jesús hemos visto la Luz de nuestra salvación.
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