martes, 18 de noviembre de 2014

RESPONDER COMO ZAQUEO

(Lc 19,1-10)

Me gustaría responder como Zaqueo. Es decir, ser como Zaqueo, porque él marca las tres actitudes que  se necesita para quien quiera creer en Jesús. Primero, Zaqueo busca, se interesa y prioriza ver a Jesús. Quizás provocar un encuentro con Jesús. Jesús, que anuncia su venida a Jericó, ocupa la prioridad y el interés de Zaqueo. Pone en funcionamiento su astucia y encuentra la manera de situarse frente a Jesús.

Podríamos preguntarme si yo estoy en esa misma dinámica. ¿Busco ver y conocer a Jesús? ¿Mi interés es tal que estoy dispuesto hasta hacer el ridículo si hace falta por colocarme en situación de ver a Jesús? ¿Supera mi interés por ver a Jesús mis respetos humanos y vergüenzas? Son preguntas que exigen respuestas tal y como las resolvió Zaqueo.

La segunda actitud: Ante la llamada de Jesús, que posiblemente sabía del interés de Zaqueo, responde de inmediato sin titubeos. Jesús responde a sus esperanzas y expectativas, y gozoso y alegre baja del árbol y acepta la auto invitación que Jesús le hace de ir a comer su casa. Su corazón está alegre y parece que ha encontrado al que buscaba. ¿Respondemos nosotros así al Señor? ¿Estamos alegres de ser llamados y a aceptarlo a comer en nuestra casa? ¿Le abrimos nuestro corazón?

Y tercera actitud: Zaqueo no se queda por las ramas. Baja y toma un nuevo rumbo. El encuentro con Jesús le despierta su fe, y su fe le exige cambiar. Y cambia. Su corazón, huraño y egoísta hasta ahora, se vuelve generoso, desprendido y justo. Y actúa, es decir, ama, porque amar es el compromiso de ser desprendido para compartir con los demás.

No basta la fe si, a la par, no la llevamos a la vida, no transforma nuestro corazón. Una fe sociológica que no nos hace más verdaderos, más justos, más caritativos, no vale Sólo nos coloca el "cartelito" de cristianos.

lunes, 17 de noviembre de 2014

¡SI NUESTRA FE FUERA COMO UN GRANO DE MOSTAZA!

(Lc 18,35-43)

Bartimeo parece que, su fe, llegaba a ese grano de mostaza. Porque conmovió a Jesús e hizo que le escuchara y le curara. No significa, ni quiere decir esto, que Jesús no nos escuche y nos atienda. Siempre lo hace, sino que la insistencia de Bartimeo, que haces días Jesús nos la recuerda y aconseja en el Evangelio, le da los frutos anhelados y testimonia su fe.

Es esa insistencia y fe la que mueve al Señor a responderle: Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». Él dijo: «¡Señor, que vea!». Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Recordemos la parábola del juez injusto. La insistencia y perseverancia es vital para descubrir y probar nuestra fe. Quien no insiste no parece importarle mucho lo que desea. Deja ver que puede pasarse sin ello y deja de esforzarse en persistir y perseverar en la petición. Descubre que su fe no es fuerte ni grande, ni siquiera llega a ser como un grano de mostaza.

La fe nos fortalece y nos da valor para romper todas las barreras: miedos, respeto humano, vergüenza...etc. Bartimeo es ejemplo de ello. Nadie, por mucho que le increpaban, le hacía callar. Su fe y su confianza en que Jesús le devolvería la vista le daban la fuerza para continuar con sus gritos. Pero la sorpresa mayor sería la de encender en su corazón la vista de la Fe.

¿Buscamos nosotros la luz, no sólo para ver el sol y los colores del mundo, sino la de la Fe, que nos ilumine el corazón y nos enseñe el verdadero camino hacia la Casa del Padre?

domingo, 16 de noviembre de 2014

DAR PARA RECIBIR

san Mateo 25, 14-30

Parece una contradicción, pero no es así, sino todo lo contrario. En la medida que das y te das, recibes. Pero no recibes cualquier cosa, sino recibes lo que realmente buscas, recibes la felicidad. Éste es el secreto de la vida "En la medida que aparentemente pierdes, es decir, das y te das, resulta que ganas, y ganas gozo y felicidad eterna". ¿Te parece bien el premio?

Y dar y darse es lo mismo que amarse y amar. Porque te amas cuando buscas lo mejor para ti, y lo haces cuando descubres que, sólo dándote y desprendiéndote de ti para darte a los demás, alcanzas el verdadero estado de amar. Para ello, Dios, nuestro Padre, no nos ha dejado desnudos, sino que nos ha dado unos talentos. Talentos para que los negociemos y los pongamos al servicio de los demás.

Y ese es el tema de hoy domingo. Negociar nuestros talentos para que cuando llegue el momento, el Señor reciba el fruto de nuestro esfuerzo. Por eso, queridos hermanos blogueros, mirando al Evangelio de ayer sábado, y el de hoy domingo, tenemos dos indicaciones del Señor para continuar, sin desfallecer, nuestras oraciones de peticiones, y poner a tope todos nuestros talentos en este mundo de la blogosfera que tan bien nos hace y nos ayuda.

Eso nos puede ayudar a descubrir nuestros compromisos, nuestros esfuerzos por compartir, por animarnos y por proclamar a todos los confines la Buena Nueva de la Palabra del Señor que nos salva. Pero también a denunciar, con sereno y prudente respeto, las mentiras e injusticias. No dejemos nada guardado por miedos, comodidades o bienestar. Porque quien da recibe, pero quien se lo guarda y esconde perderá.

Pidamos al Señor la sabiduría de dar todo lo recibido. Nunca mirar lo que da el otro, sino dar lo que yo tengo y puedo. No te será exigido dar sino lo que tienes. Si cinco, cinco, si dos, dos. Y no perder de vista que no estamos solos. Nos acompaña el Espíritu Santo, socio permanente que, codo con codo, trabajará con nosotros para que no se pierda ni el más pequeño de nuestros talentos. 

En Él y con Él llegaremos a rendir al máximo dejándonos guiar y administrar por su Gracia. Ven Espíritu Santo, llena y renueva nuestros corazones para que seamos capaces de renovar la faz de la tierra. Amén.

sábado, 15 de noviembre de 2014

PERMANECER EN LA ORACIÓN

Lucas 18, 1-8

Todos sabemos por experiencia que quien no llora, no mama. Queremos significar que la insistencia de pedir es necesaria para conseguir las cosas solicitadas. Y muchas cosas se han logrado a base de insistir, porque somos propensos a que se nos rueguen las cosas una y más veces. En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla de la necesidad de insistir en la oración de petición.

Quizás una prueba de nuestro interés y verdadera preocupación es la insistencia. Y el Señor, posiblemente, quiera probarnos, porque insistir es una señal de fe. Jesús nos lo enseña, propone y aclara con la parábola del juez injusto y la viuda que no se da por vencida e insiste. La perseverancia es la prueba que lo que pedimos nos interesa. Y eso, como dijimos antes, prueba la medida de nuestra fe.

Porque sólo pide e insiste quien tiene fe y, por lo tanto, esperanza de ser escuchado y confianza de ser atendido. Por eso, hoy Jesús nos invita a no desfallecer en la oración, y a perseverar en la insistencia de pedir. Quién pide recibirá. Si el juez injusto, siendo injusto, valga la redundancia, atiende a la pobre viuda por quitársela de encima, ¿cómo no nos va a escuchar y atender nuestro Padre Dios que nos quiere salvar?

Confiamos en tu Amor y Misericordia Señor, y te pedimos nos des la capacidad y la fe de nunca dejar de insistir en orar y pedirte lo que necesitamos para nuestra salvación. Amén.

viernes, 14 de noviembre de 2014

¿QUÉ ES LO IMPORTANTE?

san Lucas 17, 26-37

Supongo que todos estaremos de acuerdo que lo importante no es sólo llegar, sino saber a qué sitio debemos e importa llegar. Porque de nada nos vale gastar nuestra gasolina en un viaje estéril. Sería algo así como hacer el bobo. Tanto esfuerzo para nada.

Esos son nuestros criterios, y creo que acertados. Importa poco el tiempo o el lugar, lo que importa es que el tiempo sea bien aprovechado y el lugar el adecuado. Es decir, el lugar al que estamos llamados para gozar de vida eterna. Experimentamos que dentro de nosotros está la salvación, porque es lo que sentimos y lo que todos buscamos. Quizás la confusión es que no sabemos donde buscar, a dónde dirigirnos y de quien fiarnos o dejarnos aconsejar.

«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Más claro el agua. Lo importante es la otra vida, y ésta nos sirve para, aunque todo es Gracia y Misericordia de Dios, "hacer méritos, entre comillas" para ganar la otra, la eterna, renunciando a nuestras comodidades y apegos egoístas por el bien y servicio de los demás.

Pidamos al Señor esa Gracia para que, fortalecidos en la oración y la Eucaristía, entregarnos dócilmente a la lucha por el bien común. Amén.

jueves, 13 de noviembre de 2014

DENTRO DE MI CORAZÓN

san Lucas 17, 20-25


El mayor peligro es la confusión. Pensamos que dejar gobernarnos por el Espíritu Santo es ponernos en Manos de Alguien que nos va a manejar a su antojo y quitarnos nuestra libertad. He oído a muchos, sobre todo jóvenes, decir que la religión, es decir, Dios, quita la libertad. Y a decir verdad, si no se tienen las ideas claras, aparentemente resulta así.

Habría que empezar por aclarar la idea y el concepto de libertad. Porque libertad no es dar riendas sueltas a nuestros caprichos, egos y apegos, sino todo lo contrario. Libertad es responsabilidad y buscar el bien de todo aquello que me rodea. Desde el medio ambiente hasta la persona más insignificante, dependiente e indefensa. Eso es ser libre, porque eso es lo que todo ser humano quiere ser y hacer.

Ahora, pronto el ser humano toma conciencia que está tocado, y su humanidad es débil e inclinada a no hacer lo que quiere hacer. Es decir, le cuesta ser libre para vivir tal y como siente en lo más profundo de su ser. Experimenta que dentro de su corazón nace la envidia, el egoísmo, la ambición, la vanidad, los deseos impuros, poder, riquezas...etc. Se experimenta pecador e incapaz de ser libre, es decir, esclavizado.

Y ahí entra su búsqueda de libertad, su levantar la mirada para encontrar la fuerza que le ayude a ser libre. Y cuando busca esa verdad que experimenta y siente en lo más profundo de su ser, se encuentra con Dios. Un Dios que le habla de amor, de justicia, de paz y de libertad. Un Dios que llega hasta el extremo de enviar a su Hijo, Jesús, para ayudarle a encontrarse consigo mismo y escapar a la esclavitud del pecado.

Un Dios que se ha hecho presente entre nosotros y que responde a los interrogantes que planteamos nosotros. Y que Vive entre nosotros, y que nos habla de que el Reino de Dios está, vive y permanece en nosotros si somos capaces de dejarnos manejar por el Espíritu Santo que recibimos en el Bautismo. 

Entonces advertimos que en la medida que cada uno de nosotros deje hablar y actuar al Espíritu Santo desde su corazón, el Reino de Dios se va haciendo visible en el mundo.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

DE NUEVO UN SAMARITANO

Lucas 17, 11-19


Es curioso, pero aparece un enfermo agradecido y resulta que es de nuevo un samaritano. Un samaritano que responde con compasión y generosidad a las heridas de aquel judío asaltado por el camino, y un samaritano que viéndose curado regresa agradecido a postrarse a los pies de Jesús y darle gracias. Cumplen al pie de la letra el refrán de que es agradecido el extranjero más que los propios paisanos de Jesús.

Es una llamada de atención a todos los que estando dentro de la Iglesia y sintiéndonos cerca de Jesús, igual nos sentimos con derecho a que el Señor nos atienda, nos escuche, y hasta nos sirva. Ayer reflexionábamos sobre lo agradecido que tiene que estar el siervo por cumplir con su deber, y hoy lo hacemos con el samaritano, agradecido ante los otros nueve de la tierra que, al parecer, al menos no parece que se acordaran de nada, se sentían con derecho a ser curados.

El mensaje es claro y nos advierte del peligro de nuestros criterios. ¡Dios mío!, todo es tuyo y hasta nuestra vida te pertenece. Dame la sabiduría y la voluntad, como esos samaritanos, para responder con mi vida a tu generosidad, amor y misericordia sin pedirte nada, porque sólo con tu Amor estoy pagado. Que sea tu Amor, Señor, quien me impulse, porque yo no puedo, a sonreír al que se acerca a mí.

Ilumina mi vida para que sea luz que abra puertas, dedique saludos, reparta generosidad, conviva en paz, escuche, comparta, comprenda, sirva, atienda y ame, para que tu Gracia, esa Gracia que Tú me das, Dios mío, sea el motor de amor que impulsa mi vida. 

Que nunca olvide de quién me ha venido la salvación y quién me la ha dado gratuitamente y amorosamente. Amén.