lunes, 8 de febrero de 2021

EL CONTACTO EXIGE CERCANÍA

 

Creo en Dios, suelen decir muchos, pero sus vidas están muy lejos de ese Dios que buscan. Sí, me dicen muchos amigos, creo en Dios, pero, mi vida la dirijo yo. Evidentemente, es una forma rara de creer y de manifestar su fe, porque, creer significa seguir y vivir en esas actitudes y estilo de vida de quien se cree.

Podemos preguntarnos, ¿cómo puedo creer en alguien que no conozco? Porque, se supone y es absolutamente necesario conocer a la persona en la que - después de conocerla - creo en ella y en su manera de vivir y entender la vida.

Indudablemente, conocer a Cristo Jesús exige acercarse a Él y escuchar sus enseñanzas - Evangelio - y, escuchándolas hacerlas vida de mi vida. Creer, por supuesto, exige seguir el Camino, la Verdad y la Vida del Maestro - nuestro Señor - en el que creo y al que quiero imitar. Creer en Jesús significa tomar su estilo de vida y, aún reconociendo mi pequeñez, mi pobreza y limitaciones, contando con su Gracia, tratar de dejarme guiar por su Espíritu.

No se trata, pues, de vivir al libre albedrío de mis sentimientos y pasiones, sino de seguir los mandatos que mi Padre Dios me indica, señalados propiamente para mi bien. Porque, Dios, nuestro Padre, quiere nuestro bien y lo que nos manda es para nuestra felicidad y gozo. Porque, para eso ha venido su Hijo Predilecto, nuestro Señor Jesús, a indicarnos el único y verdadero Camino, Verdad y Vida. 

Pero, para eso, para conseguir eso hay que acercarse al Señor y tocarle. Tocarle en la Eucaristía - bajo las especies de pan y vino - y dejarnos curar por su Gracia que nos fortalece y nos llena de paz. Y eso nos exige acercarnos a Él, estar cerca de Él, buscarle en todos los instantes y momentos de nuestra vida y  esforzarnos en perseverar y sostenernos en su presencia. Porque, Él nos sana y nos da la Vida Eterna.

domingo, 7 de febrero de 2021

ESTA TAMBIÉN NUESTRA AGENDA LLENA?

Mc 1,29-39


Posiblemente, nuestra agenda esté llena de actividades, y eso, pienso, no es malo, al menos no debe serlo, porque el trabajo es el medio de conseguir todo lo que necesitamos para nuestra subsistencia de cada día. Pero, ¿es ese el fin de nuestra existencia? Quizás esa sea la pregunta que debemos reflexionar, ¿todo consiste en hacer y hacer?

Tratar de buscar luz en las cosas del mundo no nos da la solución. Solo en Jesús podemos encontrar esa luz que nos guie y nos oriente. El Evangelio de hoy nos muestra como Jesús busca su tiempo - apartado, silencioso y tranquilo -  para dialogar con su Padre. Margina, por decirlo de alguna manera, su agenda de trabajo y busca su tiempo íntimo para estar con su Padre. 

Posiblemente, ese sea el criterio que también nosotros debemos seguir, buscar nuestro tiempo - sereno y tranquilo - para estar con el Señor y intimar con Él hablándole de todos nuestros problemas, ansiedades, cansancio e inquietudes. Hablarle de nuestras ansias de vivir en su Palabra y de proclamarla a todos los que estan a nuestro lado y a los que podamos llegar en el camino de nuestra vida.

Es eso lo que nos dice san Pablo en su carta primera a los corintios 9, 16-19. 22-23. Nuestra preocupación no debe estar en y por el trabajo - que también lo necesitamos - sino por dar testimonio y proclamar la Palabra de Dios en el trabajo y en cada momento de nuestra vida, ya sea trabajando o cuando estamos en relación con los demás. Y la pregunta que nos debemos hacer es: ¿trato yo de dar testimonio en mi vida anunciando esa Buena Noticia que nos da la verdadera Vida ?

sábado, 6 de febrero de 2021

DESCANSO Y TRABAJO

 

La experiencia me constata que la vida es un constante movimiento que, previo descanso exige trabajo. Muchas veces planeamos descansar y se interrumpe porque aparecen prioridades a las que no podemos renunciar ni rechazar. Es cierto que hay momentos que nos sentimos agobiados y necesitados de descanso, de alejarnos y desconectar con todo aquello que nos exige esfuerzo y, también, nos preocupa. 

De cualquier manera nuestro descanso se hace necesario para reponer fuerza físicas y también mentales y, como resultado, poder concentrarnos y actuar de la mejor manera. Pero, es evidente que también hay circunstancias en las que tenemos, a pesar de que lo necesitemos, interrumpir nuestro descanso para atender necesidades que se nos presenta en nuestro propio descanso. Somos compasivos - a debemos de serlo - y no podemos inhibirnos de servir y atender a aquellos que lo necesitan.

El Evangelio de hoy nos cuenta como Jesús, invitando a los apóstoles a retirarse a descansar, ven interrumpido ese descanso porque la gente - como ovejas sin pastor - le ha seguido y reclama su intervención y enseñanzas. También ocurre eso en nuestra vida. Cuántas veces sentimos necesidad de descansar y las circunstancias y problemas familiares, parroquiales, sociales y, en definitiva, de aquellos que lo necesitan, nos interpelan y nos piden que les ayudemos.

Sin embargo, una puntualización. No confundamos descanso y trabajo, porque, muchas veces sucede que nos retiramos a descansar - rechazando un servicio prioritario - y lo que hacemos es trabajar más, aunque suponga un cambio de actividad. El resultado es que regresamos de ese "llamado descanso" más cansados. En este momento recuerdo esa hermosa película,  "Que bello es vivir", donde hay ejemplos de lo que quiero transmitir

viernes, 5 de febrero de 2021

LA CEGUERA DE HERODES

 

Jesús no pasa desapercibido y su fama se extiende hasta el punto que llega a oídos de Herodes. Pero, cuando no se tiene abierto el corazón no entra sino aquello que tú permitas. Y, por tus debilidades, deseos y sentimientos, tus pasiones mandan en ti y te someten a hacer incluso lo que no quieres o piensas que no está bien. Herodes, a pesar de que respetaba a Juan, que lo creía un hombre santo y justo, se dejó dominar por sus instintos carnales y apetitos sensoriales que le cegaban e impedían corregir sus actos maliciosos y perversos.

Juan le reprochaba su estado matrimonial al casarse con la mujer de su hermano Felipe, que no le era lícito. Y Herodías - mujer de su hermano - aborrecía a Juan y quería matarlo. La historia de lo sucedido ya la conocemos - Mc 6, 14-29 - y, si no es así podemos leerlo. Ahora, nos interesa reflexionar sobre lo sucedido, porque, la cuestión es que hoy también continúa sucediendo lo mismo. El tiempo pasa, pero el amor y el desamor continúa igual. Toda cuestión de desamor nace del egoísmo y la ambición de poder, riqueza y placer.

Hoy siguen habiendo muchas Herodías y muchos Herodes. Personas dominadas por un odio resentido y brabucones cobardes que no saben rectificar y corregir sus fechorías. Personas inconscientes, que no saben medir el alcance de sus actos y que son la causa de muchas muertes. Muertes, no solo físicas - que las hay - sino también muertes espirituales que frustran a las personas y las someten a un estado mediocre, esclavizante y de frustración. 

Todo eso sigue vigente en este mundo en el que vivimos. Se miente y se esconde la verdad para tratar de normalizar la mentira e injusticia. Y, al igual que Juan el bautista, estamos nosotros llamados a denunciar y descubrir esas actitudes que someten, explotan, esclavizan e incluso matan a otros muchos. La verdad por encima de todo hasta el punto de arriesgar nuestra propia vida.

jueves, 4 de febrero de 2021

SEGUIR EQUIVALE A IR

(Mc 6,7-13

 

Seguir a Jesús exige llevarle a los demás. Significa eso que ahora - en nuestro tiempo - nuestra misión consiste en acercar a Jesús a los que no le conocen o le son indiferentes, precisamente, por no conocerle bien. Porque, Jesús ya no está, ha dejado esa misión en nuestras manos y somos nosotros ahora quienes tenemos que presentarles a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Es nuestro tiempo y nuestra hora.

La razón principal por la que no dejo de escribir estas humildes y pobres reflexiones - llevo ya algunos años - es por esa razón argumentada antes. Mi compromiso de bautismo me llama a eso, y ahí siento la voz del Señor que me invita a hacerlo. Quizás no valga para otra cosa mejor, y, aunque no me valoro para eso, son sus me gustas, sus comentarios y sus agradecimientos los que me indican que debo seguir. Igual, Dios me habla a través de ustedes.

Por otro lado, la fe compartida se fortalece, y experimento que cuando escribo y reflexiono, yo soy el primer fortalecido y animado. El Espíritu del Señor me fortalece y me da ánimos para continuar la labor. Confieso que hay días que la tarea se hace pesada, que cuesta perseverar y que, siendo sincero, experimento la fortaleza del Señor y su empuje. Lo que compartía ayer, son esos momentos cuando experimentas que tu fe está ahí, la presientes y la notas. Pero, al mismo tiempo experimentas que es débil y que necesita todavía mucho camino y la asistencia y auxilio del Espíritu Santo.

Sí, claro, el Señor me envía y nos envía. Y experimentamos que necesitamos mucho de Él, porque, sin Él no damos la talla para transmitirle. Transmitir no simplemente palabras, sino cercanía, disponibilidad, comprensión y actitud de dar y darnos por amor. No es fácil, pero, por y junto al Señor, que confía en nosotros y nos envía, podremos hacerlo.

miércoles, 3 de febrero de 2021

SIEMPRE VALORAS MENOS LO QUE TIENES CERCA

Mc 6,1-6

Es algo muy real y hasta cierto punto experimentado por todos. Lo de tu casa; lo de tu pueblo; lo de tu familia y lo propiamente tuyo es muy poco valorado por todos los que están cercanos a ti y te conocen. Esa frase que todos conocemos y hemos oído muchas veces - nadie es profeta en su tierra - se cumple en la realidad del acontecer de cada día.

Asi sucedió en la vida de Jesús. En su propia casa no fue valorado ni creído. Sus contemporáneos y paisanos no tuvieron fe en Él. Para ellos siempre fue aquel muchacho hijo del carpintero y de la joven y humilde María. ¿De dónde sacaba esa sabiduría y esos milagros qué hacía? Nunca pudieron entenderlo ni darle crédito a las enseñanzas y milagros que Jesús hacía. 

Y es que la razón tiene un límite e impide que entre la fe a partir de ese punto, porque, la fe está por encima de la razón y ésta no puede alcanzarla nunca. Puede intuirla, razonarla y llenarse de esperanza, pero nunca comprenderla. ¿Acaso puedes entender el poder de Dios? La única razón y fundamento de nuestra fe es la Resurrección. Fue precisamente, a partir de ahí, cuando los apóstoles dieron sentido y fundamento a su fe. Habían perdido toda esperanza hasta que llegó esa hermosa y maravillosa mañana del domingo cuando María Magdalena anunciaba que Jesús había Resucitado.

También yo, y otros muchos, y, posiblemente, tú también, creemos en ti, Señor y, a pesar de no entender tu Misterio, nos fiamos de tu Palabra y del testimonio de la Verdad que nos has dado con tu Vida. Y, por eso, te seguimos, a pesar de nuestros fallos, debilidades y pecados, perseverando en la buena y recta intención de irnos perfeccionando en la actitud de imitarte en cada momento de nuestra vida.

martes, 2 de febrero de 2021

Y YO, ¿PRESENTO TAMBIÉN A JESÚS?


Los padres de Jesús le presentaron en el templo. Era lo exigido por la ley, pero también necesario que Jesús, el Hijo de Dios, encarnado en naturaleza humana fuera presentado al mundo, porque, aunque desconocido por todos, menos por Simeón, ese Niño había venido para nuestra salvación: Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.

Sin embargo, hoy no sucede lo mismo. Tú y yo conocemos a Jesús. Sabemos que es el Hijo de Dios, y también sabemos a que ha venido y por qué se ha hecho hombre como nosotros. Y, quizás, no lo hayamos presentado al mundo todavía, o no lo hayamos hecho como debemos. De cualquier forma, lo importante es que tomemos conciencia de que también nos toca a nosotros presentarlo al mundo y eso nos obliga a conocerle primero y luego a hacerle presente en nuestro propio mundo.

Pero, presentar a Jesús no se puede hacer de cualquier forma. No se trata de presentar sus credenciales y mensaje, sino de, al mismo tiempo, vivirlo. Primero, porque es la mejor Noticia que podemos dar a nuestros más cercanos y al mundo que nos rodea; segundo, porque, su Buena Noticia no se puede transmitir ni dar a conocer solo con palabras, sino también con nuestra vida, dándonos y ofreciéndonos en servicio y verdadero amor. Tratemos, tal hizo Simeón y la profetiza Ana, de dar a conocer al Niño Dios al mundo entero.