sábado, 6 de febrero de 2021

DESCANSO Y TRABAJO

 

La experiencia me constata que la vida es un constante movimiento que, previo descanso exige trabajo. Muchas veces planeamos descansar y se interrumpe porque aparecen prioridades a las que no podemos renunciar ni rechazar. Es cierto que hay momentos que nos sentimos agobiados y necesitados de descanso, de alejarnos y desconectar con todo aquello que nos exige esfuerzo y, también, nos preocupa. 

De cualquier manera nuestro descanso se hace necesario para reponer fuerza físicas y también mentales y, como resultado, poder concentrarnos y actuar de la mejor manera. Pero, es evidente que también hay circunstancias en las que tenemos, a pesar de que lo necesitemos, interrumpir nuestro descanso para atender necesidades que se nos presenta en nuestro propio descanso. Somos compasivos - a debemos de serlo - y no podemos inhibirnos de servir y atender a aquellos que lo necesitan.

El Evangelio de hoy nos cuenta como Jesús, invitando a los apóstoles a retirarse a descansar, ven interrumpido ese descanso porque la gente - como ovejas sin pastor - le ha seguido y reclama su intervención y enseñanzas. También ocurre eso en nuestra vida. Cuántas veces sentimos necesidad de descansar y las circunstancias y problemas familiares, parroquiales, sociales y, en definitiva, de aquellos que lo necesitan, nos interpelan y nos piden que les ayudemos.

Sin embargo, una puntualización. No confundamos descanso y trabajo, porque, muchas veces sucede que nos retiramos a descansar - rechazando un servicio prioritario - y lo que hacemos es trabajar más, aunque suponga un cambio de actividad. El resultado es que regresamos de ese "llamado descanso" más cansados. En este momento recuerdo esa hermosa película,  "Que bello es vivir", donde hay ejemplos de lo que quiero transmitir

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