Mc 1,29-39 |
Posiblemente, nuestra agenda esté llena de actividades, y eso, pienso, no es malo, al menos no debe serlo, porque el trabajo es el medio de conseguir todo lo que necesitamos para nuestra subsistencia de cada día. Pero, ¿es ese el fin de nuestra existencia? Quizás esa sea la pregunta que debemos reflexionar, ¿todo consiste en hacer y hacer?
Tratar de buscar luz en las cosas del mundo no nos da la solución. Solo en Jesús podemos encontrar esa luz que nos guie y nos oriente. El Evangelio de hoy nos muestra como Jesús busca su tiempo - apartado, silencioso y tranquilo - para dialogar con su Padre. Margina, por decirlo de alguna manera, su agenda de trabajo y busca su tiempo íntimo para estar con su Padre.
Posiblemente, ese sea el criterio que también nosotros debemos seguir, buscar nuestro tiempo - sereno y tranquilo - para estar con el Señor y intimar con Él hablándole de todos nuestros problemas, ansiedades, cansancio e inquietudes. Hablarle de nuestras ansias de vivir en su Palabra y de proclamarla a todos los que estan a nuestro lado y a los que podamos llegar en el camino de nuestra vida.
Es eso lo que nos dice san Pablo en su carta primera a los corintios 9, 16-19. 22-23. Nuestra preocupación no debe estar en y por el trabajo - que también lo necesitamos - sino por dar testimonio y proclamar la Palabra de Dios en el trabajo y en cada momento de nuestra vida, ya sea trabajando o cuando estamos en relación con los demás. Y la pregunta que nos debemos hacer es: ¿trato yo de dar testimonio en mi vida anunciando esa Buena Noticia que nos da la verdadera Vida ?
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