miércoles, 1 de enero de 2020

LOS PASTORES BUSCAN AL SEÑOR

Resultado de imagen para Lc 2,16-21
Lc 2,16-21
Termina un año y empieza otro. La vida no se para y cada instante de nuestra vida, quieras o no, está llena de Dios. Como has sido creado en libertad tienes la potestad de aceptar o no esa presencia de Dios y, según tu libre albedrío, puedes ignorarla, rechazarla o aceptarla. Pero, independiente de eso, Dios está siempre presente en tu vida porque es el Creador de ella. Y Dios no abandona lo que ha creado, y precisamente al hombre, por Amor.

El Niño Dios, nacido en un pesebre, y que celebramos cada Navidad, nace también cada día en nuestro corazón. Pero, siempre con la condición de que tú le abras la puerta. No hará nada sin tu permiso, porque, Jesús no nace para imponernos nada, sino para ofrecernos eso que todos buscamos, con anhelo y grandes deseos, la felicidad. Esa es la Buena Noticia que Jesús, el Mesías enviado, nos anuncia. Una Noticia de felicidad eterna. No se trata de algo pasajero que hoy es y mañana desaparece. Se trata de Felicidad Plena y Eterna.

Y es a los pastores a los que se le anuncia en primicia esa Buena Noticia. Podíamos preguntarnos, ¿por qué a los pastores y no a los notables, reyes y gente importante? Hay una respuesta que Dios deja ver en su Hijo enviado, elige nacer en la humildad, en la sencillez, en la pobreza y en la discreción y silencio. Y reconocerle como Dios exigirá en adelante vivir en la humildad, la sencillez, pobreza y silencio. No podrás encontrarlo en la grandeza, en la riqueza, en la suficiencia y poder ni en el ruido y la algarabía de la vanidad, ambición y la fama. El Niño Dios se oculta en los corazones humildes, necesitados, pobres y pecadores, y desde ahí quiere limpiar y liberar a todos los hombres que así se reconocen.

De ahí que su primer anuncio va dirigida a los pastores, a los deshauciados y marginados; a los excluidos y apartados del ruido y la valorada sociedad del poder y la riqueza. Y de ahí que son esos pastores los que aceptan la Noticia y corren al pesebre a experimentar la presencia del Niño anunciado como Mesías y Salvador.

martes, 31 de diciembre de 2019

EN ÉL ESTÁ LA ETERNA FELICIDAD

Resultado de imagen para Jn 1,1-18
Cada año experimentamos que termina una etapa de nuestra vida y surge en nuestro interior deseos de mirar atrás, de análisis y de hacer recuento de todo lo sucedido durante el recorrido anual. Sin embargo, poco nos sirve eso para avanzar. Es verdad que mirando hacia atrás podemos evitar errores hacia delante, pero, lo verdaderamente importante y válido es descubrir que el tiempo se detiene y se para y en Dios se hace eterno.

 Luego, vivir en esa esperanza de eternidad es lo vital e importante. Una eternidad que se hace presente en cada día y que llegará a ser gozosa y plena siempre. Ver y darle otro sentido es disparatado, absurdo y sin sentido, porque, la felicidad que el hombre busca, y esa es la realidad, está contenida en su eternidad.

Si no eres eterno, tu felicidad no vale, pues se acaba al estar marcada por la finitud. Todo gozo y felicidad está apoyado en la eternidad, porque, de no serlo, queda amenazada por la caducidad. Y lo que termina no te hace plenamente feliz. Si acaso por un determinado tiempo, y eso no colma tus deseos plenos de felicidad.

Por tanto, para eso, dice San Juan en su Evangelio: En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba...

Tu felicidad está en Dios y mientras no lo veas así, al menor reza y pídele que te abra los ojos y la mente para que puedas entenderlo. Porque, todo en Él es Vida Eterna y todo lo que existe, incluido tú, ha sido creado por Él. Fuera de Él no hay nada y todo está condenado al fracaso y a la muerte que significa estar excluido de su amor. Un amor que tú voluntariamente has querido, por tu condición de ser libre, rechazar.

lunes, 30 de diciembre de 2019

TODO SEGÚN EL PLAN DE DIOS

Resultado de imagen para Lc 2,36-40
Lc 2,36-40
Todo se desarrolla según el Plan de Dios. José y María se someten, como cualquier familia, a la ley y van cumpliendo con todo lo previsto por ella según las etapas de la vida de Jesús. Hoy toca ir al templo para cumplir con el rito del primogénito y allí se presenta la Sagrada Familia. En los diversos momentos que José y María van realizando todo lo que la ley manda experimentan acontecimientos extraordinario que les sorprenden y les llenan de gozo.

Desde la visita de los pastores, los Reyes Magos, los ángeles, el anciano Simeón y otros son experiencias que les maravillan. Y hoy nos cuenta el Evangelio de Lucas: Había también una profetiza, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Es revelador experimentar que cuando te llenas de Dios tu corazón derrama por tu boca todo ese gozo y deseo de anunciar la Buena Noticia del nacimiento del Niño Dios. Y eso debe servirnos, como signo a experimentar, si realmente nosotros, como la profetiza Ana, anunciamos lo que, primero, experimentamos en nuestros corazones. Porque, no podrás anunciar lo que primero no se experimenta y se vive dentro de tu propio corazón. 

Ese es el testimonio que nos deja la profetiza Ana que, tras quedarse viuda dedicó toda su vida a ofrecer ayunos y oraciones alabando al Señor en el templo. Y cuando llegó el momento hablaba a todos de esa experiencia que había vivido al serle revelada la presencia del Niño Dios.

domingo, 29 de diciembre de 2019

LA FAMILIA, CÉLULA DE LOS PUEBLOS


Resultado de imagen para Mt 2,13-15.19-23
Mt 2,13-15.19-23
Los pueblos son el resultado de muchas familias juntas. Es decir, el asentamiento de familias en el lugar determinado por intereses comunes y donde pueden trabajar y procurarse el sustento diario da lugar a aldeas, pueblos y ciudades en proporción a su importancia y a la riqueza de los lugares escogidos. Y los pueblos constituidos en un territorio común formas las naciones. Esto significa que la familia tiene una vital y trascendente importancia en la vida de los pueblos del mundo.

Pero, más importante es el devenir y vivir de cada familia, porque, en la medida que la salud de cada familia sea la de una educación sana y apoyada en las buenas costumbres donde el respeto al otro y la justicia estén apoyadas en la verdad, la fraternidad entre todas será buena y en paz. Deducimos, pues, que dependiendo de la buena salud de la familia, así serán los pueblos que por ellas estén formados.

Dios piensa en una familia para su Hijo y, encarnado en Naturaleza humana, Jesús, el Hijo de Dios, nace en el seno de una familia común, pobre y sencilla. José es el varón elegido y María, la madre. Jesús, el Hijo, es concebido en el seno de María, su Madre, por obra y Gracia del Espíritu Santo, por lo que José es el padre adoptivo al que se le anuncia en sueno por el ángel que es obra de Dios. Y José acoge, acepta y cumple esa misión que Dios le asigna. Es el protector de la Sagrada Familia y ejemplo para todos los cristianos de esposo y padre.

La familia no puede vivir sin la presencia de Dios en ella. Pueden ser unos esposos y esposas buenas, pero sin la presencia de Dios no habrá luz suficiente para caminar por los caminos que la vida nos presentan. Cuando Dios no es el centro de la vida matrimonial las seducciones del mundo y las ambiciones personales y egoístas terminan por desestabilizar la convivencia matrimonial. La Sagrada Familia es luz para todas las familias porque en ella está la Luz que ha venido a salvar al mundo.

sábado, 28 de diciembre de 2019

Y NADA HA CAMBIADO

Resultado de imagen para Mt 2,13-18
Mt 2,13-18
Todo sigue igual. Nada ha cambiado y se siguen matando a niños inocentes dentro del seno de sus madres como también afuera, donde son víctimas de la ambición de los poderosos que, rechazando a Dios, tratan de someter al mundo y a las personas según sus caprichos, ambiciones e intereses. Así sucedió en tiempos de Jesús cuando, avisado en sueños por el ángel del Señor, José huyó a Egipto para evitar que mataran a Jesús.

Poco, como decíamos al principio, ha cambiado. La ambición del hombre se resiste a dejar el poder y someter a los demás. Rechaza a Dios y se cree más fuerte que Él. Cree en el poder humano pensando que es superior al poder de Dios. Por eso, le rechaza y se resiste a aceptarlo como Señor de todo lo visible e invisible. Es la necedad de creerte suficiente y capaz de dirigir tu vida. Es la necedad de creerte en posesión de la verdad que tú mismo decides y quieres de acuerdo con tus egoísmos. Es la necedad de dar satisfacción a tus apetencias y satisfacciones por encima de los demás.

José refleja y trasmite todo lo contrario, busca el bien de María y José y arriesga su vida para protegerles y salvarles. José escucha a Dios y se compromete en fiel obediencia en cumplir su Voluntad. porque, sólo la Voluntad de Dios busca el bien de todos los hombres. Jesús, ese Niño Dios que queda al resguardo de José durante los años de su niñez y juventud, es el que va a ser la Luz, el Camino, la Verdad y la Vida para alumbrar al mundo el camino de Salvación.

viernes, 27 de diciembre de 2019

JUAN, TESTIGO DIRECTO

Resultado de imagen para Jn 20,2-8
Jn 20,2-8
Juan había compartido muchos días con Jesús. Había sido testigo directo tanto de sus Palabras como de sus Obras. Era evidente que conocía bien a Jesús como persona muy cercana e íntima con Jesús. Supongo que es obvio pensar que Juan se inventa lo de Jesús y que nada bueno desde el punto de vista crematístico y de interés humano puede sacar. Proclamar que Jesús ha resucitado sólo le traerá, hablando desde el sentimiento y egoísmo humano, complicaciones y fatigas. Luego, nos preguntamos, ¿qué saca con declarar que Jesús ha Resucitado? Sin lugar a duda, Juan dice la verdad y es testigo directo de la Resurrección de Jesús.

Lo ha visto, lo ha tocado y ha hablado con Él, pero, sobre todo, le ha escuchado. Y se ha dado cuenta, iluminado por el Espíritu Santo, que significaba todo aquello que Jesús le había dicho y que, posiblemente junto a los otros discípulos, no habían entendido. Oída la noticia que les trasmite María Magdalena, Pedro y Juan salen corriendo. Sus corazones igual que no llegan a comprender lo de la resurrección, tampoco puede entender que Jesús haya muerto para siempre.Están temerosos, pero también inquietos y, sobre todo, esperanzados.

Quienes salen corriendo y desesperados de presenciar lo que una mujer les ha comunicado descubren que andaban ansiosos y esperanzados de que algo sucediera. Sí, así también me siento yo. Jesús ha Resucitado y esa es la Buena Noticia que recibimos y acogemos todos los días en nuestros corazones. Jesús Vive y está, ahora y siempre, contigo si tú como yo somos capaces de abrirles nuestros corazones. Él esperará hasta que tú tomes esa decisión. Nunca te violentará ni te presionará. Esperará tu decisión libre y, por amor, sin presión. Te ama tanto como a sí mismo, hasta el punto de comunicarte su Gracia cuando, porque tú le abres tu corazón, te abraza fuertemente.

Por eso, al responderle al Señor y a acogerle, su Gracia te inunda y te da su divinidad haciéndote como Él, su hijo y criatura por las que ha entregado a su Hijo para que con su Pasión, Muerte y Resurrección, tú y yo podamos recuperar nuestra dignidad filial perdida por el pecado.

jueves, 26 de diciembre de 2019

GRACIAS A LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Resultado de imagen para Mt 10,17-22
Ahora nos parece fácil, sobre todo los que hemos nacidos en países cristianos, oír hablar de Jesús. Parece que así ha sido toda la vida, pero la realidad es otra. Gracias al testimonio y valentía de los primeros cristianos conocemos la grandeza de Jesús y tenemos la posibilidad de pedir el don de la fe. Ellos, arriesgando sus vidas han posibilitado que el anuncio de la Buena Noticia llegue hasta nosotros.

San Esteban, el primero en dar testimonio y proclamar a Jesús como el enviado, el Hijo de Dios Vivo, el Mesías esperado y prometido, y ese testimonio le costó su vida. Fue el primer mártir y con su sangre ha posibilitado que hoy también nosotros conozcamos al Señor como el Salvador que nos libra del pecado y de la condenación. 

Todo lo que hoy tenemos y conocemos se lo debemos en parte a los primeros cristianos y en esa misma dinámica también nosotros tenemos la responsabilidad de transmitir la Buena Noticia a los demás. Eso nos obliga a poner en juego todas nuestras cualidades y talentos para el bien de los demás. La posibilidad de que los demás conozcan a Cristo se debe en parte a nuestro compromiso de bautismo. Hemos recibido al Espíritu Santo para que nos asista y nos dé la fortaleza necesaria para resistir todos los embates y sacrificios que, proclamar el Evangelio, nos ocasiona.

Precisamente, hoy en el Evangelio nos lo recuerda Jesús: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».