jueves, 31 de octubre de 2024

UN RECHAZO PERSISTENTE A UN AMOR PERSISTENTE

Nunca podremos entender ese Amor Infinito y Misericordioso que persiste en Dios, nuestro Padre, sin merecérnoslo. No cabe en nuestra cabeza ser amado y rechazar ese Amor. Es tan contradictorio que, nosotros mismos, deseando buscar la felicidad eterna, la rechazamos por unos pocos días de una felicidad de espejismos y temporal.

¿Acaso estamos ciegos? ¿Acaso no somos capaces de pararnos, pensar y darnos cuenta de que sólo el Amor Misericordioso de ese Dios Padre que se nos revela en su Hijo, nuestro Señor Jesús, busca solamente nuestra felicidad eterna? ¿Cómo es posible que estemos tan ciegos y seducidos por falsos espejismos de felicidad caduca y vacía?

Sin embargo, a pesar de no entenderlo, seguimos rechazando lo que realmente buscamos:  queremos y buscamos ser felices, y, cuando tenemos en nuestras manos esa felicidad que Dios, nuestro Padre, nos regala gratuitamente, la rechazamos. Cambiamos nuestra felicidad por unos años en este mundo donde nunca encontraremos la felicidad, y en donde pasaremos más tristezas que alegrías. Porque, sólo en Dios encontraremos esa paz, alegría y felicidad que afanosamente buscamos.

miércoles, 30 de octubre de 2024

UN ORDEN NUEVO Y DESCONOCIDO

El mundo que esperamos nos es inmensamente desconocido. Hoy mismo pensaba sobre el gran misterio de nuestra vida. ¿A dónde iremos? ¿Cómo será la eternidad y el gozo inmenso de estar junto a Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo).

Se me hacía imposible imaginar y comprender esa eternidad en plenitud de gozo y felicidad. Sin embargo, es ese deseo el que duerme en inquieta espera dentro del corazón de cada hombre. Pero, también esa es la lucha que se entabla dentro de sus corazones: primeros, deseo ahora en este mundo, o, últimos, disponibles para servir y amar como nos enseña nuestro Señor Jesús, el Hijo de Dios Vivo, con su Palabra.

Y, lo sabemos y reconocemos por experiencia. Nos cuestas quedarnos atrás, ser últimos y estar disponibles para el servicio. Despojarnos de toda ambición de trepar y ser más que el otro es la batalla de la humildad. Humildes y sencillos para que nuestros corazones sean mansos y abiertos al amor y la misericordia. En definitiva, abrir esa puerta estrecha de nuestro corazón es resistir las tentaciones de ser primeros y preferir ser últimos conscientes y necesitados de la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios.

Es esa nuestra disyuntiva y la que debemos elegir en este tiempo y en este mundo. Elegir ser primeros o últimos. Ahí está la clave y, también, el secreto de nuestra eterna felicidad.

martes, 29 de octubre de 2024

UNA CONVERSIÓN EN CRECIMIENTO

Es evidente que nuestra conversión no es cosa de hoy para mañana. Es cosa de tiempo y de maduración. Todo, al parecer, lleva su proceso y su tiempo, y la conversión es algo que se va fraguando al calor de la paciencia, la comprensión, el sacrificio y el dolor. Empieza de forma insignificante, pequeño y a penas perceptible, pero, como la levadura en la masa o la semilla sembrada, llegan a fermentar y crecer hasta el punto de transformarse en alimento – como pan o árbol donde los pájaros anidan –.

Estamos en continúa conversión y, dejaremos de estarlo en cuanto nos instalemos cómodamente en el camino y no seamos capaces de estar atentos al paso de Jesús como lo hizo Bartimeo. En cuanto no seamos capaces de saltar y dejar el manto de nuestras seguridades, afanes, búsquedas y preocupaciones para, despojados de toda esclavitud buscar al Señor.

Y ese camino nos exigirá levadura para fermentar, y semilla para hundirnos en la tierra y morir a nosotros para dejar paso a los frutos. Es decir, estamos en conversión y eso sólo lo lograremos de la mano del Espíritu Santo, que ha bajado a nosotros en nuestro bautismo para ser la Mano que amasa nuestra propia levadura y siembre nuestra propia semilla.

lunes, 28 de octubre de 2024

TODA NUESTRA VIDA SUSTENTADA EN LA ORACIÓN

Seguir a Jesús es tratar de imitarle. Su presencia no es física, pero sí real en su Espíritu. Está a nuestro lado, camina a nuestro lado e intima con nosotros, siempre y cuando correspondamos a su ternura y misericordia infinita. Él siempre tiene sus brazos abiertos a nuestra oración.

Y en la medida que nosotros, en su Nombre y por su Gracia, demos testimonio con nuestra vida, nuestras obras, nuestra paciencia, perseverancia, misericordia …etc. estaremos en la buena intención de imitarle y de corresponder a ese envío que Jesús nos ha dado en la hora de nuestro bautismo.

Todo lo que hagamos, por corresponder a la proclamación del Evangelio, será ligado a Él, en su Nombre, y por su Gracia. De tal manera que, como diría Pablo, ya no somos nosotros, sino Cristo que vive en nosotros. De alguna manera es dejar y abandonar toda nuestra vida en esa íntima relación – oración – con Él.

domingo, 27 de octubre de 2024

CONSECUENCIAS DEL PECADO

Es evidente que somos pecadores. No reconocerse así es sinónimo de suficiencia, arrogancia y, sobre todo, soberbia. Posiblemente, consecuencias del pecado nos vienen todas esas prerrogativas de imperfecciones que nos pierden y nos alejan de nuestro Padre Dios.

Considerarse así, pecador, nos debe poner como Bartimeo, a orillas del camino. De un camino de conversión, de necesidad del Señor, de acercamiento a su Persona y de, como Bartimeo, solicitud de recobrar la vista del alma, del corazón y del amor a Dios.

Bien, es verdad, que en el tiempo de Bartimeo, la ceguera se consideraba causa del pecado. Ahora, en nuestra época, no lo consideramos así, pero, por el contrario corremos el peligro de seguir ciegos al no considerarnos distanciado del Señor y en grave peligro de indiferencia hacia Él.

Necesitamos experimentarnos pobres, desdichados y enfermos cuando, cegados por el mundo, demonio y carne, vivimos de manera intrascendente la búsqueda del encuentro con el Señor, nuestro Dios y destino de nuestro camino. Y si no lo experimentamos corremos y vivimos en un grave peligro: indiferencia y ceguera de no buscar ese encuentro de gozo y felicidad que significa encontrarse – valga la redundancia – con el Señor.

Pongámonos a la orilla del camino, como Bartimeo, y, atentos, abramos nuestros oídos a la escucha de los pasos del Señor, que, evidentemente pasa también por nuestra orilla – vida – y espera nuestra súplica de pedirle que veamos el único y verdadero Camino, Verdad y Vida.

sábado, 26 de octubre de 2024

¿QUÉ CLASE DE HIGUERA SOY YO?

Esa es mi pregunta. Ahora, ¿cuál es mi respuesta? Sólo a mí me pertenece darla, También a ti, amigo lector que, quizás puedas leerla, te corresponderá responder. Nadie podrá hacerlo, ni por ti ni por mí. Nos corresponderá a nosotros, con nuestra vida y actos, responder y demostrar de que nuestra respuesta sea coherente a esa pregunta sobre mis frutos.

¿Doy frutos de amor y misericordia, o soy estéril a la Palabra de Dios? ¿Mi vida se conforma en dar respuesta a la Voluntad de mi Creador, o miro para otra parte y responde a las apetencias que me seducen del mundo, demonio y carne? ¿Qué frutos trato de dar en mi vida?

Está claro que Jesús, el Señor, es infinitamente paciente y espera a que mi respuesta sea la correcta, a que mi vida dé esos frutos de amor misericordioso que sean del agrado de su Padre, mi Dios y Señor. Sin embargo, pasan los años y mi vida sigue pasiva, indiferente y, por supuesto, estéril.

¿Cuándo voy a reaccionar? Se me puede acabar el tiempo de mi vida sin dar frutos. Quizás ha llegado la hora de hundir mir raíces en esa tierra de amor y misericordia para engendrar esos frutos de amor misericordiosos. Tanto tú, como yo, tenemos la palabra.

viernes, 25 de octubre de 2024

DORMIDOS ANTE LA VERDAD Y REALIDAD

Nos cuesta entender como el mundo no se pregunta cuál es su origen. Y digo esto porque constato que mucha gente vive sin apenas pararse, reflexionar sobre lo que vive y experimenta, y menos, preguntarse de dónde viene y a dónde va. Algo así como si viviéramos adormecidos por las seducciones que el mundo nos presenta, las debilidades de nuestras propias pasiones y el sometimiento al poder del demonio.

Da la sensación de que hay una resignación general, tanto lo que viven en la opulencia y el poder, como los que apenas tienen para vivir. Todos se resignan a vivir según puedan y sin más esperanza. Lo inmediato es buscar placer y una falsa felicidad que, al final, te deja más vacío.

¿Qué realmente nos pasa? ¿Acaso no hemos sido creados para dar respuesta a esa felicidad que todos buscamos? Entonces, ¿por qué no la buscamos? ¿No somos capaces de interpretar el tiempo cuando observamos que se aproxima una tempestad o fuerte lluvias?  Luego, ¿cómo es que no nos proponemos discernir sobre el bien y el mal? ¿Cómo es que no distinguimos lo que está bien del mal?

Y en base a eso, ¿cómo no descubrimos que la Palabra de Dios nos orienta hacia el bien, la verdad y la justicia y llena de sentido toda nuestra vida dándole salvación eterna? ¿Acaso estamos ciegos?