jueves, 23 de mayo de 2024

SOLO UN AMOR COMPROMETIDO Y ENTREGADO NOS PUEDE DAR VIDA

Nuestra primera intención es depender de nosotros mismo y, por supuesto, no deber favores a nadie. Pero, una cosa es nuestra intención y otra la realidad en la que estamos inmersos. Somos seres en relación y dependemos unos de otros aunque las apariencias quieran engañarnos. Vivimos en sociedades donde la vida es posible y, hasta cierto punto cómoda, por el servicio que nos prestamos los unos a otros. Y Jesús, el Señor, se nos regala y da gratuitamente por verdadero amor. Se parte y se da. Y se queda Eucarísticamente bajo las especies de pan y vino para darse en alimento espiritual a cada uno de los que creen en Él y se acerca a recibir ese Pan y Vino transformados en su Cuerpo y Sangre.

Necesitamos los unos de los otros, pero, somos criaturas necesitadas de Dios. Él es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. Y sin Él nada podemos ni nada somos. Vivimos la realidad de nuestra vida buscando la felicidad, pero sin Él pierde todo sentido, porque la felicidad y el gozo están en Él. Y solo un amor misericordioso como el que Él nos da nos puede dar Vida. De modo que necesitamos estar a su lado, esforzarnos en imitarle y alimentarnos de su Cuerpo y Sangre.

miércoles, 22 de mayo de 2024

DIOS PRESENTE EN EL MUNDO

No nos corresponde a nosotros decidir que es y que no es o está en la presencia de Dios. Donde hay amor, allí está Dios. Y eso no lo podemos ni saber ni decidir nosotros. Lo que cada cual recibe, percibe o interpreta es cosa de él y de Dios. Bien es verdad que nosotros debemos ayudarnos a encontrarnos con el Señor y facilitarnos el camino para estar y vivir en su presencia. Pero, lo de ir por aquí o exigir ir por allá es cosa que pertenece solo a la Voluntad del Señor. Porque, solo Él sabe lo que hay y anida en lo más profundo de nuestros corazones.

De modo que no debemos impedir lo que hagan otros, porque, bien dice el Señor: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».

Cuando la voluntad es bien intencionada, limpia y sincera, el Espíritu de Dios se hace presente y el amor y la misericordia son bienvenidos, florece y hacen el bien. Percibimos que en el mundo se hace mucho bien y eso descubre que Dios está presente en muchos corazones aunque aparentemente no le sigan de una manera clara y visible. Él ya nos lo advirtió: (Mt 20,16) Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.

martes, 21 de mayo de 2024

NOS CUESTA MIRAR LA CRUZ DE NUESTRA PROPIA VIDA

Y hoy, después de más de dos mil años seguimos pensando de la misma manera. Hay muchos creyentes, incluso comprometidos, que no quieren oír hablar de la muerte ni tampoco del dolor. Es evidente que eso es contrario a nuestro instinto natural y que nuestra naturaleza lo repele, pero, también es más que evidente que sabemos que la puerta para ir a la Casa del Padre tiene billete de muerte. Es decir, la muerte nos abre la puerta de la Resurrección por los méritos de nuestro Señor Jesucristo e Infinita Misericordia de su Padre Dios.

Nos sentimos más inclinados a buscar seguridades, puestos de relevancia y prestigio y nos olvidamos de que nuestro camino es un camino de abnegación, de darnos, de dolor en muchos momentos y de muerte. Porque, la única manera de ir a la Gloria junto al Señor es darnos en amor misericordiosamente como se nos ha dado el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Nuestro Señor se cansó de decírnoslo, de explicarnos su Camino, su Verdad y su Vida, Se les estuvo apareciendo cuarenta días para mostrarle que lo que les había dicho era cierto. Y, ya al final, nos ha enviado el Paráclito, para que termine de decirnos y alumbrarnos todo lo que nos falta por saber y experimentar. Pero, una cosa es muy necesaria, la Paz. Necesitamos estar en paz para que el Espíritu Santo haga morada en nosotros. Porque sin Paz no viene ni puede entrar en nosotros.

La mala noticia es que tardamos mucho, y perdemos muchos tiempo en cosas superfluas y corruptas para darnos cuenta y entender la Palabra que Jesús nos regala cada día. La Eucaristía es un regalo que no tiene precio y en donde podemos encontrarnos con Jesús real y directamente. ¡No lo dudes!, y pídeselo al Espíritu Santo.

La Buena Noticia es que Jesús no se cansa de alumbrarnos, de explicarnos, de enviarnos al Espíritu Santo. Estuvo con los apóstoles, en su paso por este mundo hasta el final. Y, ya Resucitado, sigue estando con nosotros hasta el final de nuestra vida en la Eucaristía y dentro de todo aquel que cree en su Palabra y le abre su corazón. ¡Aprovechemos el tiempo de nuestra vida terrenal!

lunes, 20 de mayo de 2024

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA

María, está desde el principio y también en la hora final. Ella es la Madre que, por Voluntad de Dios, lo concibió por obra del Espíritu Santo en su seno y fue su primera discípula guardando todo lo que vivió a su lado en su corazón. María no se esconde, permanece al lado de Jesús. Está siempre en los momentos decisivos: Profecía de Simeón; huida a Egipto; el Niño perdido en el templo; encuentro en el camino del Calvario y al pie de la Cruz.

Y al comienzo de la Iglesia – Pentecostés – junto a los apóstoles, María es la Madre que los reúne, los acoge, los cobija y los sostiene en la esperanza y la fe. María es la puerta por donde Jesús, el Hijo de Dios, se encarna en Naturaleza humana y se hace presente en este mundo. María, j unto a José son los elegidos por el Padre para que su Hijo, el predilecto, el amado, lleve acabo la misión de anunciar su Amor incondicional y misericordioso. Y, por los méritos de su Pasión rescate para nosotros la dignidad, perdida por el pecado, de hijos de Dios.

En la cruz, dice el Papa Francisco, Jesús se preocupa por la Iglesia y por la humanidad entera, y María está llamada a compartir esa misma preocupación. Los Hechos de los apóstoles, al describir la gran efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, nos muestran que María comenzó su misión en la primera comunidad de la Iglesia. Una tarea que no se acaba nunca. (26-11-2017).

Por todo eso, y mucho más, María es Madre Dios, Madre de la Iglesia que fundó su Hijo, y Madre nuestra que nos acoge, nos recibe y nos lleva con su amor al encuentro con su Hijo. Amén.

domingo, 19 de mayo de 2024

LA HORA DEL ESPÍRITU

Es el momento de sentirnos llamados y fortalecidos para dejar salir todo lo que sentimos y descubrimos dentro de nosotros. La fuerza del Espíritu que nos invade nos lanza, nos vigoriza y nos ilumina. Es la hora del Espíritu, ese mismo Espíritu que ha entrado en nosotros a la hora den nuestro bautizo. Un Espíritu que nos abre nuestro entendimiento, que nos descubre a nosotros mismos, que nos identifica con el sentimiento de filiación con nuestro Padre Dios por su Infinita Misericordia, que pone en nuestras bocas las palabras del anuncio, que nos abre el corazón y nos mueve a dar testimonio de lo que sentimos y creemos.

Jesús es el Hijo de Dios, de modo que su Palabra, su Vida y su propuesta no es una suposición, ni una fantasía y menos una ideología o una historia edificante. Su Palabra es Palabra de Vida Eterna que nos transforma ahora en el presente y cambia el rumbo de nuestra vida. Nos lanza a la misión de darle a conocer, de decirle al mundo que Jesús Vive porque, muerto en la cruz, ha Resucitado.

Experimentamos que el sentido de nuestra vida cambia. Descubrimos que solo el amor nos hace felices y que la necesidad de darnos, de entregarnos al servicio gratuito por amor es lo que realmente da sentido a nuestra vida. Todo es diferente porque Jesús, el Señor, el Hijo de Dios Vivo es el gozo y la felicidad eterna que todos buscamos. Y en eso y a eso dedicamos nuestra vida.

sábado, 18 de mayo de 2024

TÚ, NO MIRES PARA ATRÁS, MÍRAME A MÍ Y SIGUEME

Hoy quiero transcribir, tal como vienen escritas, las palabras del Papa Francisco. Me parecen acertadas y mucho mejor de lo que yo pueda transmitir:

El Señor repite hoy, a mí, a ustedes y a todos los Pastores: “Sígueme”. No pierdas tiempo en preguntas o chismes inútiles; no te entretengas en lo secundario, sino mira a lo esencial y sígueme. Sígueme a pesar de las dificultades. Sígueme en la predicación del Evangelio. Sígueme en el testimonio de una vida que corresponda al don de la gracia del Bautismo. Sígueme en el hablar de mí a aquellos con los que vives, día tras día, en el esfuerzo del trabajo, del diálogo y de la amistad. Sígueme en el anuncio del Evangelio a todos, especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de vida, que libera de todo miedo y da confianza en la fidelidad de Dios. Tú, sígueme. (29062014)

(Papa Francisco)

Yo, Señor, quiero seguirte, Tú lo sabes, y sabes mejor que yo mis fracasos, mis debilidades, mis rebeldías, mis egoísmos, mis comodidades, mi soberbia y pecados. Límpiame de todas esas impurezas y dame la fortaleza, la sabiduría, la capacidad de discernimiento para elegir siempre hacer el bien, buscar la verdad y tenerte siempre presente y en el centro de mi corazón. Amén.

viernes, 17 de mayo de 2024

FIELES POR LA MISERICORDIA DE DIOS

Podemos asegurar ser fieles y no fallar, y asegurarlo una y mil veces. Y hasta dar pruebas de ello. Pero, queramos o no, tendremos que reconocer nuestra fragilidad, nuestra debilidad y nuestra condición humana y pecadora. Posiblemente, en este diálogo de Jesús con Pedro se esconde el descubrirle esa condición pecadora y la garantía, a pesar de sus pecados, de la siempre fidelidad del Señor. Pedro lo experimentará en esa noche irrepetible de sus tres negaciones a reconocerse amigo y fiel al Señor.

Y eso nos sostiene a cada uno de nosotros y, en su conjunto, a la Iglesia. No nos salvamos por nuestras obras, por nuestros méritos ni por todo el bien que hagamos. Si, verdaderamente eso vale, pero nunca será suficiente para una salvación plena junto al Señor. Nunca lo mereceremos. Si lo logramos será por la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios, puro regalo gratuito por Amor. Un amor que solo entenderemos cuando estemos en su presencia.

Y sabernos amado misericordiosamente nos fortalece, nos renueva, nos da ánimo para empezar de nuevo, para seguir en la lucha a pesar de la cruz que siempre estará tentándonos y probándonos. Ese es el camino y esa es la esencia de sentirnos Iglesia, camino sinodal que nos sostiene unidos, fortalecidos y, sobre todo, amados por el único que nos ama de verdad, nos perdona misericordiosamente y nos salva.