No nos corresponde
a nosotros decidir que es y que no es o está en la presencia de Dios. Donde hay
amor, allí está Dios. Y eso no lo podemos ni saber ni decidir nosotros. Lo que
cada cual recibe, percibe o interpreta es cosa de él y de Dios. Bien es verdad
que nosotros debemos ayudarnos a encontrarnos con el Señor y facilitarnos el
camino para estar y vivir en su presencia. Pero, lo de ir por aquí o exigir ir
por allá es cosa que pertenece solo a la Voluntad del Señor. Porque, solo Él
sabe lo que hay y anida en lo más profundo de nuestros corazones.
De modo que no
debemos impedir lo que hagan otros, porque, bien dice el Señor: «No se lo
impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego
sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por
nosotros».
Cuando la voluntad es bien intencionada, limpia y sincera, el Espíritu de Dios se hace presente y el amor y la misericordia son bienvenidos, florece y hacen el bien. Percibimos que en el mundo se hace mucho bien y eso descubre que Dios está presente en muchos corazones aunque aparentemente no le sigan de una manera clara y visible. Él ya nos lo advirtió: (Mt 20,16) Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.