sábado, 14 de diciembre de 2013

CIEGOS Y PREGUNTONES


(Mt 17,10-13)

Nos pasamos parte de nuestra vida haciendo preguntas. Escuchamos pocos, pensamos menos y tenemos la mayor parte del tiempo los ojos cerrados. No nos damos cuenta de muchas cosas, hasta el punto de pasar delante de nosotros y ni verlo o sospecharlo.

Quizás nos pasamos la vida esperando que alguien nos diga lo que tenemos que hacer, y, posiblemente, cuando venga, lo rechazo porque su mensaje no concuerda con lo que yo pienso. y entiendo. Quizás Dios se ha manifestado a muchos hombres que no le han respondido. Adan y Eva le rechazaron ensoberbecidos por la ambición de ser como Él.

¿Y yo, le descubro y le escucho? Vino Juan el Bautista y fue rechazado. Sólo minorías le siguieron, y vino Jesús, anunciado por Juan, y corrió la misma suerte. ¿Dónde me encuentro yo? ¿Abro mi corazón y dejo que sea transformado por su Amor, o lo dejo entre abierto para algunas cosas sí y otras no? ¿Se nota esa abertura y aceptación en mi vida?

Y si se nota, ¿creo que es suficiente y toca descansar? Si esa es mi actitud, líbrame Dios mío de tales propósitos y dame la inquietud de seguir el camino de esforzarme en perfeccionar mi vida según tu Vida.

Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.

viernes, 13 de diciembre de 2013

CUANDO EXPERIMENTAMOS LA PAZ...

(Mt 11,13-19)

Cuando nos encontramos a bien con nosotros mismos y experimentamos en lo más profundo de nuestro corazón inmenso silencio de paz y gozo, no echamos de menos nada. Nos encontramos satisfechos, gozosos y llenos de alegría. ¡Claro!, tenemos paz.

¿No será que cuando nos  increpamos y sacamos nuestra agresividad es porque no aceptamos actitudes que nos incomodan y nos exigen amar? Entonces afloran nuestras críticas y nuestras justificaciones para disfrazar la verdad que quizás nos hace daño. Se nos oscurece nuestra mente y nos autoengañamos: buscamos, distorsionada la realidad, justificarnos.

Si nos dicen que ha pasado esto, nosotros argumentamos lo otro; si cambian y hacen lo que les hemos criticado, decimos que se ha hecho tarde o mal. Y así vamos dando razones que nos descubren la actitud de no estar de acuerdo con nada. Y el mal está anidando dentro de nosotros. Necesitamos la paz y la sabiduría del Señor que nos ilumine y nos sosiegue.

Eso nos ocurre con nuestras respuestas. No nos entregamos porque no encontramos la paz, pues si habita en nosotros nada nos importa más, y todo se entrega y se ofrece por la paz. Incluso se sufre y se padece porque la paz compensa y es un bien superior. Cuando nos llenamos de paz, todo se contempla de otra forma, porque la paz inunda el corazón y aguanta todo. ¡Claro!, es la Paz.

jueves, 12 de diciembre de 2013

NO NOS VENDRÁ LA LUZ SIN ESFUERZO


(Mt 11,11-15)

Sería innecesario la Muerte y la Resurrección del Señor si la fe fuese un regalo sin esfuerzo. Es un don de Dios, pero un don que tenemos que pedir, que buscar y que esforzarnos en arrancárselo a Dios. Porque Él nos lo quiere dar, pero nos exige lucha, esfuerzo y batalla.

La figura de Juan Bautista nos alumbra ese camino y, nos testimonia con su vida, la forma y manera de preparar el camino hacia el Señor. Se trata de una lucha sin tregua, pero de una lucha de la que sabemos solos los ganadores. Hemos vencido en Xto. Jesús, y no debemos desfallecer, porque estamos ungidos por el Bautismo, no de Juan, sino del agua y del Espíritu de Dios.

Por él, el Bautismo, somos investidos de sacerdotes, profetas y reyes, y fortalecidos para emprender la lucha y batalla de allanar los caminos, abajar montes y colinas, enderezar lo torcido e igualar lo escabroso. Toda nuestra vida será una guerra sin cuartel donde nos esforzamos en conseguir someter nuestra voluntad torcida, escabrosa, escarpada, desobediente, cómoda, egoísta, interesada, individual, orgullosa, vanidosa y soberbia en una voluntad unida e injertada en la Voluntad de Dios.

Pero, no estamos solos. No desesperes, que el Padre sabe de tus debilidades e inclinaciones. Nos ha sido enviado el Espíritu Santo, y Él nos acompaña, nos asiste y nos infunde fuerza y esperanza que genera ilusión y ganas de seguirle. En y con Él ganaremos esta batalla, la batalla de nuestra vida eterna y gozosa.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

SI VAS CON ÉL, VAS BIEN ACOMPAÑADO

(Mt 11,28-30)
 
La vida es dura. Dura para unos más que para otros. Experimentamos que hay mucha gente que sufre mucho durante su vida; otros han nacido en lugares conflictivos y pasan toda su vida en vilo, expectante y llenos de miedo; otros son explotados y sometidos a una vida de trabajos, sacrificios y carencias materiales de todo tipo... ¡y para qué seguir hablando!

La vida es dura, y es un misterio que unos lo tengan, aparentemente, más difícil y dura que otros. Sin embargo, me resisto a pensar que Padre Dios reparta de esa forma tan desigual la tarta entre sus hijos. Detrás de esa distribución hay un sentido que para unos son necesario más que para otros. 

El dolor y las pruebas que cada uno tiene que experimentar y padecer son los altavoces que necesitan para despertar y levantar la mirada hacia el Padre Dios que les ofrece su salvación. Sin embargo, lo que me extraña es observar que hay personas que desorientadas, caminando sin sentido e incluso sufriendo no levantan la mirada y permanecen en la oscuridad.

Hoy escuché una frase muy bonita: somos portadores de luz, de una luz que nos ilumina el camino, pero que nosotros no queremos ver, e incluso la escondemos y no dejamos que nos alumbre ni alumbre a los demás. De cualquier forma, cuando sufres, tu dolor tiene sentido si vas con Él. No es tiempo perdido ni gastado en balde. Es tiempo bien fundido en oro de Gracia, porque con Él siempre vamos bien acompañados y la vida tiene futuro.

Tu paciencia es la prueba de tu fe, y tendrás la recompensa del Amor de Dios, pues el amor se prueba en las penas y tristezas, sobre todo cuando duelen. Él lo sabe mejor que nosotros.

martes, 10 de diciembre de 2013

EL VALOR DE UNA VIDA

(Mt 18,12-14)


No parece que a una vida se le dé gran importancia en estos momentos. Se pierden muchas voluntariamente cada instante, no ya al día. Quizás, ahora, hay muchas vidas que se apagan mientras el mundo se viste de luces, mercantilismos y algarabía. ¿Qué ocurre? ¿Qué nos pasa?

Ante tales acontecimientos descubro que el mundo no ha cambiado mucho, porque son muchos los hombres que no han cambiado. No basta con que cambien unos cuantos, nuestro Padre Dios necesita que cambien todos y de no ser así vendrá Él a poner cada cosa en su lugar.

Continúan existiendo muchos Herodes. Él, el primero, mató a muchos niños por miedo a perder su trono. No estaba dispuesto a compartirlo con nadie, y menos esperar que un simple niño le amenazara con quitárselo. Solución, matar a todos para estar seguro que Él, el nacido como nuevo Rey, muriera también. No contaba con el auxilio del Padre Dios y la pronta y total obediencia de José y María en salir prestos hacia Egipto.

Sin embargo, los falsos profetas y nuevos Herodes de hoy si cuentan con la colaboración de muchos padres y madres que se someten a asesinar a sus hijos. No les importan que se pierdan y mueran a manos de lobos hambrientos de poder y codicia. Poderes caducos que tienen etiquetado un fin. Inteligencias cegadas por las aparentes luces de felicidad caduca que este mundo les ofrece. Necios que cierran sus ojos ante la verdadera Luz que les da sentido y eternidad.

Pero Jesús si está dispuesto a luchar y morir por tu vida. Tanto es así que, perdida y en peligro, deja a las noventa y nueve a buen recaudo y arriesga y ofrece su Vida por la tuya. Encontrada, te carga sobre sus hombros y te lleva, salvada, a buen recaudo. 

Realmente, ese sí que es un Profeta, el único y buen Profeta que da la vida por sus ovejas.

lunes, 9 de diciembre de 2013

CREER QUE YO SÓLO ME BASTO

(Lc 5,17-26)

 Eso nos ocurre a cada uno de nosotros. Pensamos que sólo nosotros podemos arreglar nuestra vida. Y aunque creamos que necesitamos a Dios, nos comportamos como si nos bastara con nostros mismos. Y así nos va, nos apartamos de Dios y nos resistimos a abrirnos a su interveción y a su perdón.

Pensamos, incluso, quien es este que se atreve a perdonar nuestros pecados. Dudamos de su perdón y murmuramos contra Él. Eso lo hacemos cuando nos enemistamos y le damos la espalda. Le estamos diciendo que no creemos en su perdón y que Él no tiene poder para perdonar los pecados. Eso sólo le compete a Dios, y Él no es Dios.

Nos sorprendemos de todo esto, pero nosotros también actuamos asi cuando rompemos nuestra relación y amistad con Él. Es más, no nos acercamos a la Penitencia porque no nos creemos perdonados ni que Él tenga poder para perdonarnos. Y podemos decir que si creemos, pero no damos un paso hacia delante, y las cosas sólo se demuestran cuando se hacen.

Bien decía el Señor que no todo el que dice Señor, Señor... entrará en el Reino de mi Padre.

domingo, 8 de diciembre de 2013

ALEGRATE LLENA DE GRACIA


(Lc 1,26-38)

Está, María, llena de Gracia. «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios». ¿Qué hay que hacer, es mi pregunta, para hallar Gracia delante de Dios? Porque María estaba llena de la Gracia de Dios.

María se conturba, se preocupa y discierne que significado tienen esas palabras. No entiende ni sabe como sucederá lo que oye, pero deja sus planes, se muda y cambia, por los planes de Dios. Sin entender, porque no cabe en su cabeza, ella, María, responde con un decidido y comprometido.

Sale de sí mismo para entrar en la Voluntad de Dios. Hasta aquí lo que hizo María. Agradecido porque colaboró con el Plan de Dios, y con su colaboración abrió la puerta para que a todos nosotros nos llegue también esa Gracia de Dios. Pero, ¿y yo? Estoy dispuesto a dejarme también cubrir por el Plan que Dios tiene sobre mí. Estoy dispuesto a dejar mi vida, mis intereses, mis comodidades y ponerme disponible en la Voluntad de Dios?

Ahora es tiempo propicio para eso. El Señor está pronto a nacer y quizás esté pidiendo un hueco en mi corazón. Un hueco para que mi vida sea más plena, más auténtica, más comprometida y más llena de su Gracia que Él mismo pone en mis manos. 

Sigamos el ejemplo de María y, en y por ella, acerquémonos a Jesús, Camino, Verdad y Vida.