jueves, 16 de octubre de 2014

PERDIDOS EN EL CAMINO


(Lc 11,47-54)

Sin darnos cuenta se nos cuela el diablo y nos desvía o aparta del Señor. Esa es y será siempre su intención y estará siempre pendiente de cumplirla. Perdemos en norte si nos empeñamos en dirigir nosotros el rumbo de nuestro camino, en lugar de ponernos en tus Manos, Señor, y asistidos por el Espíritu Santo caminar dirigidos por Él.

Es nuestra propia vanidad, por elevarnos y destacar por encima de los demás, la que nos tienta y nos inclina a no escucharte e incluso a rechazarte. Ocurre que cuidamos lo superfluo, la superficialidad, la fachada, el vestido, lo de afuera... Ponemos la atención en lo espectacular, en lo grandioso, en las apariencias, el interés, e impedimos pensar, buscar o discernir a otros, manipulándoles, sometiéndoles y dirigiéndoles según nuestra voluntad y egoísmo.

Somos barreras o paredes que se levantan e impiden ver o entrar a los que quieren hacerlo. Apoyamos nuestros criterios en nuestras ideas y usamos la religión para fortalecer y aumentar nuestro poder con el fin de manipular a los demás a nuestro antojo. Caminamos en la dirección de los criterios humanos y en el poder de la demagogia y la mentira y marginamos la Piedra angular de nuestra fe. La Roca donde debemos apoyarnos y fortalecernos.

Y eso no es sólo de ayer, sino también de hoy. La Iglesia se resiente interiormente por luchas y divisiones de criterios humanos y de ansias de poder; de vanidades y egoísmos. Es la propia Iglesia la que a veces no deja acercarse y aleja con sus escándalos y divisiones.

No perdamos el norte y acerquémonos a Jesús, el Hijo de Dios Vivo, que nos sostiene, dirige y fortalece, y nos une para como el Padre y el Hijo son uno, así también lo seamos nosotros. Amén.

miércoles, 15 de octubre de 2014

CAMINANDO POR Y EN LA LUZ DE TU AMOR, SEÑOR.

(Mt 11,25-30)
 
Sin Ti, Señor, todo se hace oscuro y pierdo la orientación. Sin Ti, Señor, desaparece la vereda del único camino que ilumina y orienta mi vida. Sin Ti, Señor, mi vida pierde sentido y se hunde en la desesperación y la mentira. Sin Ti, Señor, sería imposible dar un paso y mirar con esperanza para dar el otro. Sin Ti, Señor, mi paciencia no resistiría las dificultades que me salen al paso de mi vida y circunstancias.

Sin Ti, Señor, no sabría a donde ir, que hacer y por donde caminar. Sin Ti, Señor, no entendería tantas cosas que abruman e interrogan mi vida. Sin Ti, Señor, me sería imposible soportar estas horas de espera a que mi ordenador responda. Sin Ti, Señor, no sabría soportar y aceptar incomprensiones y actitudes que me sacuden y molestan. Sin Ti, Señor, como santa Teresa, no tendría deseos de vivir en actitud de perfección y de servicio, para corresponder a tu Amor y servirte amando a los hermanos.

Sin Ti, Señor, no sabría dar gracias, ser agradecido y abajarme hasta la humildad de experimentarme niño, necesitado y pequeño. Sin Ti, Señor, no sabría superarme ni aceptarme. ¿Dónde ir, Señor, sin Ti?

Gracias Padre por revelar estas cosas a los pequeños, sencillos y humildes, porque sólo en la necesidad podemos encontrarte y descubrirte, y esa sólo aparece cuando nos llenamos de pobreza, humildad y sencillez. Pero, sobre todo, Padre, gracias por darnos el apoyo de tu Verdadero y Único Hijo, Jesús, donde nos apoyamos, descansamos y refugiamos y alimentamos nuestras fuerzas y voluntades para continuar el camino.

martes, 14 de octubre de 2014

FIJARNOS MÁS EN LO DE DENTRO QUE EN LO DE AFUERA

Lc 11, 37-41

Nos gusta y lo cuidamos mucho por respeto humano las cosas externas. Nos fijamos si las copas están limpias, si el mantel no tiene manchas, si nos lavamos las manos...etc. Y no es que estemos diciendo que eso no hay que cuidarlo, pero lo verdaderamente importante no es eso, porque eso sin lo otro nada vale.

Y lo otro es la acogida, la sonrisa, la comprensión, la escucha, el interés por ayudar y aliviar los sufrimientos de otros, la misericordia, la compasión...etc. En una palabra, el amor. En eso se fija nuestro Padre del Cielo, en la intención de nuestro corazón, aunque nuestra alma, por nuestras propias impurezas del pecado, reluce algo manchada y sucia.

Por eso, lo externo no mancha tanto como lo interno. Es en el interior de lo más profundo de nuestro corazón donde se fraguan las malas intenciones que verdaderamente manchan al hombre. Y es ahí donde tenemos que poner nuestro esfuerzo y voluntad para, por la Gracia de Dios, mejorar y purificarnos. 

No son importantes los ritos sino la expresión de lo que verdaderamente vivimos y creemos. De tal manera que si, los ritos, no corresponden a la vida, estamos mintiendo y aparentando lo que no somos. Esa actitud fue la que hizo que Jesús respondiera así al fariseo que lo había invitado a su casa: 
-«Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»

Danos Señor la luz para que nuestra vida y obra exterior sea y corresponda a la que sentimos interiormente. Amén.

lunes, 13 de octubre de 2014

EL PROBLEMA DE SIEMPRE: INCREDULIDAD Y SOBERBIA


Lc 11, 29-32

Es un problema viejo, viene desde la antigüedad. El hombre ensoberbecido no acepta la fe y planta su fe, la que él ha mamado, la que él tiene por buena y donde se siente cómodo e importante. No acepta otras doctrinas. No ve sino su doctrina, y no admite que otro la suplante. Son las luchas religiosas de esta generación perversa.

Jesús es rechazado en su pueblo mismo. Quieren signos que, según su razón, ellos puedan creer. Y no hay más signo que el de la Cruz. La Cruz que nos libera y nos salva. El Señor que con su Pasión nos rescata del pecado y nos gana para el perdón y salvación por la Misericordia del Padre.

Pero el hombre cierra sus ojos y nubla su mente obcecado por el pecado y no se aviene a razones sino buscas signos y milagros que no le serán ofrecidos. Eso es lo que ocurre a nuestro derredor. El hombre se olvida de Dios y organiza un mundo según sus satisfacciones, sus intereses y sus placeres. Observamos asesinatos y muertes de inocentes: hambre, frío, enfermedades, abortos, esclavitud, lujuria, infidelidades, delitos, abusos sexuales a menores, violaciones...etc.

Haz Señor que nuestras vidas se abran a la verdad y que nuestra piedad unificada en tu Amor sea fuente de unidad y de concordia para la paz y la fe. Amén.

domingo, 12 de octubre de 2014

LA ESPERANZA DEL BANQUETE


Mt 22, 1-14

Sin lugar a duda que a todos nos gusta la fiesta. Y la fiesta se significa con un banquete, una comida por lo alto, pantagruélica, festín, diversión, gozo, alegría... La fiesta es el colofón de la alegría, de la meta conseguida, del éxito cosechado y la felicidad alcanzada. Todos con la fiesta queremos significar el culmen de nuestras aspiraciones.

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda."
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. Leer más...

Estamos invitados a un gran Banquete. Un Banquete con mayúscula que va a satisfacer todas nuestras aspiraciones de felicidad eterna. ¿No lo sabías? Mira bien en tu buzón porque esa invitación ha llegado ya. Quizás no esté en el buzón, pero seguro que está en tu corazón. 

Estamos llamados a vivir gozosamente felices y eternamente. Esa es nuestra invitación, y nos la pasa Jesús, el Hijo de Dios Vivo, a través de su Iglesia. Posiblemente no te haya enterado bien, o te haya llegado falsos rumores que te han confundido. Posiblemente tengas tu traje algo manchado y no te atreves a limpiarlo, o quizás lo hayas perdido. No importa, en la Iglesia hay medios y respuestas para limpiarlo, Penitencia,  o para hacértelo nuevo, Bautismo.

No rechaces la invitación y procúrate el traje adecuado. Es la mejor y única invitación de tu vida que puede darte lo que tú tanto buscas afanándote en otras ocupaciones. Suelta lo que tengas, ponte el traje adecuado y acude a esa invitación. Veraz la fiesta maravillosas que empezarás a vivir.

sábado, 11 de octubre de 2014

ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS PARA CUMPLIRLA


Lc 11, 27-28

Puede ser que hayamos oído, e incluso escuchado la Palabra de Dios innumerables ocasiones en nuestra vida, pero no nos será de mucha utilidad si no nos ponemos por obra vivirla y cumplirla. No hay otra manera de decirle al Señor que estoy dispuesto a seguirle y corresponderle a su amor que la de tomar su Palabra, meterla en mi corazón y bajarla a la vida.

Bajarla a la vida de cada día. Para eso le pedimos antes, en el Padre nuestro, que nos asista y nos provea del pan, tanto material como espiritual, que necesitamos para sonreír, para estar disponible, para escuchar, para estar pronto a servir de buena gana, para discernir el bien del mal, para soportar y perdonar, para llenarnos de paciencia ante la adversidad, los rechazos, los insultos, las incomprensiones...etc. Añade tú las que quieras, porque quedan muchas más.

En resumen, para amar, porque el amor se concreta en todo eso y más. Por eso, no es lo más grande el vientre ni el pecho que te criaron, sino escuchar y cumplir la Palabra de Dios. Es ese el verdadero gozo al que debemos aspirar todos, porque en él está nuestra verdadera y única felicidad.

Danos Señor la Gracia de escuchar tu Palabra para, guardada en nuestros corazones, seamos capaces de vivirla cotidianamente en el sentir y obrar de cada momento de nuestra vida.

viernes, 10 de octubre de 2014

CUANDO TE CIEGAS POR LA SOBERBIA

Lc 11, 15-26

En el fondo nuestra incredulidad está dominada y sometida por la soberbia. Aun viendo milagros y asintiendo nuestra razón, no damos el brazo a torcer y buscamos razones para justificarnos. El autoengaño nos somete y nos hace vomitar mentiras.

Acusamos al Señor de estar de lado de Belzebú, el príncipe de los demonios, y de expulsar demonios por su poder. No les queda otra salida y no dudan en utilizarla. De lo contrario se ven cogido y obligados a aceptar la Palabra de Jesús. No advierten su disparate aun descubriéndoselo Jesús: les dijo:
-«Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

El demonio está presente y nos acosa y trata de convencerlo. Es una figura de la que Jesús nos advierte muchas veces en el Evangelio, y de la que Él también ha sufrido y recibido amenaza. Eso nos desvela la necesidad que tenemos de estar al lado del Señor. De no alejarnos para no debilitarnos y evitar el ser atacados por el Maligno.

Danos Señor la fortaleza de saber distinguir la Luz de las tinieblas y, confiados en tu presencia y compañía, ayúdanos a encontrar el camino y la sabiduría de que nuestros encuentros sean frutos de esperanza y unidad. Amén.