viernes, 4 de septiembre de 2015

LA VIDA SE ENCARGA DE PONER TODO EN SU SITIO

(Lc 5,33-39)


En la vida hay de todo. No siempre se disfruta ni tampoco se sufre. Hay momentos para lo uno y también para lo otro. Lo importante es saber discernir cuando toca uno y cuano el otro. Es esa la pregunta que, con muy mala intención, dirigen los fariseos a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben».

Los que están sujeto a las leyes y normas se esclavizan y se someten a ellas. Así el sábado de alguna manera reinaba, y también otras normas y leyes, sobre los fariseos. Y eso es descabellado, pues de sentido comú es que todo debe estar sometido y en función del bien del hombre. Por eso, los fariseos, con unas seiscientas trece leyes, no podían ni respirar. El hombre sometido al dictado de las leyes.

Ni que decir tiene que el sentido común no entiende eso. Y lo lógico es que en el tiempo se imponga la sensatez y el buen sentido. El ayuno tendrá su debido tiempo, porque llegará inevitablemente. La vida es un camino de rosas y espinas, y cuando rosas, toca aprovecharlas, saborear su perfume y olor, y si espinas, toca soportar el aguijón del dolor, la tristeza y el contra sentido.

Sin lugar a dudas que en muchos momentos conviene purificarse y prepararse para conseguir el equilibrio y dominio de tu voluntad. Abandonarse a los malos hábitos no es bueno, pero todo de una forma natural y en sintonía con la misma vida. Las normas sistematicas esclavizan y angustias, porque el hombre ha sido creado para amar, y el amor es paciente, comprensivo, generosos, misericordioso...ect. No sabe de rigidez ni de cumplimientos sistematicos ni de leyes. Es bueno respetarlas y tenerlas, pero sabiendo que por encima de ellas está el amor.

Ayunar exige tener una razón para hacerlo, no por supuestas leyes, costumbres o ritos. Detrás del ayuno hay un motivo que da sentido a ese sacrificio, y siempre ese motivo llega cargado de amor.

jueves, 3 de septiembre de 2015

ASOMBRADO POR LA RESPUESTA DE LOS APÓSTOLES

(Lc 5,1-11)


Desde hace tiempo me asombra la respuesta que dieron a Jesús aquellos hombres rudos, analfabetos y simples pescadores que vivían del esfuerzo de su trabajo y de la suerte de pescar. No sé, y me lo he preguntado varias veces, cuál hubiese sido mi respuesta. Me da hasta miedo pensarla.

Dejarlo todo no es fácil cuando todo es familia, situación, lugar...etc. Y encima sin saber donde y a qué se comprometían. Cuanto nos cuesta a nosotros dejar una simple cosa. Cuantos apegos tenemos y a los que nos agarramos ante la llamada de Jesús. Y encima soy tan tonto que me creo un buen creyente. Me da vergüenza, pero tengo que decirlo.

De cualquier forma eso no es sino confesar que eres un pecador, y descubrirlo en estas oportunidades que la vida te ofrece confesarlo. Demostrar que no es mentira ni hipocresía cuando lo decimos, sino verdad que ahora reconocemos y confesamos. Perdona, Señor, tanta osadía y falsedad.

Y no se trata del tiempo. Porque podemos alegar una y mil escusas para evadirnos del problema justificando que si hubiese sido cuando era joven, sin compromiso familias, sin esto o lo otro. Pedro y los otros respondieron cuando se les presentó Jesús, sin tener en cuenta lo que tenían o había hecho anteriormente. Jesús, ten en cuenta esto, no te va a pedir sino lo que sabe que tú puedes dar. Y si te llama es porque sabe que puedes responderle si te abres a su Espíritu.

En la medida que te esfuerzas por responderle, y a lo largo de tu vida, vas descubriendo que donde estás es el lugar que Él ha querido colocarte. Yo, por ejemplo, estoy casi seguro y convencido, ahora, que no me ha llamado por el camino del sacerdocio, ni quizás por otro, sino por el que camino. Supongo que Él me lo irá confirmando poco a poco. Sé que no le he respondido como yo quisiera y Él espera de mí, pero me anima su Infinita Misericordia, que pronto celebraremos, y su Infinita Paciencia y Amor.

Uno de los signos que puedo ver es que no me lo planteé en esos momentos de mi juventud cuando tan cerca estaba de Él, y otro signo es que me casé profundamente enamorado, lo sigo estando, y el Señor fue nuestro Principal invitado. Nuesta boda, Berta y yo, fue alrededor de Jesús. Comulgamos bajo las dos especies, y que más puedo decir...

Por eso, quiero pedirte, Señor, que me des el arrojo, la fuerza y la voluntad de Pedro, la Piedra que Tú has escojido para tu Iglesia, y a la que yo ahora, formando parte de BceP, apoyo y defiendo. Dame y danos la Gracia de servirte dejándolo todo y entregados a tu Voluntad. Amén.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

RESPONDER NO ES DECIR SÍ, SINO PASAR A LA ACCIÓN

(Lc 4,38-44)


Cuando respondemos a algo en concreto es porque detrás tiene que haber algún interés. No se responde sin saber qué, o a lo loco. Y si se hace es porque algo anda mal en nuestro interior. Responder exige un paso previo: estar convencido y comprometerse. Y en base a eso se adquiere un compromiso.

Cuando el compromiso, como es el caso que nos ocupa, es el amor, obedece a que en el amor encontramos la plena felicidad que, si no ahora, sí en la plenitud eterna. Y nos extraña que no respondan todos. Porque somos todos los que buscamos esa dicha y gozo eterno. 

Suponemos que el fallo está en que muchos cerramos los ojos porque, aparentemente, piensan que esa felicidad buscada se encuentra entre las cosas de este mundo. Y, lo extraño es que siguen buscando a pesar de sus fracasos y caducidad, porque la experiencia nos dice que todo lo que nos rodea, perteneciente a este mundo, es caduco. ¡Dios mío, que cerrados tenemos los ojos!

Pero quizás lo que nos interesa ahora es fijarnos en la respuesta de la suegra de Pedro. Tanto en cuanto es sanada por Jesús, responde inmediatamente a la acción y se entrega a su servicio. Está presta y disponible a servir, o sea, a amar. ¿Es esta nuestra primera intención y nuestra prioridad? ¿O ponemos condiciones? Hay gente que se ofrece a servir, pero ponen sus propias condiciones. Y no es que eso sea malo, sino que nos descubre que nuestro corazón no está abierto del todo.

Otra cosa es que nuestra mochila esté ya bastante llena y no podamos abarcar más. No podemos hacer más de la capacidad recibida en nuestra mochila, porque de creernos fuertes y capaces, el peso de nuestra mochila nos hundirá y quebrará nuestra espalda. 

Al final seremos esclavos y victimas de nuestra propia suficiencia y egoísmo. Se trata de abrirnos y, por la Gracia de Dios dar todo lo que tengamos y hayamos recibido. Eso nos ayudará a esforzarnos, a no parar y a estar siempre creciendo y en estado de alerta y vigilante hasta que llegue el esposo.

Tendremos siempre dificultades, porque el demonio conoce al Señor, le molesta y huye de su presencia, pero es más fuerte que nosotros y tratará de persuadirnos, de engañarnos y de ofrecernos las maravillas caducas de este mundo. Son espejismos que nos puede arrastrar y alejarnos del Señor. Tengamos cuidado y permanezcamos cerca, muy cerca del Señor.

Aquí entra el poder de la oración y la práctica frecuente de los sacramentos, Penitencia y Eucaristía. El Poder de Dios nos salvará porque ha venido para eso. Y Él lo puede todo. Es el Señor.

martes, 1 de septiembre de 2015

HABLAR NO SÓLO DE PALABRA SINO CON LA VIDA

(Lc 4,31-37)

Lo de Jesús es distinto, porque Él habla, no sólo con la Palabra, sino le da vida a esa Palabra. El Evangelio de hoy nos habla precisamente de un hecho que testifica lo que decimos. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen».

Y ese es el camino, porque Jesús nos ha prometido que, en su Nombre, haremos cosas mayores. Se trata pues de proclamar no solo con la palabra sino con la vida. Si lo que predicas tú no lo vives o intentas vivirlo, no transmitirás nada. Cuando se habla convencido y con hechos que descubren la verdad de lo que predicas convences. Porque tu fuerza está en el Señor y tu debilidad se hace fuerte.

Y porque lo que comunicas es lo que todos quieren oír: el gozo y la felicidad eterna. Nadie quiere vivir en la mentira, porque eso no te deja la conciencia tranquila. Las apariencias engañan y el efecto rápido del gozo apoyado en la mentira descubre pronto el engaño y la perdición. 

Pero, lo que ocurre es que si tratas de proclamar la verdad con otra mentira, quedas al descubierto y no convences a nadie. O peor, alejas y consigues odio e indiferencia. El secreto es que la Verdad te hace libre y feliz, y eso le gusta a todo el mundo. Y eso es lo que hace el mismo Jesús, dar testimonio de que Él es la Verdad, el Camino y la Vida.

Tienes que experimentar que la verdad exige y que no siempre coincide con lo que tú quieres. La verdad exige esfuerzo, firmeza, decir las cosas claras y actuar con justicia. Y muchas veces nosotros estamos en el otro extremo. Queremos ocultarla para no disgustar y no aplicamos la justicia como deberíamos hacer. Y pensando que hacemos bien, pronto descubrimos que actuamos mal.

La confianza en el Señor nos anima a descubrir que, a pesar del desierto que tenemos que atravesar en esta vida, el oasis del gozo y el pleno descanso que el nos promete colma todos nuestros deseos y esperanzas.

lunes, 31 de agosto de 2015

SE CUMPLE LA PROMESA, EL SEÑOR ESTÁ ENTRE NOSOTROS

(Lc 4,16-30)

Para recibir la Palabra de Dios no basta simplemente oírla o escucharla. Ni siquiera pertenecer a la Iglesia. Se hace necesario ser pobre, cautivo, saberse ciego. Porque Jesús no ha venido a salvar a los que se creen salvados por sus méritos o por sus dones, poder o riquezas, sino a los que se experimentan pobres, esclavos o ciegos, y perdidos en el camino de este mundo.

No hay otra posibilidad ni otra clase de elección que la de la pobreza, que pasa por la de la humildad. Humildad que nos ayuda a tomar conciencia de nuestras miserias, de nuestros pecados e importancia de no saber donde ir ni a quien recurrir. Y sólo en Ti Señor encontramos respuestas a todos los interrogantes que la vida nos va presentado.

Estamos tentados por nuestra soberbia de creernos elegidos y dignos. Por ahí vino la perdición del ángel caído, y por ahí somos tentados nosotros, pues es donde reside nuestra mayor debilidad. Fue la viuda de Sarepta, una extranjera, la elegida ante todas las aparentes preferidas del pueblo de Israel, y un sirio, enfermo de lepra, Naamán, el elegido antes que todos los leprosos de Israel.

¿Qué quiere decirnos e indicarnos el Señor con estas sorpresivas elecciones? No parecen responder al sentido común, pero dejan entrever que son preferidos los de afuera que los del pueblo. ¿Es qué no basta ser del pueblo y estar dentro para ser elegido?

Supongo que Jesús prefiere a los humildes, porque son los humildes los que se dejan curar y perdonar. No se trata de merecer, porque nunca nuestros méritos alcanzaran derecho de misericordia, sino que es Gracia de Dios por su Amor. Dios nos salvar porque quiere y porque nos quiere. No preguntemos ni tratemos de entenderlo, porque sencillamente no podremos entenderlo.

Simplemente somos salvados por Voluntad de Dios y punto. No podemos decir nada más. Ni siquiera atrevernos a juzgar a otros, porque sólo Tú, Señor eres el juez único y verdadero. Por eso Señor, desde este humilde rincón nos postramos ante Ti aceptando tu Voluntad.

sábado, 29 de agosto de 2015