domingo, 26 de mayo de 2024

NI IMAGINARNOS LO QUE NUESTRO PADRE DIOS NOS TIENE PREPARADO.

Por mucho que queramos y tratemos de imaginar no podremos nunca hacernos una idea aproximada de como será esa supuesta casa del Cielo a la que esperamos llegar, por la Gracia de Dios, el día que nos toque partir de este mundo. Jesús nos lo dijo en cierta ocasión: - Jn 14, 1-12 – No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para…

Eso sí, definitivamente sabemos que allí será la gloria, la plenitud de la felicidad eterna y, sobre todo, junto al Hacedor y Creador de nuestra vida y de todo lo visible e invisible. Junto a nuestro Padre Dios. Porque, es eso lo que, queramos o no, todos buscamos, ser felices. Una felicidad que se traduce en estar en paz, satisfechos y plenos de no desear nada más sino lo que realmente somos y vivimos.

Estar junto al Señor, me atrevo a pensar que significa eso, quedar eternamente extasiado, llenos de gozo y felicidad simplemente contemplándole. Y lo más grandioso que, sin merecerlo por muchos méritos que hagamos, Él nos espera siempre, nos aguarda y nos tiene un lugar reservado para nosotros. Incluso con nuestro nombre y en unidad, sintonía y abierto a compartir con todos. Porque, quien nos regala la vida eterna es Trinitario y Amor comunitario.

sábado, 25 de mayo de 2024

UNA MIRADA HACIA NUESTRA DEBILIDAD INFANTIL

Es verdad que en nuestra etapa de niño experimentamos la vulnerabilidad. Nos experimentábamos – ahora de mayor lo recordamos – débiles, pequeños y necesitado de todo, a casis todo. No nos dábamos cuenta de la enorme dependencia que teníamos de nuestros padres y de nuestros mayores. Llegábamos a despertar en ellos sentimientos de generosidad hacia nuestra impotencia y debilidad. Y nos sentíamos defendidos y protegidos por ellos.

¿Cuáles son, ahora, nuestros sentimientos con nuestros padres y mayores? Posiblemente los hayamos olvidados, o nos queda un vago recuerdo que se escapa a nuestro intelecto. Y ese es nuestro reto: valorar el amor de nuestros padres e incluso mayores (maestros, vecinos, amigos de nuestros padres…).

¡Y, por encima de todo esto, está el Infinito Amor Misericordioso de Dios! ¿Lo entendemos? ¿Lo sabemos valorar? ¿Nos damos cuenta? Supongo, al menor para mí, de que no soy capaz. Se me escapa entender esa filiación eterna y gratuita con mi Padre Dios. Es algo tan grande y tan hermoso que no llega a abarcar mi imaginación.

Y es ese sentido que me gustaría seguir siendo niño: creerme todo, confiar todo, obedecer todo lo que viene de mi Padre Dios. Sí, Padre Bueno, quiero seguir siendo niño, tu hijo predilecto al que amas y quieres llevarlo a tu regazo para que esté contigo la eternidad. Sí, Padre, yo quiero, y te pido que me ayudes, me des esa educación, esa sabiduría para entenderlo y estar siempre como un niño pendiente de Ti. Gracias Padre.

viernes, 24 de mayo de 2024

SOMOS SERES CREADOS PARA Y EN RELACIÓN

No hemos sido creados para vivir aislados sino en relación. Una relación que nos identifica como hermanos y llamados a entendernos, asistirnos, auxiliarnos y amarnos. Pero esa vocación tiene dificultades que se esconden en el pecado. Nuestra naturaleza está dañada y herida por los deseos pasionales: ambiciones, envidias, odios, riquezas, poder, sexualidad…etc. Son nuestros afanes que nos aíslan y nos separan de Dios.

Pero, frente a todo eso, Dios nos ha creado para que permanezcamos unidos. Somos hermanos, hijos de un mismo Padre, y nuestra vocación reside en eso, en vivir fraternalmente y relación y asistiendo a los más necesitados y débiles. Ni que decir tiene que eso es harto difícil. Es contrario a nuestra naturaleza y afanes y la disputa está servida. Es evidente que sin ayuda estamos más que perdidos. Nos será imposible.

Dentro de esta vocación de relación está el matrimonio: la unión sacramentan de un hombre y una mujer. Una unión que, a parte de toda su atracción pasional, sexual y afectiva, trae también dificultades de entendimiento, de caracteres, de habito, cultura y hasta económicas. Y, evidentemente, todo eso hay que cazarlo desde nuestra vocación comunitaria y de relación. Y eso lo prometemos en el sacramento matrimonial.

Pero, lo mejor y lo que nos salva y ayuda, para poder superar todas nuestras diferencias, es que nuestro compromiso matrimonial lo hacemos en el Sacramento del matrimonio. Invitamos a nuestro Señor Jesús y le pedimos que nos acompañe durante el recorrido de nuestra vida para, en, con y por Él superar todas esas dificultades que nos van a impedir que nos mantengamos unidos hasta la hora de nuestra muerte.

Ese es el reto y la meta: «De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre» Esa es la conclusión, y la Palabra de Dios, ahora, el éxito dependerá de cada cual y de su implicación y fe. Eso sí, no se podrá justificar que disponemos del don para llevarlo a cabo.

jueves, 23 de mayo de 2024

SOLO UN AMOR COMPROMETIDO Y ENTREGADO NOS PUEDE DAR VIDA

Nuestra primera intención es depender de nosotros mismo y, por supuesto, no deber favores a nadie. Pero, una cosa es nuestra intención y otra la realidad en la que estamos inmersos. Somos seres en relación y dependemos unos de otros aunque las apariencias quieran engañarnos. Vivimos en sociedades donde la vida es posible y, hasta cierto punto cómoda, por el servicio que nos prestamos los unos a otros. Y Jesús, el Señor, se nos regala y da gratuitamente por verdadero amor. Se parte y se da. Y se queda Eucarísticamente bajo las especies de pan y vino para darse en alimento espiritual a cada uno de los que creen en Él y se acerca a recibir ese Pan y Vino transformados en su Cuerpo y Sangre.

Necesitamos los unos de los otros, pero, somos criaturas necesitadas de Dios. Él es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. Y sin Él nada podemos ni nada somos. Vivimos la realidad de nuestra vida buscando la felicidad, pero sin Él pierde todo sentido, porque la felicidad y el gozo están en Él. Y solo un amor misericordioso como el que Él nos da nos puede dar Vida. De modo que necesitamos estar a su lado, esforzarnos en imitarle y alimentarnos de su Cuerpo y Sangre.

miércoles, 22 de mayo de 2024

DIOS PRESENTE EN EL MUNDO

No nos corresponde a nosotros decidir que es y que no es o está en la presencia de Dios. Donde hay amor, allí está Dios. Y eso no lo podemos ni saber ni decidir nosotros. Lo que cada cual recibe, percibe o interpreta es cosa de él y de Dios. Bien es verdad que nosotros debemos ayudarnos a encontrarnos con el Señor y facilitarnos el camino para estar y vivir en su presencia. Pero, lo de ir por aquí o exigir ir por allá es cosa que pertenece solo a la Voluntad del Señor. Porque, solo Él sabe lo que hay y anida en lo más profundo de nuestros corazones.

De modo que no debemos impedir lo que hagan otros, porque, bien dice el Señor: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».

Cuando la voluntad es bien intencionada, limpia y sincera, el Espíritu de Dios se hace presente y el amor y la misericordia son bienvenidos, florece y hacen el bien. Percibimos que en el mundo se hace mucho bien y eso descubre que Dios está presente en muchos corazones aunque aparentemente no le sigan de una manera clara y visible. Él ya nos lo advirtió: (Mt 20,16) Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.

martes, 21 de mayo de 2024

NOS CUESTA MIRAR LA CRUZ DE NUESTRA PROPIA VIDA

Y hoy, después de más de dos mil años seguimos pensando de la misma manera. Hay muchos creyentes, incluso comprometidos, que no quieren oír hablar de la muerte ni tampoco del dolor. Es evidente que eso es contrario a nuestro instinto natural y que nuestra naturaleza lo repele, pero, también es más que evidente que sabemos que la puerta para ir a la Casa del Padre tiene billete de muerte. Es decir, la muerte nos abre la puerta de la Resurrección por los méritos de nuestro Señor Jesucristo e Infinita Misericordia de su Padre Dios.

Nos sentimos más inclinados a buscar seguridades, puestos de relevancia y prestigio y nos olvidamos de que nuestro camino es un camino de abnegación, de darnos, de dolor en muchos momentos y de muerte. Porque, la única manera de ir a la Gloria junto al Señor es darnos en amor misericordiosamente como se nos ha dado el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Nuestro Señor se cansó de decírnoslo, de explicarnos su Camino, su Verdad y su Vida, Se les estuvo apareciendo cuarenta días para mostrarle que lo que les había dicho era cierto. Y, ya al final, nos ha enviado el Paráclito, para que termine de decirnos y alumbrarnos todo lo que nos falta por saber y experimentar. Pero, una cosa es muy necesaria, la Paz. Necesitamos estar en paz para que el Espíritu Santo haga morada en nosotros. Porque sin Paz no viene ni puede entrar en nosotros.

La mala noticia es que tardamos mucho, y perdemos muchos tiempo en cosas superfluas y corruptas para darnos cuenta y entender la Palabra que Jesús nos regala cada día. La Eucaristía es un regalo que no tiene precio y en donde podemos encontrarnos con Jesús real y directamente. ¡No lo dudes!, y pídeselo al Espíritu Santo.

La Buena Noticia es que Jesús no se cansa de alumbrarnos, de explicarnos, de enviarnos al Espíritu Santo. Estuvo con los apóstoles, en su paso por este mundo hasta el final. Y, ya Resucitado, sigue estando con nosotros hasta el final de nuestra vida en la Eucaristía y dentro de todo aquel que cree en su Palabra y le abre su corazón. ¡Aprovechemos el tiempo de nuestra vida terrenal!

lunes, 20 de mayo de 2024

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA

María, está desde el principio y también en la hora final. Ella es la Madre que, por Voluntad de Dios, lo concibió por obra del Espíritu Santo en su seno y fue su primera discípula guardando todo lo que vivió a su lado en su corazón. María no se esconde, permanece al lado de Jesús. Está siempre en los momentos decisivos: Profecía de Simeón; huida a Egipto; el Niño perdido en el templo; encuentro en el camino del Calvario y al pie de la Cruz.

Y al comienzo de la Iglesia – Pentecostés – junto a los apóstoles, María es la Madre que los reúne, los acoge, los cobija y los sostiene en la esperanza y la fe. María es la puerta por donde Jesús, el Hijo de Dios, se encarna en Naturaleza humana y se hace presente en este mundo. María, j unto a José son los elegidos por el Padre para que su Hijo, el predilecto, el amado, lleve acabo la misión de anunciar su Amor incondicional y misericordioso. Y, por los méritos de su Pasión rescate para nosotros la dignidad, perdida por el pecado, de hijos de Dios.

En la cruz, dice el Papa Francisco, Jesús se preocupa por la Iglesia y por la humanidad entera, y María está llamada a compartir esa misma preocupación. Los Hechos de los apóstoles, al describir la gran efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, nos muestran que María comenzó su misión en la primera comunidad de la Iglesia. Una tarea que no se acaba nunca. (26-11-2017).

Por todo eso, y mucho más, María es Madre Dios, Madre de la Iglesia que fundó su Hijo, y Madre nuestra que nos acoge, nos recibe y nos lleva con su amor al encuentro con su Hijo. Amén.