Tu juicio final
será según tu vida en este mundo. Es de vital importancia saberlo: «Al
final de tu vida te juzgarán del amor». Y eso significa
que según hayas vivido y, por supuesto, según tus actos, ya sean de amor o
desamor, dictarán sentencia. De modo que puedes aventurar y deducir lo que te
va a esperar al final de tu camino. No hay engaña, lo tienes delante de ti
mismo. Por tanto, sin justificación de ninguna clase.
Es posible que
pienses que nadie te dijo nada; que tus circunstancias no te dieron la
oportunidad de informarte, de conocer la Buena Noticia, de caer en la cuenta de
lo verdaderamente importante. Y así muchas más justificaciones, pero, la única
razón que hay es que has decidido entrar por la puerta ancha, una puerta más
espaciosa y cómoda.
Dentro de tu corazón
esta sellada la impronta del Señor. Has sido creado a su imagen y semejanza. Él
es tu modelo y tu experimentas que hacer el bien es tu mayor deseo. Pero, ¿qué
ocurre? Posiblemente, te has rendido al mal, a tus pasiones y codicias y … Si
no te has levantado como el hijo pródigo de regreso a Casa, ya puedes intuir y
saber que te espera en la calle.
Es indudable que nos cuesta dar y darnos; perdonar y aceptar el perdón. Pero, quieras o no esa es la medida. Según tú hayas amado, dado y perdonado, así serás tratado. Tu juicio, por tanto, está establecido. Dependerá, pues, de tu decisión en este momento y mientras camine por este mundo. Tú tienes la palabra.