miércoles, 24 de abril de 2013

LA PALABRA DESCUBRE MIS PECADOS

(Jn 12,44-50)


No necesito ser juzgado, pues la Palabra del Señor me juzga por mis actos. Sabemos, en la mayoría de los casos, cuando hemos actuado bien o mal, y no siendo así, la Palabra del Señor nos aclara nuestra conciencia y nuestra actuación. Uno se da cuenta cuando ama o cuando se ama, y eso determina el bien o el mal de tu propio ser y obrar.

Lo más difícil de aprender en vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar (Bertrand Russell). Pero esos puentes que se interponen en el camino de nuestras vidas, si son alumbrados por la Palabra de Dios, serán cribados a la derecha o a la izquierda y respectivamente quemados los de la izquierda, porque esos puentes, a la izquierda de la Palabra, esconden la mentira, la apariencia, el engaño y el egoísmo.

«El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí».

martes, 23 de abril de 2013

¡IMPACIENCIA!

(Jn 10,22-30)


La impaciencia nos acorrala y nos exige una conclusión: "No esperar más". Eso conlleva una elección, una elección rápida, desesperada y sin la debida reflexión. Es entonces cuando el diablo, que está siempre ahí y pendiente de nuestras señales de debilidad, entra en la partida y ayuda a tomar la peor decisión: "Exigir respuestas según nuestra razón y voluntad".

Hemos decidido, entonces, no tener en cuenta la Voluntad del Padre, sino proceder según la nuestra. Y en eso se esconde el secreto del problema. Jesús nos invita a aceptarle, aceptarle según la Voluntad del Padre, y lo que el Padre le ha dado: "Sus obras y su Palabra". Pero nosotros, sabios de este mundo, queremos que proceda según nuestras voluntades y exigencias.

Y cerramos nuestros ojos. No vemos sino por nuestra razón y soberbia. Queremos que nos lo diga según nosotros entendemos y vemos. Imponemos nuestra voluntad a la del Padre. ¡Dios mío!, ¿qué hacemos? Ante todo esto, Jesús, lleno de paciencia y más lleno de amor, porque la paciencia nace del amor, nos responde:

 «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

lunes, 22 de abril de 2013

VIDA EN ABUNDANCIA

(Jn 10,1-10)


El motor que nos empuja cada día a la lucha diaria no es otro que el impulso a vivir, a vivir eternamente en el gozo y la felicidad. Es la energía que nos mueve en cada momento. Nadie busca estar mal sino permanecer en el bienestar y gozo. A este respecto, me hizo mucha gracia la expresión de un niño de tres años y medio cuando sintiéndose mal dijo: "Mamá quiero sentirme como ayer, como el año pasado".

Quizás nos pase a nosotros lo mismo. Siempre deseamos sentirnos felices, como en tiempos pasados, y sentimos miedo y malestar cuando nos sentimos mal. Y por mucho que buscamos, siempre acabamos perdiendo esa vida de felicidad que tanto nos gusta y buscamos.

Hoy, Jesús nos dice: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

¡Señor, Tú tienes Palabra de vida eterna, y en Ti creemos! Danos la luz para ver el camino que conduce a tu Puerta y ayudanos a pasar por ella para estar a salvo bajo tu protección y gozar de vida en abundancia. Amén.

domingo, 21 de abril de 2013

LLENARNOS DE OTRAS COSAS

(Jn 10,27-30)


No cabe duda que en la vida buscamos vida. Vida que se traduce en sentirnos felices y satisfechos; vida que significa sentirnos inmensamente llenos de paz y de amor; vida que nos colma de eternidad. Pero el secreto de la vida se esconde en la forma y lugar donde buscamos.

Muchos buscamos donde no debemos y desesperamos al buscar en lo perecedero y caduco. No se puede encontrar vida eterna donde solo hay vida caduca. Las cosas de este mundo no nos satisfacen de forma eterna, sino que son pasajeras e incompletas. El mundo no es el lugar de la vida sino de la muerte, y para nosotros, hijos de Dios, es solo un camino de salvación.

En el Señor estamos seguros y en Él encontraremos la felicidad plena y la vida eterna. Él es el Pastor que da la Vida por sus ovejas, que las protejes y cuida que ninguna se pierda. Siempre tendremos su protección y sus cuidados. Nunca nos abandona y en Él encontraremos la paz y la felicidad que buscamos. Todo dependerá de nuestra fe y confianza.

sábado, 20 de abril de 2013

VENCER A NUESTRA RAZÓN


 (Jn 6,60-69)

Hay muchas maneras de ver las cosas. Una sería la de no creer sino en aquello que la razón pueda entender, o, en otras palabras, se pueda demostrar y ver. Tomás fue uno de los apóstoles que experimentó esa experiencia y que, por la Gracia de Dios, tuvo la oportunidad de comprobarlo por sí mismo.

Sin embargo, Jesús afirmó que serán dichosos aquellos que crean sin ver. Porque esa es la otra cara de la razón: "Creer por la fe y la confianza de Aquel que me lo dice". Es decir, creer por la Palabra de Dios. Me basta su Palabra, porque con su obra y entrega por amor dando la vida por cada uno de nosotros, tengo suficiente.

Tenemos la limitación de que nuestra razón jamás podrá entender tal misterio porque es superior a nuestra capacidad de entendimiento. Los apóstoles y discípulos experimentaron ya esa enorme dificultad, y solo por la Gracia de Dios podremos entenderlo. La fe es un don de Dios que hay que pedir, pero también confiar en que Él nos lo dará. No cuando nosotros queramos, sino cuando Él lo quiera.

Pido humildemente al Padre Dios que aumente nuestra fe, pero también doy las gracias por la que tenemos en estos momentos. Por tantos amigos blogueros y no blogueros que con su esfuerzo y confianza en el Señor mantienen la llama de la fe encendida y ardiente en el amor del Padre a cada uno de sus hijos.

viernes, 19 de abril de 2013

¡QUIERO VIVIR ETERNAMENTE!

 
Jn 6, 52-59

(Jn 6, 52-59): En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

Todavía hoy seguimos discutiendo y poniendo en duda las palabras de Jesús. Nunca entenderemos que su Cuerpo y su Sangre son el verdadero alimento que nos da la vida y la eternidad. Por el contrario, cegados por la luz del mundo continuamos buscando el elixir de la eterna juventud en las cosas caducas de este mundo.

La clave está en preguntarnos. ¿Cuándo vamos a decidirnos a creer en su Palabra? El tiempo es oro, porque no disponemos de todo el que queramos. Quizás cuando nos decidamos ya no tendremos tiempo. El mensaje es bastante claro, no merece ninguna reflexión porque se trata de creerlo o no. Pruebas y razones hay muchas, solo necesitas buscarlas fuera de este mundo, pues aquí todo es caduco, y lo caduco nunca podrá darte ese deseo inmenso de felicidad y eternidad que ansías.

jueves, 18 de abril de 2013

¿DE QUIÉN ME FÍO?


(Jn 6,44-51)

El problema que el hombre tiene hoy es la confianza. ¡No tenemos en quien confiar! Cuando menos lo espera salta la liebre y te experimentas traicionado, engañado. Ya se ha perdido hasta la confianza en los bancos y en las autoridades. Los políticos y gobernantes no nos dan crédito en su bien y justo obrar. Todo se desmorona como un castillo de naipes.

Incluso, la familia está en peligro. Los esposos desconfían el uno del otro. La palabra dada hoy, mañana puede ser incumplida. No hay confianza; no hay palabra; no hay fidelidad; no hay responsabilidad. ¿Hacia dónde camina el hombre?

Sin embargo, hay Alguien que habla en Verdad, Justicia y Verdadero Amor. Todo lo profetizado en Él se ha cumplido, hasta su Resurrección. No hay engaño en Él y su Verdad da esperanza al hombre. Sí, su camino no es de rosa, está lleno de espinas, pero no lo oculta, lo dice y lo descubre. Él es el primero en recorrerlo, y también el primero en salir victorioso. Nos promete la victoria y el tesoro que todos buscamos. ¿Por qué no le escuchamos con atención?:

 Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».