(Jn 10,1-10) |
El motor que nos empuja cada día a la lucha diaria no es otro que el impulso a vivir, a vivir eternamente en el gozo y la felicidad. Es la energía que nos mueve en cada momento. Nadie busca estar mal sino permanecer en el bienestar y gozo. A este respecto, me hizo mucha gracia la expresión de un niño de tres años y medio cuando sintiéndose mal dijo: "Mamá quiero sentirme como ayer, como el año pasado".
Quizás nos pase a nosotros lo mismo. Siempre deseamos sentirnos felices, como en tiempos pasados, y sentimos miedo y malestar cuando nos sentimos mal. Y por mucho que buscamos, siempre acabamos perdiendo esa vida de felicidad que tanto nos gusta y buscamos.
Hoy, Jesús nos dice: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los
que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las
ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a
salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a
robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan
en abundancia».
¡Señor, Tú tienes Palabra de vida eterna, y en Ti creemos! Danos la luz para ver el camino que conduce a tu Puerta y ayudanos a pasar por ella para estar a salvo bajo tu protección y gozar de vida en abundancia. Amén.
"Danos la luz para ver el camino que conduce a tu Puerta y ayudanos a pasar por ella". Me uno a tu oración. Un abrazo!
ResponderEliminarEs nuestra asignatura pendiente de cada día. Experimentamos que no podemos pasar por la puerta angosta por nosotros mismos. Nos lo impide nuestra naturaleza humana. Necesitamos tu concurso, Señor, y la fuerza del Espíritu Santo que nos fortalece o auxilia. Eso te pedimos. Amén.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo en Xto. Jesús.