domingo, 28 de abril de 2013

TODO CONSISTE EN AMAR

(Jn 13,31-33a.34-35)


Hay muchos caminos por los cuales podemos andar. Muchos caminos que nos llenan de satisfacciones y alegrías, pero solo uno albergará la alegría y la vida eterna. Todos los demás terminaran en la nada, tienen fecha de caducidad y nos dejarán insatisfechos.

Hay, pues, un solo camino que conduce a la verdadera felicidad eterna, y ese camino es el amor. Sólo en el amor y amando lograremos lo que todos buscamos. Es lo que Jesús nos propone hoy, el mejor bien para nosotros: que nos amemos unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».

No hay otro camino, solo el amor. En el atardecer de nuestra solo se nos juzgará por el amor que hemos repartido y compartido con los demás, así que todos nuestros esfuerzos y súplicas van dirigidos para conseguir amar. De nada nos servirá esforzarnos en estar cerca de Jesús, celebrar muchas Eucaristías, rezar muchas oraciones y hablar con Él si al final no amamos a nuestros enemigos.

Una sola cosa debemos pedir: Convierte Señor nuestro corazón soberbio y orgulloso, en un corazón humilde y abierto al amor a los demás, sobre todos a nuestros enemigos. Amén.

sábado, 27 de abril de 2013

¡SEÑOR, MI FE ES PEQUEÑA, AUMÉNTALA!

(Jn 14,7-14)


Ver a Jesús es también ver a Dios Padre: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Son Palabras de Jesús que le dirige a Felipe ante su desconcierto y despiste. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. 

Jesús nos invita a creer en Él, al menos por las obras, y nos promete que:  el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Es para ponerse a temblar porque nuestra fe, al menos la mía,  queda al descubierto, pues me siento incapaz de hacer las obras que hizo el Señor. Sin embargo, no dejo de esforzarme en creerlo y pensar que para el Señor nada es imposible, pero descubro que la fe es un don de Dios y a Él debo suplicar que la aumente hasta el punto de que en su Nombre seremos capaces de realizar prodigios siguiendo su Voluntad y por verdadero amor.

viernes, 26 de abril de 2013

EN, CON Y POR JESÚS AL PADRE

(Jn 14,1-6)


Jesús es nuestra esperanza, es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Nada debe ni puede turbar nuestra paciencia y nuestra alegría. Él nos prepara un lugar para cada uno de nosotros. Nos lo ha dicho y su Palabra se cumple. Es Palabra de vida eterna.

Y nos recuerda que sabemos el camino. No debemos perdernos y para eso debemos estar muy atentos e injertados en Jesús. Hay un lugar donde está sustancialmente vivo bajo las especie de pan y vino. Allí mora el Señor, y se hace siempre alimento para fortalecernos en cada paso del camino de nuestra vida.

El verdadero Tesoro está en la Eucaristía. Tenemos al Señor Vivo, alimento y fortaleza para no desviarnos del Camino, de la Verdad y de la Vida y alcanzar en Él ese lugar que nos tiene prometido para permanecer junto a Él para toda la eternidad.

Es verdad que el camino se presenta lleno de dificultades, de tropiezos, de tentaciones, de apetencias, de obstáculos que nos debilitan y nos hacen flojear hasta el punto de tambalearnos y dudar, pero Jesús está ahí, cerca de nosotros y vivo en el Sagrario. Tomemos su Cuerpo y Sangre, y no desfallezcamos porque su Gracia nos mantiene de pie, erguido y fortalecidos para seguir sus huellas y continuar con firmeza el camino.

jueves, 25 de abril de 2013

SOMOS PORTADORES DE LA BUENA NUEVA

(Mc 16,15-20)


Una cosa es primordial y primera, para llevar el Evangelio hay primero que creer en él. Es difícil transmitir algo en lo que no se cree. Por eso, Jesús nos habla de creer: "El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará".

Posiblemente no tendremos una fe ciega cuando no transmitimos el Mensaje de salvación tal y como Jesús nos envía y dice. Pero sí sabemos que hay muchos, empezando por los apóstoles, que cumplen lo que Jesús les ha dicho, y también en ellos se cumple lo que Jesús les ha prometido.

Hay muchos santos que evangelizan acompañados de las señales por Jesús prometidas. Sólo nos basta mirar la historia de la Iglesia que arranca en Pentecostés. "Jesús está vivo", es el testimonio de esta cita del Evangelio, que narra la vivencia de Emiliano Tardif, un enviado que cree y cumple con la promesa de Jesús al enviarlo a proclamar el Evangelio. Recomiendo ese libro: "Jesús está vivo" Emiliano Tardif por José H. Prado, de ediciones San Pablo.

Señor, danos esa fe que nos mueva y nos de la vida de transmitirte sin titubeos ni desconfianza. Danos el valor de vivir en Ti la vivencia de tu Palabra y tu Vida. Amén.


miércoles, 24 de abril de 2013

LA PALABRA DESCUBRE MIS PECADOS

(Jn 12,44-50)


No necesito ser juzgado, pues la Palabra del Señor me juzga por mis actos. Sabemos, en la mayoría de los casos, cuando hemos actuado bien o mal, y no siendo así, la Palabra del Señor nos aclara nuestra conciencia y nuestra actuación. Uno se da cuenta cuando ama o cuando se ama, y eso determina el bien o el mal de tu propio ser y obrar.

Lo más difícil de aprender en vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar (Bertrand Russell). Pero esos puentes que se interponen en el camino de nuestras vidas, si son alumbrados por la Palabra de Dios, serán cribados a la derecha o a la izquierda y respectivamente quemados los de la izquierda, porque esos puentes, a la izquierda de la Palabra, esconden la mentira, la apariencia, el engaño y el egoísmo.

«El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí».

martes, 23 de abril de 2013

¡IMPACIENCIA!

(Jn 10,22-30)


La impaciencia nos acorrala y nos exige una conclusión: "No esperar más". Eso conlleva una elección, una elección rápida, desesperada y sin la debida reflexión. Es entonces cuando el diablo, que está siempre ahí y pendiente de nuestras señales de debilidad, entra en la partida y ayuda a tomar la peor decisión: "Exigir respuestas según nuestra razón y voluntad".

Hemos decidido, entonces, no tener en cuenta la Voluntad del Padre, sino proceder según la nuestra. Y en eso se esconde el secreto del problema. Jesús nos invita a aceptarle, aceptarle según la Voluntad del Padre, y lo que el Padre le ha dado: "Sus obras y su Palabra". Pero nosotros, sabios de este mundo, queremos que proceda según nuestras voluntades y exigencias.

Y cerramos nuestros ojos. No vemos sino por nuestra razón y soberbia. Queremos que nos lo diga según nosotros entendemos y vemos. Imponemos nuestra voluntad a la del Padre. ¡Dios mío!, ¿qué hacemos? Ante todo esto, Jesús, lleno de paciencia y más lleno de amor, porque la paciencia nace del amor, nos responde:

 «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

lunes, 22 de abril de 2013

VIDA EN ABUNDANCIA

(Jn 10,1-10)


El motor que nos empuja cada día a la lucha diaria no es otro que el impulso a vivir, a vivir eternamente en el gozo y la felicidad. Es la energía que nos mueve en cada momento. Nadie busca estar mal sino permanecer en el bienestar y gozo. A este respecto, me hizo mucha gracia la expresión de un niño de tres años y medio cuando sintiéndose mal dijo: "Mamá quiero sentirme como ayer, como el año pasado".

Quizás nos pase a nosotros lo mismo. Siempre deseamos sentirnos felices, como en tiempos pasados, y sentimos miedo y malestar cuando nos sentimos mal. Y por mucho que buscamos, siempre acabamos perdiendo esa vida de felicidad que tanto nos gusta y buscamos.

Hoy, Jesús nos dice: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

¡Señor, Tú tienes Palabra de vida eterna, y en Ti creemos! Danos la luz para ver el camino que conduce a tu Puerta y ayudanos a pasar por ella para estar a salvo bajo tu protección y gozar de vida en abundancia. Amén.