(Jn 13,31-33a.34-35) |
Hay muchos caminos por los cuales podemos andar. Muchos caminos que nos llenan de satisfacciones y alegrías, pero solo uno albergará la alegría y la vida eterna. Todos los demás terminaran en la nada, tienen fecha de caducidad y nos dejarán insatisfechos.
Hay, pues, un solo camino que conduce a la verdadera felicidad eterna, y ese camino es el amor. Sólo en el amor y amando lograremos lo que todos buscamos. Es lo que Jesús nos propone hoy, el mejor bien para nosotros: que nos amemos unos a otros como yo os he amado. La señal por la que
conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».
No hay otro camino, solo el amor. En el atardecer de nuestra solo se nos juzgará por el amor que hemos repartido y compartido con los demás, así que todos nuestros esfuerzos y súplicas van dirigidos para conseguir amar. De nada nos servirá esforzarnos en estar cerca de Jesús, celebrar muchas Eucaristías, rezar muchas oraciones y hablar con Él si al final no amamos a nuestros enemigos.
Una sola cosa debemos pedir: Convierte Señor nuestro corazón soberbio y orgulloso, en un corazón humilde y abierto al amor a los demás, sobre todos a nuestros enemigos. Amén.
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