miércoles, 29 de enero de 2014

SÓLO HAY QUE MORIR

(Mc 4,1-20)

 Es simple, morir y dar frutos. Todo consiste en abrir el surco de nuestro corazón y plantar la semilla del amor para que, abonada con buena tierra, dé los frutos que se esperan de ella. Esa es toda la historia de nuestra vida, plantar la semilla amorosa y recoger frutos de amor.

Sin embargo, la experiencia nos dice que eso no es tan fácil y sí muy difícil, por no decir imposible. Imposible cuando pretendemos realizarlo por nosotros mismos. Se oye mucho: yo sigo al Señor a mi manera, a mi ritmo y según mis posibilidades. Y en cierta medida puede tener algo de verdad, pero cuando abierto a lo que nos sugiere e indica el Espíritu Santo vamos dando los pasos según su Voluntad.

Pero nunca a nuestro antojo o según nosotros planeamos o creemos. Porque nos equivocamos guiados por nuestros egoísmos. Es la tendencia que nos inclina y arrastra hacia mirar para nosotros mismos e impedir que renunciemos a nuestros intereses, placeres, apetencias y gustos. Necesitamos la Gracia del Padre para que podamos ser capaces de enfrentarnos a esa lucha interior con garantías de victoria.

Abona, Señor, el surco de mi corazón empedrado y conviértelo en una tierra dócil y fértil para que dé los frutos que Tú quieres y esperas.

martes, 28 de enero de 2014

¿DÓNDE ESTÁN NUESTROS AMIGOS?

(Mc 3,31-35)


El mundo es ancho y grande pero nosotros lo acortamos de forma que lo reducimos a nuestro círculo más íntimo y familiar. Amigos, familiares, ambiente laboral y profesional u otros comportan el mundo que nos importa y nada más. Todo lo exterior a esos intereses y preferencias lo miramos con cierta indiferencia como si no fuera con nosotros.

Sin embargo, hoy Jesús en el Evangelio nos descubre el criterio de lo que debe ocupar el primer lugar en nuestra vida: Vivir en la preocupación y el esfuerzo de cumplir la Voluntad de Dios. Esa debe ser nuestra máxima preocupación y nuestra primera prioridad. Antes incluso que nuestra propia familia y amigos.

Son, pues, todas las personas las invitadas a pertenecer a la gran familia de Dios, y lo son en la medida que se esfuerzan en cumplir su Voluntad. Él ha venido para revelarnos esa invitación del Padre: ser sus hijos y vivir en sus mandatos, y a ello dedica su vida.

No cerremos nuestra acción a sólo los que pertenecen a nuestra sangre terrenal, sino ampliemos nuestra radio de acción a todos los hombres que son llamados a la Casa del Padre.

lunes, 27 de enero de 2014

JESÚS EXPULSA DEMONIOS

(Mc 3,22-30)


Cuando alguien pisa nuestro terreno le paramos el carro. No nos gusta que invadan nuestros criterios, nuestros pensamientos y, menos, nuestra religión, y quizás, nuestra voluntad. Nos cuesta mudar nuestra piel y respirar un aire puro y nuevo que nos renueva y nos transforme cambiando nuestra manera de pensar.

Y nos resistimos a dejar entrar ese aire puro, suave, transformador que nos mude nuestro corazón en un corazón nuevo, sencillo, humilde, generoso y capaz de amar. Y justificamos nuestras actitudes cerradas y egoístas dando razones para rechazar a todos aquellos que se atrevan a invadir nuestro coto cerrado.

Así criticaron el Mensaje y la obra de Jesús, hasta el punto de acusarlo de ser cómplice de Beelzebul. Están cerrados a la evidencia y al sentido común, pues el propio Beelzebul no se va a expulsar al mismo. Toda división interna deriva en enfrentamientos, caos y muerte. Experimentamos que la familia, grupos y hasta la misma Iglesia padece esa enfermedad.

Y sólo la acción del Espíritu Santo nos limpia y nos guarda de ser presa de la misma. Por eso, el rechazo al Espíritu Santo no se perdona, pues si se le impide actuar, por el don de nuestra libertad, nada puede hacer.

Pidamos al Señor que nuestro corazón quede abierto a la acción del Espíritu Santo, y que la Gracia del Padre alimente y transforme nuestra vida según su Voluntad.

domingo, 26 de enero de 2014

JESÚS SABE LO DE JUAN

(Mt 4,12-23)


Y decide retirarse. Sabe que lo que a Juan le puede pasar no le impedirá arrebatarle la vida. La Vida junto al Padre al que Él ha venido a revelar. Decide retirarse, pues a Él le queda todavía cumplir su Misión. Misión que el Padre le ha confiado y a la que ha sido enviado.

Se encamina hacia Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido». Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado». 

Nada nos pasará porque vamos enviado por el Padre, nuestro verdadero Padre: Señor de la Vida y la Muerte. ¿Quién podrá quitarnos la vida? Posiblemente podrán hacernos sufrir mientras estemos aquí en el camino de nuestra vida terrenal, pero nada más. Jesús sufrió, pero en el Espíritu pudo superarlo. Nosotros también en Él saldremos vencedores.

Con el Señor y en el Espíritu Santo seré mayoría aplastante y nadie podrá vencerme. La vida pertenece al Señor y el me la transformara en una Vida gozosa y eterna junto al Padre.

sábado, 25 de enero de 2014

LES RESPONDIERON AL SEÑOR

(Mc 16,15-18)

La respuesta de esos benditos once, los apóstoles, ha hecho posible que hoy, 2014 años después, yo hable de ellos, conozca y crea en el Señor. Porque ellos me lo han transmitidos a través de la Iglesia por la Gracia de Dios. De la misma manera, yo, sólo por corresponder, debo transmitir la Palabra recibida, pero más aun y sobre todo, por la Gracia de Dios, que me la ha dado, regalado y me la aumenta para perseverar en el camino.

El Señor ha Resucitado y se ha presentado a los apóstoles. El Señor vive entre nosotros y nos acompaña en nuestro camino. Tendremos que morir como Él, pero también como y en Él resucitaremos. Por eso yo creo, porque tengo la Palabra del Señor que así lo ha dicho y lo ha testimoniado con su presencia. Y también por el testimonio de los apóstoles que lo han transmitido con su testimonio a través de la Iglesia.

El Señor vive y está entre nosotros, y ese gozo de felicidad eterna a la que caminamos no se agota ni se acaba en nosotros, sino que se transmite con nuestras vidas a los demás. Porque todos queremos alcanzar la dicha y el gozo eterno y porque el Señor ha venido para eso, para dárnosla a todos.

Tu vida es el escaparate que anuncia la salvación que el Señor nos ofrece.




viernes, 24 de enero de 2014

A TI TAMBIÉN TE LLAMA

(Mc 3,13-19)


El Señor llamó a los que Él quiso. Eligió a doce, y podemos preguntarnos, ¿por qué no a mí o a ti? Nunca lo sabremos hasta que Él quiera revelárnoslo. El Señor hace las cosas como quiere. Sin embargo, de una cosa podemos estar seguro: haga lo que haga el Señor, siempre será lo mejor para nosotros y para todo el mundo.

Ahora, el llamar a doce para darle poderes de expulsar demonios y predicar su Palabra, implica también una llamada a todos los hombres, porque conocida su Palabra no podemos guardárnosla sino derramarla también en los demás. Jesús quiere que todos seamos partícipes de su Gloria y que todos vivamos su Verdad y su Amor.

Eso nos compromete también en nuestro propio ambiente, medio, familia o trabajo, ser transmisor de su Palabra y proclamar la Buena Noticia de Salvación. Por eso, todos estamos también llamados a vivir y proclamar su Palabra, cada uno según sus talentos y cualidades recibidas.

Dame Señor la Gracia y la sabiduría de guardar tu Palabra y darla a conocer a todos aquellos que se cruzan en mi camino.

jueves, 23 de enero de 2014

JESÚS NO ANDA SÓLO, LE SIGUEN MUCHOS

(Mc 3,7-12)

Jesús no ha venido para cumplir una misión y desaparecer. Jesús no se ha puesto a dirigir ni a realizar unos actos según a Él le parezca y luego dejó que los demás hicieran según creyeran. Nada de eso, Jesús vino a formar comunidad en torno a Él y a proclamar el Amor del Padre.

Y lo primero que hizo fue elegir a unos cuantos, le pareció que fuesen doce, y formó una comunidad donde todos se encargaban de algún servicio en concreto. Y desde ahí inició su misión dándoles poderes a sus discípulos para que hicieran lo mismo que Él. Les reveló la Voluntad y el Amor del Padre y los instruyó en la enseñanza de las Escrituras para que ellos la transmitieran a los demás.

Pero, sobre todo, les dejó un estilo de actuación que atraía a todos: su bondad, su forma de escuchar, de preocuparse por los problemas de los demás, sus atenciones y curaciones, sus soluciones y correcciones... La gente sentía la cercanía y el interés del Señor por atenderles y preocuparse por ellos, y por eso les seguían hasta acosarlo con la intención de tocarle.

Estar y seguir a Jesús es vivir en la misma actitud que Él, y eso nos desvía a atender a los necesitados, a los enfermos, a los más pobres y excluidos. No podemos seguirle si no estamos dispuestos a fundirnos en hermandad y unidad, porque sólo la unidad nos revela y testimonia como seguidores de Jesús. Démonos cuenta de cómo, a lo largo de los siglos, los cristianos nos hemos dividido en católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, y un largo etcétera de confesiones cristianas. Pecado histórico contra una de las notas esenciales de la Iglesia: la unidad.

Sólo unidos testimoniamos nuestra fe en un sólo Dios y un sólo Hijo, que se hacen Uno para que también nosotros seamos uno.