viernes, 7 de abril de 2017

TODO SE CUMPLE EN JESÚS

(Jn 10,31-42)
Cada profecía, cada promesa y todo lo que de Él se dijo y se dice va tomando cumplimiento. En Jesús todo tiene su hora y su cumplimiento. Lo que había dicho Juan el Bautista de Jesús, se manifiesta ahora en Jesús. Y muchos creen en Él. No llegamos a comprender como aquellos judíos cogen piedras para apedrearle. No se entiende como la soberbia y los criterios instalados en las personas son inamovibles hasta el punto de cegarles irrevocablemente.

Porque es evidente que, si Jesús no es el que piensas o tú quieres, al menos sus obras hablan y dan testimonio de Él: «Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre».

Y hasta hoy perdura esa incredulidad y esa ceguera pertinente e irresponsable. Porque, al margen de tu fe o tus ideas, no puede haber nada malo en aquel que hace el bien. No se entiende la persecución a la Iglesia cuanto ésta no hace otra cosa que el bien. ¿Cómo es posible que se le persiga con intención de destruirla? Se cumple hasta la profecía de que el discípulo no es más que el Maestro -Mt 10, 24-.

Es también un misterio como muchas personas no creen en la Palabra de Jesús. Desde ahí podemos entender también a aquellos judíos que lo declararon reo de muerte y le buscaban para matarle. Y es que la vida no se entiende sin el Señor. Amar es la consigna de todo hombre. El mundo quiere la unidad, la paz y la justicia. Eso está en el corazón de todo hombre, luego, ¿Por qué no la buscan?

Sí, si la buscan, pero el pecado hace estrago y la debilidad humana se experimenta traicionada por sus apetencias, satisfacciones, ambiciones y egoísmos. Sólo en el Señor podemos liberarnos de nuestras pecados y ser libres. Es decir, buscar verdaderamente el bien.

jueves, 6 de abril de 2017

HOY TAMBIÉN NOS TIRAN PIEDRAS

(Jn 8,51-59)
Sigue ocurriendo lo mismo, exactamente lo mismo. Muchos cristianos mueren asesinados por su fe. No sólo con piedras sino con armas de fuego. Y todo porque no les permiten que crean en Jesús. Siguen tomando a Jesús por un loco y endemoniado y sujetos a Abrahán y los profetas: ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?». 

No aceptan nada y ponen a Abrahán antes que Jesús. No se enteran que Jesús les está diciendo que Él está desde el principio, antes que Abrahán. Es decir, que Él es Dios y siempre ha existido.Pero no escuchan, ni tampoco quieren escuchar. Sólo quieren acabar con Él para finiquitar toda esa pesadilla que les está abriendo los ojos. No quieren saber nada, y de esa forma nada se puede hacer. Porque Dios respeta la libertad del hombre.

No se fijan en nada. Están obsecados y cerrados a la verdad. No se dan cuenta de esa expresión de Jesús al decir: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy».  ¿Acaso no fue esa misma respuesta la que recibió Moisés en el Sinaí y en el monte Horeb-Ex 3, 13-14-? Realemente, si conocieran mejor al Padre se hubieran dado cuenta de que Jesús está empleando la misma expresión para identificarse con el Padre.

¿No puedes pasar a nosotros algo parecido? ¿Conocemos nosotros al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo? No, no se trata de ponerse a estudiar Teología ni cursos bíblicos, que siempre será bueno, sino de tratar de reflexionar la Palabra de Dios cada día y, entregados en Manos del Espíritu Santo, dejarnos llevar por su Sabiduría y pedirle que nos llene nuestro corazón de ella para vivir en la Voluntad del Padre Dios. Tal y como Jesús, el Señor, nos ha enseñado y testimoniado con su Palabra y con su Vida. Hagamos ese esfuerzo y confiemos en que el Espíritu Santo nos vaya auxiliando en el camino hacia la Casa del Padre.

miércoles, 5 de abril de 2017

EN REALIDAD, ¿SOMOS LIBRES?

(Jn 8,31-42)
Hoy, Jesús, nos dice: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Sin embargo, nosotros nos consideramos libres, porque consideramos que hemos nacidos libres. Y, porque nuestro concepto de libertad, mal entendido, consiste en hacer lo que nos apetece. De modo que, si hago lo que me da la gana, o lo que se me antoja y satisface, soy libre.

El hecho de pertenecer a la Iglesia y ser bautizado nos da derecho, pensamos, a ser libres. Igual pensaban los judíos de aquellos tiempos y, supongo, también los de hoy, al considerarse hijos del Patriarca Abrahán. Nada más lejos de la realidad, porque la libertad no es decidir lo que quieres, sino hacer lo que debes. Y lo que debes es buscar el bien. El bien de todos y la verdad. 

Porque en la verdad está el bien y al hacerlo te experimentas libres y dueño de ti mismo. El bien que, en muchos y determinados momentos de nuestra vida nos exige entrega, renuncia, sacrificio e ir contra la corriente que nos apetece y satisface. Y para eso necesitamos la fe. Sin fe no podemos recibir la Gracia del Bautismo, que nos hace hijos de Dios y herederos de su Gloria. Ni tampoco la herencia de la promesa de salvación.

La cuestión no está ni radica en la consanguineidad, sino en la fe de aquellos que creen en la Palabra del Señor. No se trata de estar, pertenecer, o no pertenecer. Se trata de un problema de fe. Creer y confiar en la Palabra del Señor y perseverar en ella. Porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

martes, 4 de abril de 2017

EN Y CON LA MISMA ACTITUD INCRÉDULA

(Jn 8,21-30)
No quieren dar el brazo a torcer. Sus razones son que no creen, porque no pueden alegar ni demostrar nada. Esgrimen que no creen y no atienden a razones. Es verdad que siempre hay dudas, pues se necesita fiarse de la Palabra de Jesús, pero hay razones para dejar hablar al sentido común y fiarse de él.

Porque, Jesús, es un Personaje histórico, y fue muerto, pero Resucitado. No se puede probar que ha resucitado, pero son muchos los que lo atestiguan. Pablo habla de más de quinientos -1ª Corintios 15, 4-6 -, y porque la Iglesia, su continuadora, se preocupa por el prójimo y su labor es única en el mundo. Nadie, aun proclamando paz y amor, tienen como misión fundamental amar a los demás como nos lo ha enseñado el Señor, enviado por su Padre.

Y nos manifiesta que todo lo que nos enseña es lo que ha recibido del Padre: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo».  El problema es que no le conocen, no le entienden y no quieren saber nada de Él. Y es que, sabemos, a quien no se conoce no se puede querer.

El hombre es necio, y, con el tiempo se vuelve más necio. Sabe que hay un Dios, pero no quiere escucharle, porque quiere dirigir su propia vida. Quiere comerse la manzana a su gusto y como le apetezca. Y se justifica con la existencia de muchos dioses, pero a ninguno le hace caso. Porque, también sabe que sólo a uno puede obedecer, pues de no ser así sería imposible. Son autoengaños para justificar su necedad y distorsionar la realidad. Pero, ¿qué consigue con eso? Sólo engañarse, porque vendrán días y llegará la hora de su muerte, y, entonces: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados». 

Pongamos nuestro corazón en Manos del Señor y hagamos el esfuerzo de, haciendo buen uso del sentido común, confiar en la Palabra de Jesús, nuestro Señor..

lunes, 3 de abril de 2017

TODOS PENDIENTES DE ÉL

(Jn 8,1-11)
La autoridad de Jesús atrae, y todos están pendientes de Él, que les enseña en el templo. Mientras, los escribas y fariseos traman la manera de comprometerlo para acusarle y dejarle en evidencias. Aprovechan el que una mujer ha sido sorprendida en adulterio, y se la presentan con esa intención. Quieren comprometerle y dejarlo en ridículo. 

Llegados a Él le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?».  Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en el suelo. Ante la insistencia con la que le apremiaban, se incorpora y dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.

Ellos, sorprendidos por estas palabras empiezan a retirarse, comenzando por los más viejos. Parece lo más lógico y de sentido común, porque, posiblemente, serían esos, los más viejos, los que tendrían más pecados por su larga existencia. Sin embargo, lo que destaca por encima de todo es la gran Misericordia de Dios ante la intención de aquellos hombres de cumplir la Ley de Moisés y enfrentar a Jesús contra ella. Se olvidan del perdón y del amor.

Es esa, quizás, la gran lección que Jesús nos da hoy en el Evangelio. Descubrirnos como pecadores y necesitados de perdón. Porque todos lo somos, y, posiblemente, cómplices en los pecados de aquella mujer arrastrada a vivir de su cuerpo y el placer de los que la utilizaban. Y, Jesús, deja claro a lo que ha venido. No a condenar, sino a salvar. Y es lo que hace, perdonar a aquella mujer que, al final, no había sido condenada por nadie, pues enfrentados con nosotros mismos experimentamos nuestras pobrezas y limitaciones y nos descubrimos como necesitados de perdón y misericordia.

domingo, 2 de abril de 2017

PIENSAS QUE TODO FUE PREMEDITADO

(Jn 11,1-45)
Deduces, después de leer el Evangelio de hoy, que Jesús dejó pasar unos días, para que, muerto Lázaro, su amigo, su resurrección fuera signo y testimonio para Gloria de Dios. Todo lo ocurrido parece indicar esto. Y, realmente es así. La resurrección de Lázaro es un acontecimiento sorprendente y un signo de la Divinidad y el Poder de Jesús, el Hijo de Dios.

Lo normal y lógico es que el Evangelio termine diciendo lo que dice: Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Y es que no queda otra salida ni alternativa. Ante el hecho de la resurrección sólo queda decir "amén".

Por eso, se hace ininteligible e incomprensible que no se reconozca a Jesús como el Hijo de Dios, porque dar la vida a quien la ha perdido es solo un poder sobrenatural atribuido a Dios. Y nos llena de esperanza este esperanzador, valga la redundancia, pasaje evangélico donde Jesús, para Gloria de Dios, resucita a su amigo Lázaro. Pero, también, nos interpela y nos cuestiona nuestra fe. Igual que a Marta y María, Jesús nos pregunta por nuestra fe. Quiere llamarnos la atención y cuestionarnos nuestra fe.

Realmente, ¿creemos en Jesús, el Señor? ¿Y creemos que Él es la Resurrección y la Vida? Eso nos pregunta Jesús también a nosotros hoy, y también nos responde: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo». 

Y no sólo se queda en palabras y promesas, sino que con la resurrección de Lázaro nos deja su testimonio y el cumplimiento de su Palabra. ¡Sí, Señor, confesamos que Tú eres el Hijo de Dios Vivo, el Cristo que había de venir y que Vives y estás entre nosotros!

sábado, 1 de abril de 2017

JESÚS IMPRESIONA

(Jn 7,40-53)
No te quedas igual oyendo a Jesús. Su Palabra impresiona y mueve a un cambio. No resulta fácil y, es verdad, se inicia una lucha interior que se hace dura y molesta. Pero, la Palabra de Jesús invita a superar esas dificultades y a vencer ese desafío que el mundo, demonio y carne te presenta y te ofrece como alternativa.

Hoy, la presencia de Jesús nos interpela, y, si muchos la aceptan, otros la rechazan. Desconocen el origen y quién es Jesús. Ignoran las profecías que tienen todas cumplimiento en su Persona. Son los doctos, sabios y religiosos de su pueblo, por una razón xenófoba, Jesús no es judío, sino Galileo, y el clan del poder y de la seguridad dogmática de su tiempo se atrinchera y se defiende de la doctrina del Nazareno, que les incomoda (comentario de "Orar & Celebrar).

Muchas veces nos precipitamos, y la intervención de Nicodemo nos alerta y nos descubre la necesidad de reflexión. Posiblemente se debe al conocimiento que tenía Nicodemo de su contacto y encuentro con Jesús. Se hace necesario ser prudentes y reflexivos y no adelantarnos en tomar decisiones por anticipado, sobre todo, cuando no tenemos conocimientos y fundamentos para dar una respuesta razonada y meditada. Es, pues, conveniente hacer pausas en nuestra vida que nos den la posibilidad de razonar y madurar frente a la verdad que otros nos proponen.

¿No nos ocurre lo mismo en estos momentos de nuestra vida? ¿Cuántas luchas, divisiones, guerras y muertes por cuestiones xenófobas y racistas tienen lugar en nuestro mundo de hoy? Todavía siguen imperando nuestras ideas y verdades sobre las de los demás. Queremos imponernos y mandar, y rechazamos lo que nos digan otros.

De esta forma, muchos rechazan la Palabra de Dios. No, porque no la comprendan y asientan que es la verdad, sino que, dominados por sus prejuicios, soberbias y avaricias, quedan inmersos en la oscuridad y son incapaces de abrir los ojos y ver la Verdad.