(Jn 8,21-30) |
No quieren dar el brazo a torcer. Sus razones son que no creen, porque no pueden alegar ni demostrar nada. Esgrimen que no creen y no atienden a razones. Es verdad que siempre hay dudas, pues se necesita fiarse de la Palabra de Jesús, pero hay razones para dejar hablar al sentido común y fiarse de él.
Porque, Jesús, es un Personaje histórico, y fue muerto, pero Resucitado. No se puede probar que ha resucitado, pero son muchos los que lo atestiguan. Pablo habla de más de quinientos -1ª Corintios 15, 4-6 -, y porque la Iglesia, su continuadora, se preocupa por el prójimo y su labor es única en el mundo. Nadie, aun proclamando paz y amor, tienen como misión fundamental amar a los demás como nos lo ha enseñado el Señor, enviado por su Padre.
Y nos manifiesta que todo lo que nos enseña es lo que ha recibido del Padre: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». El problema es que no le conocen, no le entienden y no quieren saber nada de Él. Y es que, sabemos, a quien no se conoce no se puede querer.
El hombre es necio, y, con el tiempo se vuelve más necio. Sabe que hay un Dios, pero no quiere escucharle, porque quiere dirigir su propia vida. Quiere comerse la manzana a su gusto y como le apetezca. Y se justifica con la existencia de muchos dioses, pero a ninguno le hace caso. Porque, también sabe que sólo a uno puede obedecer, pues de no ser así sería imposible. Son autoengaños para justificar su necedad y distorsionar la realidad. Pero, ¿qué consigue con eso? Sólo engañarse, porque vendrán días y llegará la hora de su muerte, y, entonces: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».
Pongamos nuestro corazón en Manos del Señor y hagamos el esfuerzo de, haciendo buen uso del sentido común, confiar en la Palabra de Jesús, nuestro Señor..
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