jueves, 16 de junio de 2022

MISERICORDIA

Estamos cansados de reuniones. Toda la vida se han estado reuniendo los que mandan con el fin de encontrar soluciones a los males de este mundo, pero nada han conseguido. Y no se consigue nada porque no se busca la verdadera solución y con el arma adecuada. Solo existe una y, mientras esa una no se ponga en práctica nada se podrá solucionar. Seguirá existiendo violencia, venganza, explotaciones, odios y guerras. Y, en consecuencia, habrá pobreza, hambre, guerras y muertes.

La solución es diáfana y clara, y muy sencilla, pero difícil de lograr. Difícil porque con solo nuestras fuerzas no podremos lograrlo. Hablamos de Misericordia. Esa palabra mágica que da respuesta a todos nuestros sin sentidos y pecados. Por la Misericordia Infinita de Dios estamos salvados y en la Misericordia de Dios, este mundo tendrá paz, será fraterno y solidario. Y todos los problemas habrán terminado.

Así de sencillo, pero, así de difícil, porque sin el concurso del Espíritu Santo no se podrá conseguir. Por tanto, el primer paso es abrirnos al Espíritu Santo. Y, un mundo orientado en y por la Misericordia establecerá una fraternidad y justicia distributiva y justa. Misericordia significa comprender las debilidades, los egoísmos, los fracasos y pecados que, perdonados misericordiosamente, urge orientarse a la reconciliación, a la equidad y justicia. Un reparto justo que nace del vivir misericordiosamente.

miércoles, 15 de junio de 2022

EL ÉXITO DEL MUNDO CIEGA EL CORAZÓN

—Si delante de otros exhibes tus cualidades y tus talentos con la intención de ser visto y que te admiren y aplaudan, tienes ya tu recompensa. ¿Acaso buscas más.

—Siguiendo tu exposición, Manuel, quien busca el éxito y fama en este mundo con la intención de ser enaltecido, se pierde. ¿No es eso lo que has dicho?

—En efecto, eso he querido decir —respondió Manuel—. Y tú lo has resumido muy bien. Quien, ya lo dijo Jesús -Mt 16, 25- busque su vida en este mundo tratando de ganarla y llenándola de riquezas, fama y éxitos, la perderá.

—Y quien la dé gratuitamente por hacer el bien a los más necesitados en nombre del Señor, la salvará —apuntó Pedro.

—De forma —siguió Manuel— que quien gane su vida aquí, buscando sus intereses, satisfacer sus apetencias, pasiones y buscando su propia vida y felicidad, se encontrará que, al final, todo será vano y la perderá eternamente.

—Y esa es la experiencia que tengo yo —dijo Pedro—. Nada en este mundo te da esa felicidad que buscas. Una felicidad que te llene de paz, de gozo y del saber que haces lo correcto, lo que es bueno y sirve para que otros vivan también mejor.

—Correcto —dijo Manuel— toda exaltación, todo lucimiento, todo lo realizado con la intención de ser visto trae segundas intenciones. Estás, por tu propio egoísmo, buscando ser alabado y admirado y desplazando al Señor, a quien solamente debes alabar y adorar poniéndolo siempre en el primer plano de tu vida.

—Porque todo nos viene de Él —comentó Pedro.

 

Tu público es Dios, y todo tus actos deben estar dirigidos a Él según su Voluntad. No busques exaltaciones ni éxitos aprovechando tus buenas obras y oraciones, busca solo amar como nos ama nuestro Padre Dios. Ese es el mensaje que nos ha dejado Jesús, el Hijo de Dios, y no solo el mensaje, sino su testimonio de Vida y Obras: Mt 6,1-6.16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para...

martes, 14 de junio de 2022

AMAR A LOS ENEMIGOS

Jesús viene a perfeccionar la Ley, y lo que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo, lo traduce el Señor ahora proponiéndonos amar a nuestros enemigos y rezar por los que les persiguen. Porque, nuestro Padre Dios hace salir el sol para buenos y malos, y manda la lluvia a justos e injustos. Dios envía a su Hijo para salvar a todos, sin distinción de raza, color, pueblo…etc. Todos somos hijos de Dios.

Si amamos a los amigos, que también nos aman, ¿dónde está nuestro mérito? Eso lo hacen todos, pecadores y no pecadores. La diferencia está en amar como nos ama nuestro Padre celestial. Por tanto, ser perfectos, como nuestro Padre celestial es perfecto.


Manuel frunció el ceño y mantuvo la mirada perdida en el horizonte. —Se hace duro aceptar esa propuesta de amor. Amar sí, pero, amar a quien te hace daño y te persigue es harina de otro costal.

—Bastante duro y difícil de realizar, pero, es la propuesta —intervino Pedro—. Él así lo hizo. Nos ama a pesar de que le defraudamos, le damos la espalda y hasta le rechazamos.

—Sí, y si el Señor lo propone —dijo Manuel— es porque podemos hacerlo. No olvidemos que no nos deja solos y que nos envía al Espíritu Santo, quien nos asistirá y auxiliará para que podamos amar como nos ama Jesús.

—No hay que suponerlo, sino que lo hemos visto reflejado en su Vida. La cruz no deja ninguna duda.

Esa es la realidad, amar como nos ha amado el Señor. Y no hay otro camino ni otra alternativa. Ni otra solución, porque, la solución del mundo, valga la redundancia, es el amor. Lo dijimos ayer y lo reafirmamos hoy, hacer el bien da paz y favorece el amor, pues, amar es hacer el bien.

lunes, 13 de junio de 2022

EL MAL SE PARA CON EL BIEN

―¿No crees ―Pedro― que si a un mal recibido respondo con otro mal, la herida de la venganza queda abierta?

―Evidentemente, creo que sí. El mal siempre origina otro mal.

―¿Y si respondo con un bien al mal recibido, ¿qué crees que pasaría? ―Propuso Manuel.

―Supongo que se terminaría el conflicto y se evitaría que la semilla de la venganza siguiera viva. ―Se rompería la cadena del mal.

―Estoy de acuerdo —asintió Manuel—. Creo, firmemente, que el mal se para con el bien. Realizado un mal y recibido un bien, hace pensar. Y su efecto, apacigua, destruye y aniquila ese deseo de venganza y abre la válvula de la paz.

Ambos amigos se miraron complacidos asintiendo con sus semblantes la seguridad de estar en lo cierto. Y, realmente, así es. No lo ha dicho uno cualquiera o alguien que se tenga por sabio. Es simplemente Palabra de Dios. Lo ha dicho Jesús, el Señor.

(Mt 5,38-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».

domingo, 12 de junio de 2022

EL ESPÍRITU SANTO NOS GUIARÁ

No nos convertimos de un día para otro. No es cosa de un instante, aunque esa chispa interior transforme nuestro corazón en un santiamén. La conversión es un camino progresivo que va en aumento, en conocimiento, en disponibilidad y en entrega.

—Todo eso siempre que el Señor no quiera que se realice de otra forma, porque, poder tiene para hacerlo según su Voluntad. —Dijo Manuel. Nos ha creado libre para eso, para contar con nuestra decisión de optar por seguirle, por conocerle y amarle libremente. Por eso, aceptarle y seguirle es un proceso de maduración y, por supuesto, de tiempo.

—Sí, estoy de acuerdo —respondió Pedro—. En la parábola del sembrador podemos encontrar la respuesta a eso que dices. Las semillas caídas en el camino, entre abrojos y zarzas o en tierra poco profunda, necesitan tierra buena y tiempo para dar fruto. Y eso es el proceso que necesitamos para transformar nuestro corazón.

—Dices bien —añadió Manuel. No se trata de oír, de entusiasmarse y de ilusionarse. Se trata de escuchar y de llevar a tu vida esa Palabra escuchada, rumiada e ir experimentándola en tu propia vida.

—Y abiertos a la acción del Espíritu Santo.

—Evidentemente —concretó Manuel—. Es el Espíritu Santo quien hace la obra de conversión. Eso sí, necesita tu permiso, pero, sin Él no hay conversión. Quien nos asiste, nos auxilia y nos va revelando todo lo que, a su tiempo, necesitamos conocer, experimentar y vivir, es el Espíritu de la Verdad.

Y así es. Precisamente, el Evangelio de hoy nos revela eso de lo que hablan nuestros amigos hoy. Son Palabras del Señor que nos dicen: (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».

sábado, 11 de junio de 2022

EVANGELIZAR

—No vemos resultados, Pedro— dijo Manuel— con semblante cariacontecido. Cada año hay nuevos bautizados, primeras comuniones, confirmaciones…etc. Pero, no vemos que los nuevos perseveran ni se agregan a las comunidades parroquiales.

—Esa es la realidad —respondió Pedro.

—¿Hacemos las cosas mal, anunciamos mal la Buena Noticia? ¿Qué piensas?

—Supongo —respondió Pedro— que habrá de todo. —Por un lado, somos pecadores y no haremos las cosas bien; por otro lado, vamos confiados en nuestros recursos, metodología y talentos y, posiblemente, nos olvidamos de lo verdaderamente importante, el Espíritu Santo.

—Creo que has dado en la diana, la evangelización no depende de nosotros. Si, bien es verdad, tenemos que dar y poner todas nuestras capacidades y talentos, pero, siempre abiertos a la acción del Espíritu Santo. Porque, es Él quien realmente evangeliza.

Ambos amigos siguieron hablando sobre el tema. La realidad que se presenta en nuestra Iglesia de hoy no es alentadora. Concretamente, en mi parroquia veo pasar uno y otro año a muchos niños con sus padres, primeras comuniones, confirmaciones e incluso catequesis de adultos, y luego, siempre somos los mismos los que nos vemos en las misas de cada día a lo largo del año.

Y tenemos al mejor evangelizador, el Espíritu Santo. Él no puede fallar. Fallamos nosotros que, quizás no damos la justa medida de amor y misericordia. Pero, también, dependerá de cada cual abrirse al Espíritu Santo. La historia nos revela que muchos, contemporáneos de Jesús, tampoco le aceptaron.

Por tanto, no es cuestión de desanimarnos, sino de pedirle al Espíritu Santo que nos dé un corazón suave, generoso, humilde, paciente y manso como el de Jesús. No olvidemos que es el mismo Espíritu Santo que estuvo con Jesús en el desierto. Tengamos, pues, fe y paciencia, y tratemos de perseverar confiados en su presencia y abiertos a su Amor misericordioso.

viernes, 10 de junio de 2022

EL PECADO SE ESCONDE, NO EN EL DESEO, SINO EN EL CORAZÓN

Nuestra naturaleza, herida por el pecado, está inclinada al adulterio. Y lo hace en cuanto no reprime sus deseos pasionales. Porque, todos estamos tentados por las inclinaciones de la pasión. No será adulterio sentirlas, pero sí desearlas. De modo, lo dice claramente el Evangelio, quien simplemente desee está ya cometiendo adulterio.

Pero, no se trata de reprimirse, sino de dominarse y encausar de una manera respetable, humana y con sentido tus instintos pasionales. Ante el desorden de tus instintos pasionales se antepone tu cordura, tu libertad, tus derechos y respeto a los deseos y compromisos que, por amor, contraes. Y, a pesar de tus sentimientos, deseos y apetencias, ser fiel a tu compromiso es amar con fidelidad.

Quitar todo aquellos impulsos y deseos incontrolados y nacidos de la pasión se esconden en la prioridad de apartarlo antes de consumarlos, ya sean fraguados en el pensamiento o en el hecho concreto de realizarlos. Jesús, el Señor, lo deja muy claro en el Evangelio de hoy: (Mt 5,27-32): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de

—Es difícil, en muchos momentos controlarse —comentó Manuel—. Pero, el pecado no está en esa dificultad, sino en consentirlo, aunque sea de deseo. La lucha en resistirse a ello es lo correcto.

—Pero ¿y si la tentación y el deseo es más fuerte que tú? —dijo Pedro, respondiendo a Manuel.

—Cuando tu lucha está abierta a la asistencia y ayuda del Espíritu Santo, la victoria está garantizada —respondió Manuel.

No cabe duda de que el pecado se esconde en aceptar la tentación, pero, en la medida que esa tentación sea contrarrestada con nuestras fuerzas, el Espíritu Santo nos ayudará a salir victoriosos. Y no lo digo desde la teoría, irrumpió Manuel, sino desde mi propia experiencia.

 La cuestión está en priorizar lo importante. Y lo importante es anteponer nuestra voluntad de ser fiel a nuestro compromiso de amor ante Dios que a nuestras pasiones y deseos irracionales. El amor es un compromiso. Así nos ama nuestro Padre Dios.