martes, 15 de noviembre de 2022

TU PRIMER PASO ES CONOCER A JESÚS

Todo empieza por el interés que tengas de conocer a Jesús. Porque, solo conociéndole entenderás cual es tu camino y a lo que estás llamados. Es el caos de Zaqueo, tenía curiosidad por conocer a Jesús. Pero, quizás convenga primero preguntarnos: ¿Por qué Zaqueo tenía curiosidad por conocer a Jesús? ¿De dónde le venía ese interés?

Ese es el primer paso, despertar el interés. Un interés que duerme dentro de nosotros. Quizás, en unos esté más despierto que en otros, pero está en todos. Preguntas como ¿de dónde vengo?; ¿qué hay detrás de la muerte?; ¿por qué siento un gozo interior y siento felicidad cuando hago una buena obra?; ¿por qué deseo vivir eternamente? Y muchas más, nos mueven a actuar y a buscar la verdad, la justicia y el bien.

Zaqueo buscaba ser feliz y la eternidad. Ese impulso está dentro del corazón de todo hombre. Y le interesó la Palabra y las obras de Jesús. Hablaba muy bien; hacia curaciones y milagros; se preguntaba ¿quién era ese Jesús? Y no se quedó en su interés y curiosidad sino que llegó al extremo de hacer el ridículo – subiéndose a un sicomoro – para poder ver a Jesús.

Ahora, Zaqueo puedo ser yo. Es mi tiempo y mi hora. ¿Soy capaz de subirme al sicomoro de mi tiempo para ver y conocer a Jesús? Posiblemente sea esa la pregunta que tendré que hacerme. Y, confieso, que me la hago, pero no soy capaz de darle una respuesta. O, quizás, no sé como darla. O, igual la estoy dando y no llego a descubrirla. De cualquier forma, la confianza en que Dios me escucha sabe de mis esfuerzos y preocupaciones, me tranquiliza. Pero, sobre todo, me da confianza su Infinita Misericordia.

Desde esa perspectiva, cada día es un nuevo día, una nueva oportunidad para, como Zaqueo, subirme al sicomoro y contemplar a Jesús, escucharle y aceptar su invitación de abrirle la puerta de mi corazón.

lunes, 14 de noviembre de 2022

¡NO TE IMPORTE MOLESTAR AL SEÑOR

Hay momentos que nos parece que molestamos. Precisamente, cuando insistimos tenemos la sensación de que estamos molestando. Y, aunque no parece que eso se dé con nuestro Padre Dios, es posible que en algún momento pensemos que repetimos siempre lo mismo o que molestamos. Quizás en el fondo suceda que somos nosotros los que nos cansamos. Al menos a mí me sucede eso.

De cualquier forma, la oración es el mejor grito que podamos dar. Un grito de exigencia, de confianza y de misericordia. Un grito que manifiesta nuestra voluntad y exigencia de querer ver el camino de la felicidad eterna. Porque, se nos ha creado para eso y, en consecuencia, tendríamos derecho a exigirlo. Exigirte, Señor, que hagas que mis ojos vean la luz.

Pero, esa exigencia esconde mi propia exigencia, valga la redundancia. No puedo exigir desde mi confort, desde mi acomodamiento, desde mi pasividad instalada en la comodidad. Mi exigencia me exige a mí también movimiento, acción, grito y camino. Así lo entendió aquel ciego Bartimeo que, conocido que pasaba Jesús por aquel camino, gritó y gritó hasta reclamar ser escuchado. Y atendida su reclamación saltó, dejó su capa, todo lo que tenía, y corrió hacia la presencia de Jesús. Y pidió ver, ver la Luz que alumbra la vida y señala el verdadero camino que nos lleva a la gloria y felicidad eterna, Jesús de Nazaret, el Señor.

Ahora, miremos para nosotros. ¿Gritamos nosotros así en nuestras oraciones? No se trata de intensidad en nuestras palabras o gritos, sino de exigencia, de insistencia y de convencimiento de que si el Señor quiere eso se realiza. ¡Y por supuesto que el Señor quiere todo lo bueno para sus hijos! ¡Cómo no lo va a querer! Por tanto, nos lo dará, con la salvedad que siempre será lo mejor y lo que nos conviene. Porque, Él sabe lo que realmente nos conviene.

domingo, 13 de noviembre de 2022

PERSEVERAR ES LA CLAVE

La últimas palabras de Jesús en el Evangelio de hoy domingo son: «Ni un cabello de tu cabezas perecerá: con tu perseverancia salvarás tu alma. Esa es la clave, lo decíamos ayer, la perseverancia, porque vendrán tiempos difíciles, de oscuridad, de persecuciones y de destrucción como antesala del final del mundo. Y habrá que resistir confiados en la fortaleza que nos da el Señor. En Él ponemos toda nuestra confianza y toda nuestra esperanza.

El Evangelio de hoy nos describe que sucederá antes de la hora final. Y me pregunto: ¿No está pasando eso ya? Conviene y te invito a que lo leas detenidamente. A mí me parece que, tal como dice el Señor, todo lo que dice se está fraguando. El mundo está loco, las leyes son disparatadas, se destruye la Ley natural y, al parecer, los nuevos dioses de este mundo quieren construir una nueva barca según sus propias leyes. ¡Disparatado!

Y ante todo este alud, Jesús nos invita y nos dice que no tengamos miedo. Estamos salvados si perseveramos en la fe; estamos salvado, ¡pase lo que pase!, si creemos en su Palabra y perseveramos en el esfuerzo de hacer el bien y de amar con misericordia. ¡No tengamos miedo! Pasaremos de este mundo, porque, es evidente, tendremos que morir, bien por enfermedad o por martirio, pero iremos a la Casa que el Señor ha ido a prepararnos.

Realmente, a pesar de lo tiempos que vivimos, es gozoso experimentar esa esperanza. La muerte, aunque nos pueda hacer sufrir, ya no nos da miedo. Es la puerta para llegar al lugar que deseamos y queremos estar, en la Gloria de Dios Padre.

sábado, 12 de noviembre de 2022

PERSEVERAR ES INSISTIR

El que la sigue la consigue, dice el refrán, y suele suceder así. Cuando alguien se empeña y persevera, en la mayoría de los casos, alcanza los resultados buscados. Deducimos con cierta lógica y sentido común que perseverar equivale a insistir. Jesús nos lo dice muy claramente en Mateo 24, 13: «el que persevere hasta el fin será salvo». Y basta que lo diga el Señor para que su Palabra tenga verdadero cumplimiento.

El Evangelio de hoy sábado nos lo explica muy claramente a través de la parábola del juez injusto. Nos pone de manifiesto como la insistencia de aquella viuda solicitando justicia tuvo resultado. Y sucede que muchas veces para quitarnos de encima la lata y las molestias de los que perseverando e insistiendo claman por justicia les atendemos y le hacemos justicia.

Si eso ocurre con los hombres de este mundo, que son injustos, ¿no nos hará justicia nuestro Padre a aquellos que le suplicamos noche y día confiado en su Amor Misericordioso? ¿Acaso no ha enviado a su Hijo para salvarnos y liberarnos de la esclavitud del pecado? ¿Cómo no nos va a atender si se lo pedimos insistentemente?

Tengamos por nuestra parte perseverancia y confianza en su respuesta. Confiemos en su Palabra depositando nuestra fe en su Infinita Misericordia. Y, para ello, no permitamos que la debilidad, el cansancio y la desesperanza terminen por derrotarnos y nos hagan desfallecer. Seamos perseverantes y no dejemos de insistir y suplicar a nuestro Padre del Cielo. Él nos responderá, pues su Infinito Amor Misericordioso nos salva.

viernes, 11 de noviembre de 2022

¿QUÉ PIENSAS SOBRE TU FINAL Y EL FINAL DEL MUNDO?

Posiblemente no has querido pensar, o, quizás, no se te haya ocurrido o no quieres pensar en esas cosas. No crees en el final del mundo, te lo has pensado a tu manera y, ¿para qué preocuparte? Posiblemente, así lo piensas, después de la muerte no hay nada. La cuestión, por tanto, es disfrutar los años que estás en este mundo. Y para eso, lo mejor es tener dinero, o conseguirlo como sea, vivir y disfrutar de los placeres que el mundo te ofrece.

Creo que ese es el denominador común de muchas personas. Los que ya se han ido no nos pueden aclarar nada. Ellos ya, sin poderlo descubrir, saben lo que hay y el resultado de la vida que, mientras vivieron, eligieron llevar y vivir. La realidad es que, miremos donde miremos, ese día final, tanto de tu vida como del mundo en el que vivimos, llegará. Y luego no habrá remedio. Cada cual tendrá lo que merece según la vida que ha elegido llevar.

Para eso se ha anunciado, y se continúa haciéndolo, el mensaje de la Buena Noticia. Lo hizo Jesús mientras estuvo en este mundo, y continúa ahora la Iglesia, la institución que Él ha dejado como continuadora de su Buena Noticia. El Evangelio, que te invito a leer y meditar hoy, es el pasaje de – Lucas 17, 26 – 37 – donde se te dice que el mundo sigue haciendo lo mismo que siglos pasados y lo que vendrá cuando el Señor de la vida decida venir. No conviene decir más, primero, porque no escucharás ni lo tomarás seriamente si no te despoja de esa suficiencia y arrogancia que te exalta como sabio; y segundo, porque solo te corresponderá a ti decidir. Se te ha dado libertad para que tú elijas el camino a tomar. Todo está dicho y la Palabra de Dios la tienes cerca, muy cerca para tomarla y conocerla.

jueves, 10 de noviembre de 2022

¡EL REINO DE DIOS ESTÁ AQUÍ, EN MEDIO DE NOSOTROS!

No busques en lo alto, ni tampoco en lo profundo. Fíjate en ti, dentro de ti y observa tu entrega, tu disponibilidad, tu amor dado gratuitamente y tu paciencia. ¿No notas gozo y paz? ¿No te sientes alegre, festivo y lleno de amor gozoso y feliz? ¡Estás en el Reino de Dios! Porque, el Reino de Dios es el gozo y la alegría que, día a día, se va manifestando en tu disponibilidad a darte y amar al estilo de Jesús, el Señor.

Y sin darte apenas cuenta te verás invadido por un gozo inexplicable que inunda tu corazón y lo llena de paz y alegría. Y es que cada vez que te das por amor experimentas ese gozo del Reino de Dios. Un Reino que aparecerá como el fulgor del relámpago y brillará de un extremo a otro del cielo. Porque, Jesús es el Reino de Dios.

De modo que está entre nosotros cada vez que reunidos dos o más en su nombre, allí Él se hace presente. Y en la medida que, a pesar de las contrariedades, problemas, dificultades, limitaciones, debilidades y pecados, tratemos de, injertados en Él, luchar contra el mal, la mentira e injusticia, haciendo el bien por amor, hacemos presente el Reino de Dios. Y la felicidad nos invadirá y nos hará feliz y llenará de esperanza en alcanzar ese Reino de Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad. Porque, ¡el Reino de Dios, Palabra de Dios, llegará!

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Y NOSOTROS, ¿CONVERTIMOS NUESTRO TEMPLO EN UN LUGAR DE TERTULIA Y ENCUENTRO DE AMIGOS?

 
Muchas veces me he hecho esa pregunta, ¿son nuestros templos hoy lugares de encuentro y tertulias con los amigos? ¿Son nuestros templos lugares para lucir y estrenar nuestro vestuario? ¿Son nuestros templos lugares donde buscamos lucir nuestros cuerpos y modelos a la moda, y dónde comparamos y lucimos nuestra siluetas, tipos y esbeltez?

¿O por el contrario, son nuestros templos el lugar donde acudimos a encontrarnos con el Señor y a dejarnos amar por Él abriéndonos a su Palabra y a su Gracia? Realmente, ¿vamos a buscar fortaleza y alimento espiritual para luego dar testimonio de palabra y vida en nuestros círculos y entorno social? ¿Y tratamos de, injertados en el Señor, de imitarle y testimoniar su Palabra con nuestra vida y obras?

Estas y otras muchas preguntas deberían cuestionar nuestra vida cristiana cada instante y cada día que nos acercamos a la Eucaristía. Porque, de no hacerlo podemos, quizás sin darnos cuenta, convertir nuestros templos en lugares de reunión, de encuentro y de pasar un buen rato con otras personas en un clima agradable y de intercambio. Al parecer algo así paso en tiempos de Jesús y, como nos dice el Evangelio de hoy martes – Juan 2, 13-22 – expulsó a aquellos que habían convertido la Casa de su Padre en un lugar de mercaderes, intercambio y negocio.

Tomemos conciencia que el Templo es el lugar donde permanece Jesús Sacramentado, bajo las especies de pan y vino. Es el lugar donde vamos a encontrarnos y a dejarnos encontrar con nuestro Señor. Es el lugar donde acudimos a dialogar y reconocer nuestros pecados y debilidades. Y, por supuesto, a pedirle su Misericordia Infinita para, limpios de pecados, seguir nuestra andadura por este mundo esforzándonos en imitarle auxiliados por su Gracia.