sábado, 21 de septiembre de 2024

EN Y POR LA MISERICORDIA, SOMOS SALVADOS

No ha venido Jesús a ajusticiarnos y condenarnos, sino todo lo contrario. Ha venido a redimirnos y a pagar por nuestros pecados para, de esa manera, ganar para nosotros la redención de nuestros pecados y reconciliación con su Padre Dios.

Un Padre, que nos presenta como Padre nuestro e infinitamente misericordioso, y que nos llama a recuperar nuestra dignidad de hijos, perdida por el pecado. Para esa misión envía a su Hijo, que entregando su Vida por cada uno de los hombres, nos dispone a recibir la Infinita Misericordia de su Padre y dignidad de hijos, perdida por el pecado.

De ahí la gran necesidad de considerarnos y reconocernos pecadores. Porque, sólo así podemos encontrarnos con la Palabra y el Señor. Ese fue el caso de Mateo, al reconocerse pecador se encontró con Jesús. Y será el caso de cada uno de nosotros cuando demos ese paso: nos encontraremos con el Señor.

Reconocernos pecador y recurrir al Sacramento de la reconciliación nos dará esa oportunidad de encontrarnos con un Dios Padre que nos perdona y nos salva. Porque, esa será también la manera de actuar, en adelante, nosotros en nuestra vida, con misericordia. Sólo la misericordia nos salva. Y de la misma manera que nosotros la recibimos, la debemos dar.

viernes, 20 de septiembre de 2024

EN LA TAREA DE CADA DÍA

1ª Lectura (1Cor 15,12-20): Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que lo muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo. Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho, si es verdad que los muertos no resucitan.

Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

COMENTARIO:

Es evidente, si Cristo no resucitó perdemos el tiempo y hacemos el idiota. ¿Qué esperamos entonces? ¿Con quien hablamos y a quién nos encomendamos? ¿A quién dirijo mis oraciones? Evidentemente, seremos entonces los más locos y bobos del planeta.

Pero, Cristo ha Resucitado, y esa es nuestra fe y nuestra esperanza. Porque, en Él resucitaremos nosotros también. Ese es el anuncio de la Buena Noticia, que, Cristo, el Señor, murió crucificado en la Cruz, pero Resucitó al tercer día. Y de eso se hace eco y noticia el Colegio Apostólico – la Iglesia – que fundamentada en los apóstoles, nos transmite y anuncia la Resurrección de nuestro Señor Jesús.

EVANGELIO LUCAS 8, 1-3

EN LA TAREA DE CADA DÍA

El Evangelio de hoy nos narra una estampa del día a día que la ya comunidad - hoy Iglesia – de aquellos tiempos vivía en su anuncio de la Buena Noticia. Tal como Lucas narra en su breve nota biográfica, sobre la notoriedad de algunas mujeres y hombres – apóstoles y discípulos – que acompañan a Jesús.

Hoy, más de dos mil años después, esa primera incipiente comunidad ha crecido de manera ingente y compuestas por hombres y mujeres sigue adelante anunciando la Buena Noticia de la muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesús. Y es momento oportuno para revindica el papel importante y necesario que tiene la mujer en la evangelización y proclamación de la Buena Noticia. Un papel que demanda más notoriedad y participación.

Porque, las mujeres siempre, desde el principio, como María, la Madre de Dios y Madre nuestra, y otras, entre la que destaca María Magdalena, han tenido un papel muy destacado y de vital importancia en la vida de nuestro Señor. Recordemos que la primera anunciadora de la Resurrección del Señor es una mujer, María Magdalena. Y con ella, tras María, la primera mujer, por la que viene el Mesías al mundo, la mujer toma un gran protagonismos en la Iglesia que funda nuestro Señor.

jueves, 19 de septiembre de 2024

TU CONVERSIÓN EMPIEZA CUANDO TE RECONOCES PECADOR

1ª Lectura (1Cor 15,1-11): Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.

Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.

Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

COMENTARIO:

El fundamento de nuestra fe, Pablo, la expone claramente: Jesús, Hijo de Dios, muerto – crucificado en la Cruz – y resucitado al tercer día. Testigos, Pedro, los apóstoles y muchos más. Y por último él mismo. Y eso es precisamente lo que Pablo predica, y lo que también nosotros predicamos. ¡Jesús, nuestro Señor, ha Resucitado!

EVANGELIO: LC 7, 36-50

TU CONVERSIÓN EMPIEZA CUANDO TE RECONOCES PECADOR

No hay otro camino. Todo comienza a partir de tu propio reconocimiento. Es desde esa hora cuando tu corazón empieza a abrirse a la verdad. Reconocerte limitado y pecador es la llave para abrir la puerta de la Misericordia que Dios, nuestro Padre, nos ofrece. Ahí empieza todo, la vida y la salvación.

Sólo cuando somos capaces de darnos cuenta de que nuestra capacidad de amar es muy limitada, pobre y egoísta. Y, en ese darnos cuenta, buscamos aspirar a otra forma de amar, de sentir y darnos, es cuando estamos en la dirección buena de encontrarnos con el único y verdadero Amor. Esa es la historia de esta mujer que, desafiando toda dificultad, se atreve a lavar los pies a Jesús de esa forma que nos cuenta el Evangelio.

Y mientras nosotros no busquemos ese amor, nos quedaremos a media en el camino. Porque, no debemos olvidar que todos tenemos esa posibilidad. Posibilidad de amar como Jesús nos ama. Nos ha creado para eso, y eso lo podemos lograr si nos abrimos a su Palabra y a su Espíritu. Cada cual en la medida de sus posibilidades, se sus talentos, de su pequeñez, pero abiertos a la acción del Espíritu Santo.

Nunca olvides que el Señor sabe de tu potencialidad, de tus cualidades y talentos y, en Él, puedes desarrollarlas tal y como Él quiere. Solo tenemos, como nos dice Pablo en la primer lectura, ponernos en sus manos.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

TAMPOCO NOSOTROS ESTAMOS LIMPIOS

1ª Lectura (1Cor 12,31—13,13): Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Comentario:

De nada sirve hacer las cosas a disgusto, por obligación o cumplimiento. Si al mostrar tu servicio, éste no nace desde el amor, estás o mejor, estamos perdiendo el tiempo. Así de sencillo, todo lo que no hagamos con verdadero sentimiento, gusto o por amor, cae en saco roto.

Ahora, eso sí, tendremos que pedirle al Espíritu Santo que nos dé esa motivación y ese sentimiento compasivo para proceder a hacer todos nuestros actos de servicio a los demás con verdadero amor.

Evangelio Lucas 7, 31-35

TAMPOCO NOSOTROS ESTAMOS LIMPIOS

Está más que claro: si te crees suficiente y, en consecuencia, limpio, estás equivocando tu camino. Tú, tanto por dentro como por fuera estás manchado por el pecado original, y eso, de no verte tu mancha, te irá llevando al pecado mortal. Irá laminando tu vida hasta aplastarla como si de un pack de chatarra se tratara.

Siempre, consecuencias del pecado, estamos dispuestos a la crítica, a la disconformidad, tanto es así que nunca estamos conforme. Jesús lo expresa muy bien en esa parábola que hoy nos propone en el Evangelio: (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la …

Y nuestra realidad es esa. Si cumple con lo prescrito, es un obsesionado con el  cumplimiento; si no cumple de forma estricta, pero es fiel a lo mandado, va a su aire y hace lo que le gusta. Siempre hay una viga que poner en el ojo ajeno.

Sin embargo, lo que verdaderamente interesa es tratar de ser humilde y reconocernos pecadores. Sí, realmente somos así, y desde esa actitud estar dispuesto a aprender del otro, a tener una actitud humilde y abierta al reconocimiento y a la corrección. Es la forma de avanzar y crecer de otra forma, con otra actitud y en camino, con y por la Gracia del Espíritu Santo, de perfección.

martes, 17 de septiembre de 2024

RENACE LA VIDA

1ª LECTURA (1Cor 12,12-14.27-31a): Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan? Ambicionad los carismas mejores.

Comentario:

¿Qué miembro del cuerpo eres tú? Porque, eres parte del Cuerpo de Cristo y todos somos miembros. Y, tanto a ti, como a mí, nos toca descubrir que clase de miembros somos, y una vez descubierto, vivir y realizar nuestro cometido. Digamos que ahí se esconde nuestra tarea, descubrir esos talentos que Dios, nuestro Padre, me ha  dado para ponerlo al servicio de los demás.

Evangelio Lc 7, 11-17

RENACE LA VIDA

Para el mundo, este mundo nuestro, ciego e incrédulo, en el que vivimos, la muerte es el final, y con él se van nuestras esperanzas. Para una madre, y encima viuda, con la muerte de su único hijo desaparecen todas sus esperanzas. Más en el contexto de la época donde lo situamos, donde la mujer viuda y sin hijos no pinta nada.

Jesús, conocedor de esa situación, y quizás, conociendo también la soledad de su Madre, nuestra Madre la Virgen, al quedar viuda y con un Hijo entregado a la salvación del mundo, se compadece de aquella mujer viuda, a la que ve también sola y despojada de todo derecho. Y esa compasión lo lleva a consolar a su madre devolviéndole la vida a su hijo. Posiblemente, Jesús aprovecha su compasión con la oportunidad de abrirles los ojos a ese pueblo de Naín para que entiendan que Él, el Hijo de Dios Vivo, es Señor de la vida y la muerte.

Y, también  a nosotros, a través de su Palabra, transmitida por su Iglesia de generación en generación, nos dice y anuncia que el Señor, el Hijo de Dios Vivo, es Señor de la Vida y la muerte. Esa es la Buena Noticia que nos trae Jesús: «Quien cree en Él tendrá vida eterna» O lo que es lo mismo, no morirá, vivirá eternamente en plenitud de gozo y felicidad.

Porque, no olvidemos, todos  vida eterna, pero, el problema y la gran cuestión es donde pasaremos la eternidad, junto al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, o en el lugar de llanto y crujir de dientes. La cosa es más seria de lo que creemos, y ese momento, tarde o temprano, llegará.

lunes, 16 de septiembre de 2024

UNA FE POR ENCIMA DEL PODER

Es evidente que en este mundo quien manda es el poder. Y al poder lo mueve el dinero. Diremos que tanto el poder como el dinero van de la mano. Pero, sin embargo, hay momentos puntuales donde el hombre se da cuenta de que el poder y el dinero no solucionan todo. Hay un Poder que está por encima del poder de este mundo, y el centurión, preocupado por su siervo, toma conciencia de eso.

En primer lugar, ¿podíamos también nosotros preguntarnos, tal como el centurión, que todo lo de este mundo está sometido al Poder de Dios? Un Poder que se nos ha manifestado en el anuncio de su Hijo al revelarnos la Infinita Misericordia de su Padre. Sería bueno profundizar y discernir sobre esto. Porque, posiblemente llegaríamos a la misma conclusión del centurión.

Y, llegada a ella, buscaríamos al Señor del que hemos oído que está por encima del poder humano y devuelve la vida al enfermo. Es, por tanto, digno de ser considerado y tenida en cuenta la fe de ese centurión que entiende que el Señor está por encima de ese poder humano y, más todavía, basta su Palabra para que la vida de su siervo vuelva a él. Quizás esa sea la reflexión que nos llevaría a buscar con más ahínco y esperanza, al encuentro con el Señor.

domingo, 15 de septiembre de 2024

UN CAMINO DE CRUZ

También los apóstoles y, sobre todo, María, conocieron ese camino de Cruz. Jesús se los hizo saber, como también ahora, tanto su Iglesia, como el Espíritu Santo, nos lo recuerda a todos los que queremos seguirle. Seguir a Jesús es un «camino de cruz» Un camino de renuncias, de sacrificios y dolor, pero, lo más importante: «un camino de esperanza».

Una esperanza que nos promete vida eterna en plenitud de gozo y felicidad. Una esperanza que nos invita a vivir eternamente esa felicidad que tanto buscamos ahora en este mundo. Una eterna felicidad a la que verdaderamente estamos llamados. Porque, nuestro Padre Dios, nos lo anuncia el Hijo, nos ha creado para ser felices eternamente.

Por eso, Jesús no quiere imponer nada, ni tampoco hacer proselitismo. Jesús, que viene a anunciarnos la Buena Noticia, nos propone un camino. Un camino que sabe que nosotros, consciente o inconsciente, buscamos: ser felices el mayor tiempo posible. Pues bien, Jesús nos propone una felicidad eterna. Y esa debe ser nuestra meta, a pesar de que, primero, tenemos que atravesar un camino de espinas, de dolores, de penas y tristezas, de incomprensiones, de injusticias, de desprecios, de injurias…etc. En resumen, un camino de cruz.

Pero, un camino que esconde esa esperanza de llegar un día a gozar de la presencia de un Dios Padre en un Reino de verdadero Amor, Justicia y Paz. Esa es la invitación que el Señor te hace: ¿Quieres venir?