sábado, 29 de agosto de 2020

LA DENUNCIA, PELIGRO DE MUERTE

MISIONEROS DE LA PALABRA DIVINA: EVANGELIO - SAN MARCOS 6,17-29 | Evangelio  san mateo, Evangelio, Evangelio segun san lucas
Muchas veces he leído este Evangelio, y, por tanto, en consecuencia, muchas veces, valga la redundancia, lo he reflexionado desde, al menor en ese intento y esfuerzo, la acción del Espíritu Santo. Y cada vez se han sucedido ideas, pensamientos y respuestas diferentes, pues, la Palabra de Dios siempre suscita novedad, limpieza, verdad, esperanza y amor. Por eso, a pesar de leer lo mismo y, a veces, con frecuencia y poco intervalo de tiempo, siempre mi corazón recibe impulsos diferentes y nuevas palabras que renuevan tu vida y la hacen nueva.

Dicho esto, y metiéndome de lleno, a la Luz del Espíritu, hoy se hace presente en mí la gran valentía que manifestó Juan el Bautista ante el rey Herodes denunciando la ilegalidad de su matrimonio, con la mujer de su hermano Filipo, ante los ojos de Dios. Sin lugar a duda se trataba de un adulterio y de un acto que a nadie le gusta al verse trasladado de su papel de marido y apartado de su mujer. Pero, también herido por el despecho y el abandono de su propia mujer. No cabe duda que se trata de un pecado grave, que toma lo que no es tuyo desposeyendo al otro. Diríamos que no quieras para ti lo que tampoco quieres para otro

Un acto que representa una connivencia amoral y contraria a la Ley de Dios Tanto de Herodes como de la mujer de su hermano, Herodías. Y Juan, consciente de que eso estaba mal y era un mal ejemplo para el pueblo lo denuncia abiertamente. Sin tapujos, ni miedos. Consciente de que en esa denuncia se jugaba su vida, pero, también consciente de que importa más la verdadera vida a la que da paso ésta.

¿Qué significa este hecho y ejemplo de Juan para nosotros? ¿Nos ayuda a fortalecer nuestra fe y a denunciar con valentía y confianza, confiados en el Señor, todo aquello que es injusto?

viernes, 28 de agosto de 2020

SENTIDO COMÚN

MATEO 25, 1-13 | Bíblicos, Iglesia de dios, Biblicas cristianas
Mt 25,1-13
La mayor sabiduría, en mi humilde opinión, es el sentido común. Ese sentido que te da sensatez y prudencia para poner las cosas en su justo medio y aplicarla para bien de las personas dándole a cada cosa su justo valor e importancia. Quien vive la vida con sentido común, la vive en actitud vigilante, porque vigilar es sinónimo de prudencia y sensatez.

Aplicar el sentido común a cada instante de tu vida es estar en actitud vigilante actuando con prudencia y sensatez. Porque, no se trata de vivir en constante estado de alerta, estado que difícilmente se puede mantener. Se trata de actuar con sensatez y prudencia y de aplicar el sentido común en todos los momentos de tu vida. De modo que, si vas a recorrer un largo camino, te proveas de todo lo que necesitas para evitar sorpresas y carencias de lo más elemental. El sentido común te insta a estar preparado de todo aquello que necesitas y, de esa manera, evitar sorpresas.

Ahora, ¿cómo es que lo más importante de tu vida, el final, es decir, tu muerte, no la preparas para el encuentro con Jesús? Porque, no conoces la hora ni el momento ni el día. Por tanto, ese momento, que sabes que llegará, y no cuándo, debes de vivirlo en cada momento e instante de tu día a día. Porque, si no estás preparado puede llegar el novio y cogerte sin luz en la lámpara y sin el aceite necesario en tu alcuza.

 La vida no es un estado de alerta, sino un estado de irla viviendo día a día desde el sentido común que te mueve a estar en relación con Jesús, el Mesías enviado para rescatar tu vida de la esclavitud del pecado. Y  desde esa relación diaria intimar y dialogar con Él para, desde ese conocimiento, estar preparado cuando llegue el momento del encuentro personal cara a cara.

jueves, 27 de agosto de 2020

EN CUALQUIER INSTANTE

Mateo 24, 42-51 | Evangelio del dia, El hijo del hombre y Tiempo ...
Se nos olvida con facilidad que, nuestra vida, está y camina por el filo de la navaja. Eso significa que en cualquier momento puede ser herida y atravesada por la hoja afilada de la navaja. Es decir, pendemos de un hilo y en cualquier instante nuestra vida puede aspirar y desfallecer. Por tanto, esa posibilidad permanente nos exige máxima concentración y máxima vigilancia.

El ruido del mundo, que nos rodea, es una gran tentación y un gran peligro. Nos distrae, nos seduce y hace que perdamos nuestra atención y vigilancia. No cabe ninguna duda que nuestros compromisos mundanos los tenemos muy presentes e incluso nos preparamos para que no nos sorprendan ni se nos olviden. Ahora, nos preguntamos, ¿de la misma forma, sabemos lo que nos ha dicho nuestro Señor Jesús respecto al final de nuestra vida o a su segunda venida?

¿Tenemos en cuenta que nuestra hora - la muerte - puede venir sin avisarnos y, en cualquier momento, sorprendernos? Por tanto, es obvio repetirnos e insistir que necesitamos estar vigilantes y preparados para no ser sorprendidos a la llegada del Señor. Y nuestra preparación consiste en vivir según los talentos recibidos y posibilidades que nos ofrece la vida siguiendo la Palabra de Dios escuchada y fortalecida en y por los Sacramentos de la Reconciliación y Eucaristía. 

Y en el esfuerzo de cada día de vivir según la Voluntad de Dios. Una Voluntad que se traduce en dejarme llevar según los impulsos que el Espíritu de Dios mueve dentro de mí y actúa en mi corazón.

miércoles, 26 de agosto de 2020

VIVIENDO EN LA HIPOCRESÍA

CONSOLAD: Mateo 23, 27-32 «Estad en vela, porque no sabéis q ...
(Mt 23,27-32)
Jesús continúa señalando, hoy de forma vehemente, a los hipócritas: (Mt 23,27-32): En aquel tiempo, Jesús dijo: « ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y...

Y nos preguntamos, ¿hasta qué punto callamos la boca de aquellos que nos importunan y nos denuncia con la verdad? ¿Acaso nos incomodan tales denuncias? Solemos justificarnos alegando que nosotros no hubiésemos actuado como lo hicieron nuestros padres, pero, honradamente, pienso que mentimos. 

Y lo digo pensando en mi mismo, porque, en repetidas ocasiones he llegado a pensar que si hubiese nacido en esa época, ¿qué hubiese hecho? ¿Habría salido en defensa de los profetas?

En otras muchas ocasiones he pensado, ¿qué hubiese hecho yo, si de haber nacido contemporáneo de Jesús, respecto a creer en su Palabra y a seguirle? Y, consciente de eso, me pongo en presencia del Señor y me siento un privilegiado por, al menos, querer y desear seguirle a pesar de mis pecados.

martes, 25 de agosto de 2020

EL FUNDAMENTO: LIMPIEZA DE CORAZÓN

MATEO 23, 23-26 | Mateo 23, Evangelio de hoy, Evangelio
Mt 23,23-26
Nuestro mundo da más importancia a lo exterior, es decir, a la apariencia delante de los demás que a lo interior, es decir a lo que no se ve y se vive en la intimidad. Parece, al menos así se transmite, que lo que verdaderamente importa es lo que se y parece, sin importarnos lo real, que es lo que verdaderamente debe importar.

Y no es así. Todos nos damos cuenta enseguida de que lo importante es lo que ocurre en la realidad, no en las apariencias. La verdad, la sinceridad y el mostrarse con limpieza y honradez, transparentando lo que realmente guardas en tu corazón es el valor fundamental y real de la vida de cualquier persona. Todos huimos de la mentira y, aunque estamos tentados e inclinados a mentir, sabemos y comprendemos que está mal. 

Sabemos que aparentar es mentir y engañar a los demás y eso, delante de Dios, es un grave pecado. Porque, es una forma de vivir la mentira que tu corazón esconde y lo contrario a lo que dices y aparentas ser. Sin embargo, incluso no queriendo, caemos. Pero, la esperanza de, por la Misericordia de Dios, tener la oportunidad de levantarnos y reconciliarnos por el Sacramento de la Penitencia con nuestro Padre Dios, es la puerta que Jesús, nuestro Señor, nos ha dejado para, limpios, continuar la marcha.

Lo verdaderamente grave es cuando conscientes de nuestras mentiras, engañamos y aparentamos, resistiéndonos en dejarlas vivir en nuestro corazón y nos instalamos en esa vida de engaños y pecado.

lunes, 24 de agosto de 2020

¿PERCIBES TÚ, TU LLAMADA?

Evangelio del 24 de agosto: Juan 1, 45-51 | Juan 1, Evangelio ...

Es verdad que a mucha gente que has conocido se debe a que has sido presentado por otros amigos respectivos. Muchas de las personas que conoces has llegado a ellas a través de otros amigos. En el Evangelio de hoy, Felipe lleva a Natanael a la presencia de Jesús. Posiblemente, también nosotros hemos sido presentado a Jesús - bautizo - primera comunión - confirmación y otros -  y todo ha quedado en nada. Bien, porque no hemos querido; bien, porque hemos preferido las cosas de este mundo.

Quizás, por los motivos que sean no hemos querido guardar ni conservar la mirada de Jesús. No hemos dejado que traspase nuestro corazón y, pronto, hemos desviado esa mirada. Porque, la mirada de Jesús es la misma para todos, aunque, es posible que tenga matices diferentes. Un padre quiere a todos sus hijos por igual, pero, no a todos, queriéndolos profundamente, les da lo mismo. Cada cual tiene sus particularidades y sus cualidades. Todos no han recibido lo mismo - parábola de los talentos, Mt 25, 14-30 -. La mirada a Natanael, como a otros muchos, tiene sus características propias y sus llamadas personales. 

La mirada de Dios, a través de su Hijo, Jesús, tiene un denominador común: " Va llena de cariño, de ternura, de amor y misericordia. Nuestra insistencia, perseverancia y seguimiento serán determinantes para que, la mirada amorosa y misericordiosa de Jesús, sea profunda y nos inunde de su Gracia y su Amor.

Pero, también depende de nuestra libertad y voluntad, que Dios, nuestro Padre, ha dejado en nuestras manos para que seamos nosotros libremente los que decidamos dejar su mirada nos llegue al corazón.

domingo, 23 de agosto de 2020

JESÚS, EL HIJO DE DIOS

Del Santo Evangelio según San Mateo 16, 13-20. "Tú eres Pedro ...
Mt 16,13-20
Todos confesamos, al menos los creyentes, que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. Pero, una cosa es confesarlo y otra muy distinta vivir eso que se confiesa. Ayer decíamos que cumpliéramos lo que dicen los escribas y fariseos, pero que no hiciéramos lo que ellos hacen. Es decir, tratar de cumplir lo que dicen, según la Palabra de Dios, pero no tomar sus ejemplos de lo que realmente viven y hacen en sus propias vidas.

La pregunta está en el alero y se nos plantea también ahora a nosotros: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué significa Jesús para mí? ¿Es alguien del que oigo hablar como manifiestan muchos?; ¿es un gran profeta y nada más?; ¿o, simplemente un buen hombre y hizo cosas buenas e importante? Pero, a pesar de todas esas cosas que oyes, ¿quién es Jesús personalmente para ti? ¿Te atreve a profundizar y a responder seriamente?

Cuando Jesús les hizo esa pregunta a los apóstoles, Pedro respondió : «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Es verdad que Pedro fue asistido y auxiliado por el Padre, sin el cual nada podemos entender y, menos, comprender. Pensemos que, unos días más tarde, Pedro niega por tres veces al Señor, a ese que hoy señala y afirma que es el Hijo de Dios. Eso descubre nuestras pobrezas y nuestra necedad y de que sólo, por la Gracia de Dios, podemos encontrar esa fe de creer en Jesús, el Hijo de Dios Vivo.

Sin embargo, no somos seres sometidos a unos instintos, pasiones o deseos. Es verdad que nuestro pecado nos inclina a esclavizarnos y someternos a ellos, pero, somos libre y podemos decir que no a lo que nos arrastra a decir que sí. Es decir, tenemos una voluntad y una razón para discernir lo bueno de lo malo, y la mentira y el engaño de la verdad y lo justo. Y esa voluntad y libertad podemos ponerla en manos del mal o entregarla al Espíritu Santo, recibido en nuestro bautismo, para que nos ayude, nos dé fortaleza y nos acompañe en la lucha de todos los días contra el pecado que el Maligno quiere que cometamos.

Lo verdaderamente importante es determinar si Jesús es Alguien que incide en mi vida y que influye en ella y que, a través de su Palabra y el ejemplo de su Vida, entregada por y para mi salvación, yo le sigo y me apoya en la Iglesia que Él ha dejado en manos de Pedro y el colegio apostólico.