lunes, 26 de agosto de 2013

VIVIR EN LA APARIENCIA


Mt 23, 13-22


Ser hipócrita es vivir en la apariencia. Vivir fingiendo una fe que luego no se vive sino a media o según convenga. Ser hipócrita es vivir la verdad practicando la mentira. Siempre al final, la mentira, queda al descubierto, porque la verdad sale a relucir. Y cuando ocurre eso se hace mucho daño, pues muchos quedan defraudados, engañados y mal heridos en sus sentimientos que tambalean su fe.

Hipócritas somos cuando queremos juzgar y hacer las cosas según nos parece deben ser, y que nosotros, llegado el caso, hacemos luego como mejor nos va. Hipócritas somos cuando decimos algo que nosotros no estamos dispuestos a asumir ni a aceptar. Cargamos las espaldas de los demás, pero las nuestras las dejamos ligeras y a bien resguardo.

Con nuestra manera de vivir en apariencias, levantamos muros que impiden ver a otros la verdad. Somos barreras que no dejan pasar la verdad y que la ocultan con la hipocresía y la mentira. Otra cosa es que nuestras debilidades y apegos nos traicionen y demos en muchos momentos mal ejemplo. Nos reconocemos pecadores y no engañamos a nadie.

Pecadores que buscamos, arrepentidos, la verdad en el esfuerzo, por la Gracia de Dios, de morir a la mentira y las apariencias y vivir en la Verdad según la Voluntad de Dios.

domingo, 25 de agosto de 2013

LUCHA CONTRA CORRIENTE

(Lc 13,22-30)

Jesús, el Señor, nos invita a: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán». Nos invita a luchar esforzándonos por entrar, porque sabe que por nuestras propias fuerzas nos será imposible. Sin Él nada podremos, por eso la invitación es de lucha, de esfuerzo, de intento...

Y en eso consiste hacer la Voluntad del Padre: luchar poniendo todos nuestros recursos y medios que, por nuestra condición de seres libres, nos ha sido dado gratuitamente. Llegada la hora, la puerta ya no será estrecha y difícil de atravesar, sino que será cerrada e imposible de atravesarla. Entonces clamaremos por nuestra amistad con el Señor y le recordaremos nuestras Eucaristías, nuestros rosarios, oraciones y buenas obras, pero...

La respuesta del Señor: ‘No sé de dónde sois’. Porque hacer la Voluntad del Señor no es mero formulismo y cumplimiento;  no se trata tampoco de hacer y hacer. Consiste en tomar conciencia de que Él es nuestro Padre, y sin Él nada podemos. Y sólo unidos e injertados en Él podremos convertir nuestro humilde esfuerzo y trabajo en verdaderos frutos de amor.

La cuestión está en descubrir que sólo en Él toma sentido y valor nuestras Eucaristía, nuestras oraciones, nuestros sacrificios, sufrimientos y buenas obras, porque le necesitamos para, desde Él poder proyectar su Amor en nosotros y para los otros. Nada tendrá sentido sin su presencia diaria en nuestro acontencer de cada día. Todo será nuevo si en Él vivimos y actuamos. En esa actitud seremos capaces de atravesar esa puerta estrecha que se nos atraganta.

sábado, 24 de agosto de 2013

EN LO PEQUEÑO SE DESCUBRE LO GRANDE

(Jn 1,45-51)


No entra en nuestra cabeza Señor que te hagas tan pequeño como nosotros. Me resulta incomprensible un Dios hombre como yo. No cabe en mi cabeza, y para colmo nacido humildemente, y del lugar más ignorado, pequeño y marginal. ¿Por qué tanto abajarte, Señor?

Y ocurre lo de siempre: "Tú das el primer paso". En este caso, con Natanael, le descubres y le dejas fuera de lugar. Le impactas, le llegas a lo más profundo de su corazón, hasta el extremo de rendirse a tus pies y confesarte como verdadero Hijo de Dios.

A mí también Señor me descolocas y me impactas. Y llenas mi vida de gozo y de sentido. Yo también quiero responderte como Natanael, y confesarte verdadero Hijo de Dios, el Mesías esperado y salvador de la humanidad.

Dame la impronta de Natanael para no dudar de Ti, y de entregar mi vida en hacer tu Voluntad.

viernes, 23 de agosto de 2013

EL SEGUNDO DA CUMPLIMIENTO AL PRIMERO

(Mt 22,34-40)

Si no amas al prójimo no puedes amar a Dios. Sí, puedes proclamarlo con tu lengua, pero no lo vives con tu corazón. Por eso, aunque el primero es amar a Dios sobre todo, el segundo se hace necesario para demostrar ese amor a Dios. Es curioso, el Señor sabe relacionarnos muy bien, de tal forma que de nada vale hablar y prometer mucho si luego no lo haces vida en tu propia vida.

Y mira, al menos yo así lo veo y así lo pienso. Tu amor y el mío no serán con aquellas personas que están lejanas y a las que nunca conoceremos. Sí, es verdad que podremos ayudarles en la distancia contribuyendo y solidarizándonos con ellos, tanto económicamente como con la oración, pero los que más te señalarán son tus más próximos, los de cada día, con aquellos que convives, empezando por la familia y terminando con los que tropiezas cada día en el ir y devenir de tu acontecer diario.

La sin medida de tu amor será probada a través de esas personas, porque el amor que se nos exige es un amor sin medida, igual que con el que nos ama Jesús. ¡Claro, se nos hace difícil!, por eso descubrimos que le necesitamos, porque sin su Gracia nada podemos. De ahí que el primero es Él, y semejante a este, el segundo, sin el cual no podemos dar cumplimiento al primero. Estamos entre la espada y la pared, pero con la promesa y el compromiso del Espíritu Santo que nos acompaña, nos asiste y nos salva.

jueves, 22 de agosto de 2013

TÚ Y YO TAMBIÉN ESTAMOS INVITADOS

(Mt 22,1-14)

Tenemos una invitación mientras nuestro camino, aquí en la tierra, no termine. Una invitación a un banquete que será eterno, pero que no terminamos de creérnoslo o no nos convence. Porque nuestro corazón lo tenemos apegados a otras cosas que creemos más importantes, que nos resultan más satisfactorias de inmediato.

A pesar de negarnos, esa invitación sigue vigente. Incluso aunque nuestra condición cambie y perdamos nuestro turno en la lista del banquete. El Anfitrión sigue invitándonos con la esperanza de que decidamos aceptar. No tiene en cuenta nuestro rechazo ni nuestras justificaciones. La invitación es firme, incluso hasta en el caso de que nosotros mismos queramos borrarnos de esa lista.

Está dispuesto a que sus enviados sufran y hasta pierdan la vida en la misión de recorrer los caminos para conseguir invitados a su boda. No quiere suspenderla e invita ya hasta los que no figuraban en la lista. Todos están invitados sean de la condición que sean. Nadie tiene derecho. Se sólo por invitación, pero se exige una cierta actitud, una cierta compostura que nos reviste con el traje adecuado para poder entrar.

miércoles, 21 de agosto de 2013

¿MERECEMOS COMO DIOS NOS TRATA?

(Mt 20,1-16)

Si de justicia se tratara, Dios es siempre justo. Todos estaríamos condenado y sin esperanza de redención. Hemos rechazado, por el pecado original, a Dios, y sin embargo nos envía a su único Hijo, entregado a una muerte de cruz, para redimirnos y obtener nuestra salvación. El Amor de nuestro Padre Dios está por encima de la justicia. Su Misericordia es infinita.

¿Cómo me atrevo a pedirle más salario por mi trabajo? ¿Acaso no he recibido yo lo justo por lo tratado? ¿Y si he recibido más, no debo también dar más, tal y cómo he recibido? ¿Tienen los últimos culpas de no haber sido llamados a hora tardía? ¿No han respondido igual que nosotros?

Todas estas preguntas suscitan interrogantes que, injertados en el Espíritu Santo, deben servirnos para reflexionar en la Voluntad de Dios. Estamos llamados a trabajar en la Viña del Señor, y aunque unos lo descubramos más tempranos y otros más tardes, todos seremos recompensados justamente. El Amor del Padre es justo y misericordioso y su sabiduría imparte justicia a cada uno de sus hijos. Nada se esconde a su justicia.

martes, 20 de agosto de 2013

TENER DIFICULTA PARA SER

(Mt 19,23-30)

El que posee poco, poco tiene que preocuparse. Todos sus afanes consisten en el vivir de cada día sin mayores problemas que los del trabajo y la susistencia diaria. Peor lo tienen aquellos que están cargados de pesadas cargas de bienes y riquezas que no les deja cerrar un ojo. Los tienen bien abiertos por muchas razones, pero sobre todo por si alguien osa por apoderarse de algunos.

Los ricos apenas levantan la mirada por encima de sus riquezas. Están entretenidos en guardarlas y, si pueden, aumentarlas hasta el punto de enfrentarse y someter a otros por lograrlo. Las riquezas les vendan los ojos y no ven sino por ellas. Su mundo es un mundo de tener y poseer, y de, cuanto más se tiene, más grande se es. 

Un mundo absurdo, donde todo consiste en amontanar riquezas y bienes efímeros destinados a pasar a manos de otros, a pesar de tus esfuerzos por conservarlos. Tú tendrás que irte, y tus bienes se quedarán aquí para el disfrute de otros. Ellas, las riquezas, te habrán desviado por el mal camino, por el camino de la perdición y la muerte. Te impedirán desapegarte y aligerarte de peso para seguir el verdadero camino que empieza en la puerta estrecha.