(Jn 1,45-51) |
No entra en nuestra cabeza Señor que te hagas tan pequeño como nosotros. Me resulta incomprensible un Dios hombre como yo. No cabe en mi cabeza, y para colmo nacido humildemente, y del lugar más ignorado, pequeño y marginal. ¿Por qué tanto abajarte, Señor?
Y ocurre lo de siempre: "Tú das el primer paso". En este caso, con Natanael, le descubres y le dejas fuera de lugar. Le impactas, le llegas a lo más profundo de su corazón, hasta el extremo de rendirse a tus pies y confesarte como verdadero Hijo de Dios.
A mí también Señor me descolocas y me impactas. Y llenas mi vida de gozo y de sentido. Yo también quiero responderte como Natanael, y confesarte verdadero Hijo de Dios, el Mesías esperado y salvador de la humanidad.
Dame la impronta de Natanael para no dudar de Ti, y de entregar mi vida en hacer tu Voluntad.
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