(Mt 19,23-30) |
Los ricos apenas levantan la mirada por encima de sus riquezas. Están entretenidos en guardarlas y, si pueden, aumentarlas hasta el punto de enfrentarse y someter a otros por lograrlo. Las riquezas les vendan los ojos y no ven sino por ellas. Su mundo es un mundo de tener y poseer, y de, cuanto más se tiene, más grande se es.
Un mundo absurdo, donde todo consiste en amontanar riquezas y bienes efímeros destinados a pasar a manos de otros, a pesar de tus esfuerzos por conservarlos. Tú tendrás que irte, y tus bienes se quedarán aquí para el disfrute de otros. Ellas, las riquezas, te habrán desviado por el mal camino, por el camino de la perdición y la muerte. Te impedirán desapegarte y aligerarte de peso para seguir el verdadero camino que empieza en la puerta estrecha.
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