Mt 23, 13-22 |
Ser hipócrita es vivir en la apariencia. Vivir fingiendo una fe que luego no se vive sino a media o según convenga. Ser hipócrita es vivir la verdad practicando la mentira. Siempre al final, la mentira, queda al descubierto, porque la verdad sale a relucir. Y cuando ocurre eso se hace mucho daño, pues muchos quedan defraudados, engañados y mal heridos en sus sentimientos que tambalean su fe.
Hipócritas somos cuando queremos juzgar y hacer las cosas según nos parece deben ser, y que nosotros, llegado el caso, hacemos luego como mejor nos va. Hipócritas somos cuando decimos algo que nosotros no estamos dispuestos a asumir ni a aceptar. Cargamos las espaldas de los demás, pero las nuestras las dejamos ligeras y a bien resguardo.
Con nuestra manera de vivir en apariencias, levantamos muros que impiden ver a otros la verdad. Somos barreras que no dejan pasar la verdad y que la ocultan con la hipocresía y la mentira. Otra cosa es que nuestras debilidades y apegos nos traicionen y demos en muchos momentos mal ejemplo. Nos reconocemos pecadores y no engañamos a nadie.
Pecadores que buscamos, arrepentidos, la verdad en el esfuerzo, por la Gracia de Dios, de morir a la mentira y las apariencias y vivir en la Verdad según la Voluntad de Dios.
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