domingo, 4 de enero de 2015

A TODOS LOS QUE LE RECIBEN LES DA PODER DE HACERSE HIJOS DE DIOS

(Jn 1,1-18)

Es muy importante ser hijo, porque los hijos heredan la herencia del Padre. Es este caso concreto, ser hijo de Dios significa heredar la Vida Eterna y la Gloria del Padre. Es la máxima aspiración del hombre, acepte, acoja, reciba o no al Señor que se hace Hombre y acampa entre nosotros. Esa es la Navidad eterna de cada día: recibir al Niño Dios en mi corazón.

Porque la Palabra de Dios convierte mi corazón y me hace coheredero, con su Hijo, de su Gloria. Ahí reside lo importante y valioso del Bautismo, porque por y en él recibimos la Bendición Trinitaria que nos da la categoría de ser y llamarnos verdaderos hijos de Dios y coherederos con su Hijo, de su Gloria.

Y la Gloria del Padre es la felicidad plena y gozosa y para Siempre. Y eso es lo que buscas tú y busco yo. El gozo del amor que te invade de paz, de sosiego, de serenidad, de gozo y felicidad que no pasa; que no se acaba como este año que ya pasó. El Amor de nuestro Padre Dios es eterno, permanece y siempre está llenándonos de gozo y felicidad.

Abre tu corazón, medita y reflexiona la Palabra bajada de lo alto y experimentarás que todo lo que buscas en esta vida está contenido en Ella. Porque la Vida y la felicidad está en la Palabra de Dios anunciada por el Hijo hecho Hombre. 

sábado, 3 de enero de 2015

JESÚS ES A QUIEN JUAN ANUNCIA

(Jn 1,29-34)

Juan presiente que su Misión está llegando a su fin. La presencia de Jesús le descubre que ha llegado el Mesías esperado y prometido, por él anunciado, y lo señala a sus discípulos cuando lo ve venir hacia él. Juan se sabe advertido por el Espíritu de Dios que aquel en quien se pose el Espíritu, bajado en forma de paloma, ese será el que ha de bautizar con Espíritu Santo.

Y Juan da testimonio de que lo ha visto posarse en Jesús, y lo señala como el Hijo de Dios hecho Hombre. Juna el Bautista es un hombre digno de crédito. Su vida, coherente con su palabra, lo confirma y transmite. Juan está en la historia y es prueba y testigo de lo que dice. "Y lo que dice es: Jesús es el Hijo de Dios Vivo".

Pedimos al Espíritu Santo que, como Juan, veamos y experimentemos que Jesús, el Niño Dios que ha nacido en Belén, es verdadero Dios y verdadero Hombre, que se acerca a los hombres para traerles la verdadera y única salvación.

Pero, pidamos fuerza y valor para ser testigos y dar testimonio de que Jesús, el Hijo de Dios, vive entre los hombres y nos tiende sus brazos para ofrecernos la única y verdadera salvación. Amén.

viernes, 2 de enero de 2015

JUAN, EL PRIMER TESTIGO

(Jn 1,19-28)

Juan el Bautista anuncia que Jesús está entre nosotros. Ya, desde el vientre de su madre, Juan salta de gozo al sentir cercana la presencia del Señor en la visita de María a su prima Isabel. Ahora, ya como precursor del Mesías, Juan testifica que él no es el Mesías, ni Elías ni el profeta.

Y preguntado por su persona, Juan se define como «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Y les notifica «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia».

El término desatar la correa de su sandalia significaba en el pueblo judío aquel que era superior, el más fuerte, el poderoso... Juan señala al Señor como el Mesías, el Salvador. Aquel que nos bautizará con Espíritu Santo para que revestidos de la Gracia del Padre podamos proclamar y vivir la Buena Noticia de salvación.

Pidamos la Gracia de, como Juan, ser también nosotros testigos del Señor y proclamar la Buena Nueva de palabra y vida. Amén.

jueves, 1 de enero de 2015

DICHOSOS PASTORES

(Lc 2,16-21)

Algunos notables oyeron sobre el nacimiento de un rey, pero no hicieron caso. Son los pastores, los últimos de aquella sociedad, que pasaban la mayor parte del tiempo fuera de ella, los que corren apresurados al encuentro de María y José con el Niño. Son los pastores los que hablan maravilla de aquel Niño según les ha sido contado por los ángeles.

No necesitan responderse a preguntas e interrogantes. Aceptan el anuncio y corren maravillados al encuentro del Niño Dios. Son los primeros en saberlo y también en aceptarlo. Cantan glorias y alabanzas a Dios por lo que habían visto y oído. 

Quizás a nosotros nos cuesta más aceptar la presencia y divinidad del Niño Dios. Quizás nosotros vivimos más acomodados e instalados que los pastores, y nos resulta más duro y difícil desapegarnos de nuestras apetencias y hábitos. La ausencia de verdaderos sacrificios y de dolor nos acomoda y nos ciega. No es que gustemos de ello, pero la adversidad nos acerca a la salvación, y la salvación viene de la Mano del Niño nacido en Belén.

Tratemos de vivir en la actitud y criterios de los pastores, y pensemos que, vivimos por la Gracia de Dios, y cuando llegue el momento de nuestra hora, lo que permanece es el amor del Dios, y es eso lo que nos interesa ahora conservar.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

EL DON DE LA VIDA

(Jn 1,1-18)

Posiblemente, en estas fechas muchos hagan balance del año que pasa, y propósitos para el que entran. Se intercambian agendas y muchos se proponen nuevos proyectos y renovadas ilusiones. Pero nada permanece y todo pasa. Pasará también este año y volveremos a encontrarnos vacíos si no estamos abiertos a la Gracia de Dios, porque sólo Él llena plenamente y no pasa.

Pocos serán los que adviertan gratitud por el don de la vida. Bien o mal andado el camino, lo importante es que estamos en camino. Gracias Señor por estar vivo, porque estando vivo siempre habrá esperanza de despertar a tu Gracia y a tu presencia. Un año más que hemos atravesado, mal o bien, pero vivos, y tomar conciencia de ello es abrirnos a la esperanza del encuentro con el Señor.

Posiblemente, muchos tendrán sus miradas en los balances y resultados económicos de sus empresas; otros en los proyectos materiales que han dejado a medias; algunos esperaran mejorar económicamente y muchos tendrán la esperanza de mejorar, encontrar trabajo o realizar lo que no han podido hacer este año que termina. ¿Y el Señor? Pocos se acordaran y darán gracias al Señor.

Danos Señor la luz de, sin dejar nuestras ilusiones humanas, que nos agobian y nos invaden, ponerlas en segundo orden y a tu disposición. Eres Tú la Luz que nos alumbra y a la que queremos seguir y obedecer. Organiza nuestra vida y pon cada cosa en su verdadero lugar. Tú, Señor, queremos que seas el Primero.

martes, 30 de diciembre de 2014

EXPRESAR LO QUE EL CORAZÓN SIENTE

(Lc 2,36-40)

No se puede transmitir ni proclamar aquello que no nace dentro del corazón. Sí, lo puedes hacer, pero no llega porque no tiene la fuerza y el convencimiento que nace de dentro, de dentro del corazón. Se hace necesario tener la lámpara llena de aceite para alumbrar tu propio camino y el camino de los que se muevan a tu lado.

Hoy el Evangelio nos habla de Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. una profetiza hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

No cabe ninguna duda que la profetiza Ana fue sorprendida vigilante y preparada, y la Gracia del Espíritu le muestra la presencia del Niño Dios. Y llena de gozo y alegría proclamaba y alababa a Dios a todos aquellos que esperaban la redención de Jerusalén. Ahí, por la Gracia del Espíritu, quiero detenerme, porque, sin lugar a duda se nos dice claramente que, aunque el nacimiento del Niño Dios es proclamado a todos los hombres, sólo aquello que lo esperan son los que lo reciben y escuchan.

Es, a mi humilde juicio, la clave de toda espera. Se necesita estar preparado, vigilante y atentos. Así estaba Ana, y así nos dice Jesús repetidas veces en diversas parábolas (las diez vírgenes..., tocad y llamar...) insistir, ser constantes y perseverar son palabras que se oyen mucho en el Evangelio y que nos preparan para acoger la venida del Señor.

Estemos atentos, preparados y perseverantes como Ana para advertir la presencia del Señor cuando se presente en nuestra vida.

lunes, 29 de diciembre de 2014

EDUCADO SEGÚN LA LEY

Lc 2, 22-35

Estaba en el mundo y como tal fue educado. Era judío, pues José y María lo eran, y como buenos judíos, practicantes como diríamos hoy, educaron a Jesús en la ley judía. Pagaron sus impuestos, dos tórtolas o pichones al ser presentado en el templo, y recibió la educación judía como cualquier otro niño judío.

Sin embargo, María conocía el Misterio de Jesús. Había sido elegida y anunciada por el Ángel Gabriel y concebida por Obra del Espíritu Santo. Esperaba, guardando todas esas cosas en su corazón, la hora en que Jesús iniciara la misión de su Padre del Cielo. Tuvieron que ser duro, apasionantes y esperanzadores todos esos años de la infancia de Jesús, que, aunque no se sabe mucho, transcurrieron con mucha normalidad. Jesús crecía en estatura, sabiduría y la Gracia de Dios le acompañaba.

La familia es la célula de la sociedad, y es de vital importancia cuidarla y protegerla. La familia que no se hace, ni se inventa, porque ya viene dada naturalmente por el compromiso del un hombre y una mujer a vivir juntos y prolongar más allá su amor en los hijos. La familia que es escuela de padres y madres en donde los hijos puedan mirarse y formarse. La familia que, agrupadas porque se necesitan, forman los pueblos, que se constituyen en comunidades que se respetan y viven fraternalmente en verdad y justicia.

La familia necesita tiempo, cultivo, cuidados y protección. De no ser así se deteriora y se descompone. Se desvirtúa y se prostituye. Las consecuencias: los pueblos pierden el norte; entran en conflictos; rompen la justicia, viven en la mentira y pervieten sus valores. Se hace necesario vivir en el respeto y la justicia y ser capaces de aceptarnos diferentes, pero no por eso imponer nuestros pensamientos. Simplemente, buscar la verdad, la verdad del bien común. Y eso pasa por dar y darnos lo mejor de cada uno.

Jesús quiso nacer en una familia. Y en esa familia, Jesús, nos revela el camino de las familias. José y María, con Jesús, el Hijo hecho Hombre, señalan el camino que las familias debemos imitar y seguir. Tomar otros no nos sirven, pues los pueblos se destruyen.