sábado, 13 de abril de 2024

SOY YO, NO TEMAN

Hay muchos momentos de nuestra vida que buscamos, y es precisamente lo que necesitamos, una palabra de consuelo, de comprensión y de ánimo. Por experiencia sabemos que en los momentos de apuro llamamos a nuestra Madre del Cielo o suplicamos a nuestro Padre Dios. Son como expresiones que salen de nuestro corazón de manera espontánea sin apenas tiempo para pensar que decimos. Y eso realmente prueba que dentro de nuestro corazón está sellada la impronta de la huella de nuestro Creador: Su Amor Infinito y Misericordioso.

Poner toda tu confianza en el Señor te fortalece y te vigoriza hasta el punto de sobreponerte y conseguir superar o soportar los miedos, las angustias o las privaciones. No se trata de que por la fe tus problemas disminuyen o desaparecen. La vida, tu vida, es un camino de cruz, y la cruz supone peligro, angustia, dolor y dificultades.

Pero, la diferencia está en recorrer ese camino solo y por tu cuenta o hacerlo junto, confiado y apoyado en el Señor. Los problemas y las dificultades serán las mismas, pero tu fortaleza y tu esperanza serán otras si pones tu fe en la presencia del Señor. El Espíritu Santo, que ha venido a ti el día de tu bautismo, te dará ánimo, esperanza, fortaleza y valentía para enfrentarte a ellos y superarlos.

La fe nos da la seguridad de una Presencia, la presencia de Jesús que nos impulsa a superar las tormentas existenciales, la certeza de una mano que nos aferra para ayudarnos a afrontar las dificultades, indicándonos el camino incluso cuando está oscuro. La fe, nos dice el Papa Francisco, en resumen, no es una escapatoria de los problemas de la vida, pero nos sostiene en el camino y le da un sentido. (13082017)

viernes, 12 de abril de 2024

SIMPLEMENTE, TE PIDE DE LO QUE TIENES

A veces nos quedamos en el tejado y no sabemos o no podemos, o quizás tampoco queremos bajar a la tierra. Simplemente, consideramos que no tenemos y que, en consecuencia no podemos.  

No es eso lo que Jesús nos pide cuando nos plantea la forma de darle de comer a aquella multitud que se había congregado junto a Él para escucharle. Solamente nos pregunta de qué disponemos y cómo lo haremos.

La cuestión es otra. Se trata de abrirnos a compartir de lo que tenemos y disponemos, no de solucionar el problema. Se trata de estar abierto a colaborar, a dar de lo que tenemos, incluso privándonos de comodidades que pueden servir para que otros puedan aliviarse o subsistir.

No somos nosotros ninguna solución. Solo el Señor puede hacerlo, pero ha querido contar con nuestra disponibilidad y nuestra colaboración. Quiere nuestra elección, ver nuestra disponibilidad y hasta donde somos capaces de dar y darnos. No en vano todo lo que tenemos lo hemos recibido gratuitamente de Él. Sabe lo que podemos hacer y dar, y nos deja decidirlo a nosotros. Es nuestra elección la que nos descubrirá nuestras verdaderas intenciones. Al final todo se reduce a eso, seremos juzgado del amor que seamos capaces de dar: porque tuve hambre y…

jueves, 11 de abril de 2024

EL TESTIMONIO DE JUAN EL BAUTISTA

Jesús es la Palabra que viene de lo alto. Son palabras de Juan el Bautista referidas a Jesús. Él, Jesús, está por encima de todo y da testimonio de lo que ha visto y ha oído. La voz de Juan el Bautista sigue resonando en el desierto de nuestros corazones. Jesús, que está por encima de él, viene, enviado por el Padre, a anunciarnos la Buena Noticia, que no es otra que el Amor Misericordioso del Padre.

Jesús es la Palabra que anuncia al Padre. El hijo enviado que habla y nos revela el Amor Misericordioso del Padre. Previamente, Juan ha preparado el camino reconociéndose un eslabón más en el Plan de Dios. Detrás de él viene el que es más grande y al que no es dingo de desatarle el cordón de sus sandalias.  Él es la Palabra que nos ofrece la salvación en nombre del Padre. Él es quien gana para nosotros la misericordia del Padre por los méritos de su Pasión y muerte. Y Juan se empequeñece en su presencia porque el Señor lo es y contiene todo.

De la misma manera, también nosotros debemos considerarnos: simples eslabones en la obra de muestro Padre Dios y siervos en el Señor de sus enseñanzas y misericordia. Y, auxiliados en el Espíritu Santo, anunciarla y dar testimonio de su Palabra.

miércoles, 10 de abril de 2024

EL SEÑOR JESÚS VINO A ESTE MUNDO, NO PARA JUZGARNOS, SINO PARA SALVARNOS.

La fe nos salva y nos libera del pecado de este mundo. Creer en Jesús, el Hijo de Dios, significa seguirle, escucharle y adecuar nuestra vida según su Palabra. Y es eso lo que nos devuelve la dignidad de hijos de Dios y nos salva.

No ha venido el Hijo, nuestro Señor, a juzgarnos, sino a anunciarnos esa Buena Noticia: estamos salvados porque el Padre ha querido que por los méritos de su Hijo, nuestro Señor, nuestros pecados sean perdonados. Y eso comporta, claro, que pongamos toda nuestra confianza en la Palabra del Señor, la escuchemos y la cumplamos.

Y hoy, y cada día, el Señor sigue anunciando e Infinitol Amor Misericordioso de su Padre caminando junto a nosotros en el Espíritu Santo, que nos asiste, nos ilumina y nos mueve a anunciar también esa Buena Noticia.

Sin embargo, el Padre, sabiendo de nuestra debilidad y caídas, ha querido que tengamos la oportunidad de arrepentirnos, de propósito de enmienda y de ser perdonados por la Pasión y muerte de su Hijo, por la que, nuestro Padre Dios nos da su Infinita Misericordia.

Dicho de otra forma, estamos salvados. Dios, nuestro Padre, ha dejado en nuestras manos la oportunidad de elegir nuestra salvación. Ella pasa por creer en la Palabra de su Hijo, nuestro Señor, y llevarla a cumplimiento en nuestra vida. Con su Pasión y muerte de Cruz, Jesús, el Hijo de Dios, por mandato de su Padre, aceptado libre y voluntariamente, nos ha dada esa posibilidad, por la fe, de salvarnos. De manera, Dios, nuestro Padre, ha dejado nuestra salvación en nuestra elección.

martes, 9 de abril de 2024

TODO CONSISTE EN UNA NUEVA FORMA DE MIRAR

Puedo mirarte de forma indiferente o de forma despreciable; puedo mirarte con una mirada de acogida o de bienvenida; puedo mirarte con ojos de ira, de violencia y de venganza o puedo mirarte de forma compasiva y misericordiosa.

Es evidente que puedo mirarte de muchas formas, pero solo hay una manera de mirar cuando se mira con amor: con misericordia y ofreciéndote la salvación. Donde nadie cree que hay salvación, el Evangelio – la Palabra de Dios -  te ofrece la salvación. Y eso exige e implica otra forma de mirar que el mundo no acepta ni entiende.

Las bienaventuranzas son posibles en un mundo donde son desterradas y dadas por imposible. Los que lloran y sufren serán consolados y liberados del dolor y sufrimiento para ser eternamente felices. Los marginados, despreciados y excluidos serán considerados, tenidos en cuenta e incluidos en la Casa del Padre. Donde hay vaciedad resultará que hay abundancia. Todo en la presencia de Dios se hace posible.

Y, evidentemente, para que todo esto sea verdad tendremos que ser de otro mundo, porque este mundo es como es y no quiere ser de otra manera. Habría que pensar de otra forma, ser de otra manera y creer en la Palabra de Dios. Ese Dios que no es un concepto, algo en lo que puedo creer, sino una Dios Persona, que encarnado en Naturaleza humana, ha muerto por nosotros y ha Resucitado para también darnos, a los que creen en Él, esa resurrección para la eternidad gozosa y feliz.

lunes, 8 de abril de 2024

ENTRE LO POSIBLE E IMPOSIBLE

Si tratáramos de situar nuestra fe convendríamos que está entre lo posible e imposible. Con la apuesta segura por lo posible. De esa manera, nuestra fe, situada en el nivel utópico de lo imposible, quedará marginada y excluida. Y eso es precisamente lo que ocurre a través del tiempo en el mundo en que vivimos. La idea de Dios se rechaza.

No se entiende como de Nazaret, una alquería insignificante, olvidada  y sin ninguna relevancia ni renombre, y para colmo, de una mujer desconocida y común del pueblo vaya a nacer el Mesías prometido y profetizado por  Isaías 7, 14. Eso está dentro de lo imposible y de lo no creído. Y la consecuencia de todo eso es la incredulidad al Misterio de la Encarnación y a la fe en Jesucristo, nuestro Señor.

Desde ahí se nos hace posible entender la exigente necesidad de la humildad. Cuando las cosas no caben en nuestras cabezas, es decir, están en el nivel de lo imposible, necesitamos ser humildes para poder creer sin ver ni entender. La idea de un Dios hecho Hombre y entregado a darnos la vida eterna dando su Vida en una muerte de Cruz, es algo imposible de creer y confiar en nuestra pequeña y limitada cabeza.

Es evidente que nos hace falta la fe. Y como no la podemos tener porque no entra en nuestra limitada mente, necesitamos buscarla y pedirla a nuestro Padre Dios. Porque, solo Él puede metérnosla en nuestra cabeza. Y si no la buscamos en Dios, suplicándole que nos la dé, nunca la encontraremos. Nuestra razón no ha sido creada para poder entender lo imposible. Eso solo está supeditado a Dios. Para Él no hay nada imposible.

domingo, 7 de abril de 2024

SI BUSCAMOS, EN ALGÚN MOMENTO VEREMOS LA LUZ

La clave está en la búsqueda y en la perseverancia. Claro, la perseverancia dependerá de la persistencia y del interés de nuestra inquietud. Una persona inquieta se sostiene en su búsqueda de dar respuesta a esa inquietud e interés. Quien busca a Jesús termina por encontrarlo. Y esa llama de búsqueda está impresa en el corazón del hombre. Ahora, lo que hace falta es prenderla, darle fuego y que arda hasta que alumbre totalmente su entendimiento.

Posiblemente eso fue lo que hizo Jesús en esos cincuenta días previos a Pentecostés. Sus apariciones a los apóstoles iban dirigidas a fortalecerles la fe, a impulsarles a dar testimonio de lo que veían y habían vivido. A darles testimonio y razones de su Resurrección. Y, por supuesto, sus corazones prendieron de esa llama de Luz que, en el Espíritu Santo, no cesaron de anunciar esa Buena Noticia de Salvación.

Una paz que libera y fortalece. No se trata de una paz pasiva y que pasa de todo, sino de una paz interior que da fuerzas para sostenerse en la actividad, en los problemas, en la lucha de cada día contra el mal o contra la idolatría. Es una paz que da sosiego interior, que resume gozo en el alboroto exterior y en el peligro de los que la rechazan. Es la paz de sabernos en la presencia del Espíritu Santo y amparados en la seguridad de un Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios. Es la paz de la confianza y fe en nuestro Padre Dios que, sabiendo de nuestras debilidades y limitaciones, confía en nosotros y pone su Palabra en nuestras bocas.

Es la paz de quienes sabemos que dar y darnos es más enriquecedor que guardarnos y callarnos. Que anunciar y testimoniar es más gozoso que encerrarnos en nuestros miedos y paralizar nuestra lengua y entendimiento.