miércoles, 11 de diciembre de 2013

SI VAS CON ÉL, VAS BIEN ACOMPAÑADO

(Mt 11,28-30)
 
La vida es dura. Dura para unos más que para otros. Experimentamos que hay mucha gente que sufre mucho durante su vida; otros han nacido en lugares conflictivos y pasan toda su vida en vilo, expectante y llenos de miedo; otros son explotados y sometidos a una vida de trabajos, sacrificios y carencias materiales de todo tipo... ¡y para qué seguir hablando!

La vida es dura, y es un misterio que unos lo tengan, aparentemente, más difícil y dura que otros. Sin embargo, me resisto a pensar que Padre Dios reparta de esa forma tan desigual la tarta entre sus hijos. Detrás de esa distribución hay un sentido que para unos son necesario más que para otros. 

El dolor y las pruebas que cada uno tiene que experimentar y padecer son los altavoces que necesitan para despertar y levantar la mirada hacia el Padre Dios que les ofrece su salvación. Sin embargo, lo que me extraña es observar que hay personas que desorientadas, caminando sin sentido e incluso sufriendo no levantan la mirada y permanecen en la oscuridad.

Hoy escuché una frase muy bonita: somos portadores de luz, de una luz que nos ilumina el camino, pero que nosotros no queremos ver, e incluso la escondemos y no dejamos que nos alumbre ni alumbre a los demás. De cualquier forma, cuando sufres, tu dolor tiene sentido si vas con Él. No es tiempo perdido ni gastado en balde. Es tiempo bien fundido en oro de Gracia, porque con Él siempre vamos bien acompañados y la vida tiene futuro.

Tu paciencia es la prueba de tu fe, y tendrás la recompensa del Amor de Dios, pues el amor se prueba en las penas y tristezas, sobre todo cuando duelen. Él lo sabe mejor que nosotros.

martes, 10 de diciembre de 2013

EL VALOR DE UNA VIDA

(Mt 18,12-14)


No parece que a una vida se le dé gran importancia en estos momentos. Se pierden muchas voluntariamente cada instante, no ya al día. Quizás, ahora, hay muchas vidas que se apagan mientras el mundo se viste de luces, mercantilismos y algarabía. ¿Qué ocurre? ¿Qué nos pasa?

Ante tales acontecimientos descubro que el mundo no ha cambiado mucho, porque son muchos los hombres que no han cambiado. No basta con que cambien unos cuantos, nuestro Padre Dios necesita que cambien todos y de no ser así vendrá Él a poner cada cosa en su lugar.

Continúan existiendo muchos Herodes. Él, el primero, mató a muchos niños por miedo a perder su trono. No estaba dispuesto a compartirlo con nadie, y menos esperar que un simple niño le amenazara con quitárselo. Solución, matar a todos para estar seguro que Él, el nacido como nuevo Rey, muriera también. No contaba con el auxilio del Padre Dios y la pronta y total obediencia de José y María en salir prestos hacia Egipto.

Sin embargo, los falsos profetas y nuevos Herodes de hoy si cuentan con la colaboración de muchos padres y madres que se someten a asesinar a sus hijos. No les importan que se pierdan y mueran a manos de lobos hambrientos de poder y codicia. Poderes caducos que tienen etiquetado un fin. Inteligencias cegadas por las aparentes luces de felicidad caduca que este mundo les ofrece. Necios que cierran sus ojos ante la verdadera Luz que les da sentido y eternidad.

Pero Jesús si está dispuesto a luchar y morir por tu vida. Tanto es así que, perdida y en peligro, deja a las noventa y nueve a buen recaudo y arriesga y ofrece su Vida por la tuya. Encontrada, te carga sobre sus hombros y te lleva, salvada, a buen recaudo. 

Realmente, ese sí que es un Profeta, el único y buen Profeta que da la vida por sus ovejas.

lunes, 9 de diciembre de 2013

CREER QUE YO SÓLO ME BASTO

(Lc 5,17-26)

 Eso nos ocurre a cada uno de nosotros. Pensamos que sólo nosotros podemos arreglar nuestra vida. Y aunque creamos que necesitamos a Dios, nos comportamos como si nos bastara con nostros mismos. Y así nos va, nos apartamos de Dios y nos resistimos a abrirnos a su interveción y a su perdón.

Pensamos, incluso, quien es este que se atreve a perdonar nuestros pecados. Dudamos de su perdón y murmuramos contra Él. Eso lo hacemos cuando nos enemistamos y le damos la espalda. Le estamos diciendo que no creemos en su perdón y que Él no tiene poder para perdonar los pecados. Eso sólo le compete a Dios, y Él no es Dios.

Nos sorprendemos de todo esto, pero nosotros también actuamos asi cuando rompemos nuestra relación y amistad con Él. Es más, no nos acercamos a la Penitencia porque no nos creemos perdonados ni que Él tenga poder para perdonarnos. Y podemos decir que si creemos, pero no damos un paso hacia delante, y las cosas sólo se demuestran cuando se hacen.

Bien decía el Señor que no todo el que dice Señor, Señor... entrará en el Reino de mi Padre.

domingo, 8 de diciembre de 2013

ALEGRATE LLENA DE GRACIA


(Lc 1,26-38)

Está, María, llena de Gracia. «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios». ¿Qué hay que hacer, es mi pregunta, para hallar Gracia delante de Dios? Porque María estaba llena de la Gracia de Dios.

María se conturba, se preocupa y discierne que significado tienen esas palabras. No entiende ni sabe como sucederá lo que oye, pero deja sus planes, se muda y cambia, por los planes de Dios. Sin entender, porque no cabe en su cabeza, ella, María, responde con un decidido y comprometido.

Sale de sí mismo para entrar en la Voluntad de Dios. Hasta aquí lo que hizo María. Agradecido porque colaboró con el Plan de Dios, y con su colaboración abrió la puerta para que a todos nosotros nos llegue también esa Gracia de Dios. Pero, ¿y yo? Estoy dispuesto a dejarme también cubrir por el Plan que Dios tiene sobre mí. Estoy dispuesto a dejar mi vida, mis intereses, mis comodidades y ponerme disponible en la Voluntad de Dios?

Ahora es tiempo propicio para eso. El Señor está pronto a nacer y quizás esté pidiendo un hueco en mi corazón. Un hueco para que mi vida sea más plena, más auténtica, más comprometida y más llena de su Gracia que Él mismo pone en mis manos. 

Sigamos el ejemplo de María y, en y por ella, acerquémonos a Jesús, Camino, Verdad y Vida.

sábado, 7 de diciembre de 2013

NUESTRA ESPERANZA ES REAL

(Mt 9,35—10,1.6-8)


No es una quimera, ni una fantasía. Es una realidad. Bien, es verdad que tenemos, para unos, un largo camino, más para otros algo más corto, pero todos, nuestro propio camino que aceptar, superar y luchar cada día por mantenernos a flote. Y eso cuesta, es duro y necesitamos voluntad y fuerza.

Pero debemos hacerlo en la esperanza de que ya estamos salvados. Jesús, el Hijo de Dios Vivo, ha pagado por cada uno de nosotros nuestro rescate, y el Padre ha aceptado su sacrificio, que cada día renueva y realiza en la Eucaristía. ¡Estamos salvados! Y debemos participar y colaborar en la salvación de otros que quizás no lo sepan o estén dormidos por el encandilamiento de las luces de este mundo caduco.

Jesús siente compasión por todos aquellos que se sienten abatidos y perdidos, como ovejas sin pastor. Son los ciegos, los inválidos y sometidos por las apetencias y esclavitudes del pecado. Es ahí donde nuestro grito debe ser lanzado, porque nuestra liberación está cerca. Jesús nace en nuestros corazones para darnos vida, vida eterna. Es posible que nuestra ceguera, invalidez, sordera o lepra no nos deje ver. Por eso, estamos llamados a ayudarle para que vean.

viernes, 6 de diciembre de 2013

SUPONGO QUE HAY QUE ACERCARSE Y GRITAR


(Mt 9,27-31)

Cuando terminé de leer el Evangelio de hoy, me quedé pensando que hubiese sucedido si los ciegos no se acercan lo suficiente, ni gritan lo necesario para llamar la atención de Jesús. Eso arrastró me mente a pensar que hay que acercarse y gritar. O dicho en palabras más vulgares: "Quién no llora, no mama".

También supuse que vale la pena acercarse y gritar, porque aquellos ciegos, desde aquel momento, empezaron a ver. ¿Y nosotros, me pregunté, estamos ciegos? Y en mi continúa suposición, supuse, valga la redundancia, que quizás no seamos ciegos de vista, pero si ciegos de espíritu.

 Posiblemente, muchos, independientes de ser invidentes o no, padecemos la ceguera de ver todo con los ojos y los criterios de este mundo, y no vemos más allá de lo que permanece guardado o enterrado en nuestro corazón. Necesitamos acercarnos a la Luz hasta el punto de que nuestro grito sea tan fuerte por el dolor de sentirnos quemar por la Gracia del Señor.

Es Él quien nos puede devolver la vista, tanto física como espiritual, porque quizás vemos lo que no nos sirve de luz ni de medio para salvar nuestra alma, y permanecemos en la oscuridad para no ver lo que realmente necesitamos para salvarnos. Pidamos esa Gracia, como esos dos ciegos, y dejemosno arrastrar por el Espíritu que nos acerca a Jesús y suplica que nos permita ver.

jueves, 5 de diciembre de 2013

¿DÓNDE APOYAMOS NUESTRO EDIFICIO?

(Mt 7,21.24-27)
 
Bien saben los arquitectos y los maestros albañiles que hay que buscar unos cimientos sólidos y fuertes para apoyar las columnas donde levantar el edificio a construir. Hacerlo sobre lo aparentemente sólido pero sin certeza, es arriesgarse a que la primera tempestad de nuestra vida barra y se lleve todos nuestros criterios y toda nuestra poca fe.

Buscar esos cimientos sólidos y bien fundados donde apoyar el edificio de nuestra fe es vivir la Palabra más allá de nuestra boca. Es decir, llevarla a la vida y vivirla en la práctica y los hechos de cada día. No será estar bien apoyado en la fe decir: ¡Señor, Señor...! y en la vida de cada día mirar para otro lado cuando el amor te exija compromiso y acción por el bien del otro.

Se trata, pues, de unir Palabra y vida más oración, para ser caritativo y desprendido y disponible a vivir la Palabra y cumplirla. Pero un cumplimiento libre, querido, aceptado, alegre y por amor. Hacerlo por obligación y cumplimiento es someterte por interés, y eso ya no es amar, sino buscar tu propio beneficio e interés. Descubrirás que actúas por egoísmo, y cuando se hace así, a la menor tempestad todo queda destruido.

Pidamos la Gracia del Señor, por eso necesitamos el cemento fuerte y sólido de la oración, para que nuestro edificio de fe sea cada día más solido, firme, confiado y entregado en las Manos del Espíritu Santo.