martes, 29 de abril de 2014

SENCILLOS PARA CONOCERTE SEÑOR



Gracias Señor porque has decidido revelarte a la gente sencilla y esconderte a los sabios y entendidos que pasan tu Palabra por la razón y la distorsionan y aplican según sus sabidurías limitadas y sometidas al pecado. Porque sólo aquellos que se inclinan y buscan tu Misericordia serán perdonados e iluminados por tu Gracia.

Hay muchos momentos en nuestra vida que la oscuridad lo envuelve todo. Se hace de noche cuando las cosas no salen como queremos y hemos pensado; se hace de noche cuando nuestro camino se tuerce y discurre por senderos que no nos gustan o no queremos; se hace de noche cuando nuestras luces se apagan y nuestros caminos se oscurecen...

Sólo la Luz, tu Luz Señor, nos puede salvar, pero es condición indispensable acercarnos a la Luz y caminar junto a ella para ver el camino verdadero por el que debemos caminar. Y también para aliviar nuestra carga, porque solos apoyados en el Señor encontraremos sentido y paz para soportar el duro camino de nuestras cruces.

Porque Tú Señor nos revela el Amor de tu Padre y la Gloria que nos tiene preparada. Por eso, Señor, acudimos a Ti necesitados de tu Gracia y de tu Amor.

lunes, 28 de abril de 2014

CREADOS DE NUEVO

(Jn 3,1-8)

Nicodemo no entendía lo que Jesús le decía: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios». Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?». Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.

El Bautismo es el inicio de ese volver a nacer revestido del agua y del Espíritu de Dios, y por él empezamos una nueva vida como verdaderos hijos de Dios. Es posible que sintamos miedos, miedos originados por nuestra naturaleza humana, débil y pecadora sometida por el pecado. Necesitamos la fuerza del Espíritu que nos fortalezca y nos ilumine para poder vencernos y nacer a la verdad y al amor.

Sin la Gracia del Espíritu de Dios nada podemos hacer. El Bautismo nos infunde la Vida de la Gracia y nos dispone al combate, asistidos por el Espíritu Santo, para la lucha de cada día contra nuestras limitaciones e inclinaciones humanas al pecado.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros la llama de tu Amor. Envíanos Señor tu Espíritu y nuestros corazones serán creados de nuevo. Y ser renovará la faz de la tierra.

domingo, 27 de abril de 2014

UN POCO DE TOMÁS...

(Jn 20,19-31)


Todos llevamos la impronta de Tomás, pues si no vemos no creemos. Y digo más, incluso viendo nos sigue costando creer. Es significativo como Jesús enseña sus heridas para que le reconozcan, pues nos conoce y sabe de nuestra dificultad para creer. Por eso su frase. "Dichosos aquello que crean sin ver".

Estamos atenazados por el miedo y por nuestra ignorancia. A pesar de ver, la fe no nos fortalece si no nos la infunde el Espíritu Santo, porque sólo el Espíritu de Dios nos puede iluminar, dar y aumentar nuestra fe. Así, los apóstoles recibieron, por Jesús, el soplo del Espíritu Santo y el poder de perdonar los pecados. No se entiende de otra forma como la Iglesia permanece y persevera desde aquellos días hasta hoy.

Sin embargo, me parece muy oportuna la lección de Tomás, quien a pesar de su incredulidad vio y tocó, ofrecidas por el Señor, su llagas y heridas de manos y pies y postrado ante Él se entrego adorándole: "Señor mío y Dios mío". ¿Es esta, podemos preguntarnos, nuestra actitud e intención? ¿Estamos buscándole y dispuestos a postrarnos, abandonándonos en Él, ante el Señor?

Estas y otras preguntas más deben ayudarnos a reflexionar y a tratar de responder a la llamada del Señor. Porque Él siempre nos busca, tal y como hizo con Tomás.

sábado, 26 de abril de 2014

INCAPACES DE CREER

(Mc 16,9-15)


A pesar del testimonio de María Magdalena y de los discípulos de Emaús, los apóstoles se mantienen escépticos e incrédulos a la Resurrección del Señor. Lloran y se consuelan permaneciendo encerrados en el Cenáculo y escondidos por temor. Han perdido sus esperanzas a pesar de las enseñanzas y milagros que Jesús ha hecho durante su vida terrenal con ellos.

Necesitan más pruebas y hasta teniendo a Jesús delante de ellos dudan. Incluso, Jesús, les enseña sus llagas y heridas en el costado, manos y pies para que comprueban que es el mismo Jesús que murió crucificado en la Cruz hace tres días.

¿No nos identifica eso a nosotros con los apóstoles, discípulos y mujeres que le seguían? Lo tenemos delante en la Eucaristía y dudamos. Al menor contratiempo o dificultad exigimos pruebas y demostraciones. Creo que hemos cambiado muy poco desde los apóstoles a hoy

Señor, danos la Luz que ilumine todo nuestro ser y entendimiento, para que la fe nazca en nuestros corazones y se abran a la acción y asistencia del Espíritu Santo. Sólo Tú, Señor, puedes darnos un corazón de carne y arrancarnos nuestro corazón de piedra. Aumenta nuestra fe, Señor.

viernes, 25 de abril de 2014

SE REPITEN LAS APARICIONES DE JESÚS

(Jn 21,1-14)


El Señor va manifestándose poco a poco y transmitiendo a sus apóstoles lo escrito y profetizado en su Nombre. Todo se va cumpliendo tal y como se había profetizado. Les acompaña y anima a que vayan asimilando todo y se despierten a todo lo que les ha dicho. Hoy es la tercera aparición que hace ante sus apóstoles precedida de un milagro: "Llenan la red de peces obedeciendo la sugerencia de Jesús".

Observamos que la obediencia da frutos porque Jesús no nos ofrece cosas que no nos sean beneficiosas. Tras estar toda la noche intentando pescar y no conseguir nada, un extraño, porque no le habían conocido, le sugiere echar las redes a la derecha de la barca, y obedecen. ¿No nos suena eso a nosotros cercano?

?Cuántas veces hacemos oídos sordos a las cosas que el Señor nos sugiere? ¿Ponemos atención e interés y dar respuesta a lo que, dentro de nuestro corazón, sentimos debemos hacer? ¿Tratamos de ver con los ojos del Espíritu Santo las carencias y necesidades de otros? ¿No está ahí, en esas personas, invitándonos el Señor a echar las redes a la derecha de nuestra barca?

Enséñame Señor a abrir mi ojos y oídos a tu Palabra y a ser obediente a lo que ella me invita a vivir y actuar.

jueves, 24 de abril de 2014

NOSOTROS HEREDAMOS ESOS TESTIMONIOS

(Lc 24,35-48)


Somos nosotros ahora, la Iglesia de siglo XXI, la que hemos heredado esos testimonios de los apóstoles, y debemos de proclamarlos y transmitirlos a nuestros herederos y al mundo: Jesús ha Resucitado y está entre nosotros. 

Tenemos el testimonio de la Palabra que se ha cumplido toda en nuestro Señor Jesús, y era necesario que así fuese. El Señor tiene manos y pies, es de carne y hueso. Les invita a que le palpen y les pide de comer para que comprueben que no es un espíritu sino el mismo Señor en Persona. Su Resurrección cambia toda nuestra vida y nos llena de esperanza. ¡Alabado y glorificado sea el Señor!

Ocurre que nos embargan las dudas y la desconfianza, y en la medida que nos alejamos más de Él, el mundo se encarga de desdibujar más su presencia y hacernos pensar más en un sueño que la realidad. No dejemos que eso nos ocurra. Y para ello mantengámonos siempre unidos, junto a Él y alimentados por su Cuerpo y su Sangre.

Es en la Iglesia donde podemos fortalecernos al compartir nuestra fe y perseverar en la unidad junto al Señor.

miércoles, 23 de abril de 2014

QUEDATE CON NOSOTROS SEÑOR.


(Lc 24,13-35)

Sus Palabras nos dejan admirados y nos llenan de entusiasmo; sus Palabras enciende nuestro corazón y lo inunda de paz, de sosiego, de alegría y gozo pleno. ¡No te vayas, Señor, quédate con nosotros! Son palabras que salen de lo más profundo de nuestro corazón de forma espontánea. Porque ellas nos dan vida y nos llenan de esperanza.

Aquellos discípulos, camino de Emaús, iban derrotados. Ni siquiera se paraban a pensar en lo que habían oído de aquellas mujeres que habían encontrado el sepulcro vacío. Tampoco repararon en los compañeros que lo habían comprobado. Estaban resignados y vencidos por la muerte. Necesitaban verle y nadie le había visto. ¡Qué paradojas de la vida! Lo tenían delante y no lo advertían.

Jesús, que caminaba con ellos sin ser reconocido, les descubrió todo lo que dijeron los profetas sobre Él y se tenía que cumplir. Conmovidos y entusiasmados invitaron a Jesús a quedarse con ellos, y al partir y bendecir el pan y dárselos se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Jesús desapareció sin que ellos lo pudieran ver. Entonces experimentaron el ardor con que latían sus corazones y entusiasmados regresarón a Jerusalén al encuentro de los otros. 

En la comunidad compartieron las experiencias de encuentro con Jesús Resucitado y se fortalecían con gozo y alegría porque el Señor estaba Vivo. ¿Tenemos nosotros esa misma experiencia?